sábado, 30 de abril de 2016

Se crean pocos puestos y se abandona la búsqueda - Columna en CLARIN 30-4-2016

Se crean pocos puestos y se abandona la búsqueda

Debate. ¿La mujer deja el mercado de trabajo?
Javier Lindenboim


La reflexión sobre la intensidad y la forma que adquiere la participación de la mujer en el mercado de trabajo, al mismo tiempo que agrega matices relevantes al análisis, permite mostrar los complejos mecanismos sociales que funcionan en la generación de riqueza y en la apropiación de sus resultados.
Si se deja correr la imaginación, podría postularse como posible o deseable una disminución a largo plazo de la proporción de las personas que participan en el proceso productivo, habida cuenta del incremento permanente de la capacidad productiva del trabajo humano. Como sabemos, nada es tan sencillo puesto que para que se materialice tal predicción sería necesario prescindir de la diferencia entre sectores o ramas productivas, las variadas aptitudes para producir, las diversas circunstancias que favorecen la disposición a participar en el mundo productivo, etc. y, en especial, sería menester que la distribución del ingreso se verificase mucho más equitativamente que lo que se observa en el mundo moderno, lo cual redundaría en “otro reparto” del trabajo.
Los mecanismos a través de los cuales los integrantes de los hogares (varones o mujeres, adultos o jóvenes), no los individuos aislados, definen hasta dónde les resulta factible su inserción laboral, es decir, lo que en las estadísticas socioeconómicas se conoce como tasa de actividad, son variados y complejos. Esa tasa deriva de cuestiones de carácter socio cultural (que incentivan o retraen la participación laboral) y de la intensidad con que las necesidades de los hogares impulsan a sus miembros a procurar ingresos a través de la fuente laboral. Esto, del lado de la oferta. Desde la demanda, depende de la receptividad o no que tenga el mercado de trabajo al que se intenta acceder.
Hasta la segunda posguerra, la tendencia dominante había sido la declinación de la participación femenina. Desde entonces hubo factores que produjeron en Argentina una disminución de la participación masculina (como la ampliación del sistema jubilatorio), pero el aumento significativo de la participación de las mujeres fue algo posterior. De allí en adelante ha sido permanente un decrecimiento del diferencial de la participación económica. Uno de los períodos en que la brecha se acortó más velozmente fue el de la última década del siglo XX.
Es por esa razón que los datos que se observan a comienzos del siglo actual no deberían ser contrastados solamente con el decenio precedente sino con un horizonte temporal mayor. Algunos investigadores preveían que la tendencia a la mayor participación femenina podría perdurar hasta la próxima década, pero no más allá. De modo que de corroborarse los datos disponibles estaríamos en presencia de un anticipo de un ciclo antes que de una novedad en sí misma.
Es necesario discernir el sentido de la interacción entre la participación femenina y la del conjunto: ¿esta última expresa los avatares de aquella o, a la inversa, la actividad femenina depende de las condiciones generales del mercado laboral?
Un dato para ser tenido en cuenta es que la tasa de empleo en el decenio reciente ha sido levemente creciente, tanto para los varones como para las mujeres. Distinto sería que esa tasa estuviera disminuyendo, en cuyo caso sí cabría hablar de “retirada del mercado laboral”. El juego entre ambas tasas (de actividad y de empleo) indica que hay menos desempleo, pero a costa de que se crean pocos puestos y se abandona la búsqueda: el llamado desaliento.
Comentario imprescindible: lo expresado surge de la utilización de la información de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) sobre cuyos datos aún no se han despejado las dudas y cuya última publicación corresponde a mediados de 2015. Debemos conocer rápidamente cuál es la verdadera situación laboral del país para tomar las medidas apropiadas a favor de los trabajadores.

miércoles, 27 de abril de 2016

lunes, 25 de abril de 2016

La reactivación se demora y peligra el empleo Columna en EL ECONOMISTA, 25-4-2016

