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jueves, 23 de diciembre de 2021

Por qué Córdoba tiene el desempleo más alto del país, Nota de G. Origlia, La Nación, 23-12-21

 Nota de Gabriela Origlia, La Nación, 23-12-21


Con 11,4% lidera el ranking de desocupación. Es el segundo conglomerado con la mayor tasa de actividad y el primero con menos agentes estatales.

CORDOBA.- Con el 11,4% de desempleo registrado en el tercer trimestre de este año, el Gran Córdoba tuvo el registro más alto entre los 31 aglomerados urbanos que mide el Indec. La desocupación alcanza a 90.000 personas, 21.000 menos que un año atrás; en términos relativos la tasa cayó 2,9 puntos porcentuales interanual. A nivel país, la desocupación se redujo al 8,2% de la población económicamente activa (PEA), con una contracción de 3,5 puntos porcentuales interanual.

¿Por qué Córdoba tiene el desempleo más alto del país? Los especialistas consultados por LA NACION coinciden en apuntar como uno de los factores que la tasa de actividad -que mide la PEA sobre el total de la poblacióndel conglomerado es, tradicionalmente, más alta que la nacional. En esta última medición la comparación es 50,2% versus 46,7%.

De hecho, la tasa de actividad cordobesa es la segunda más alta del país en la última medición; primero está la Ciudad de Buenos Aires con 53,4%, después el Gran Córdoba y el Gran Mendoza, con 50,1%. Todo el resto de los distritos están por debajo del 50%.

Indec
IndecMaria Amasanti

El economista Jorge Colina, de la consultora Idesa, señala que ese fenómeno viene desde “hace años” y alcanza también al Gran Rosario (en el último registro 49,9% y el desempleo, 7,8%). “Cuando esa tasa es más baja, suele haber menos desocupación porque marca la existencia de desempleados desalentados, aquellos que perdieron la iniciativa de buscar. Es todavía peor que el desocupado inactivo”, grafica.

Las tasas de actividad más bajas del país están en Formosa33,6% y una desocupación de 5,2% y en Gran Resistencia (Chaco), 39,8% y un desempleo de 5,3%. El Noreste argentino (incluye también a Corrientes y Posadas) registra una tasa de 41,1%, la mínima de las regiones nacionales, a la vez que también tiene el menor índice de desocupación, 4,5%.

Para Colina la tasa de actividad aumenta en conglomerados donde se supone que hay más chances de conseguir trabajo, porque reciben migrantes de provincias vecinas.

Otro elemento que incluye para explicar el fenómeno que se da en Córdoba es que cuenta con menos empleados estatales que otros distritos. Un estudio del Ieral de noviembre reveló que el 5% de los trabajadores en la provincia pertenecen al sector público. Por cada agente estatal, hay siete trabajadores del sector privado.

Juan Schiaretti, gobernador de Córdoba
Juan Schiaretti, gobernador de Córdoba

Con datos al primer trimestre de este año, 13 provincias tienen una mayor proporción de empleo público que empleo privado formal. Hay que tener en cuenta que en la última medición, la desocupación bajó pero hay más precarización y más estatales. A nivel provincial, Córdoba, Santa Fe, Mendoza y Ciudad de Buenos Aires son las que presentan más bajo nivel de empleo estatal (7% promedio).

Matías Ghidini, gerente general de la consultora GhidiniRodil y especialista en temas laborales, coincide en que uno de los motivos del desempleo cordobés más alto es la baja incidencia de la ocupación del sector público, lo que sí sucede en el NOA, en el NEA e incluso en municipios bonaerenses.

Javier Lindenboim, economista experto en empleo de la Universidad de Buenos Aires (UBA), apunta que es “difícil” sostener que la tasa de actividad es alta porque pasa “algo con la de desocupación y de empleo”. En 2019 el desempleo ya era más alta en Córdoba que en los otros conglomerados, salvo algunos municipios del Gran Buenos Aires.

“La situación no es coyuntural, sino que viene desde hace tiempo; su tasa de actividad es también alta desde hace años -agrega-. Es raro que tenga una desocupación parecida a Tucumán, cuando son estructuras productivas muy diferentes”.

Lindenboim da vuelta el argumento y señala que “lo más extraño es lo que pasa en el resto de los conglomerados que muestra una desocupación a la baja cuando la tasa de actividad está estancada. La tasa de empleo se está recuperando pero no llegó a los niveles de prepandemia”.

lunes, 31 de mayo de 2021

La necesidad de recuperar el empleo CLARIN 31-5-2021

 Columna publicada en CLARIN, 31-5-2021


Debate

La necesidad de recuperar el empleo

Los números hablan del sendero equivocado recorrido por gobiernos de diverso signo político.

