lunes, 28 de agosto de 2017

Nota de Chequeado sobre la mejora del poder adquisitivo

Crédito: Casa Rosada



VERDADERO, PERO…

Macri: “Está aumentando el nivel del poder adquisitivo mes a mes”

La entrevista de la autora de la nota se puede escuchar aquí:
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En el primer semestre de 2017, los salarios subieron más que la inflación. Sin embargo, estos todavía se encuentran por debajo de la capacidad de compra que tenían en noviembre de 2015, antes de la asunción del gobierno de Cambiemos.
“Los sueldos le están ganando a la inflación. (…) En ese sentido, está aumentando el nivel del poder adquisitivo mes a mes de los salarios, y el año que viene espero sea aún más”, señaló el presidente de la Nación, Mauricio Macri, en una entrevista con el periodista Luis Novaresio en radio La Red.
Según informaron a Chequeado desde el área de Comunicación de Presidencia, Macri se basó en datos del INDEC, tanto el índice de salarios general (que incluye a los trabajadores registrados y no registrados) como el de los sueldos del sector privado formal. Además, utilizó para su cálculo el Índice de Precios al Consumidor (IPC) del instituto oficial.
De acuerdo con estos indicadores oficiales, efectivamente se puede observar que en el primer semestre de 2017 el aumento de los salarios fue mayor al de los precios, aunque la suba no se registró en todos los meses, como dijo el Presidente. De todas maneras, si se toma el IPC Nacional del INDEC (que se publica desde diciembre de 2016) y el índice de salarios registrados y no registrados (es decir, el más abarcativo), el poder adquisitivo aumentó un 1,4% en los primeros seis meses de 2017. El sector privado registrado, por su parte, tuvo una suba de casi 2% en el mismo período.
Sobre las relaciones de este aumento, Javier Lindenboim, director del Centro de Estudios de Población, Empleo y Desarrollo (CEPED), señaló a Chequeado: “El ritmo inflacionario está ostensiblemente declinandorespecto de los niveles precedentes. Además, en la primera mitad del año, en especial desde el segundo trimestre, los ingresos salariales crecen por efecto de las nuevas convenciones colectivas”.
A esto, Santiago Mosquera, analista del Estudio Bein & Asociados, consultora del economista y ex asesor del candidato Daniel Scioli, Miguel Bein, añadió: “En 2016 la gran mayoría de las paritarias se acordaron por tramos, con aumentos en dos o tres oportunidades. Por eso, parte de esa paritaria del año pasado impactó en los salarios recién en 2017”.
A pesar del aumento del salario real en los últimos meses, durante el primer año de la Presidencia de Macri el poder adquisitivo del sueldo sufrió una caída en relación a 2015 que aun no se recuperó. Esto no se puede medir con los mismos indicadores del INDEC porque el índice de precios del Gran Buenos Aires comenzó a ser publicado a partir de mayo de 2016 y el IPC Nacional en diciembre de dicho año, luego de la “emergencia estadística” que dictó la nueva dirección del instituto. Pero esta reducción sí se puede observar con otras fuentes, ya sea oficiales como alternativas.
De acuerdo con el Centro CIFRA de la CTA, que pertenece al sector del sindicalista docente Hugo Yasky, en 2016 el salario real de los trabajadores registrados se redujo en un 5,8% en relación al año anterior, y entre enero y mayo de 2017 fue un 0,5% superior al del mismo periodo de 2016.
Este centro de estudios, que utiliza para su análisis la información del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) que publica el Ministerio de Trabajo de la Nación y el IPC 9 Provincias calculado en base a índices oficiales provinciales, destaca que “los asalariados registrados no sufrieron pérdidas salariales adicionales, aunque tampoco recuperaron lo perdido en [todo] 2016”.
Por su parte, de acuerdo con un cálculo realizado por Daniel Schteingart, doctor en Sociología e investigador del Instituto Estadístico de los Trabajadores de la Universidad Metropolitana para la Educación y el Trabajo (UMET), que dirige el sindicalista y referente del PJ porteño Víctor Santamaría, el salario real de los trabajadores registrados en junio de 2017 (último dato disponible) se encuentra por debajo del que recibían en noviembre de 2015, antes de la llegada de Cambiemos al Gobierno nacional.
Respecto de la evolución en lo que va de 2017, sus datos muestran que considerando las series estacionalizadas de datos hubo un crecimiento constante del salario real entre marzo y junio de este año, mientras que si se toman las series desestacionalizadas (metodología que elimina los efectos estacionales relacionadas con cierta época del año, como los bonos y los aguinaldos) hubo una caída durante el primer semestre.
Esta nota contó con la colaboración de Martín Slipczuk (@martosli)
La frase de Mauricio Macri que impulsa esta nota fue buscada de manera automática, y luego elegida por periodistas, a través del nuevo sistema de automatización en el que trabaja Chequeado.

