jueves, 12 de mayo de 2022

Por qué el repunte de la economía...no llega a los bolsillos de la gente - Entrevista de Santiago Rojas publicada en Perfil 11-5-2022

 Entrevista de Santiago Rojas publicada en PERFIL, 11-5-22

Por qué el repunte de la economía al que se refiere Guzmán, y esperanza a Alberto Fernández, no llega los bolsillos de la gente


Ayer 20:49

El ministro de economía Martín Guzmán habló en varias exposiciones sobre el crecimiento que Argentina viene teniendo en este último período, casi superando los niveles prepandémicos. De hecho, afirmó durante su disertación ante empresarios en Bariloche que “el producto creció 10,3%” superando cualquier proyección.

En este sentido a Alberto Fernández está esperanzado con respecto al crecimiento de los índices económicos se observó durante su visita a España y luego Alemania según lo comentado por Rosario Ayerdi en Radio Perfil.

No obstante, lo que resulta interesante es saber por qué el crecimiento que anuncian desde el Gobierno no se refleja en los bolsillos de los argentinos.

Por eso es que diferentes economistas ofrecen su mirada a PERFIL para determinar las causas teniendo en cuenta que los índices de pobreza, inflación y pérdida del poder adquisitivo de los salarios en los últimos son catastróficos.

Enfoques económicos

Según Guido Lapa, economista y docente de la UBA, asegura que el mejoramiento no tiene que ver solamente con las exportaciones récords sino también con una recomposición del empleo que deja el desempleo en el 7%. “Pero la realidad es que el crecimiento de 2021 estuvo pésimamente distribuido y fue apropiado por los sectores más concentrados de la economía argentina”.

Y agrega que el gobierno es totalmente responsable de la situación ya que tomaron medidas “como el aumento de los salarios por debajo de la inflación. Está jugado en respetar a rajatabla el acuerdo con el fondo y es claramente regresivo en la distribución del ingreso porque finalmente promueve una devaluación, promueve una suba de Tarifa porque finalmente promueve una sudadera tasa de interés. Una política regresiva”.

Argentina, el país del Cono Sur con mayor deterioro del poder adquisitivo

En cuanto al especialista en mercado laboral e investigador de la UBA, Javier Lindenboim, pone en duda el repunte de la economía y asegura “primero lo que necesitamos es crecer. No se puede hacer lo que uno quiera con las arcas públicas” y destacó la necesidad de acrecentar la tasa de inversión.

“El gobierno de Néstor tuvo menor tasa de inversión que el gobierno de Menem, el primer gobierno de Cristina tuvo menos que el de su marido, en su segundo mandato menos que el primero y el de Macri menos que el segundo de Cristina, eso es el dato objetivo con un país que necesita la inversión porque es mentira que no hace falta la inversión”.

Y agregó “los chinos tenían una tasa de inversión cercana de 40% y nosotros estamos rascando el 15. Cómo podemos planificar una dinámica económica que sea inclusiva, que sea todo lo que queramos, pero primero lo que necesitamos es crecer”.

Tarda en llegar a la gente vs dudar de la recuperación

Por su parte, el economista Pablo Tigani, asegura “cuando los números macro empiezan a mejorar pasan tres años por lo menos para que le llegue a la gente”. A su vez relata que en 2005 era el tercer año que Argentina crecía entre 8 y 9 puntos, la gente no se enteraba. Se trata de un período mayor. “Yo creo que recién empezamos a ver el bienestar en el año 2006”.

“Está empezando a venir la inversión. Se está recuperando la tasa, se recuperó lo que se perdió en la pandemia. Estamos como en 2018, mejor que en 2019, por lo menos cuatro o cinco puntos arriba en términos de consumo y tres puntos arriba en términos de PBI con una proyección de 4 puntos”.

Más de la mitad de los niños argentinos son pobres, con serias consecuencias para su futuro

Por último; Marcelo Ramal, economista y docente, expone que el Gobierno tiene un aspecto muy focalizado y parcial del proceso económico, que es la evolución de las exportaciones están influenciadas por la suba de los precios internacionales, “este es un aspecto central del problema”.