Columna publicada en EL ECONOMISTA, 25-4-2016 La reactivación se demora y peligra el empleo Punto de vista: Javier Lindenboim (director del CEPED e investigador del CONICET) Por redaccion – 25 abril, 2016 Sección: Economía En el difícil verano de 2002 y con un fuerte impulso de la Iglesia, se convocó al Diálogo Social. En una de sus sesiones la representante de la CGT, luego designada secretaria de Trabajo, hizo una presentación dirigida a sancionar una norma que protegiese a los trabajadores en riesgo de pérdida de su fuente de trabajo. Así, durante algunos años, el despido sin justa causa estuvo penado con doble indemnización o con un plus del 50%. Al caer la tasa de desempleo por debajo del 10% la norma dejó de regir tal como lo establecía la Ley de Emergencia Económica que la creó. Con la crisis financiera internacional, el Gobierno de entonces reimplantó un mecanismo de protección del empleo conocido como Repro. Ese programa fue creado a mediados de 2002 durante la gestión de la ministra Graciela Camaño. A través de él se subsidiaba el mantenimiento de los puestos de trabajo de distintas empresas según los requisitos allí establecidos. Los beneficiarios en 2003 fueron algo más de 15.000, cifra que superó los 20.000 en 2008 y más de 140.000 en 2009. Un tercer elemento a tener en cuenta es el de la caída del empleo. Sea con adecuadas adaptaciones de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) o de manera directa en base a la Encuesta Anual de Hogares Urbanos (EAHU), el año 2014 registró una disminución de la ocupación de entre 250.000 y 400.000 puestos de trabajo. La pregunta que surge es, ante la preocupación difundida entre los trabajadores sobre la situación actual, qué similitudes o diferencias tenemos respecto de episodios tan agudos como los de 2002 o, en mucha menor medida, los de 2008-2009. También respecto de lo vivido en 2014. Es sabido que las comparaciones son odiosas, mucho más en momentos como el actual, en el que aún carecemos de la información estadística oficial que ilustre cabalmente sobre la realidad económica y social. De todos modos apuntemos que en 2002 la desocupación superaba el 20%, en 2008 acababa de ubicarse debajo de los 2 dígitos y en 2014 en el orden del 7%. El último dato disponible, tercer trimestre de 2015 arrojaba un valor del 6% (si bien la cifra era puesta en duda desde diversos sectores). ¿Estaremos en este año ante pérdidas de empleo similares a la de 2014? No lo sabemos con certeza. ¿Será que ahora el problema es más agudo y por eso aparecen las propuestas de normas especiales? Este rápido racconto nos permite quizás contextualizar los debates actuales en torno de la eventual reimplantación de la denominada doble indemnización como mecanismo destinado a proteger el empleo existente. De no mediar una rápida reactivación –que aún no se avizora– el impacto negativo sobre el empleo se hará notar con mucha fuerza de modo que no es de descartar la necesidad de algún tipo de medida protectoria. Esta puede ser la de la indemnización acrecentada o la de los Repro, o el proyecto anunciado de elevación, luego de un decenio, del subsidio de desempleo. Pero no hay dudas de que la falta de información estadística adecuada constituye un obstáculo enorme y conspira contra la adopción de medidas acordes en materia sociolaboral. Cualesquiera de las opciones que se adopte debería tener en consideración la situación diferencial de empresas que por su menor tamaño o relevancia económica puedan también requerir cierta apoyatura para contribuir a la protección de sus trabajadores. En pos de una sociedad que privilegie las necesidades y derechos de las personas se hacen necesarios instrumentos que tomen en cuenta las diversas situaciones existentes así como los horizontes hacia los cuales se pretende arribar. Una vez asegurada la continuidad de los puestos de trabajo hay que construir una política económica de crecimiento que esté en la base de un proceso de desarrollo. Sin inversión no tendremos crecimiento y sin él no habrá mayor demanda de empleo. Por si esto fuera poco, vale tener en cuenta que estas condiciones necesarias pueden no ser suficientes. En otras palabras, la generación de la riqueza y la distribución del ingreso deben vincularse de manera indisoluble.

sábado, 23 de abril de 2016

Sobre la falta de empleo y la posible ley contra los despidos -

Sobre la situación ocupacional a cuatro meses del nuevo gobierno y la discusión en torno de una nueva ley que proteja de los despidos a los trabajadores giró el diálogo propuesto por Guillermo Ariza, Luis Rapoport y Guillermo Yanco en Viejos Vinagres, Radio Ciudad AM 1110, 23-4-16


jueves, 21 de abril de 2016

Presentación del libro Hora de Balance FAcultad de Derecho Instituto Ambrosio Gioja 11-4-2016

Presentación del libro Hora de Balance: Proceso de Acumulación, Mercado de Trabajo y Bienestar. Argentina 2002-2014