Más allá de las disputas internas en la cúpula del poder, la sociedad sigue intrigada sobre la posibilidad de ver la luz al final del túnel, tanto en materia de la situación económica (recuperación del nivel de actividad y control de la inflación), como del empleo y el impacto en la pobreza. La inseguridad quizás compite con los temas sociolaborales.

Explicaciones diversas de la critica situación. Hay varios argumentos que se leen y escuchan como que la inflación es multicausal (y, según esto, no deberíamos poner el acento en las cuentas públicas), que entre esas causas estaría el efecto del aumento de los precios internacionales y/o el nivel de concentración económica.

Todo este combo explicaría la gravedad de la situación que atravesamos -junto con la “maldita herencia macrista”- con lo que se excluye de responsabilidad alguna a las actuales autoridades.

Son argumentos que cuesta sostener apenas se observa que el resto de los países del mundo estarían inmunizados respecto del aumento de precios internacionales por lo que sólo nosotros lo padeceríamos, o que Argentina tendría un nivel de concentración económica capitalista superior al de todos los países latinoamericanos y de la mayor parte de las regiones del mundo, sin contar que los años dorados (gobierno de Néstor Kirchner) no tuvimos déficit fiscal ni externo, superávits que se “extraviaron” posteriormente.

Puede decirse que estos son argumentos propios de una polémica poco útil y eficiente. Sin embargo, al menos en lo referido al empleo vale un repaso de los números, en este caso circunscripto a los referidos a los asalariados registrados.

Recordemos, antes de la pandemia, teníamos veinte millones de puestos de trabajo de los cuales la mitad correspondían a esta categoría.

Los otros diez millones se repartían entre los trabajadores precarios (en negro) y los no asalariados. Este último conjunto es el que sufrió el peor impacto del millón y medio de puestos perdidos en el año. Los asalariados privados registrados, en cambio “casi” no fueron afectados 

Empleo asalariado privado “en blanco” en el siglo XXI. Entre 2004 y 2008 se registraron 2,4 millones de nuevos puestos (asalariados privados registrados), entre 2008 y 2013 sólo 1.3 y de entonces hasta 2016 (no hay datos de 2015) apenas 300 mil. Durante el macrismo algo menos de 100 000.

Es decir que antes de la llegada del COVID 19 la declinación en materia de puestos asalariados registrados en el sector privado era harto evidente lo que expresaba la falta de dinamismo de la economía y, en particular, la permanente declinación de la tasa de inversión. La mejora de la participación de la masa salarial en la renta general lucía, entonces, insostenible.

Con esto se describe un panorama que habla del sendero equivocado recorrido por administraciones de diverso signo político.

En 2020, finalmente, pese a la prohibición de los despidos, se perdieron más de 200 mil puestos de este tipo (asalariados registrados privados).

Además de observar la absoluta falta de dinamismo de esta categoría laboral, interesa ver el contenido sectorial de esa dinámica En el período “de oro”, dos tercios se originaron en media docena de ramas: el Comercio y las Actividades inmobiliarias dan cuenta de un cuarto del cambio total. Otro 20% se debe a Enseñanza y a Administración Pública. Finalmente, dos ramas productivas explicaban otro 20%: Industria (12%) y Construcción (8%).

Aproximadamente en el primer gobierno de Cristina Kirchner no sólo caía a la mitad la creación de puestos de trabajo, sino que sólo cinco sectores explicaban el 80% del total. Ya no figuran ni la industria ni la construcción. Casi el 30% la Enseñanza, 20 Administración Pública y el 30% restante lo agrega el Servicio Doméstico, los Servicios Sociales y el Comercio.

En la transición 2013-2016, el débil aumento agregado se originaba en un 80% en sólo cuatro ramas: Enseñanza (un tercio del total) y Servicios Sociales, Hoteles y Administración pública -en conjunto- sumaban el 50% restante.

Como se ve, del “modelo industrial” quedaban ya pocos rastros, ni en materia de empleo ni de participación sectorial en el producto.

La pandemia y después. Así visto, el fuerte impacto económico y ocupacional de la pandemia se produce en un contexto altamente desfavorable. Esto es, en Argentina la enfermedad encuentra el terreno abonado para mayores estragos.

No hay dudas que la epidemia ha recobrado virulencia. A las restricciones de abril (extendidas tres semanas más) se agregaron nueve días de mayor rigidez y dos semanas posteriores retornando a las condiciones de fines de abril Tampoco hay dudas acerca de las dificultades -también ineficiencias- en materia de obtención de vacunas y demoras en su aplicación.

El retorno de las restricciones obliga a cerrar la circulación y agudiza la grave situación económica y social. Va a ser difícil recuperar los 800 mil puestos perdidos por los trabajadores precarios (de los cuales 40% eran del servicio doméstico) o los 500 mil de no asalariados (un tercio del comercio) a lo largo de 2020.