Además sentencia que el otro elemento a tener en cuenta es que “efectivamente los elementos de reactivación se están dando sobre un escenario de bajos salarios. Está favorecido por un escenario de condiciones salariales y laborales muy bajas”.

Y agrega, “es muy característico en los ciclos capitalistas, que es que justamente la remontada de un ciclo, parte de un cuadro de condiciones laborales degradadas y salarios bajos. Yo coloco digamos de todas maneras entre paréntesis la idea de una recuperación económica, se toman algunos datos aislados como es el del comercio exterior”.

Empleo y salarios Entrevista de Hugo MACCHIAVELLI, Hoy nos toca, Canal de la ciudad, 11-5-22

 Entrevista de Hugo Macchiavelli, Hoy nos toca, Canal de la Ciudad, 11-5-2022


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domingo, 8 de mayo de 2022

Es más inteligente no inventar gastos sin recursos que crear impuestos Entrevista de Silvia Stang, LA NACION, 8-5-22

 Entrevista de Silvia Stang en LA NACION, 8-5-2022

Javier Lindenboim: “Los kirchneristas creen que un impuesto nuevo es un triunfo para los trabajadores; es más inteligente no inventar gastos sin recursos”

El economista analizó la situación macro, el escenario laboral y las paritarias; advirtió que la pandemia dejó al país en una situación más complicada que la anterior en cuanto a los problemas de calidad del empleo, y afirmó que hoy no existe un horizonte

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LA NACION
Javier Lindenboim: "Socialmente hablamos, no salimos de la rapiña entre nosotros; necesitamos un esfuerzo mucho más compartido y que se fije un horizonte para la recuperación"
Javier Lindenboim: "Socialmente hablamos, no salimos de la rapiña entre nosotros; necesitamos un esfuerzo mucho más compartido y que se fije un horizonte para la recuperación"Victoria Gesualdi / AFV

Es licenciado en Economía Política por la Universidad de Buenos Aires (UBA), con un posgrado en Formación de Investigadores en Desarrollo Urbano y Regional del Instituto Di Tella; fue docente en diferentes casas de estudio; es investigador del Conicet y dirige el Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (Ceped) de la UBA

“Más allá de todo lo que arrastramos [en materia de problemas laborales], la pandemia nos puso en un escalón más complicado aún, porque la recuperación de la fuerza de trabajo [tras la cuarentena] se produjo en gran medida en dos componentes de no buena calidad: el de los asalariados privados no registrados y el de los no asalariados, que en parte es posible que estén registrados en el sistema previsional y Dios sabe con qué regularidad hacen sus aportes, pero creo que no nos equivocamos si decimos que en su mayor parte no están registrados”, sostuvo, en diálogo con LA NACION, el economista Javier Lindenboim, director del Centro de Estudios sobre Población Empleo y Desarrollo (Ceped) de la UBA. Según advirtió, las condiciones están dadas para que el problema se profundice y eso, señaló, se deriva del “gran lío” que hay en el Gobierno, que no puede concretar las medidas necesarias para que se pueda avanzar hacia un contexto favorable al crecimiento.

Además de marcar las falencias en la calidad del empleo que afectan a millones de trabajadores en el país, Lindenboim se refirió al problema que impacta en los bolsillos de todos: “En el acuerdo con el FMI hay, no en la letra sino en el espíritu, una certeza de que el proceso inflacionario va a ser de tal intensidad que va a ayudar al cumplimiento de las metas, ese es un argumento en contra de las posibilidades de mirar con optimismo el futuro de los próximos meses del mercado de trabajo; el cinturón va a seguir apretando”, concluyó.

El “lío” en el Gobierno, agregó, hace que terminen primando “las viejas recetas que ya en los años anteriores de kirchnerismo en el poder se pusieron en práctica, y que contribuyeron a traernos hasta aquí”.

–¿A qué se refiere con las medidas necesarias que no se toman?

