Nota reproducida también en Jujuy al día, el 5-7-2022
}"No sorprende que la última década nos haya dejado más pobres que antes, al margen de haberse implementado políticas económicas diferentes o aun contrapuestas", destacó el autor del texto (REUTERS/Agustin Marcarian/Illustration/File Photo)
Los datos económicos y laborales más recientes, en general referidos a nuestro último verano, daban cuenta del último tramo del rebote ocurrido en 2021 posterior a la debacle del 2020. Algunos de esos resultados eran, todavía, algo prometedores. Es posible que no sea similar al actual comienzo invernal.
Con el objeto de una evaluación más comprensiva es útil ponerlos en el contexto del desempeño de los últimos tiempos y, si es posible, reunir indicios sobre lo que puede estar ocurriendo en este momento, al fin del segundo trimestre de 2022.
El ingreso redistribuido según la EPH
Veamos los ingresos captados por la Encuesta Permanente de Hogares, en enero-febrero-marzo (trimestre que -hoy- parece tan lejano):
Lo primero que se destaca es que la cima de las series mostradas, están en 2018. Esto vale ser tenido en cuenta en particular para quienes prefieren hablar de las dos pandemias. Los dos años iniciales de Cambiemos, según los datos de Indec, fueron los mejores de estos casi veinte años, superando incluso los registros publicados del segundo mandato de la Dra. Kirchner. Luego devino la crisis del sector externo en el segundo trimestre de 2018 y la caída económica y de ingresos fue más que intensa.
Aun si tomáramos los promedios anuales del mismo período, el panorama resultaría similar. La profundidad del deterioro de los ingresos personales y familiares del comienzo del Frente de Todos es contundente y siguen peores que los últimos del bienio del gobierno precedente.
Nadie esperaba la calamidad sanitaria mundial con que se inició 2020. La pandemia, y el modo en que se la enfrentó aquí en materia de profundidad y extensión, no evitaron el impacto negativo tanto en el producto como en el empleo, de manera parecida a lo que nos muestran los datos de toda América Latina. Además, las magras expectativas de recuperación en América Latina para el año actual, sugeridas por el estudio de CEPAL (Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe, https://www.cepal.org/es/publicaciones/47669-balance-preliminar-economias-america-latina-caribe-2021) se complican en Argentina justo en el momento en que deberíamos tomar más impulso.
La actividad económica y sus limitantes políticos
En efecto, la traumática firma del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, así como los cortocircuitos en la cúpula del poder central, no han hecho más que enredar el panorama político y, por ende, el económico. La necesaria serenidad fiscal está castigada desde varios costados, ninguno de los cuales proviene de los sectores de la oposición política.
Los gremios vienen pugnando por recuperar algo de lo perdido en los años últimos en materia salarial. Los datos disponibles no son completos ni plenamente abarcativos. Un modo de captar lo ocurrido en 2021 es analizar la Cuenta de Generación del Ingreso e Insumo de mano de Obra elaborado por el Indec. El año último, respecto de 2020, se registró una pérdida de la participación salarial en el conjunto de la riqueza generada en el país.
Como es sabido, al tiempo que el Producto recuperó casi totalmente lo perdido en 2020, no ocurrió lo mismo con la masa salarial respectiva. De allí la abrupta disminución de la participación de los ingresos laborales del orden de los cinco puntos porcentuales. Este nivel nos ubica algo por debajo de los de 2008 o 2009. En cambio, si observamos los resultados entre 2012 y 2017, ambos inclusive, vemos que configuran “la cresta de la ola en esta variable”, nuevamente ¿dos pandemias?
Una vez más la mirada sobre los datos oficiales en retrospectiva arroja evidencia que parece contraponerse con afirmaciones que a todas luces resultan insostenibles.
Bienestar y sustentabilidad
Otra cosa es discutir si la mejoría de muchos de estos indicadores a comienzos de la segunda década del siglo XXI, eran o no sustentables. Varios estudios argumentan en sentido negativo debido a muchos factores, entre ellos, a la persistencia de una secuencia perversa operada en ese lapso: rezago del tipo de cambio, continuidad del descenso de la tasa de inversión, congelamiento de tarifas con su impacto negativo en los ámbitos fiscal y externo con un resultado plausible para quienes permanecían en el mercado laboral y de consumo, pero con un estancamiento en la generación de empleo productivo. Más temprano que tarde el derrotero era insostenible.
No sorprende, entonces, que la última década nos haya dejado más pobres que antes, al margen de haberse implementado políticas económicas diferentes o aun contrapuestas. La riqueza generada dividida por el número de habitantes en el bienio 2020-2021 es similar a la de 2003-2007 es decir que en esta década y media apenas pudimos producir tanto como aumentó su población. Obviamente de este modo el horizonte de mejoramiento resulta poco menos que inalcanzable para una sociedad cada vez más inquieta por su presente y por su futuro.
Parece necesario reconocer que las políticas que nos trajeron hasta aquí no son las que permitirían salir del laberinto. “Se acabó la moderación”, acaba de decir un alto funcionario. ¿A qué habría de referirse? ¿Fue el anuncio de la renuncia del ministro de Economía? ¿Saben para hacer qué?
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