Pero aun los que logren permanecer en el mercado de trabajo verán duramente impactados su desempeño en estas nuevas condiciones. El ritmo inflacionario no sólo no se detiene, sino que recobra fuerzas.

Pese a todo, muchos especialistas sostienen que aún estamos a tiempo de recuperar la cordura lo que requiere un insumo escaso: disposición para el acuerdo político entre sectores que piensan distinto. Los moderados y los que volverían mejores brillan por su ausencia. Pero sin ellos no habremos de recuperar la inversión y, por tanto, el empleo. Enorme desafío que va más allá del año electoral.


domingo, 27 de septiembre de 2020

La cuarentena sacó del mercado laboral a cuatro millones Nota de S Serrichio INFOBAE 27-9-20

 Nota de Sergio Serrichio, INFOBAE, 27-9-2020

La cuarentena ya sacó del mercado laboral a 4 millones de argentinos y los economistas prevén más suba del desempleo


“Los datos son dramáticos” dice Juan Luis Bour, economista de FIEL experto en el mercado de

trabajo, para referirse a la caída de cerca de 4 millones en el número de personas que tienen o

buscan trabajo y a los 3,8 millones de empleos perdidos en el segundo trimestre, principalmente

en el sector informal, cifras que en muchos casos podrían superponer miles de casos de personas

que no sólo perdieron su empleo sino que tampoco están buscando reinsertarse en el sistema.

Los datos reflejan la crisis económica derivada de la pandemia y las medidas de aislamiento

preventivo que quitó posibilidad a muchas personas de buscar trabajo –por restricciones a la

movilidad y otras medidas del “Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio” dispuesto por el

gobierno- o la decisión de dejar de buscarlo a sabiendas de la casi imposibilidad de encontrarlo en

un contexto que no solo frenó la actividad informal sino también el ánimo empresario para

ofrecer empleo en plena recesión y con medidas como la doble indemnización y la

prohibición de despidos .

La caída más “singular” fue la de la tasa de actividad, que explica que el desempleo haya

aumentado “sólo” al 13,1%, dijo el experto laboralista Javier Lindemboin, quien espera la

publicación de la “base usuaria” de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) para hacer un

análisis más fino de lo que está ocurriendo.

La tasa de desempleo medida por el Indec es la más alta desde

2004, pero aun así subestima el cuadro de destrucción laboral

ocurrido durante la fase más dura de la cuarentena

La tasa de desempleo medida por el Indec es la más alta desde 2004, pero aun así subestima el

cuadro de destrucción laboral ocurrido durante la fase más dura de la cuarentena. Si los cuatro

millones de personas que dejaron por el momento de integrar la Población

Económicamente Activa (PEA: personas que tienen trabajo o que, estando desocupadas, lo

buscan; entre marzo y junio se redujo de 21,9 millones a 17,9 millones) siguieran buscando

trabajo, la tasa de desocupación resultante sería del 28,9% de la oferta laboral.

En rojo, el número de empleos perdidos por provincia y en naranja la reducción la caída de la

población laboral "activa", por provincia. El cuadro del costado muestra las tasas de

desempleo "técnica" y "corregida" por distrito.

Un análisis de Empiria, la consultora del ex-ministro Hernán Lacunza, apunta en la misma

dirección. Así lo dice: “el contexto particular de pandemia evidenció una caída semejante en la

PEA, que atenuó el incremento del desempleo técnico e hizo que se ubicara en 13,1%. Si la tasa

de actividad se hubiese mantenido en niveles pre-cuarentena, la tasa de desempleo habría

alcanzado un valor cercano al 30%”, una cifra que podría ser más significativa que el dato oficial".

Si la tasa de actividad se hubiese mantenido en niveles precuarentena,

la tasa de desempleo habría alcanzado un valor

cercano al 30% de la PEA

Bour coincide. Si al dato del 13,1% de desempleo se suman los “activos marginales” (gente

que estaba disponible para trabajar pero que no salió porque no la dejaron) –dice- el

desempleo ya es del 17% , y se compara con la cantidad de gente que buscaba trabajo antes de

la pandemia “el desempleo supera largamente el 20 por ciento”.

No sólo las pérdidas de empleo y de búsqueda son “dramáticas”, como dice Bour; también lo son

las brechas entre las tasas de desempleo oficial y “corregida” en las diferentes provincias. En

CABA, por ejemplo, mientras la tasa oficial o “técnica” de desempleo es de 11,1%, la tasa

“corregida” a la que irán tendiendo las mediciones oficiales es del 27,1%. En los “24

partidos del Gran Buenos Aires” que rodean a la Capital Federal, las tasas son

respectivamente de 13,8 y 34,5%. En San Luis, una provincia de bajo desempleo, las tasas

son de 2,8 y 16,4%, en Chaco, la tasa “corregida” (21,7%) casi cuadruplica a la oficial, de

5,9% y así sucede en mayor o menor grado en las demás provincias , con excepción de Río

Negro, donde por un aumento estacional del empleo la tasa “corregida” es inferior a la técnica u

oficial.