–Prácticamente todas las que podrían contribuir, no ya a que haya un superávit fiscal, sino a no agravar el déficit fiscal; algunas están en el acuerdo con el Fondo Monetario, como lo de tarifas. En la Argentina, al menos hasta donde yo conozco, por décadas hablar de equilibrio fiscal era atributo de la mirada más ortodoxa de la economía. Ahí Néstor Kirchner vino a producir un cambio, porque tenía todas las condiciones a su favor para hacerlo, se aferró a eso y defendió la política de los superávits gemelos [fiscal y comercial], con lo cual todos los que miraban la búsqueda del equilibrio o de superávit fiscal como algo feo, malo sucio se quedaron sin argumentos. Pero luego eso se perdió con diferentes medidas y no se pudo volver a salir del déficit fiscal.

–Más allá de las políticas macro, ¿qué peso pueden tener eventuales cambios en la legislación laboral, si se busca que haya más empleo y de buena calidad?

–Creo que la estructura de funcionamiento del mercado de trabajo en una cantidad de áreas es algo importante, y hay una cerrazón a discutir el tema por parte del sindicalismo. Lo poco que se intentó hacer fue en la época de Macri y con acuerdos sectoriales, como los de Vaca Muerta. Con las actuales condiciones, en la Argentina los acuerdos de orden general son muy difíciles y, por lo tanto, analizar por cadenas de producción, por sectores, puede ser la vía, pero igual es algo muy difícil. Ese es un punto. También está la discusión sobre el sistema previsional, en la cual nadie le quiere poner la cara a decir que no solo está bastante deteriorado, sino que buena parte de las medidas que con ojos entusiastamente progresistas se vieron como avances de derechos, al haberse hecho sin sustento actuarial para ver cómo se sostenían a futuro, lograron agravar el problema. Es cierto que la política tiene predominio sobre la economía, pero debería ser consciente de que lo que induce a hacer no es inocuo en lo económico. Sabemos que, aproximadamente, por cada tres puntos de crecimiento del PBI, el empleo puede crecer un punto en la Argentina, pero veo difícil que hoy se cumpla eso y, entonces, ni siquiera estamos en condiciones de que se creen los puestos necesarios para quienes se incorporan.

–Frente a la aceleración de la inflación, se planteó desde el Gobierno, por un lado, la dinamización de las paritarias y, por el otro, el pago de bonos desde el Estado a una parte de la población, ¿cómo ve esas medidas?

–Sobre lo primero, se me vienen a la mente algunas apreciaciones de Roberto Frenkel que, cuando se proponían acortamientos de plazos para hacer los reajustes y, en general, cuando se proponían hacer ajustes con respecto a los acontecimientos pasados y no sobre un plan futuro, hablaba espantado de los posibles resultados que se pueden obtener en materia de aceleración inflacionaria. Estamos como en una calesita loca. Es cierto que la situación requiere que se tomen algunas medidas para ayudar a los sectores populares, pero también es cierto que no todos los empleadores están en condiciones de hacerse cargo de nuevas erogaciones sin pasar eso a precios. Creo que en el Gobierno, y fuera el Gobierno también, no hay conciencia de la gravedad de la situación, cada uno pega el grito donde le duele un poco el callo. No aparece alguna línea de pensamiento que lleve a tomar medidas en algún sentido. Es un momento en que la perinola dice ‘todos ponen’, así que no es tiempo de que chicaneemos para llevarnos un pedazo más de la torta, sino que tenemos que ver qué podemos aportar. Eso es fácil decirlo, pero políticamente es algo extremadamente difícil, mucho más si una parte del Gobierno sigue manteniendo argumentos como si lo que pasa no pasara; el kirchnerismo sigue planteando cosas como si el mundo fuera el de no sé cuándo. En situaciones críticas puede haber algunas medidas que transitoriamente tapen un agujero, pero estoy convencido de que ninguna medida parcial puede ser satisfactoria. Hay sindicatos con capacidad de presión, camioneros, bancarios, aceiteros, que consiguen mejoras sustanciales; los demás van a estar mirando a ver si pueden tomar un pancito para mojarlo en el café con leche. Pero de ahí no salimos. Socialmente hablando, no salimos de la rapiña entre nosotros. Y necesitamos un esfuerzo mucho más compartido y que se fije un horizonte no inmediato para la recuperación. Alguien puede decir que es injusto y que los trabajadores no tienen por qué hacerse cargo; sí, estoy convencido de que es injusto y de que el capitalismo produce injusticias, pero vivimos con el capitalismo y tenemos que encontrar salidas económicas y políticas.

