jueves, 14 de octubre de 2021

Un país no puede planear su futuro solo a partir de la redistribución Columna publicada en eldiarioAR.com 14-1021

 Columna publicada en eldiaroAR.com el 14-10-2021

Entre los debates extraños del presente se destacan aquellos que van por andariveles diferentes. Uno pone el acento en la secuencia inversión-crecimiento-empleo-mejor distribución del ingreso. El otro, con el argumento de que algo hay que hacer para quienes más lo necesitan, sólo focaliza en mecanismos redistributivos aun cuando no hay sustento para tales erogaciones. Lo preocupante es que aparecen como alternativos. Más aún, el segundo es el que se presenta como progresista. No es el lugar aquí para desarrollar un debate académico. Si, en cambio, para ilustrar con información algunos rasgos de nuestro desempeño socioeconómico en las últimas décadas para comprender mejor cómo llegamos hasta aquí y, por tanto, vislumbrar caminos más eficientes.

Un repaso sobre el empleo

Las tasas de actividad y empleo de la mano de obra de la última década muestran con claridad que ambos indicadores descienden entre 2011 y 2015, tienen una leve recuperación entre 2016 y 2019 y se derrumban en 2020 con la única pandemia conocida: la del Covid. En la segunda mitad de ese año se recuperan ambos índices, al igual que en toda América Latina, dinámica que llega hasta el primer trimestre de 2021. Desafortunadamente, en Argentina, en el segundo trimestre declinan ambos, revirtiendo la tendencia favorable y quedando en niveles todavía inferiores a los de fines de 2019.

Qué dicen los datos sobre los ingresos

Ante la falta de una serie representativa de los ingresos salariales tomemos la de los asalariados privados registrados. Al tiempo en que en el decenio último no hubo creación de empleo en ese ámbito, los ingresos reales mejoraron entre 2009 y fines de 2015 perdiendo esa mejora durante el gobierno de Cambiemos. El año y medio siguiente, pandemia mediante, se perdieron otros tres puntos porcentuales de la remuneración promedio

El resultado —incluyendo los mecanismos redistributivos— se pueden apreciar a partir de los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH). En el gráfico puede verse, haciendo equivalentes a 100 los valores de 2004, el comportamiento de los ingresos de la ocupación principal (línea azul), los ingresos agregados de cada una de las personas que percibe recursos dentro del hogar (línea roja) y, finalmente, algo parecido a la situación de bienestar del hogar expresado por el ingreso per cápita familiar (línea verde)

Las tres variables mostraron un sensible crecimiento hasta 2007 pero desde entonces tanto los ingresos individuales como los de la ocupación principal oscilaron en un rango relativamente acotado. Esto se mantuvo hasta 2018 inclusive. Luego, la crisis financiera y económica se llevaron las mejoras obtenidas desde 2007 retornando en 2019 a aquellos valores.

Sin embargo, el ingreso per cápita familiar mantuvo una dinámica de mejoramiento hasta 2018 inclusive (superando la profunda caída de 2014). Los distintos mecanismos de transferencias a los hogares mejoraron los ingresos reales tanto en el segundo gobierno de Cristina Fernández como durante el mandato de Mauricio Macri. Solo el segundo semestre (en esta serie) de 2019 muestra una sensible caída que lleva los valores a los mismos de 2014.

En 2020 los ingresos siguen cayendo. Se observa una mejora de los ingresos de la ocupación principal debido al efecto composición ya que los puestos perdidos habrían sido los relativamente peor remunerados.

En el segundo trimestre de 2021, en cambio, los ingresos de la ocupación principal muestran una pérdida producto tanto de que por entonces los ajustes paritarios no se habían concretado o, si lo hicieron, fue con porcentajes sensiblemente menores que los niveles inflacionarios contemporáneos. Por otro lado, gran parte de la recuperación ocupacional correspondió a los asalariados precarios que, es sabido, perciben salarios más desfavorecidos.

Las mejoras de los otros dos indicadores son más difíciles de interpretar habida cuenta que habían desaparecido las transferencias tipo IFE.

La desigualdad de los ingresos en los años recientes

Los datos publicados por INDEC sólo cubren el último quinquenio. Dentro de él, a primera vista, se destacan los efectos de los últimos tres años de crisis con un leve empeoramiento del indicador. Ahora bien, si miramos los segundos trimestres solamente, se aprecia que en 2021 hay una mejora respecto de un año atrás. El punto de referencia es el peor momento del cierre de actividades y del aislamiento. El valor de 2021 es idéntico al del trimestre respectivo de 2019. En cambio, el trienio 2016-2018 presenta los mejores valores en materia de distribución del ingreso (los menos desiguales).