Distribución del ingreso, PASO y disputas callejeras - Columna en LPO 28-8-17

Columna aparecida hoy en LA POLITICA ONLINE

Distribución del ingreso, PASO y disputas callejeras
Por Javier Lindenboim
Entre la convocatoria a la protesta del 22 de agosto y su realización se sucedieron informaciones y hechos que al menos no resultan nítidos justificativos de los reclamos.
Se sigue recuperando el empleo (en particular el privado registrado, que tuvo escaso dinamismo en los años recientes), este año -a diferencia de 2016- la variación de los salarios no ha sido sobrepasada por la de los precios, la participación salarial a comienzos de 2017 ha alcanzado niveles sin precedentes y en 2016 el porcentaje fue algo superior al del año 2014. A todo esto se agregó que el desempeño electoral oficial no fue lo calamitoso que podría haberse esperado ante descripciones extremadamente duras sobre la realidad socioeconómica vigente.
A título de ejemplo, puede verse la evolución del empleo registrado. A comienzos de 2016 sólo el autoempleo crecía y lo hacía a ritmo cansino. De allí en más, la delantera correspondió a los asalariados. El saldo aún es negativo para los asalariados privados, pero el cambio de signo iniciado hace un año sigue su rumbo. Entre diciembre de 2015 y julio de 2016 se perdieron 49.000 puestos de asalariados privados registrados. Desde entonces hasta mayo último se crearon 33.000.
En pocos trazos, y con las limitaciones derivadas de la no superación de los largos años de destrucción de nuestras estadísticas públicas, se puede decir que así como el empleo creció fuertemente durante el primer gobierno kirchnerista (compuesto de asalariados protegidos de modo principal), también en ese lapso mejoró significativamente el nivel del salario real y la participación de la remuneración de los trabajadores en el "reparto de la torta".




Distribución funcional del ingreso
Es por demás lamentable que el instituto oficial no haya brindado información de los años intermedios de su última revisión de Cuentas Nacionales. En efecto sólo sabemos que para el INDEC en 2004 los trabajadores percibieron 32,5% del ingreso nacional y en 2016 52%.
Combinando los números del INDEC con los de instituciones lejanas a las autoridades actuales, se puede afirmar que durante la primera década de este siglo se ha producido una mejora significativa de dicha participación.
El Centro de Investigación y Formación de la República Argentina (CIFRA) es un núcleo integrado a la CTA de los Argentinos liderada por Hugo Yasky. El Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo fue creado hace pocos meses en la Universidad de San Martín bajo la dirección del ex Ministro de Trabajo Carlos Tomada. Ambos grupos han difundido series que muestran que se han alcanzado niveles elevados en esta segunda década del siglo XXI. Otro núcleo de inserción universitaria es el Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (CEPED). Nuestras estimaciones también dan cuenta de un crecimiento significativo en lo que va desde la salida de la crisis de 2002 hasta ahora.
Los tres centros mencionados discrepan en cuanto a la metodología, razón por la cual tiene poco sentido cotejar los porcentajes alcanzados. Por eso, aun cuando alguna de las series llegue al famoso "fifty-fifty", carece de lógica que se piense ese número en relación a los valores y al significado que, en su momento, le fueron otorgados por el Gral. Perón. En cambio, es útil cotejar el salto en la participación que revelan las distintas fuentes entre los dos años disponibles: 2004 y 2016.




