domingo, 19 de agosto de 2018

Apuntes para evaluar la situación sociolaboral LA NACION 19-8-2018

Columna publicada en LA NACION el 19-8-2018

Apuntes para evaluar la situación sociolaboral

Javier Lindenboim
Javier LindenboimPARA LA NACION
Hay más puestos laborales que ocupados; cómo varían los ingresos
(1)
19 de agosto de 2018  
No pocas veces suelen mezclarse conceptos oscureciendo algunos análisis sociolaborales. Una de las confusiones surge cuando se habla de puestos de trabajo y de personas ocupadas. ¿Es lo mismo? De ninguna manera. Solo si cada persona desarrolla una actividad económica a lo largo de su jornada laboral podrían ser sinónimos. En la Argentina es incierto el registro del pluriempleo pese a que la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) incluye en su formulario la pregunta respectiva. Uno de los casos más conocidos es el del servicio doméstico: allí predomina el trabajo para más de un empleador. Otros ocupados tienen una actividad en relación de dependencia y otra de forma autónoma, caso típico en ciertas profesiones, como las vinculadas con la medicina.
Las estadísticas que provienen de la EPH indagan sobre la ocupación de las personas y la Cuenta de Generación del Ingreso de Cuentas Nacionales se preocupa del número de puestos. La expansión al total del país de los datos de la encuesta en 2017 proyecta unas 18 millones de personas ocupadas, que trabajarían en los 20 millones de puestos que computa la cuenta de generación del ingreso.
Otra cuestión para analizar a partir de los datos que se conocen es el comportamiento de los ingresos. En la evolución de esta variable se ve que pueden tener un comportamiento diferente los ingresos individuales respecto de los familiares.
Los ingresos individuales y, dentro de ellos, los provenientes de la ocupación principal se fueron recuperando paulatinamente luego de 2002. Pero cuando se observa el ingreso per cápita de los hogares se aprecia que en el período esos ingresos familiares se incrementaron mucho más velozmente, debido a que aumentaba sin pausa el número miembros del hogar que accedían a una ocupación. Además, los miembros del hogar con o sin empleo pueden percibir otros ingresos como los originados en el sistema previsional. Así, respecto del primer trimestre de 2004, a comienzos de 2018 los ingresos de la ocupación principal crecieron 40% y el per cápita familiar, 80%.
Otro aspecto a tener en cuenta es que el salario real y la participación de la masa salarial en el producto no indican lo mismo. No solo eso, sino que ambos indicadores pueden variar en dirección contraria. La participación salarial depende del nivel de ingresos salariales multiplicado por el número de ocupados. Por tanto puede haber mayor masa salarial por una o por ambas de estas variables.
Pero, además, ese resultado debe relativizarse por el volumen de riqueza generada (el producto o el valor agregado). Un aumento de la masa salarial de menor intensidad que el que pueda registrar el producto arrojaría un descenso de la participación salarial. Eso pasó, por ejemplo, en 2003 respecto de 2002.

jueves, 2 de agosto de 2018

Evitar el deterioro laboral requiere inversión El Cronista 2-8-18

Columna aparecida en EL CRONISTA el 2-8-2018



Evitar el deterioro laboral requiere inversión


Durante el último verano (enero-marzo de 2018) aumentó el empleo bastante más que el crecimiento de la población pero los salarios perdieron participación en la riqueza generada. Todo esto en comparación con igual trimestre del año previo.
Para analizar el comportamiento del mercado de trabajo se requiere la confluencia de buena y actualizada información en relación con diversos aspectos relevantes: uno es el nivel de empleo; otro su calidad; otro es el nivel de ingreso proporcionado por el trabajo realizado. Finalmente, elegir un adecuado punto de comparación.
Una forma de reseñar lo que muestran los nuevos datos es decir que si bien el mayor número de puestos de trabajo (no de personas ocupadas) es importante, dado que se elevó a un ritmo del doble del crecimiento poblacional, su composición por categorías es deficitario pues el grupo que menos mejoró es el de los asalariados protegidos. Esa ha sido la crítica principal al desempeño laboral del último bienio.