Resumiendo, las cuestiones ocupacionales, los ingresos laborales y la desigualdad de los mismos parecen haber sufrido el impacto del Covid y la cuarentena, pero dentro de un contexto de dificultades notables preexistentes. Entre esas razones de contexto se encuentra el desempeño económico en las décadas recientes. Veamos algunos datos al respecto.

La configuración económica sobre la que se asientan el empleo y los ingresos

El gráfico muestra, una vez más, que la segunda década del siglo XXI ha sido un lapso de estancamiento. Dentro de ese escaso movimiento se aprecia que el PBI desestacionalizado (línea punteada) tiene dos “picos”: uno más modesto en 2015 y otro (récord de la serie) a comienzos de 2018. En otras palabras, la crisis de 2020 continúa a un largo período en el que la actividad económica no termina de tomar impulso.

El PBI per cápita —pese al bajo crecimiento poblacional— cae estrepitosamente a lo largo de esta segunda década, no sólo en el final, con la pandemia. En 2020 el PBI per cápita resultó similar al de 2005. Si retrocedimos tanto en la creación de riqueza, ¿cómo podemos esperar alta demanda de empleo o una buena distribución del ingreso?

¿Qué podemos esperar?

Este desempeño, más que moderado, se verifica luego de un lapso extremadamente beneficioso para Argentina y toda la región. La primera década del siglo XXI revirtió los términos de intercambio a su favor cambiando, por un tiempo, el comportamiento de la segunda parte del siglo XX.

Una de las razones por las que desaprovechamos la ocasión está en la tendencia declinante de la tasa de inversión. En la actualidad, desde hace varios años, estamos por debajo del 15%. Con esta composición de la demanda agregada (y con el contenido mismo de la inversión) es difícil imaginar un sendero de crecimiento.

Si a esto le agregamos un aparato del Estado que captura crecientes porciones de la renta total pero es ineficiente para su aplicación y, además, los recursos son sistemáticamente inferiores a las erogaciones entonces tenemos una economía fiscalmente deficitaria. Esto, arrastrado durante décadas, configura una estructura productiva con escaso sustento y nulas expectativas positivas. Nos acostumbramos a la inflación y estamos en el podio mundial al respecto.

En ese marco, las políticas redistributivas resultan tan necesarias como imposibles de ser sustentadas. Más allá de relatos políticamente correctos, la sociedad argentina se enfrenta a una crisis de proporciones.

En esta campaña electoral las autoridades no hacen más que echar leña al fuego aumentando de modo sensible el gasto sin financiamiento. Al día siguiente de las elecciones, sin embargo, nos enfrentaremos con el mismo dilema. Sin una reconstrucción productiva efectiva ¿podremos basar nuestro devenir en este tipo de estrategia redistributiva insolvente?


jueves, 7 de octubre de 2021

Los indicadores, mejores que las perspectivas, Columna en CLARIN, 7-10-21

Columna publicada en CLARIN el 7-10-2021

Comparados con los valores del primer trimestre, los del segundo no han dejado de traer buenas noticias, aparentemente. La desocupación disminuyó, el coeficiente de Gini de los ingresos familiares también, las brechas de ingresos también mostraron mejoras, y la distribución personal mejoró algo, excepto en los ingresos de la ocupación principal.

Además la pobreza en el primer semestre mejoró respecto del año anterior. Si todo es así, se preguntan en el oficialismo, “¿por qué nos fue como nos fue en las PASO?”

Para ayudar a vislumbrar una interpretación posible seguramente debiéramos mirar más los procesos que la fotografía.

Por ejemplo, la desocupación bajó pero no porque haya aumentado la tasa de empleo, la proporción de personas ocupadas respecto de la población total, sino porque hubo más personas que abandonaron la búsqueda.

Es lo que se denomina el desaliento y se origina, básicamente, en la convicción de las personas que necesitan un empleo de que no lo van a conseguir.

Muchos de los millones de trabajadores asalariados precarios o de cuentapropistas o patrones que quedaron a la vera del camino en el segundo trimestre de 2020 pudieron, de algún modo, subirse nuevamente.