–Una década atrás, según datos oficiales, había igual o incluso mayor cantidad de asalariados registrados del sector privado que ahora; teniendo en cuenta ese dato y el actual contexto, ¿influye la negociación salarial en la dinámica del empleo?

–Desde el punto de vista general es muy difícil tener una apreciación, porque eso depende de los diferentes ámbitos de actividad económica y de si han podido o no hacer modificaciones tecnológicas ahorradoras de mano de obra. Creo que eso de que porque la mano de obra es más cara echo gente, puede ser en un contexto en el cual cada vez vendo menos, pero si estoy vendiendo cada vez más, es distinto. Creo que es un caballito de batalla del empresario azuzar el peligro de los despidos y eso puede generar nuevamente lo que pasó con la prohibición de despidos, que no resolvía los problemas, sino que los ponía bajo tensión. Lo de las paritarias es comprensible en un contexto en el que no existe el planteo de un horizonte. Imaginemos algo difícil de imaginar en la Argentina: que el Gobierno se planta después de haber cosechado credibilidad por parte de la ciudadanía y que diga: ‘bueno, estamos en un lío tan importante que lo que tenemos que hacer es tal y tal cosa, que en lo inmediato no nos va a resolver muchas, solo alguna cuestión, pero es la única manera de llegar en dos, tres, cuatro o cinco años a un punto medianamente satisfactorio’. Eso produciría en la sociedad un sacudón; a lo mejor es una utopía muy grande, pero creo que si no es por ese lado, no tenemos forma.

–En los últimos años sí creció el número de empleados públicos y de monotributistas, con aportes considerados bajos para la sostenibilidad del sistema jubilatorio, donde está parte del problema fiscal actual y hacia adelante. Más allá de las causas, ¿qué efectos futuros pueden esperarse de esa dinámica del mundo laboral?

–El sector público en los últimos 15 años mantuvo una dinámica ascendente, más allá de cómo le fue yendo al país. Y monotributistas es una categoría que también creció. En lo previsional, yo no pondría el acento en ese segmento o en el de personal de casas particulares; creo que tenemos demasiados sistemas que no son de privilegio, pero sí especiales, que se estructuraron para dar respuesta a demandas de sectores, como los de docentes, investigadores, etcétera. Eso tampoco es equitativo, porque más allá de que se haya aportado un poco más, todos los aportes actualizados no alcanzan a cubrir las retribuciones que se dan. Quiero decir que yo no miraría solo en la parte baja, sino que, si me meto a discutir el tema previsional, incluiría todo el conjunto.

–Con la percepción de una muy alta presión tributaria y con los cuestionamientos al gasto público, existe una brecha de la que últimamente se habla mucho: una parte de la sociedad percibe que paga impuestos y que hay otra parte que solo recibe dinero, ¿cómo ve ese tema?

–Un mundo y otro no funcionan separados. El mundo al que llamamos informal tiene muchísimos intersticios que lo vinculan al que llamamos formal, por lo cual este último está negreando también y, a la vez, el mundo llamado informal alguna cosa en blanco hace. Creo que, efectivamente, hay una percepción en la sociedad de que hay una presión fiscal muy elevada y tiene que ver con lo que pasa con el gasto también; por ejemplo, que haya disminuido la matrícula escolar es algo que no tiene justificación. Y hay un debate espurio en el Gobierno, porque los kirchneristas creen que poner un impuesto nuevo es un triunfo para los trabajadores, y yo creo que es una torpeza pensar las cosas en ese contexto, porque todo va a depender de a quién se grave, de cómo se grave y de qué destino se dará a lo recaudado. Es más inteligente no inventar erogaciones sin recursos. Estoy de acuerdo con que hay presión fiscal, en lo que no estoy de acuerdo es en ese argumento que suena redondito, de que unos pagan mucho y otros no pagan nada, y peor aún, que son los que reciben. Creo que eso no es literalmente así; un punto elemental es que los sectores más pobres pagan IVA, aunque no sé si ese IVA llega al Estado [o queda en el camino], y otro punto es el de las conexiones entre el sector formal e informal. Por ejemplo, si hablamos de la confección de prendas y se mira cuánta tela se fabricó, y si con la tela que se fabricó y no se exportó se podría producir el doble de trajes de los que están informados, entonces la mitad de los trajes se vendió en negro; es un ejemplo burdo, pero lo doy para que se entienda la conexión entre el mundo formal e informal. La escisión no sirve de mucho, sí sirve la discusión sobre la eficiencia del fisco.