Como se ve, hay diferencias significativas que ameritan una evaluación más minuciosa. De todos modos, no hay discrepancia alrededor de la existencia de una mejoría registrada en estos doce años aunque es poco claro el resultado en cuanto a su cuantía.
También puede hacerse la estimación tomando como referencia la evolución del salario real. Descartando la EPH (dado que el INDEC anunció que, al menos por ahora, no revisará sus resultados), puede usarse la serie de empleo asalariado registrado del sector privado para aproximar sus valores. En términos anuales, entre 2004 y 2009 creció 27,1%, mientras que entre 2009 y 2016 apenas 9,8% lo que, acumulado, da un incremento cercano al 40%, bastante menor que la mejora registrada por las cuentas nacionales.
Si tomamos esa referencia que vale para alrededor de la mitad de los asalariados, resulta difícil imaginar que la otra mitad de trabajadores (estatales y "en negro") hayan tenido una evolución tanto más ventajosa como para elevar ese 40% a un 50% (CEPED o CETyD) o a un 60% (INDEC).
Las implicancias de los datos: la actualidad
La noticia de haberse alcanzado en 2016 un 52% de participación de los ingresos salariales no pareció sorprender. Es probable que una proporción mucho menor habría sido más acorde con la descripción dominante sobre la situación económica del año último. Además, al no brindarse datos oficiales de los años inmediatamente anteriores falta información útil para el análisis y la interpretación.
Pensemos en el último trienio. Hay fuertes indicios de que 2014 fue decididamente malo tanto en empleo como en materia de remuneraciones y que en 2015 (por lo menos en la primera parte) se han recuperado ambas variables. La descripción no es algo menor: en 2014 se perdieron cerca de 400.000 empleos, descendió dos puntos la participación salarial y hubo pérdida de salario real. De ser así, ¿cómo se explica la insistente afirmación acerca de que el año último fue no sólo malísimo, sino que la situación objetiva justificó los airados reclamos de diversos sectores sindicales, sociales y políticos? En cualquier caso ¿si este año ofrece indicadores mejores cómo se fundamentan las actuales demandas en comparación con su ausencia un par de años antes?
Una vez más se observa que la recuperación definitiva de las estadísticas públicas, incluyendo la tarea de revisión completa de los datos y el armado de series comparables es una tarea ineludible para comprender mejor lo que acontece e interpretar cómo actuamos. Igual, con cautela, podemos acercarnos a esa esquiva realidad.

jueves, 24 de agosto de 2017

Los desafíos del empleo en la era Macri - Nota de E Iglesias en Revista Apertura


 
Los desafíos del empleo en la era Macri
Economía

Los desafíos del empleo en la era Macri

En un año, se incorporaron 176.200 nuevos trabajadores registrados, según el Gobierno. Pero los especialistas advierten que ese crecimiento se explica, principalmente, por subas de monotributistas y empleo público. Qué está pasando en cada sector. Los desafíos pendientes.
Por Eugenia Iglesias

22 de Agosto 2017
El empleo registrado subió 1,5 por ciento en mayo último respecto de igual mes de 2016, según datos del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. Eso significa que, en un año, el número de trabajadores formales creció en 176.200 puestos. Se trató del 13° mes consecutivo de crecimiento total de empleados registrados, en términos desestacionalizados, destaca el informe oficial. El empleo privado subió 1,2 por ciento en la comparación interanual y los monotributistas aportaron 68.000 trabajadores al sistema. ¿Qué lectura se desprende de esos indicadores? ¿En qué punto está la situación laboral de la era Macri?
“El empleo que está creciendo es el de productividad medio / baja y el público”, analiza Juan Luis Bour, economista Jefe de FIEL. “Tenemos una economía donde los costos laborales son altos en la comparación internacional. Es probable que estemos en un proceso de recuperación de la actividad económica, pero que genera poco empleo. Por otro lado, al recuperarse un poco la economía, surgió la posibilidad de comprar bienes de capital y las empresas prefieren invertir en máquinas que son más baratas”, amplía.
Para Jorge Colina, economista del Instituto para el Desarrollo Social Argentino (Idesa), el empleo asalariado registrado está estancado, y coincide en que el repunte de los monotributistas se debe a los altos costos laborales: “Es caro contratar un trabajador en blanco, entonces los nuevos empleos son a través del monotributo. Es natural que suceda. Cuando la economía no crece mucho y no se revisan las cargas sociales, el empleo crece por el cuentapropismo”.
“La mayor preocupación –social y económica– es que no crece el sector asalariado. Puede, incluso, empezar a perder su participación relativa, que hace medio siglo viene siendo de tres cuartas partes del total”, es la lectura de Javier Lindenboim, investigador del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo de la Universidad de Buenos Aires. El especialista destaca que la actual situación de generación de empleo no alcanza a satisfacer el ritmo de aumento de la población del asalariado privado.