Pero no sólo los trabajos de reinserción han sido deficitarios en ingresos sino que también han sido insuficientes para la magnitud de los puestos que se perdieron en aquel momento: cuatro millones de puestos desaparecieron. Los datos anuales señalan que en 2020 había 1.5 millones menos de puestos que en el año 2019.

Por otro lado, si se mira tanto la tasa de actividad como la de empleo, desde la sima de 2020 fue escalando trimestre a trimestre. Eso sí, cada vez con más lentitud, pero seguían subiendo. Pero eso se cortó en el segundo trimestre de 2021, lo que originó el desaliento mencionado con la aparente buena noticia de la baja de la tasa de desempleo.

Si tomamos el coeficiente de Gini (que mide la desigualdad de los ingresos, en este caso del ingreso per cápita familiar de las personas), efectivamente mejoró no solo respecto del primer trimestre -lo que suele ocurrir todos los años- sino que disminuyó sensiblemente del valor captado un año atrás, en el inicio de la pandemia, su peor momento.

Ahora bien, al mirar la serie disponible (desde 2016) se aprecia que el valor actual es similar al de 2019 pero peor que los segundos trimestres del resto del gobierno de Cambiemos. Más allá de las interpretaciones o relatos, esos son los datos.

Como los datos sociolaborales no vienen del aire, miremos qué ha pasado con la evolución de la actividad económica. La EMAE desestacionalizada muestra que el último valor alcanzado si bien salió de la profunda depresión de mediados de 2020, como todos los países de la región, pero su nivel actual está por debajo del registrado en cualquier momento entre 2010 y 2019, ambos años inclusive.

¿Qué significa esto? Que, como es sabido, la riqueza disponible, el producto per cápita, viene descendiendo desde el pico de 2011 con escalones cada vez más pronunciados (en valores de 2004, de más de 17000 a menos de 14000 en 2020).

Dicho de otro modo, ¿cómo podríamos esperar una mejora en el bienestar de la población si la sociedad en su conjunto cada año produce menos? A éste se le podría agregar otro interrogante ¿cómo no decrecer si cada vez la tasa de inversión es menor (desde hace décadas)?

Si bien hemos estado sometidos a un bombardeo tanto de sabedores como de desconocedores acerca de que la pobreza estaría este año más cerca del 50% que del 40%, el informe de INDEC indicando que “apenas” un 40.6% de la población vive en condiciones de pobreza nos dejó algo sorprendidos.

Lo que sí ha traído más de una inquietud es la elevación del índice de indigencia. El año pasado se había argumentado que los esfuerzos oficiales (en particular el IFE, pero no sólo ese instrumento) habían aliviado la indigencia más que la pobreza. El dato actual requiere profundizar un poco más.

Finalmente, no debemos olvidar que los indicadores monetarios y afines en sociedades con regímenes de alta inflación, como el nuestro, (estamos en el podio) tienen grandes dificultades por arrojar precisión en sus resultados. De allí que los análisis no pueden dejar de ser cautelosos cuando se cubre un lapso de seis meses tanto de ingresos como de precios.

Al respecto alguien quizás no bien intencionado podría preguntarse ¿cómo en la segunda mitad de 2020, cuando se concentró el grueso de la ayuda fiscal, el índice de pobreza fue significativamente más alto que en el primer semestre de 2021, cuando la asistencia fue mucho más exigua? Las estadísticas tienen las limitaciones propias, entre otras, de las condiciones en las cuales se relevan.

En definitiva, con inversión declinante puede entenderse el devenir cada vez más negativo del producto y, por tanto, de la torta por repartir.

En esas condiciones ,en ausencia de un plan económico dirigido a recuperar la actividad económica (subordinada en 2020, supuestamente, al cuidado de la salud) e inhibido el equipo económico de cumplir el cometido que le fue asignado al inicio del mandato (arreglar las cuentas públicas, normalizar las situaciones de endeudamiento externo e interno, en particular con el FMI) es casi milagroso el desempeño económico registrado en los meses recientes. Sin embargo, como se ha visto, los impulsos tienen escasa duración por los obstáculos generados internamente.