La pérdida de trabajo fue más pronunciada en sectores como la construcción y el servicio

doméstico (EFE)

Golpe a los más vulnerables

“La caída del empleo fue de 21% interanual, concentrado en los trabajadores informales y no

asalariados (principalmente cuentapropistas), evidenciando un duro golpe a los más vulnerables y

aquellos de menor educación. En tanto, los asalariados formales mostraron una leve baja,

atenuado por las prohibiciones a despidos, entre otras cosas”, dice Empiria. “De este modo la

tasa de empleo se ubicó en 33,4%, valor mínimo histórico con excepción del valor de mayo

de 2002 (32,8%). A nivel regional, la CABA y la provincia de Buenos Aires, más afectadas por la

cuarentena, representaron casi el 55% de la caída de los ocupados del país”.

La CABA y la provincia de Buenos Aires, más afectadas por la

cuarentena, representaron casi el 55% de la caída de los ocupados

del país (Empiria Consultores)

Las referencias a los años 2004 (tasa de desempleo) y 2002 (tasa de empleo) son reveladoras.

Entre los 40 millones de población urbana del país, explicó Bour, se perdieron 4 millones de

empleos. “No hay registros históricos de semejante caída. La pérdida del empleo formal,

cercana a 300.000, es la parte más chica, pero es igualmente dramática . Lo que más cayeron

fueron los empleos de autónomos, monotributistas, monotributistas sociales e informales”.

El experto de FIEL lo pone todavía de otro modo: “el empleo se cayó 25% en un trimestre, lo

que habla de la fragilidad del trabajo; se nota mucho, por ejemplo, en la caída de los

trabajos en la construcción y en el servicio doméstico”.

La pérdida exhibe la “fragilidad” del mercado laboral y fue toda en el sector privado, enfatizó Bour.

El empleo público incluso aumentó. Cálculos de Empiria, a partir de datos del Indec, muestran otra

cara del fenómeno : la caída del empleo es mucho mayor en los segmentos de bajo nivel de

instrucción y se atenúa a medida que se asciende en la escala educativa, asociada al nivel

de ingresos.

Porcentaje de pérdidas de empleo, por nivel educativo, según un análisis de Empiria en base

a datos del Indec

Futuro imperfecto

Mirando hacia adelante, Juan Luis Bour no es optimista sobre una futura recomposición del

empleo formal, debido a medidas como la doble indemnización o la prohibición de despidos. Y en

cuanto al trabajo informal, el más afectado, dependerá del nivel de actividad económica. La caída

del nivel de ingresos familiares, agregó, impulsará el “efecto del trabajador adicional”, uno

o más miembros de la familia que salen en procura de ingresos, lo que elevará la tasa de

actividad y hará que aun con la economía creciendo al 5% la tasa de desempleo en 2021 se

acerque al 20 por ciento.

“Cuanto más se demore en abrir la cuarentena, más va a demorarse el sinceramiento de la

situación en que estamos”, dice Bour. “La pobreza por ahora se contiene con transferencias, pero

eso no es eterno. Hay que medir lo que pasa en el borde. Cuando se empuja al desempleo,

también se empuja un aumento de la pobreza y un empeoramiento en la distribución del

ingreso”.

Cuanto más se demore en abrir la cuarentena, más va a demorarse

el sinceramiento de la situación en que estamos. La pobr eza por

ahora se contiene con transferencias, pero eso no es eterno (Juan

Luis Bour)

Empiria prevé algo similar, sin esperar al año que viene. “En los próximos datos se reflejará una

mejora gradual de la ocupación al tiempo que mayor gente buscando trabajo por las menores

restricciones, lo que podría reflejar un incremento del desempleo si la creación de nuevos

trabajos no supera a las nuevas búsquedas laborales ”, concluye en su análisis.

lunes, 11 de mayo de 2020

El mundo laboral en su laberinto Columna en Clarin, 11-5-2020

Columna publicada en Clarín, 11-5-2020

Tribuna

El mundo laboral actual en su laberinto

El impacto puede verificarse tanto entre asalariados como entre los trabajadores autónomos.