Sector por sector
En mayo último, se contabilizaron 6,2 millones de trabajadores asalariados registrados en el ámbito privado. Los sectores que mostraron crecimiento en el nivel de empleo con respecto a 2016 fueron la construcción (7,7 por ciento), el comercio (1 por ciento, a pesar de la caída del consumo), y los servicios sociales y de salud (2,9 por ciento). Del otro lado, la industria siguió exhibiendo números rojos: registró una baja del 2,8 por ciento interanual en los puestos de trabajo.
“La salud y la educación privada siempre están subiendo, incluso cuando la economía está estancada o cayendo. Eso es porque son sectores muy intensivos en mano de obra”, explica Colina, quien agrega que estos son los rubros que traccionan hacia arriba, por tener más del 70 por ciento de sus costos anclados en recursos laborales.
La construcción, que ahora muestra un repunte, pasó por una caída del 10 por ciento del empleo, entre noviembre de 2015 y junio de 2016, según la consultora Ecolatina. En mayo de 2017, el sector creció un 9,8 por ciento interanual, creándose 10.000 nuevos puestos, indican los números del Instituto de Estadística y Registro de la Industria de la Construcción (Ieric). El crecimiento de la obra pública, analiza Lindenboim, no solo explica esa suba sino que los datos también reflejan una recuperación de la obra privada.
 “La industria manufacturera, por su elevado peso dentro del empleo formal (cerca del 20 por ciento del total) y su fuerte caída en el período (-4,4 por ciento desde el cambio de gobierno), explicó la totalidad de la contracción del empleo asalariado privado. Como resultado, el empleo manufacturero hoy se encuentra en niveles similares a los de fines de 2013, casi 2 por ciento por debajo del peor momento de la crisis de 2009”, observa Ecolatina. “La industria no se puede recuperar porque los costos laborales son altos, hay falta de competitividad estructural y el gran cliente que siempre ayudaba –Brasil– está estancado”, agrega Colina.

Formalización de empleos
Durante la actual gestión, indica la investigación de Ecolatina, el número de monotributistas y asalariados del sector público creció en 160.000 trabajadores. En contraposición, los empleados registrados del sector privado mostraron una caída de 53.000 puestos.
El crecimiento de los trabajadores cuentapropistas, que alcanzaron tasas de crecimiento de entre 4 y 10 por ciento desde que asumió Macri, responde, en parte, a una formalización de empleos que ya existían pero que se mantenían fuera del mercado registrado. “Este crecimiento en realidad no corresponde totalmente a una creación de nuevos puestos”, indica Ecolatina.
En cuanto al empleo público, aproximadamente 45.000 trabajadores se sumaron a la planta estatal, variación que se concentró en el nivel provincial y municipal, según la consultora.
Mal año. “La tasa de desempleo está alta, pero no me extraña después de un 2,5 por ciento de caída del PBI el año pasado. Por los cambios de precio que hubo, debería esperarse un año malo en materia de empleo”, explica Bour, en referencia a la tasa de desocupación del 9,2 por ciento que se registró en el primer trimestre. En el cuarto trimestre de 2016, el desempleo había ascendido al 7,6 por ciento, según los datos del Indec. “Típicamente uno debería esperar que disminuya en el segundo trimestre, por una cuestión de estacionalidades, pero mi impresión es que vamos a tener un trimestre malo otra vez”, vaticina el experto de FIEL    

La reforma más urgente
Para los especialistas, las reformas laboral y tributarias son tan urgentes como necesarias para impulsar la creación de empleo. “Hay que hacer una reforma impositiva en donde se reemplacen las cargas sociales, bajen los impuestos al trabajo y pasar a cobrar más de IVA y Ganancias”, resume Colina. Para el representante de Idesa, es un paso esencial para poder generar más empleo formal entre la población de bajos recursos.
“Como tenemos un crecimiento modesto de la economía, hay que hacer que rinda a los efectos del empleo. Debería favorecer ciertas formas de contratación y revisar la legislación laboral en aquellos formatos que sean más favorables para que, cuando haya una recuperación, existan empresas que se decidan a contratar gente”, pide, por su parte, Bour, para quien no basta con bajar los impuestos –cosa que, vaticina, llegará eventualmente-, sino que  se requiere una señal para que los empresarios se decidan a invertir en capital humano.




sábado, 19 de agosto de 2017

Situación económica, empleo y elecciones primarias Carola Nuñez, Buenas y Santas, El Eco de Tandil

Entrevista de Carola Nuñez y equipo en su programa Buenas y Santas, emitido por El Eco de Tandil, FM 104.1 sobre los nexos entre la situación económica y los resultados electorales de las elecciones primarias del domingo último

