jueves, 10 de octubre de 2019

Datos del INDEC: la pugna entre indicadores y opiniones Columna en CLARIN 10-10-2019

Tribuna

Datos del INDEC: la pugna entre indicadores y opiniones

Columna aparecida en Clarin, 10-10-2019

Entre los resultados de la manipulación estadística operada en el INDEC entre 2007 y 2015, uno de los más perniciosos es el que se refiere a la pérdida de un punto de referencia para el análisis e interpretación de la situación socio-laboral.
De allí surge la multiplicación de “datos” así como la omisión de resultados formalmente comparables con otras evidencias.
Apelo a la anuencia del lector en el sentido de dar por descontado un juicio para nada favorable referido a la calidad del empleo creado en los años más recientes y a su desfavorable impacto en la capacidad de compra de los ingresos laborales correspondientes.
Los datos la Cuenta de Generación de Ingresos de INDEC muestran, entre principios de 2016 y comienzos de 2019, la creación de casi 950 mil puestos de trabajo. De todos ellos la mitad fueron no asalariados y ninguno de asalariados privados registrados. Esto habla de un perfil de empleo no sólo preocupante socialmente sino de muy escasa potencialidad productiva, en todo caso coherente con la magra evolución del PBI.
Al mismo tiempo, los datos de salario real del empleo privado registrado con respecto a diciembre de 2015, mostraba a junio pasado una pérdida del 11%. Ambas referencias por sí solas hablan de un contexto laboral y social más que preocupante.
Valen sin embargo ciertas acotaciones.
Que el empleo creado sea de tan mala calidad no excluye que ha habido aumento del empleo total a tal punto que el último trimestre informado de la Encuesta de Hogares arroja una leve suba de la tasa de empleo hasta 42,6% Debe compararse este indicador con los de los segundos trimestres anteriores del período macrista que no alcanzaba a 42% al igual de lo ocurrido en 2014 y 2015 (41,4 y 41,5%, respectivamente). ¿Puede esto interpretarse como que la situación ocupacional es buena? En modo alguno. Solo que es similar, o levemente mejor a lo acontecido desde 2014 hacia aquí.
Diferente es la situación de los ingresos. La misma EPH indica que la pérdida real entre el segundo trimestre de 2015 y el mismo lapso de este año de los ingresos de la ocupación principal es del 15% Esta pérdida de capacidad de compra de nuestros ingresos es muy significativa y los números disponibles indican que el deterioro corresponde casi totalmente a los últimos doce meses.
La misma encuesta proporciona otras informaciones en materia de ingresos. Por ejemplo, los denominados ingresos individuales (laborales o no laborales, es decir que incluye transferencias por ejemplo) sufrieron levemente menos que los de la ocupación principal.
Finalmente, un tercer indicador relevante es altamente significativo. El promedio de ingresos por persona en los hogares (Ingreso per cápita Familiar) perdió “sólo” 5% con respecto al segundo trimestre de 2015. Además,es levemente superior al de igual lapso de 2014.
Mi propuesta al lector es que coteje estas evidencias con los elementos que cotidianamente circulan –a veces, incluso, desde fuentes presuntamente confiables. Seguramente la sorpresa será no menor.
Dicho de otra manera. Los datos expuestos proporcionan de por sí una mirada dura y crítica sobre la situación presente e incluso sobre toda la gestión de Cambiemos. ¿Para qué entonces hacer uso de información catastrófica que no surge de los datos oficiales?
Agreguemos otras comparaciones. En este caso (siempre para el segundo trimestre) tomemos el promedio de 2011, 2012 y 2013 cuando estábamos en los mejores momentos en materia de ingresos, con relación al promedio de 2016, 2017 y 2018. Para el Ingreso de la Ocupación Principal, el trienio reciente es apenas 2% más bajo que aquel buen momento. Para los Ingresos individuales el deterioro es de tan sólo 1% Y para el Ingreso per cápita Familiar la comparación da una ventaja de 2% para el trienio reciente. Nótese que lo que se denomina la “sensación térmica” alude a todo el período posterior a diciembre de 2015 como algo catastrófico, a despecho de estos datos.
Siempre puede haber quien considere que la disputa político partidaria justifica tales distorsiones. No lo creo, pero no es ese el punto relevante. ¿Ayudan tales deformaciones de la realidad a mejorar el diagnóstico o más aún, a encontrar los caminos adecuados para su solución? No parece.
Sabemos que durante el mandato de Macri la actividad económica industrial y su empleo han sido declinantes. ¿Podremos revertir ese proceso si ignoramos que lo mismo venía ocurriendo en el segundo período de la Dra Kirchner?
A la crítica situación económica de Argentina al momento de las elecciones de 2015 se le agregó una orientación discutible y una gestión cuestionable, al menos con el diario del lunes. La pregunta sería, ¿hemos atravesado el desierto sin haber podido reconocer la naturaleza y la profundidad de la crisis de Argentina que, en modo alguno se inició en aquél momento?
¿No nos dice nada que en las últimas siete u ocho décadas uno de cada tres años hemos producido menos que el año precedente? ¿No nos inquieta que desde la recuperación de la democracia, de lo producido anualmente cada vez se dedica menos a ampliar y mejorar la creación de riqueza, es decir, que nuestra tasa de inversión es no sólo escasa sino declinante?
Hemos transitado contiendas electorales sin asomarnos a muchos de los temas importantes que nos acucian. ¡Qué bueno sería no insistir en el mismo error!