Una dramática descripción de las preocupaciones del mundo del trabajo hoy en todo el planeta la hizo recientemente la Oficina Internacional del Trabajo al afirmar que la mitad de la fuerza laboral está en riesgo transitorio o permanente de perder sus puestos o afectar sus ingresos. El informe afirma que el impacto puede verificarse tanto entre asalariados como entre los trabajadores autónomos.
En Argentina, las cifras más abarcadoras disponibles son las proporcionadas por la Cuenta de Generación de Ingresos (CGI) del INDEC. Esa fuente alude a puestos de trabajo no a personas. La diferencia entre número de puestos y de personas que los ocupan, a nivel agregado, es del orden del 10%, aunque hay actividades en que esa proporción puede elevarse significativamente, como en el caso del servicio doméstico.
Esta identificación y caracterización resulta imprescindible habida cuenta del fuerte impacto económico negativo de las medidas destinadas a proteger la salud pública y del subsiguiente intento de contribuir a paliar los efectos sociales de las mismas. A través del prisma ocupacional puede apreciarse no sólo el perfil laboral de la población sino también aspectos relevantes de su configuración productiva.   

Composición de los puestos de trabajo por ocupación 2004-2019

9
Arch jl CGI 4_19
Solapa Composi ocup 2004-19
BAse CGI 2004-2013 (discontinuada) y luego la Base actual

jueves, 2 de enero de 2020

La historia reciente, el sentido común y el presente, Clarin 2-1-2020

Columna aparecida en Clarin, 2-1-2020

Columnista invitado

La historia reciente, el sentido común y el presente

Hace tiempo le perdimos el respeto a las estadísticas que deberían unificarnos.

El incomprensible ir y venir de los datos no oficiales de pobreza de la última parte de 2019 ilustran, apenas, una parte de un entramado que sería deseable contribuyamos todos a descifrar al tiempo que logremos deshacerlo. Hace tiempo perdimos el respeto a las estadísticas que deberían unificarnos (aún en las disímiles interpretaciones): las estadísticas públicas.
El mal ya fue hecho cuando el ex presidente Nestor Kirchner aceptó la sugerencia de su Secretario de Comercio de ir a apretar a los comerciantes que proporcionaban la información al INDEC para la construcción del Indice de Precios al Consumidor. Al encontrar resistencia para ello –debido a la firmeza de los funcionarios de entonces que no aceparon a lo largo de 2006 semejante tropelía- las autoridades decidieron intervenir de facto. Con una gran dosis de

