Una historia oscura de manipulación e impunidad
Debate.Javier Lindenboim
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A comienzos de agosto en un evento académico se desarrolló una mesa para encarar la supresión de información en general y de estadísticas públicas en particular, su manipulación y la impunidad con la que se desenvuelve esta acción estatal. En no pocos de los más de doscientos documentos que se presentaron en el 12° Congreso de la Asociación Argentina de Especialistas en Estudios del Trabajo – ASET se destacaban las dificultades con que se encuentran académicos, funcionarios y sindicalistas para estudiar la realidad socioeconómica de la década reciente.
Es muy preocupante que los más altos funcionarios del gobierno nacional ni siquiera consideran pertinente aludir al tema. Más llamativo es el silencio de las autoridades que hasta no hace mucho insistían en denunciar la falacia de las informaciones producidas por el INDEC como consecuencia de la intervención de facto producida en el organismo en el verano de 2007. En esa circunstancia, con falsos argumentos, se modificó el resultado del índice de precios que ya estaba calculado, lo cual se constituyó en el primer paso de un largo período de manipulación estadística. La comisión de universidades públicas convocadas por el propio gobierno nacional para evaluar la acción oficial sobre las estadísticas públicas denunció que no se trataba de un problema metodológico sino de falseamiento de los datos que se introducían para el cálculo.
Esa es la razón por la cual poco tiempo después se desactivó el índice de precios de alcance nacional que se estaba calculando y el indicador “diseñado” a comienzos de 2008 se tornó en la antítesis técnica y metodológica de lo que fue la historia del INDEC. La oscuridad abarcó, desde entonces, la falta de difusión de los precios medios de los productos encuestados.
Como era previsible, el entusiasmo oficial por suprimir el derecho a la información implicó dejar de publicar las bases usuarias de la Encuesta Permanente de Hogares durante tres años. Una expresión irónica ocurrió a mediados de 2009 cuando la Presidenta de la Nación habló del secuestro de los goles (para justificar la decisión acerca de la televisación del futbol) pues mientras eso pasaba, se mantenía “secuestrada” la información de la EPH. Sólo un reclamo judicial de múltiples instituciones y personalidades permitió meses después acceder –luego de un trienio- a las bases usuarias de la Encuesta.
Pero como los índices de pobreza requieren para su cálculo el conocimiento del costo de adquisición de la canasta de consumo – con los datos el IPC- las estadísticas oficiales en la materia fueron perdiendo sentido hasta que se decidió “resolver” el problema dejando sencillamente de realizar su estimación. El origen del problema era el falseamiento estadístico pero haciendo una pirueta, el ministro de Economía decidió alumbrar un “nuevo” índice de precios con el apoyo indescifrable del Fondo Monetario Internacional. A poco andar, se comprobó que no había ningún cambio. No sólo las autoridades que operaron durante siete años la estafa estadística participaron de los anuncios sino que pocos meses después se evidenció la continuidad de la manipulación.
No sólo eso. Dentro de la actividad del INDEC dejaron de ser creíbles y, por tanto, se tornaron en inútiles gran parte de las series producidas, sean de comercio exterior, de nivel de actividad económica u otras. Un ejemplo no menor ocurre con las informaciones de ANSES que empezaron a deteriorarse hacia mediados de la década, y luego de la estatización de fondos de las AFJP la desaparición de series o la agregación que impide su análisis se multiplicaron notoriamente.
Qquien quiera que asuma la conducción política de la Argentina ¿comprenderá la relevancia de reconstruir el sistema estadístico nacional? ¿Será consciente de que es imposible establecer políticas de cualquier orden ignorando la realidad? ¿La población ¿lo comprenderá? Ojalá así sea.
Javier Lindenboim, Director del CEPED/UBA e investigador del CONICET
Es muy preocupante que los más altos funcionarios del gobierno nacional ni siquiera consideran pertinente aludir al tema. Más llamativo es el silencio de las autoridades que hasta no hace mucho insistían en denunciar la falacia de las informaciones producidas por el INDEC como consecuencia de la intervención de facto producida en el organismo en el verano de 2007. En esa circunstancia, con falsos argumentos, se modificó el resultado del índice de precios que ya estaba calculado, lo cual se constituyó en el primer paso de un largo período de manipulación estadística. La comisión de universidades públicas convocadas por el propio gobierno nacional para evaluar la acción oficial sobre las estadísticas públicas denunció que no se trataba de un problema metodológico sino de falseamiento de los datos que se introducían para el cálculo.
Esa es la razón por la cual poco tiempo después se desactivó el índice de precios de alcance nacional que se estaba calculando y el indicador “diseñado” a comienzos de 2008 se tornó en la antítesis técnica y metodológica de lo que fue la historia del INDEC. La oscuridad abarcó, desde entonces, la falta de difusión de los precios medios de los productos encuestados.
Como era previsible, el entusiasmo oficial por suprimir el derecho a la información implicó dejar de publicar las bases usuarias de la Encuesta Permanente de Hogares durante tres años. Una expresión irónica ocurrió a mediados de 2009 cuando la Presidenta de la Nación habló del secuestro de los goles (para justificar la decisión acerca de la televisación del futbol) pues mientras eso pasaba, se mantenía “secuestrada” la información de la EPH. Sólo un reclamo judicial de múltiples instituciones y personalidades permitió meses después acceder –luego de un trienio- a las bases usuarias de la Encuesta.
Pero como los índices de pobreza requieren para su cálculo el conocimiento del costo de adquisición de la canasta de consumo – con los datos el IPC- las estadísticas oficiales en la materia fueron perdiendo sentido hasta que se decidió “resolver” el problema dejando sencillamente de realizar su estimación. El origen del problema era el falseamiento estadístico pero haciendo una pirueta, el ministro de Economía decidió alumbrar un “nuevo” índice de precios con el apoyo indescifrable del Fondo Monetario Internacional. A poco andar, se comprobó que no había ningún cambio. No sólo las autoridades que operaron durante siete años la estafa estadística participaron de los anuncios sino que pocos meses después se evidenció la continuidad de la manipulación.
No sólo eso. Dentro de la actividad del INDEC dejaron de ser creíbles y, por tanto, se tornaron en inútiles gran parte de las series producidas, sean de comercio exterior, de nivel de actividad económica u otras. Un ejemplo no menor ocurre con las informaciones de ANSES que empezaron a deteriorarse hacia mediados de la década, y luego de la estatización de fondos de las AFJP la desaparición de series o la agregación que impide su análisis se multiplicaron notoriamente.
Qquien quiera que asuma la conducción política de la Argentina ¿comprenderá la relevancia de reconstruir el sistema estadístico nacional? ¿Será consciente de que es imposible establecer políticas de cualquier orden ignorando la realidad? ¿La población ¿lo comprenderá? Ojalá así sea.
Javier Lindenboim, Director del CEPED/UBA e investigador del CONICET