–¿Y cómo influye el peso de la carga fiscal en las posibilidades de crecimiento de la actividad?

–Depende mucho de lo que haga el fisco, si vuelca una parte importante de los ingresos a crear algo en un sector en el que estamos en déficit, como la infraestructura, sería a largo plazo extremadamente favorable para el crecimiento. Pero si se dilapida de muchas maneras, no podemos menos que mirar esa carga como algo contrario al crecimiento; ahí está incluida la corruptela.

miércoles, 4 de mayo de 2022

La situación laboral actual Entrevista de Luciana Vázquez, FM Milenium 4-5-22

 Entrevista de Luciana Vázquez, La pregunta sin fin, FM Milenium, 4-5-2022



Por qué la precarización del empleo y los bajos salarios preocupan más que la desocupación Nota de Santiago Rojas, Perfil, 3-5-22

 Entrevista incluida en la nota de Santiago Rojas, PERFIL, 3-5-22

Por qué la precarización del empleo y los bajos salarios preocupan más que la desocupación


La desocupación bajó a un 7%, dicen los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), dato que el dirigente Luis D’Elía abraza para defender al Gobierno Nacional en sus apariciones públicas.

Dicho dato aparenta ser alentador si no estuviesen a la vista también los datos de la pobreza arrojados por el mismo organismo reflejando un 37,3% para el segundo semestre del 2021. Más aún si tenemos en cuenta que la pobreza se duplicó penetrando al núcleo de la clase trabajadora; en 2011 un 12,7% de las personas con trabajo, eran pobres, y en 2021 ese porcentaje llegó al 28,2%, según el informe del Observatorio de Deuda Social Argentina (ODSA).

Economistas expresan su postura sobre las causantes de dicho fenómeno vinculadas al desplome del empleo y el salario. Javier Lindenboim, economista especialista laboral, expresó que en el gobierno de Mauricio Macri hubo una pérdida anual de 10 mil puestos de trabajo y en el primer bienio de Alberto Fernández esa cifra fue superior, alcanzando 50 mil empleos menos por año.

Más de la mitad de los niños argentinos son pobres, con serias consecuencias para su futuro

En cuanto a los ingresos salariales aseguró que hubo un deterioro y los que más perdieron, en el último sexenio, fueron los precarios (no registrados) a los que le siguieron los empleados públicos y luego, con menor perjuicio, los registrados.

“El último dato disponible, enero de 2022, respecto de diciembre de 2015 pierde casi el 34%. Para homogeneizar tomamos diciembre de 2015 y 2021. Así, la caída se reduce al 14%. Ha habido estancamiento del empleo de calidad y pérdida de los ingresos a niveles similares al promedio de 2008-2010”, agregó en su columna para un medio nacional.

A su vez; Damián Di Pace, analista económico e investigador, argumenta que el dato del 7% de desocupación es el dato más precario y peligroso que tiene argentina y explica que, si se toman los últimos 10 años, el salario a la salida privada cayó 1,5%.

“Estamos ante un escenario de precariedad laboral y de caída del empleo registrado. El crecimiento de los monotributistas de bases de alícuotas para los impuestos y bases de mínimos imponibles recontra desactualizados; y los que están empleados son de muy baja calidad”, afirmó el economista.