lunes, 12 de agosto de 2019

Defender las estadísticas públicas, Clarin, 12-8-2019

Columna publicada en Clarin, 12-8-2019

Debate

Defender las estadísticas públicas, en defensa propia



No es noticia afirmar que uno de los resultados más perniciosos de la década pasada ha sido la desaparición de una referencia clara y aceptada en materia de estadísticas públicas.Junto con la intervención del INDEC, se violentaron los estándares de calidad, se maltrató al personal capacitado e histórico y se lo llenó de dudoso personal conocido como “la patota”.
Pero todo ello ocurrió sobre un contexto en el que a buena parte de la población parecía no interesarle ni importarle tales hechos ni sus resultados. Una de las máximas expresiones se dio con la frase del Secretario de la CGT de entonces: a mí no me importa el índice del INDEC, sólo creo en el índice del supermercado.
Con ello, naufragaban décadas de esfuerzo técnico y científico por construir una institución creíble, que proporcionaba datos necesarios para la gestión pública y para los estudios sociales, económicos y políticos. Desde entonces la información estadística dejó de ser un punto de referencia para tornarse en un campo en el que todo vale, cualquiera puede tener una opinión con similar entidad a la de los organismos específicamente dedicados a tal cometido.
Sobre la base de la impostura oficial florecieron sustitutos informativos que a veces pretendían cubrir los huecos resultantes y en ocasiones meramente contribuían a oscurecer la apreciación de la realidad.Todo el mundo sabía que la inflación se ubicaba por encima de los 20 puntos pero el dato oficial nunca superó el dígito anual.
Como consecuencia, las estimaciones sobre pobreza e indigencia arrojaban valores ridículamente inferiores a los verdaderos y la evolución del salario real informado oficialmente daba un salto sin duda exagerado.Si por entonces se justificaban los esfuerzos por identificar instrumentos alternativos, luego de la normalización del INDEC dejó de tener sentido la subsistencia de ámbitos como el representado por el “índice Congreso”.
No sólo eso. Empezaron a pulular nuevos núcleos de diversa calidad todos ellos dedicados a “producir” sus propios datos o estimaciones en los más variados rubros. Rara vez se nutrían de datos oficiales y, lo más llamativo, es que estos nuevos “productores” de información estadística habían estado completamente ausentes de la denuncia del atropello cometido durante casi una década por las autoridades políticas nacionales en los años precedentes.
El extremo más reciente, es que desde tales núcleos ha empezado a aparecer una suerte de cuestionamiento o de puesta en duda de la información estadística oficial. Sería gracioso si no fuera tan dramático.Lo expresado no significa -en modo alguno- que las estadísticas oficiales se encuentren en un grado de perfección que no deban preocuparnos.
De ninguna manera. Hay todavía cuestiones no indagadas adecuadamente que ocurrieron en el pasado y tienen impacto todavía hoy. Hay modificaciones introducidas que fueron insuficientemente explicadas o fundadas. Hay una demanda insatisfecha por reconstruir series interrumpidas o distorsionadas durante tan largo período que sólo puede atenderse por parte de los organismos oficiales.
Para contribuir a la búsqueda de una sociedad mejor, el soporte informativo es esencial. Claro que en base a tal soporte se pueden generar intervenciones de mejor o peor calidad. O, también, que los datos pueden ser leídos sesgadamente, por lo común con propósitos mezquinos.
Por ejemplo, cuando se habla de la pérdida de empleo, globalmente, se falta a la verdad. En los tres primeros años del actual gobierno se crearon casi un millón de puestos de trabajo. Incluyendo casi doscientos mil en el año último.
Otra cosa es que esos puestos han sido predominantemente de baja calidad incluyendo la transformación de puestos asalariados protegidos en otros precarios. Es más, en 2017 la dinámica de creación de empleo fue singularmente elevada lo que continuó hasta el primer trimestre de 2018. Otra falacia es que hubo destrucción de empleo estatal dado que las Cuentas Nacionales informan que su número se incrementó en cien mil desde principios de 2016 a comienzos de 2019.En donde el deterioro sociolaboral es claro es en materia salarial. Desde el inicio del actual ciclo político, hasta mayo último, la pérdida de capacidad de compra de los salarios privados registrados fue del 10%.
En el lapso intermedio hubo caídas pronunciadas en la primera mitad de 2016 que se recuperaron a fines de ese año, seguidas en 2017 de una nueva pérdida (menor) y posterior recuperación entre finales de 2017 y el inicio de 2018.
Desde allí (cuando el nivel del salario protegido había recuperado un valor similar al de fines de 2015) se inició un continuo camino descendente hasta el tercer trimestre de ese año. Desde entonces hay un movimiento de recuperación lenta e irregular subsistiendo el deterioro ya marcado.Un modo de mirar articuladamente ambos componentes del sector asalariado (empleo y remuneraciones) consiste en apreciar el dato de participación salarial en el Valor Agregado Bruto de la economía. Así, en 2016 y 2017 el nivel de participación salarial se mantuvo poco más arriba del 50% es decir un nivel similar al que se estima alcanzó el país hacia fines del gobierno anterior.
Desde esa meseta, el año último refleja el impacto de la crisis cambiaria, productiva y sociolaboral con una pérdida de tres puntos porcentuales respecto del año previo.Volviendo al comienzo. Si en esto como en otros ámbitos permitimos que las interpretaciones u opiniones sustituyan a los hechos (en este caso reflejados por las estadísticas públicas) nos alejaremos de la posibilidad cierta de conocer acabadamente nuestra realidad social dejando lugar tan sólo a la formulación, en el mejor de los casos, de buenos deseos. Consolidar y mejorar nuestras instituciones estadísticas es mucho más que el cometido de los profesionales directamente involucrados. Es un quehacer de la sociedad en defensa propia pues, como ya sabemos, la información es un derecho humano esencial.