  • Notas
  
El pasado 11 de abril en el SUM del Instituto Gioja tuvo lugar la presentación del libro Hora de Balance: Proceso de Acumulación, Mercado de Trabajo y Bienestar. Argentina 2002-2014 publicado por la Editorial Universitaria EUDEBA y coordinado por Javier Lindenboim (CONICET-UBA) y Agustín Salvia (CONICET-UBA). El encuentro fue organizado por el Grupo de Trabajo Interdisciplinario Derechos Sociales y Políticas Públicas (DSPP).
La introducción estuvo a cargo de Gustavo Gamallo. “La idea es que propongamos un espacio de debate y reflexión sobre cuestiones que tienen que ver con problemas públicos, problemas de interés colectivo y producto de resultados de investigaciones y trabajos académicos de colegas”, resaltó. Respecto del libro, aseguró de que se trata de una obra compleja y extensa.
A continuación, Javier Lindenboim explicó que el libro fue escrito durante 2014, fue concluido a comienzos de 2015 y “el tiempo de producción editorial fue más prolongado del que nos hubiera gustado”. Así, señaló que su presentación se fue demorando teniendo en cuenta que apareció en septiembre “lo cual hizo que se implicara, no necesariamente del mejor modo, en la disputa política del momento, sea que el lector lo considerara como un balance A o B, estaba metido en el debate electoral y decidimos posponer eso”. Relató, asimismo, que los autores son los integrantes de dos grupos de investigación de la Universidad. Ulteriormente, Lindenboim remarcó que esto se realizó en la Argentina de los 2000, es decir, “con un grave problema de información estadística, pero esto es parte de la cuestión”. Compartió que el libro, además de la presentación y la conclusión, posee tres partes. La primera reconoce un predominio el soporte propiamente económico de este conjunto. La segunda parte fue definida como ´”Heterogeneidad estructural, segmentación y precariedad laboral” y la siguiente “Estructura de clase, movilidad social y fuentes de bienestar”. Nombres que sugieren, según el orador, matices, enfoques y énfasis diferentes. “En este esfuerzo colectivo agregamos un elemento virtuoso, que es que han confluido varios aportes constituidos por o provenientes de tesis doctorales de algunos de sus integrantes”, remarcó. Hacia el final de su exposición, el orador estimó que se pueden sintetizar los hallazgos del libro diciendo que “ni está década es un todo homogéneo ni constituye un contraste estructural con la precedente. Una frase con la que se puede discutir o se puede discutir con el que la dice”.
A su turno, Agustín Salvia subrayó que la obra se construyó en un momento histórico particular. “Las ciencias sociales no pueden escapar al debate político-ideológico del tiempo en donde se producen o trabajan. De alguna manera, esta obra es resultado del tiempo político-ideológico y de esos debates”, expresó. Añadió que una particularidad que tienen los equipos que forman esta obra es que “estábamos ubicados en esos debates y no había homogeneidad. Como ciudadanos participábamos de esos debates con la plena libertad que nos da ser ciudadanos de este país, pero como académicos nos enfrentábamos a un desafío teórico-metodológico complicado, escaparle a una representación ingenua de la realidad y construir evidencias más sólidas acerca de cuáles eran las características de los procesos que estaban ocurriendo, ya sea para reconocerlos o criticarlos”. En este marco, adicionó que no estaba ausente del espíritu de los sujetos sociales que hacían la investigación la idea y las ganas de decir “con esto muestro como las cosas están mejorando o con esto muestro que persisten condiciones estructurales que no permiten hablar de un cambio cualitativo”. Esta tensión estaba al interior de cada uno de los investigadores y al interior de los equipos. “Valoro el ejercicio metodológico y académico que se hizo, ese esfuerzo de objetivación, no necesariamente logrado con alta excelencia, pero con un importante esfuerzo hacia objetivar los fenómenos que ocurrían en la realidad política, económica y social argentina con el fin de ofrecer evidencias ciertas para un debate más profundo de lo que estaba ocurriendo”, remarcó. Salvia manifestó que en la obra no hay manifiestamente una connotación ideológica y una orientación político-ideológica que apunte a la crítica o a la legitimación. “Esto no quiere decir que no esté presente la teoría y la ideología en los investigadores, pero no van a ver las cifras traducidas en términos de una orientación político-ideológica”, indicó. Recordó que este mismo ejercicio, siendo este el valor del trabajo mirado en el tiempo, “lo hicimos en la década del ’90, en distintos momentos de esta década nos enfrentamos a un debate entre relatos político-ideológicos muy fuertes”. De esta manera, resaltó que el espíritu de la obra es una sospecha crítica sobre ciertos discursos hegemónicos.
“Valoro el ejercicio metodológico y académico que se hizo, ese esfuerzo de objetivación, no necesariamente logrado con alta excelencia, pero con un importante esfuerzo hacia objetivar los fenómenos que ocurrían en la realidad política, económica y social argentina con el fin de ofrecer evidencias ciertas para un debate más profundo de lo que estaba ocurriendo”, remarcó Agustín Salvia.