Un poco de historia reciente
Para observar más en detalle la información publicada por el área de Cuentas Nacionales del INDEC, puede hacerse un rápido repaso del desempeño de las categorías de puestos laborales en los años precedentes.
Entre 2004 y 2016 el número de puestos asalariados privados registrados se elevó en más de un 50% lo cual va en línea con otras informaciones disponibles del mercado laboral. Si partimos los doce años en tercios, encontramos que la mejoría notable se debe casi en exclusividad el primero de esos cuatrienios. En efecto entre 2004 y 2008 el aumento de este tipo de puestos fue de más del 40% mientras que en los lapsos posteriores casi desapareció (7 y 3%, respectivamente). Eso significa que entre 2012 y 2016 ni siquiera aumentaba a tono con el aumento de la población.
Puestos de trabajo asalariado en el sector privado
Tamaño según número asalariados
Crecimiento del número de puestos (%)
2004-2008
2008-2012
2012-2016
2004-2016





Hasta 10
30
5
0
36
Entre 11 y 50
38
6
-1
46
Entre 51 y 200
39
6
4
52
Entre 201 y 1000
44
8
8
68
Más de 1000
68
13
3
95
TOTAL
42
7
3
56
Fuente: Elaboración propia en base a INDEC, Cuentas Nacionales, sh_erl_3_2016.xls

Si a la distinción temporal le sumamos la desagregación según estratos definidos por el tamaño ocupacional de la empresa en la que se desempeña el conjunto de estos asalariados, se observa un comportamiento dispar.
Las empresas menores (que fueron las que lideraron la recuperación económica desde mediados de 2002 y generaron fuerte impacto en el empleo) fueron las que menos aumentaron su dotación -en torno del 40% las que no llegan a 50 puestos- en los doce años. Las de 51 a 200 tuvieron un ritmo similar a la media mientras que las mayores lo hicieron en un 70% y más del 90% las de mayor tamaño.
Este repaso debería ser de utilidad al momento de analizar las dificultades de las empresas de menor porte expresadas actualmente. Por lo que se ve, estos problemas llevarían ya una década y se expresaron en la contención de la demanda de empleo.
Otro contraste relevante surge de cuantificar la totalidad de los puestos de trabajo. Mientras los no registrados crecieron poco (menos del 10%) y los no asalariados lo hicieron en un 20%, el empleo estatal sumó un 60% a su dotación inicial.

Los sectores que hoy demandan empleo

En los dos años que van desde el primer trimestre de 2016 al primero de este año, se crearon casi 700.000 puestos de los cuales 600.000 en el sector privado.
Un cuarto del total corresponde a las actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler. Sumando a esto la rama de la construcción (12%) se explica algo más de un tercio del total de nuevos puestos de trabajo.
Otro tercio (35%) corresponde a los servicios de enseñanza, sociales, de salud, comunitarios y personales. El comercio y los restaurantes y hoteles aportaron un 15%, el agro el 7% y la administración pública el 5%.
El sector ausente es el de la industria manufacturera que en esos dos años mantuvo su dotación. El balance es, por cierto, cuantitativamente importante si se lo contrasta con las reiteradas afirmaciones de pérdida de puestos de trabajo. Además de la ausencia de dinamismo industrial se aprecia que salvo la construcción y el sector primario el incremento se apoya casi por completo en el sector terciario. Aunque la terciarización del empleo es un fenómeno de alcance internacional esto no elude la necesidad de debatir en profundidad tanto la cuantía como la calidad del empleo que el país genera.

El horizonte
La disputa acerca de si la reciente tormenta es consecuencia de la política económica en curso hasta ahora o de los resultados inevitables de la precedente o del cambio de las condiciones internacionales (proclives a privilegiar los nacionalismos y a aumentar la tasa de interés) o de una combinación perniciosa de todas ellas es relevante, por cierto.
Algunas cuestiones son claras cualquiera sea el resultado de tales debates. Argentina tiene una baja tasa de inversión que la aleja crecientemente de la media internacional y su reversión depende de la decisión del capital de modo esencial.
Durante la gestión anterior se verificó una traslación de ingresos del sector del capital al asalariado al aumentar la participación de este último de manera sensible: de poco más del 30% a alrededor del 50% del ingreso, nivel del que no se retrocedió. Alguien puede argumentar que allí estaría la explicación de la retracción de la inversión. Sin embargo la tasa de inversión en el país viene siendo escasa desde mucho antes lo que implica que el sector empresario ha tenido un comportamiento distante del emprendedor “schumpeteriano”.
Por eso, la necesaria regularización de la situación fiscal y monetaria planteada desde el gobierno con base en los acuerdos con el FMI, no es suficiente para prever perspectivas alentadoras en materia productiva y por tanto para esperar una demanda de empleo sólida. Se anticipa una discusión, ojalá que sea fructífera, alrededor del presupuesto de 2019. Aunque la misma se trasunte en una “ley de leyes” razonablemente útil puede en el mejor de los casos ser ventajoso para reencaminar los desajustes macroeconómicos. Pero, tal logro per se no construye una estrategia o un horizonte y es por allí donde habría que volcar las energías sociales y políticas. De lo contrario, no habrá inversión productiva y, por ende, tampoco reconstruiremos una adecuada demanda laboral. Todo esto antes de entrar al apasionante debate sobre la calidad de empleo que constituye un capítulo en sí mismo.