La incertidumbre estadística Columna en Clarin, 19-8-2017

Columna publicada en CLARIN, 19-8-2017

La labor desarrollada por las nuevas autoridades del Instituto Nacional de Estadística y Censos viene siendo encomiable. En un lapso relativamente breve y con condiciones muchas veces harto difíciles se fue recomponiendo paulatinamente la tarea propia del organismo rector de las estadísticas públicas de Argentina. En cierto sentido, ha quedado atrás una de las etapas más negras que fuera negada o minimizada durante casi una década no sólo los funcionarios del gobierno anterior sino también por muchos académicos e investigadores.
Se han recompuesto los equipos a cargo de la Encuesta Permanente de Hogares, se ha reconstruido el Índice de Precios al Consumidor (ahora con alcance nacional), se ha vuelto a producir información creíble sobre pobreza e indigencia, se ha reconstruido la serie de generación del producto y se ha dado alguna información sobre distribución funcional del ingreso, etc.
Es bueno, sin embargo, recordar que hay tareas pendientes que son también relevantes y requieren de la atención institucional y del control (o, al menos, de la preocupación) de la comunidad. Una de las áreas que espera mayor esfuerzo es la referida a las tareas censales.
El último censo nacional de población no ha sido aun debidamente evaluado y el lapso que resta para la realización del próximo relevamiento es ya muy escaso. Probablemente se esté discutiendo una eventual reformulación de la estrategia no sólo en materia de población sino en lo que hace a los censos económicos de alcance principalmente urbano y los de naturaleza agropecuaria a tono con la tendencia a ir disminuyendo la incidencia de los grandes operativos y su reemplazo o complementación con otros mecanismos de captación. Pero los años siguen transcurriendo y la información compilada en los diversos campos comienza a tornarse obsoleta.
Son muchas las variantes imaginables. Lo que llama la atención es que no parece haberse reinstalado un viejo y fructífero hábito en este ámbito: el del permanente intercambio entre productores y usuarios de las estadísticas públicas. Naturalmente es mucho más que organizar encuentros en los que se relata la tarea realizada. La complejidad de las tareas involucradas amén de la simplificación que puede resultar del uso adecuado de las nuevas tecnologías disponibles requiere ese tipo de interacción constructiva.
Para tomar un ítem mencionemos el relativo a la distribución factorial del ingreso. Hasta 2013 teníamos una base de cálculo para la estimación del producto la así llamada base 1993. Claro que se había discontinuado la provisión de información sobre distribución del ingreso en 2008.
En 2014 –bajo la intervención que por entonces operaba en el INDEC- se inicia una nueva serie (base 2004) con datos que reemplazan los de producto en sus componentes de oferta, demanda y distribución del ingreso brindando una serie para el período 2004-2013 más allá de las variadas críticas que se le hizo a esta innovación.
A mediados de 2016, se reemplazó la serie de producto por otra que eventualmente corregía algunas distorsiones y exageraciones que contenían los datos elaborados un par de años antes. Pero, en materia de ingresos, sólo se proveyó de la participación salarial correspondiente al año 2004. De ese modo, en poco tiempo ese año tuvo un valor de 36%, sustituido por otro de 30% y finalmente otro de 32%.
Supongamos que hay razones suficientes y apropiadas para las modificaciones. Y supongamos que las informaciones metodológicas también lo son. Pero el sólo hecho de que no hay ninguna información entre el 32% de 2004 y el 52 % anunciado hace poco para 2016 no puede menos que afectar la solidez de los datos anunciados.
No es este el lugar para opinar sobre la razonabilidad o no de un aumento del 60% en la participación de los trabajadores en el “reparto de la torta”. Pero no hay dudas que para entender tamaño cambio es imprescindible disponer de la información (así sea con rangos de confianza de los datos) que muestre el comportamiento sectorial de tal cambio y su verificación a través de un período de fuerte dinamismo económico (hasta 2007 o 2008) seguido por momentos críticos como el año 2009 o de estancamiento o dinámica de zigzag en los años siguientes, incluyendo retrocesos importantes como el del año 2014.
Parte de la información necesaria para esta tarea conecta y requiere diversas áreas del propio INDEC. Algunas de ellas han expresado que tienen serias dificultades para reconstruir la totalidad de las series que fueron maltratadas durante un decenio. Pero son necesarios los mayores esfuerzos aun en condiciones de dificultades grandes como las atravesadas por la Encuesta Permanente de Hogares en parte como consecuencia de proyecciones de población y rediseños no siempre justificables.
Mientras aguarda estas instancias, la comunidad científica y los interesados y especialistas en estos temas, están expectantes para involucrarse de manera positiva y creativa para intentar cubrir los huecos subsistentes y recuperar colectivamente la desafiante tarea de disponer de estadísticas serias, oportunas y creíbles.
Javier Lindenboim es economista. Director del CEPED e Investigador del CONICET

domingo, 6 de agosto de 2017

Empleo: el desafío más sensible del repunte económico Nota de S Stang_ 6-8-17

El trabajo crecerá lento y con diferencias por sectores; qué factores modificarán la relación entre PBI y generación de puestos