Advierten que sin planes sociales, la pobreza en Argentina podría llegar al 50 por ciento

“Por otra parte el autónomo, que es el emprendedor, cayó 8,7%. Tenemos menos autónomos en nuestro país básicamente porque están regodeados de impuestos, 35% de ganancia tienen que facturar con 21% de IVA  y 3% de Ingresos Brutos. Además, no se subieron las bases de los mínimos no imponible, por lo cual, un autónomo con 63 mil pesos paga ganancias, una locura”, finaliza Di Pace.

Según Marcelo Ramal, economista y docente de la UBA, aclara que a las estadísticas de desocupación hay que verlas bajo el prisma de la creciente precarización laboral, no solo en la Argentina, sino también del mundo entero.

“Las personas que ya han renunciado a un empleo formal, ahora se declaran ocupadas, simplemente porque a lo mejor hacen changas o llevan adelante tareas de una enorme informalidad. Hay una camada muy grande de trabajadores de aplicaciones de reparto, como Uber, que llevan adelante tareas que formalmente implican una ocupación, pero refleja una consolidación del subempleo y esto ha sido profundizado por la pandemia”, explica Ramal.

desocupación bajó a un 7%, dicen los datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), dato que el dirigente Luis D’Elía abraza para defender al Gobierno Nacional en sus apariciones públicas.

Dicho dato aparenta ser alentador si no estuviesen a la vista también los datos de la pobreza arrojados por el mismo organismo reflejando un 37,3% para el segundo semestre del 2021. Más aún si tenemos en cuenta que la pobreza se duplicó penetrando al núcleo de la clase trabajadora; en 2011 un 12,7% de las personas con trabajo, eran pobres, y en 2021 ese porcentaje llegó al 28,2%, según el informe del Observatorio de Deuda Social Argentina (ODSA).

Economistas expresan su postura sobre las causantes de dicho fenómeno vinculadas al desplome del empleo y el salario. Javier Lindenboim, economista especialista laboral, expresó que en el gobierno de Mauricio Macri hubo una pérdida anual de 10 mil puestos de trabajo y en el primer bienio de Alberto Fernández esa cifra fue superior, alcanzando 50 mil empleos menos por año.

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En cuanto a los ingresos salariales aseguró que hubo un deterioro y los que más perdieron, en el último sexenio, fueron los precarios (no registrados) a los que le siguieron los empleados públicos y luego, con menor perjuicio, los registrados.

“El último dato disponible, enero de 2022, respecto de diciembre de 2015 pierde casi el 34%. Para homogeneizar tomamos diciembre de 2015 y 2021. Así, la caída se reduce al 14%. Ha habido estancamiento del empleo de calidad y pérdida de los ingresos a niveles similares al promedio de 2008-2010”, agregó en su columna para un medio nacional.

A su vez; Damián Di Pace, analista económico e investigador, argumenta que el dato del 7% de desocupación es el dato más precario y peligroso que tiene argentina y explica que, si se toman los últimos 10 años, el salario a la salida privada cayó 1,5%.

“Estamos ante un escenario de precariedad laboral y de caída del empleo registrado. El crecimiento de los monotributistas de bases de alícuotas para los impuestos y bases de mínimos imponibles recontra desactualizados; y los que están empleados son de muy baja calidad”, afirmó el economista.

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“Por otra parte el autónomo, que es el emprendedor, cayó 8,7%. Tenemos menos autónomos en nuestro país básicamente porque están regodeados de impuestos, 35% de ganancia tienen que facturar con 21% de IVA  y 3% de Ingresos Brutos. Además, no se subieron las bases de los mínimos no imponible, por lo cual, un autónomo con 63 mil pesos paga ganancias, una locura”, finaliza Di Pace.

Según Marcelo Ramal, economista y docente de la UBA, aclara que a las estadísticas de desocupación hay que verlas bajo el prisma de la creciente precarización laboral, no solo en la Argentina, sino también del mundo entero.

“Las personas que ya han renunciado a un empleo formal, ahora se declaran ocupadas, simplemente porque a lo mejor hacen changas o llevan adelante tareas de una enorme informalidad. Hay una camada muy grande de trabajadores de aplicaciones de reparto, como Uber, que llevan adelante tareas que formalmente implican una ocupación, pero refleja una consolidación del subempleo y esto ha sido profundizado por la pandemia”, explica Ramal.