Con el propósito de recuperar votos en lugar de generar actividad económica (y mejorar la distribución) se ocupan solo de un gasto que más allá del resultado que produzca no es otra cosa que redistribución. El detalle es que ya no hay de dónde repartir.

domingo, 3 de octubre de 2021

REforma laboral un debate incipiente Nota de G. Bazzan en Clarin, 3-10-21

 Nota de Gustavo Bazzan en Clarin 3-10-21


Estancamiento del mundo del trabajo, caída del poder adquisitivo, recesión económica que ya va por diez años, campaña electoral. En este contexto los temas de “reforma laboral” se ganaron un lugar en el debate público. Es una discusión que excede lo que usualmente se conoce como “condicionamiento” del Fondo Monetario Internacional a cambio de firmar un nuevo acuerdo.

Reforma laboral y cambios en el régimen de indemnizaciones fueron temas que pusieron sobre la mesa, cada uno a su manera, el jefe de Gobierno porteño y seguro aspirante a la presidencia Horacio Rodríguez Larreta, el diputado Martín Lousteau y el candidato a diputado Martín Tetaz. También el candidato liberal José Luis Espert. Desde el oficialismo lo consideran un ataque a los trabajadores.

La posición de la CGT es contraria a los cambios. El titular de la central obrera, Héctor Daer, así se lo dijo a Clarín. “Acá el problema no es ni la indemnización ni las leyes laborales en general. El problema es la macroeconomía y la inestabilidad. Las leyes no son un problema, con estas leyes salimos de la crisis de la convertibilidad. Lo que importa es que la economía crezca, si no crece no hay creación de puestos de trabajo. No es casualidad que las propuestas de cambios a las leyes las expresas sectores pro empresarios. Lo único que quieren es generar una transferencia directa de recursos del trabajador a los empresarios.” Daer acepta algún cambio parcial y por un lapso de tiempo, como bajar cargas patronales al empleo joven. algún tipo de empalme para que un subsidio oficial forme parte del salario de los nuevos trabajadores, pero ninguna cuestión de fondo. Y reclama: “Hay que pensar un modelo de país para 20 o 30 años, no en parches como ese seguro de despido en lugar de las indemnizaciones”

Daniel Nieto es Subsecretario de Desarrollo Inclusivo en el Ministerio de Desarrollo Económico y Producción (GCBA) y especialista en Políticas Sociales. Opinó puntualmente sobre el debate en torno a las indemnizaciones. “Argentina encaró el tema de los despidos e indemnizaciones de una manera a mi juicio equivocada. Acá nunca hubo un seguro de desempleo generoso. Se optó por poner a cargo del empleador la compensación por despido. Esto es malo para las pymes, porque si al negocio le va mal el patrón debe pagar toda la indemnización y la pérdida patrimonial puede ser brutal."

En su opinión "No es lo mismo con las grandes grandes empresas que tienen más espalda como para resolver situaciones de ese tipo. Pero para la pyme que tiene problemas la indemnización puede ser demoledora."

Sigue Nieto: "La discusión, a mi entender, no debe darse entre más o menos protección al trabajador, sino que debería discutirse cómo proteger mejor a los trabajadores y cómo no se hipoteca la capacidad patrimonial de las pymes. Con el sistema actual es un problema, con un seguro de desempleo más generoso se podría resolver mejor. Un ejemplo es el régimen jubilatorio: hay un aporte de empleador y empleado y luego el Estado regula el sistema que se fondeó con esos aportes”.

Javier Lindemboim, investigador del CONICET y director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (fce-uba) señaló: “Lo que malamente se sintetiza como reforma laboral tiene el problema de que se mezclan muchos temas. Hace falta, sí discutir las relaciones laborales porque nos rigen normativas obsoletas, lo cual eso solo lo justifica. Pero no me convence que se plantee en el marco de una situación crítica a partir de que los empresarios señalan como único problema y a mí entender lo dicen para obtener una tajada mejor. Eso es ir por mal camino. Si es imprescindible lograr el debate en algún momento, pero no como una discusión aislada. Sí creo que el tema de la indemnización es un tema relevante. Si uno lo mira desde el sector empresario la incorporación de una persona a su plantilla implica abrir una cuenta del pasivo de la empresa. Está bien para el trabajador, pero para el empresario es una incertidumbre demasiado grande."

Lindemboim considera que" la realidad es que hace 50 años declina la tasa de inversión y contra eso es imposible pensar en crear trabajo. Se puede señalar a los empresarios y estos pueden decir que la inestabilidad macro no estimula. En definitiva, la clave es fomentar la inversión. No resolvemos nada si no se resuelve el fondo."

Datos objetivos y opiniones para nutrir un debate que parece incipiente.