DOMINGO 06 DE AGOSTO DE 2017
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LA NACION
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Empleo: el desafío más sensible del repunte económico. Foto: Archivo
¿Cuánto empleo será capaz de generar la reactivación económica que, tardíamente respecto de lo esperado, da sus señales por estos días, según los indicadores oficiales? La cuestión es el desafío quizá más sensible, porque se refiere al punto que, a los ojos de la sociedad en general, haría más atractivos los llamados brotes verdes. Según estiman varios analistas, no habrá que esperar, para los próximos meses, una alta creación de puestos en el conjunto de la economía, lo cual parece ser un llamado para la instrumentación de políticas y acciones que tiendan a mejorar la relación entre el nivel de actividad y el de ocupación. Y, por tanto, a mejorar el nivel de vida.
El mapa del empleo muestra -según datos del Indec correspondientes al primer trimestre del año- que en el país hay 19,85 millones de ocupados. Tres de cada cuatro son asalariados y uno de cada cuatro está en el cuentapropismo. Y un tercio de los dependientes no está registrado.
Cuando se mira sólo el segmento de los asalariados en blanco del sector privado (según la información del Sistema Integrado Previsional Argentino - SIPA), resultan ser 6,18 millones las personas incluidas a mayo pasado, una cifra superior en un 0,5% respecto de un año atrás. En los últimos tiempos, la variación no fue significativa y, si bien en agosto de 2016 cambió el signo de negativo a positivo, en abril y mayo pasados hubo leves caídas mensuales.
El alza del 0,5% interanual es un promedio de los movimientos dispares que hay en el mercado laboral. Por caso, mientras que en la construcción (donde está el 7% de los empleos en blanco) la evolución fue positiva y del 7,7%, en la industria (que reúne a casi el 20% de los asalariados registrados) los números reflejan una caída interanual del 2,8%. En el primer caso, la actividad en las obras (principalmente las públicas) viene creciendo a ritmo alto desde marzo, después de un 2016 con meses de muy escaso movimiento. Y las fábricas (medidas en su conjunto) comenzaron a reactivarse en mayo en la comparación interanual, pero en este caso, el nivel de empleo suele ser más inflexible, porque durante la caída de la producción hubo plantas en las que se mantuvo a trabajadores, con menos horas ocupadas.
Foto: LA NACION
Para los próximos meses, los analistas prevén, por lo general, un nivel promedio de creación de puestos que permitiría mantener la desocupación en un nivel cercano al actual, pero sin reducirla significativamente.
"Nosotros tenemos un análisis de largo plazo que muestra elasticidades entre el empleo formal y el producto de 0,7", dice desde el Ministerio de Trabajo José Anchorena, subsecretario de Estadísticas, Estudios y Políticas Laborales, quien afirma que esa relación puede mejorar con determinadas políticas. La elasticidad citada significa que, por cada punto de crecimiento del Producto Bruto Interno (PBI), crece 0,7% el empleo.
Si eso se diera así en adelante y si se creciera a una tasa del 3% anual, se crearían unos 130.000 puestos asalariados formales privados en un año, o 250.000 si esa relación pudiera extrapolarse a todo el trabajo en blanco (incluyendo a cuentapropistas y al sector público donde, en rigor, juegan factores diferentes). Según Anchorena, como en épocas de crecimiento hay cierta tendencia a una regularización de trabajadores, la elasticidad resulta más baja en el sector informal: cae a 0,4 por cada punto del producto.
Algunos economistas de consultoras privadas, como Marcelo Capello, del Ieral, ubican sus proyecciones en cifras cercanas a las mencionadas.
Un crecimiento aproximado del 3% anual del PBI es la estimación promedio que hacen, para 2017, 2018 y 2019, los centros de estudios que participan del Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM), publicado por el Banco Central.
El número de puestos de trabajo que, según se estima, podrían crearse en la actividad privada, es una cifra cercana al número de personas que se suman cada año a la fuerza laboral sólo por el crecimiento de la población. Es por eso que, de no mediar factores o acciones que aceleren la generación de puestos, no se lograría una baja del desempleo, un indicador que también depende del porcentaje de la población que esté activa (es decir que tiene o busca trabajo).
Para Leonardo Gasparini, director del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales (Cedlas) de la Universidad de La Plata, en América latina un crecimiento anual del PBI del 4% por cuatro años estaría asociado, en promedio, con un aumento de menos de dos puntos en la tasa de empleo, según la conclusión del análisis de una amplia base de datos. "La realidad argentina podría ser diferente, pero es útil tener en cuenta estas estimaciones como indicativas de la magnitud de lo esperable", dice.