sábado, 19 de agosto de 2017

La incertidumbre estadística Columna en Clarin, 19-8-2017

Columna publicada en CLARIN, 19-8-2017

La labor desarrollada por las nuevas autoridades del Instituto Nacional de Estadística y Censos viene siendo encomiable. En un lapso relativamente breve y con condiciones muchas veces harto difíciles se fue recomponiendo paulatinamente la tarea propia del organismo rector de las estadísticas públicas de Argentina. En cierto sentido, ha quedado atrás una de las etapas más negras que fuera negada o minimizada durante casi una década no sólo los funcionarios del gobierno anterior sino también por muchos académicos e investigadores.
Se han recompuesto los equipos a cargo de la Encuesta Permanente de Hogares, se ha reconstruido el Índice de Precios al Consumidor (ahora con alcance nacional), se ha vuelto a producir información creíble sobre pobreza e indigencia, se ha reconstruido la serie de generación del producto y se ha dado alguna información sobre distribución funcional del ingreso, etc.
Es bueno, sin embargo, recordar que hay tareas pendientes que son también relevantes y requieren de la atención institucional y del control (o, al menos, de la preocupación) de la comunidad. Una de las áreas que espera mayor esfuerzo es la referida a las tareas censales.
El último censo nacional de población no ha sido aun debidamente evaluado y el lapso que resta para la realización del próximo relevamiento es ya muy escaso. Probablemente se esté discutiendo una eventual reformulación de la estrategia no sólo en materia de población sino en lo que hace a los censos económicos de alcance principalmente urbano y los de naturaleza agropecuaria a tono con la tendencia a ir disminuyendo la incidencia de los grandes operativos y su reemplazo o complementación con otros mecanismos de captación. Pero los años siguen transcurriendo y la información compilada en los diversos campos comienza a tornarse obsoleta.
Son muchas las variantes imaginables. Lo que llama la atención es que no parece haberse reinstalado un viejo y fructífero hábito en este ámbito: el del permanente intercambio entre productores y usuarios de las estadísticas públicas. Naturalmente es mucho más que organizar encuentros en los que se relata la tarea realizada. La complejidad de las tareas involucradas amén de la simplificación que puede resultar del uso adecuado de las nuevas tecnologías disponibles requiere ese tipo de interacción constructiva.
Para tomar un ítem mencionemos el relativo a la distribución factorial del ingreso. Hasta 2013 teníamos una base de cálculo para la estimación del producto la así llamada base 1993. Claro que se había discontinuado la provisión de información sobre distribución del ingreso en 2008.
En 2014 –bajo la intervención que por entonces operaba en el INDEC- se inicia una nueva serie (base 2004) con datos que reemplazan los de producto en sus componentes de oferta, demanda y distribución del ingreso brindando una serie para el período 2004-2013 más allá de las variadas críticas que se le hizo a esta innovación.
A mediados de 2016, se reemplazó la serie de producto por otra que eventualmente corregía algunas distorsiones y exageraciones que contenían los datos elaborados un par de años antes. Pero, en materia de ingresos, sólo se proveyó de la participación salarial correspondiente al año 2004. De ese modo, en poco tiempo ese año tuvo un valor de 36%, sustituido por otro de 30% y finalmente otro de 32%.
Supongamos que hay razones suficientes y apropiadas para las modificaciones. Y supongamos que las informaciones metodológicas también lo son. Pero el sólo hecho de que no hay ninguna información entre el 32% de 2004 y el 52 % anunciado hace poco para 2016 no puede menos que afectar la solidez de los datos anunciados.
No es este el lugar para opinar sobre la razonabilidad o no de un aumento del 60% en la participación de los trabajadores en el “reparto de la torta”. Pero no hay dudas que para entender tamaño cambio es imprescindible disponer de la información (así sea con rangos de confianza de los datos) que muestre el comportamiento sectorial de tal cambio y su verificación a través de un período de fuerte dinamismo económico (hasta 2007 o 2008) seguido por momentos críticos como el año 2009 o de estancamiento o dinámica de zigzag en los años siguientes, incluyendo retrocesos importantes como el del año 2014.
Parte de la información necesaria para esta tarea conecta y requiere diversas áreas del propio INDEC. Algunas de ellas han expresado que tienen serias dificultades para reconstruir la totalidad de las series que fueron maltratadas durante un decenio. Pero son necesarios los mayores esfuerzos aun en condiciones de dificultades grandes como las atravesadas por la Encuesta Permanente de Hogares en parte como consecuencia de proyecciones de población y rediseños no siempre justificables.
Mientras aguarda estas instancias, la comunidad científica y los interesados y especialistas en estos temas, están expectantes para involucrarse de manera positiva y creativa para intentar cubrir los huecos subsistentes y recuperar colectivamente la desafiante tarea de disponer de estadísticas serias, oportunas y creíbles.
Javier Lindenboim es economista. Director del CEPED e Investigador del CONICET

viernes, 4 de agosto de 2017

Exposición en la mesa sobre estadísticas públicas organizada por ASET en su 13° Congreso -4-8-17

Presentación en la mesa sobre Estadísticas Públicas en el 13° Congreso de Aset celebrado del 2 al 4 de agosto de 2017 en la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.


jueves, 15 de junio de 2017

Nota de Delfina Torres en EL ECONOMISTA sobre el informe del 1er. trim 2017 de EPH




INDEC INFORMÓ QUE SUBIÓ EL DESEMPLEO Y EL GOBIERNO DIJO “ESTACIONALIDAD”

Según datos del Indec, el 23,3% de la población económicamente activa tiene problemas de empleo


Por Delfina Torres Cabreros

La tasa de desocupación quedó al borde de los dos dígitos. Según el Indec, fue de 9,2% en el primer semestre del año, lo que significa un aumento del 1,6 puntos porcentuales respecto del período anterior. Si al número de desocupados se suman aquellas personas que demandan más horas de trabajo, la tasa de activos con problemas de empleo se eleva a 23,3%, lo que representa alrededor de 2,9 millones de personas en los 31 aglomerados relevados. Por otro lado, se registró una caída de la tasa de empleo, que fue la más baja desde que la nueva gestión del organismo estadístico reanudó las mediciones.