REforma laboral un debate incipiente. Nota de Gustavo Bazzan, Clarin, 3-10-21

 NOta de Gustavo BAzaan, Clarin, 3-10-2021

Estancamiento del mundo del trabajo, caída del poder adquisitivo, recesión económica que ya va por diez años, campaña electoral. En este contexto los temas de “reforma laboral” se ganaron un lugar en el debate público. Es una discusión que excede lo que usualmente se conoce como “condicionamiento” del Fondo Monetario Internacional a cambio de firmar un nuevo acuerdo.

Reforma laboral y cambios en el régimen de indemnizaciones fueron temas que pusieron sobre la mesa, cada uno a su manera, el jefe de Gobierno porteño y seguro aspirante a la presidencia Horacio Rodríguez Larreta, el diputado Martín Lousteau y el candidato a diputado Martín Tetaz. También el candidato liberal José Luis Espert. Desde el oficialismo lo consideran un ataque a los trabajadores.

La posición de la CGT es contraria a los cambios. El titular de la central obrera, Héctor Daer, así se lo dijo a Clarín. “Acá el problema no es ni la indemnización ni las leyes laborales en general. El problema es la macroeconomía y la inestabilidad. Las leyes no son un problema, con estas leyes salimos de la crisis de la convertibilidad. Lo que importa es que la economía crezca, si no crece no hay creación de puestos de trabajo. No es casualidad que las propuestas de cambios a las leyes las expresas sectores pro empresarios. Lo único que quieren es generar una transferencia directa de recursos del trabajador a los empresarios.” Daer acepta algún cambio parcial y por un lapso de tiempo, como bajar cargas patronales al empleo joven. algún tipo de empalme para que un subsidio oficial forme parte del salario de los nuevos trabajadores, pero ninguna cuestión de fondo. Y reclama: “Hay que pensar un modelo de país para 20 o 30 años, no en parches como ese seguro de despido en lugar de las indemnizaciones”

Daniel Nieto es Subsecretario de Desarrollo Inclusivo en el Ministerio de Desarrollo Económico y Producción (GCBA) y especialista en Políticas Sociales. Opinó puntualmente sobre el debate en torno a las indemnizaciones. “Argentina encaró el tema de los despidos e indemnizaciones de una manera a mi juicio equivocada. Acá nunca hubo un seguro de desempleo generoso. Se optó por poner a cargo del empleador la compensación por despido. Esto es malo para las pymes, porque si al negocio le va mal el patrón debe pagar toda la indemnización y la pérdida patrimonial puede ser brutal."

En su opinión "No es lo mismo con las grandes grandes empresas que tienen más espalda como para resolver situaciones de ese tipo. Pero para la pyme que tiene problemas la indemnización puede ser demoledora."

Sigue Nieto: "La discusión, a mi entender, no debe darse entre más o menos protección al trabajador, sino que debería discutirse cómo proteger mejor a los trabajadores y cómo no se hipoteca la capacidad patrimonial de las pymes. Con el sistema actual es un problema, con un seguro de desempleo más generoso se podría resolver mejor. Un ejemplo es el régimen jubilatorio: hay un aporte de empleador y empleado y luego el Estado regula el sistema que se fondeó con esos aportes”.

Javier Lindemboim, investigador del CONICET y director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (fce-uba) señaló: “Lo que malamente se sintetiza como reforma laboral tiene el problema de que se mezclan muchos temas. Hace falta, sí discutir las relaciones laborales porque nos rigen normativas obsoletas, lo cual eso solo lo justifica. Pero no me convence que se plantee en el marco de una situación crítica a partir de que los empresarios señalan como único problema y a mí entender lo dicen para obtener una tajada mejor. Eso es ir por mal camino. Si es imprescindible lograr el debate en algún momento, pero no como una discusión aislada. Sí creo que el tema de la indemnización es un tema relevante. Si uno lo mira desde el sector empresario la incorporación de una persona a su plantilla implica abrir una cuenta del pasivo de la empresa. Está bien para el trabajador, pero para el empresario es una incertidumbre demasiado grande."

Lindemboim considera que" la realidad es que hace 50 años declina la tasa de inversión y contra eso es imposible pensar en crear trabajo. Se puede señalar a los empresarios y estos pueden decir que la inestabilidad macro no estimula. En definitiva, la clave es fomentar la inversión. No resolvemos nada si no se resuelve el fondo."

Datos objetivos y opiniones para nutrir un debate que parece incipiente.