"Es probable que en el corto plazo el repunte de la actividad no se refleje en una mejora sensible de los indicadores laborales", dice Fabio Bertranou, director de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) para el Cono Sur. Cita al menos dos razones para ello: una, que hay sectores, entre los que ganaron dinamismo, que tienen baja tasa de elasticidad del empleo (no es el caso de la construcción), y la otra, que en los últimos tiempos hubo cierta resiliencia, que llevó a que el desempleo se haya mantenido sin subir a dos dígitos y a que la informalidad no subiera sustancialmente.
Un relevamiento realizado en junio por SEL Consultores entre 1400 empresas, mostró que, a la hora de identificar en qué momento se reactivarían las búsquedas laborales, las respuestas se concentraron en 2018: marcaron ese año el 33% de las micropymes, el 36% de las pymes y el 40% de las grandes firmas. Y, mientras que muchos eligieron el renglón del "no sabe", para este 2017 mostraron optimismo el 9% de las empresas micro y el 15% de las medianas y grandes.
Entre los factores que pueden incidir en la relación entre PBI y empleo están el perfil del repunte económico; las reglas en las relaciones entre empleadores y trabajadores; el avance tecnológico, y la situación social.
El perfil del crecimiento. "El empleo crece de manera heterogénea, como la economía. En servicios, comercio y construcción avanza, y en la industria cae en las ramas más mano de obra intensiva", afirma Dante Sica, director de la consultora Abeceb, donde estiman que este año el empleo crecería un 1% "y en 2018 algo más, porque hay sectores, como el de petróleo y minería, que tienen hoy tasas negativas pero que guardan potencial para crecer".
Gasparini apunta que los sectores de mayor generación de empleos (y en particular, de empleos no calificados) son la construcción, el comercio y los servicios personales. Pero, a la vez, "son los menos dinámicos en cuanto a productividad y generación de divisas". Por eso, dice, la estrategia de crecimiento "debe ser balanceada".
Un punto a considerar es qué pasó con los niveles de ocupación de cada actividad en tiempos de recesión. "En algunos sectores, la caída del empleo no fue tanta como la del nivel de actividad; esto indica que ahora tampoco habrá tanto efecto", señala el economista Luis Beccaria, investigador de la Universidad de General Sarmiento. En casos en que se mantuvieron las dotaciones (o no se redujeron tanto como la actividad) habrá más horas de trabajo y más ingresos para quienes ya están, pero no más puestos.
Esa situación diferencia a lo que podría pasar ahora respecto de lo que pasó tras la salida de la gran crisis de 2001. Un estudio del Ieral muestra que, si bien en el período de 2004 a 2017 la elasticidad entre empleo y producto fue de 0,66, hay diferencias cuando se mira el dato por etapas. Entre 2004 y 2007, la tasa fue de 1,53. "Había una alta capacidad productiva no utilizada", recuerda Capello.
Javier Lindenboim, director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (Cedes) de la UBA, dice que, en aquellos tiempos de principios del siglo, se habían movido con más rapidez las pymes, un segmento de la actividad tecnológicamente no tan avanzado y, a la vez, mano de obra intensivo. "Ahora el sector medio del empresariado no se decide a pensarse a sí mismo formando parte de la estrategia de crecimiento", analiza. Y la causa sería que fue golpeado por factores como el incremento de las tarifas.
"Hay que ver el peso del costo de las tarifas en cada caso, pero en los últimos años se había perdido eficiencia energética y hay mucho por mejorar; de hecho, hoy se ve que la actividad y el uso de energía decrece. Eso se llama eficiencia energética", afirma un funcionario del Gobierno.
Mientras tanto, y frente a las noticias de despidos en varias empresas, en la cartera de Trabajo señalan que la dinámica laboral tiene un promedio de 300.000 bajas y 300.000 altas mensuales, con un saldo que en los últimos meses no da negativo.
Las políticas y regulaciones. "La elasticidad puede elevarse si el Gobierno implementa reformas en las regulaciones y genera incentivos para las contrataciones", señala Capello, quien agrega que la creación de puestos "resultará mayor o menor en función de lo que ocurra con el precio relativo entre el trabajo y el capital, porque hoy la ecuación favorece la automatización de tareas".
Desde el Gobierno ya se manifestó con toda claridad que se considera elevado el costo de los contratos laborales. El demorado debate sobre esa cuestión, de la que hay diferentes puntos de vista, está atado tanto a la reforma tributaria como a la previsional, ambas comprometidas por ley para los próximos años. En lo que a los cambios jubilatorios se refiere, no es menor el análisis de los efectos que en el mercado laboral podría tener el hecho de incentivar a las personas a quedarse más años en actividad.
Para Capello, una reducción segmentada de los costos laborales no salariales y la capacitación para jóvenes hoy inactivos, serían dos medidas de acción fundamentales.