Los datos fueron extraídos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH), que se realiza sobre un universo de 31 aglomerados urbanos. Según el propio Indec, los resultados arrojaron “un incremento estadísticamente significativo” de la tasa de desocupación, que pasó del 7,6% en el cuarto trimestre de 2016 a 9,2% en el primero de 2017. Según la muestra, la desocupación afecta a 1.150.000 trabajadores y a 1,9 millones si se extrapola a la población total del país. De todos modos, por el componente de la estacionalidad, la comparación correcta de la tasa de desocupación debe hacerse con los registros correspondientes al mismo período del año anterior. El problema es que los datos del primer trimestre del 2016 no están disponibles porque el Indec, que dirige Jorge Todesca, regularizó las mediciones a partir del segundo semestre del año pasado.

“El dato es sensiblemente peor de lo esperado. Aun corrigiendo el desempleo del cuarto trimestre de 2016 (7,6%) por el efecto estacional que causó una menor tasa de actividad, la desocupación en el primer trimestre de 2017 habría registrado un aumento del 1,2 puntos porcentuales (9,2% vs. 8,0%)”, aseguraron desde LCG. La consultora fundada por Martín Lousteau esbozó como posibles motivos la destrucción neta de empleo (124.000 puestos de trabajo) y la mayor cantidad de personas que ingresaron al mercado laboral esperando conseguir un trabajo (81.000), fenómeno que se observa cuando crece la necesidad de los hogares de complementar sus ingresos.


La interpretación del economista Javier Lindenboim, director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (CEPED), es un tanto más optimista, o al menos más cautelosa. En diálogo con este diario sostuvo que, más allá de que una tasa de desocupación del 9,2% es “preocupante”, no cree que los datos, cotejados correctamente, muestren “un panorama negro”. “Si uno compara los datos de los primeros meses de este año de empleo registrado (SIPA), ve que en el paquete total, el de los 12 millones, da levemente una mejoría del empleo, con lo cual parece raro que aumente la tasa de desocupación”, señaló, y añadió: “Es cierto que el empleo registrado es sólo una parte del empleo total, pero si uno toma la EPH de los últimos 15 años es excepcional que el mercado laboral de los asalariados registrados se comporte de manera contraria al del trabajo precario”.

Además, el investigador precisó que por motivos estacionales “en diez de los doce años entre 2003 y 2015 la desocupación en el primer trimestre fue superior a la del trimestre anterior (cuarto del año previo), de modo que la suba ahora no es algo novedoso”. A la inversa, sostuvo que en la mayoría de los años el desempleo en el segundo trimestre fue menor que en el primero. “Si esto se diera en 2017, el dato del segundo trimestre podría marcar una menor tasa respecto del segundo de 2016”, agregó.

Grandes urbes en problemas

Si bien desde el Indec aclararon que en 19 de los 31 aglomerados urbanos medidos los indicadores se mantuvieron “sin cambios estadística mente significativos”, se observa un aumento generalizado de la tasa de desocupación. El Gran Buenos Aires registró la tasa de desocupación más alta del país, de 10,9%, pero también tiene la tasa más elevada de actividad: 47,6%. La sigue la región pampeana, con 8,8% de desocupación, y 45,3% de actividad. Detrás se encuentra el Noroeste (6,5% y 42,6%, respectivamente), la Patagonia (5,5% y 42%) y Cuyo (4,7% y 40,7%).

En las grandes ciudades la situación es más crítica, con tasas de desocupación que se ubican por encima de la media nacional. Los partidos del Gran Buenos Aires registraron una tasa de 11,8%; Rosario, 10,3% y Córdoba, 9,6%.

Actividad, empleo y subocupación 

La tasa de actividad del primer trimestre de 2017 fue 45,5%, apenas 0,2 puntos porcentuales superior a la del período anterior, lo que puede estar afectado por estacionalidad. Durante los primeros meses del año es habitual que más personas se vuelquen a la búsqueda de trabajo. Un punto crucial a observar es la evolución de la tasa de empleo: si –excluido el efecto estacional–  tiende a declinar, a estancarse o a crecer. “Mi impresión es que tenemos rasgos tenues de que dejó de caer la tasa de empleo”, evaluó Lindenboim. Sin embargo, en los datos publicados ayer –sin desestacionalizar y sin períodos comparables–, la tasa de empleo fue de 41,3%, lo que significa un decrecimiento respecto de los tres períodos anteriores. En el segundo trimestre de 2016 fue de 41,7%, en el tercero 42,1% y en el cuarto 41,9%.

Por otro lado, en los 31 aglomerados urbanos relevados la tasa de subocupación alcanzó el 9,9%. Es decir que hay 1,24 millones de trabajadores en esa condición y 2 de cada 3 están buscando activamente trabajar más. Un dato alentador, de todos modos, es que la proporción de trabajadores ocupados demandantes se redujo 0,6 puntos porcentuales en el trimestre.