viernes, 15 de abril de 2016

Una interesante mirada sobre la aparición de UBER en el transporte urbano metropolitano

ARTÍCULOS DE OPINIÓN
Uber: repensar el sistema de movilidad
Fabio Quetglas*
Los términos del debate en torno de la llegada a Argentina de la empresa “Uber” están mal enfocados. La disputa se despliega en torno de si se trata o no de competencia desleal. No es un aspecto irrelevante, pero en cualquier caso corresponde añadir algunas cuestiones, ya que el futuro servicio a implantarse (o no) tendrá decisivas consecuencias urbanas. Cualquier gobierno que pretenda regular un servicio público debe tratar de homogeneizar las exigencias requeridas a los prestadores, aunque no siempre lo hace bien.
En este mismo instante en cientos de puntos de nuestra Area Metropolitana grupos de conocidos se organizan para usar el auto de uno de ellos rumbo al cine, el trabajo o la escuela de los hijos. Muchas veces, cuando esa tarea es rutinaria, se pasa la gorra para los gastos o bien se rota de auto. El Estado en estos casos (llamémoslos “casi Uber”) no hace nada respecto de los seguros, de las condiciones de los conductores o del auto. Lo que sucede con Uber (y también con las plataformas de canje de cosas usadas o préstamo de casas, etc.), es que multiplica la posibilidad de colaboración de una manera exponencial.
Una primera pregunta es si a las ciudades les conviene que el espíritu de colaboración se expanda.
Cuando los taxistas, con derecho y con razón, enunciaban todas las cosas que ellos debían cumplir para trabajar, la respuesta natural es anti-Uber. Pero otra consideración que corresponde hacer, suponiendo por un momento que no existe la tensión que agrega ahora Uber, es si todas esas condiciones son lógicas o constituyen capas geológicas de obligaciones no necesariamente razonables y que responden más a ventajas corporativas o a un burocratismo inmovilizante.
Una segunda cuestión es analizar si Uber es la gran oportunidad para pensar un aspecto de nuestra movilidad urbana. Porque la resistencia de los taxistas puede tener aspectos legítimos, pero no puede ocultar los déficits que ese servicio tiene.
Otra cuestión a tomar en cuenta son las consecuencias de una eventual respuesta “prohibicionista”. ¿No podrían los comercios actuar contra el e-commerce bajo los mismos argumentos que los taxistas?; o inversamente: si no nos tomamos el trabajo de regular Uber, ¿con qué argumento mañana desalojamos al comercio informal del espacio público?
Como vemos, en este tercer punto, claramente Uber interpela a las instituciones a pensar respuestas para el presente y por supuesto que la contemporaneidad es siempre un desafío en un mundo tan tumultuoso.
Un cuarto aspecto no incluido en el debate y tal vez el central desde el punto de vista del gobierno es el siguiente: si sumamos Uber al sistema de movilidad, ¿contribuirá o perjudicará al mismo? Lo que puede traducirse en: ¿habrá más autos en las calles o usaremos mejor los autos que ya están?; y dado que la calidad de la movilidad es un “bien público” a cuidar, ese debería ser el eje para actuar frente a este desafío/ posibilidad.
Permitir Uber sin regulaciones es no comprender el rol del Estado y prohibirlo por presiones sectoriales es no comprender el mundo contemporáneo.
*Socio del CPA.
Clarín, 15-4-2016.

jueves, 14 de abril de 2016

Suspensión de los despidos, ¿para qué sirve?

La emisora Radio America (AM 1190) ha sido rebautizada la "radio de los trabajadores" desde que sus antiguos propietarios hicieron abandono de la empresa.
En uno de los programas especiales que se emiten fui invitado a comentar un artículo periodístico de hoy en el que se critica el proyecto de suspensión de los despidos y duplicación de la indemnización.