Sica agrega que debería hacerse eje en bajar la informalidad y en modernizar las relaciones del trabajo, "porque algunos convenios colectivos reflejan formas de trabajar de los años 60". Según el economista, los acuerdos sectoriales de competitividad que impulsa el Gobierno (iniciados con el caso de Vaca Muerta) "son un puente hacia una nueva ley".
Coincide Lindenboim en que habrá que discutir la dinámica de los vínculos. Agrega que rigen cuestiones que son beneficiosas para algunas estructuras sindicales, pero no para los trabajadores representados.
Desde la cartera laboral, Anchorena enumera tres acciones que, según considera, favorecen la dinámica del trabajo: la promoción de la ley de primer empleo (que el Gobierno no logra que apruebe el Congreso); el desincentivo a la judicialidad (se aprobó una ley tendiente a reducir los litigios por accidentes de trabajo, a la que deben adherir las provincia), y las políticas de formación profesional.
Un tema que se sumó a la agenda del debate es la reforma laboral aprobada por Brasil, que le daría a ese país más competitividad en término de costos de mano de obra. "Probablemente acelere en nuestro país el debate sobre la posibilidad de flexibilizar los convenios", considera Capello. En Brasil, señala, uno de los cambios importantes fue el de disminuir la influencia de las convenciones colectivas en favor de acuerdos individuales, por empresas y por sector.
"La reforma de Brasil presiona porque está en la región y es un país que busca captar inversiones; no hay que copiarlo, pero tampoco hay que ignorarlo", sentencia Sica.
El avance tecnológico. En la opinión de Gasparini, este factor es central entre los que podrán modificar la relación esperable entre el crecimiento económico y el empleo. El investigador del Cedlas considera que, más importante que la magnitud de la tasa a la que avance el PBI, es que la tendencia positiva se mantenga por muchos años.
Mientras que en la industria la tendencia a la caída del empleo en muchas partes del mundo ya está dada por las tecnologías, considera Gasparini, la novedad es que los cambios llegan a servicios que se creían blindados a los efectos de la robotización.
Desde la OIT se hizo este año un llamado para promover una agenda de debates sobre políticas y acciones que podrían mitigar los impactos en el mundo laboral de la robotización y las nuevas formas de la economía. Reorientar planes educativos, reducir jornadas laborales, fijar un ingreso básico universal, y hasta disponer un impuesto al robot, son algunos temas que, a nivel global, se discuten.
La estructura social y del empleo. En una Argentina en la que tres de cada diez habitantes son pobres, la creación de empleos que incluyan a las personas de grupos vulnerables y una formalización significativa de la economía no registrada, son desafíos que potencian al puro objetivo de que haya más fuentes laborales.
"Una cuestión a tener en cuenta es qué tipo de empleo se va a generar, porque hoy buena parte del stock de desempleados y también de quienes se suman a ese universo son personas con baja calificación", advierte Beccaria. Sobre el plan Empalme que lanzó el Gobierno, sostiene que, aun cuando no genera más puestos, sí apunta a una mejora distributiva, porque ayudará a quienes no tienen el llamado "capital social", a incorporarse al segmento formal. El plan promueve que quienes cobran planes sociales los mantengan durante los primeros meses de una contratación laboral en el sector privado, y que el monto mensual cobrado sea a cuenta de lo que debe pagar el empleador. Así, se beneficia a ambas partes.
Según los datos del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica (UCA), menos de la mitad de los trabajadores de los centros urbanos del país (sean asalariados o cuentapropistas) tiene un empleo en el que se cumplen plenamente los derechos. El índice se reduce a sólo el 11% en el estrato socio económico más bajo de la población.
"Hay que perseverar en consolidar un programa integral de promoción de la formalización -destaca Bertranou, de la OIT-. El empleo en condiciones precarias es y será de baja productividad, a la vez que la informalidad perpetúa la exclusión social. Además, las políticas de desarrollo productivo tendientes a diversificar y complejizar la matriz, requieren trabajadores formales, calificados y con habilidades acordes a las nuevas exigencias del esquema productivo".

Los cambios que vendrían en la legislación

Los ejes de una reforma
Bajar los costos de las contrataciones, promover una menor conflictividad y establecer un sistema permanente de capacitación, serían los ejes de la reforma laboral que impulsará el Gobierno después de las elecciones de octubre
El efecto Brasil
El ministro de Trabajo, Jorge Triaca, dijo días atrás, en declaraciones radiales, que "la reforma de Brasil se adecua a lo que quieren hacer ellos y no a lo que necesitamos nosotros"
La promesa del consenso
El funcionario también afirmó, ya varias veces, que hay que descartar reformas que no estén consensuadas entre los diferentes actores de la economía. "Hay posibilidad de diálogo entre Gobierno, trabajadores y empresarios", dijo