jueves, 28 de marzo de 2019

En 2018 se perdió uno de cada cuatro empleos creados en 2017 28-3-2017

Columna aparecida en EL CRONISTA, 28-3-2019




Los datos recientes sobre empleo y desempleo urbanos, referidos a fines del año último, completan un panorama ocupacional muy delicado para todo 2018. La pérdida de puestos de trabajo y el descenso de la capacidad de compra, hacen prever una disminución –quizás importante- en la participación de los asalariados en la distribución primaria del ingreso.
La tasa de actividad se ha mantenido en torno de 46.5% en el año, nivel sólo alcanzado en dos trimestres de 2011 y uno de 2012. En aquellos momentos eso iba acompañado de tasas importantes de empleo que en la última medición bajó al 42,2% perdiendo casi un punto porcentual respecto de un año atrás.
La contrapartida, desafortunadamente lógica, es que la tasa de desocupación se elevó en torno de dos puntos dado que la misma o mayor cantidad de gente busca trabajo pero menos tienen éxito en esa búsqueda.
Esto significa que el buen desempeño ocupacional verificado hasta comienzos de 2018 se derrumbó completamente. Si en 2017 se habían registrado 400 mil nuevos ocupados, el año último perdió su empleo uno de cada cuatro de ellos. El resultado de este proceso es que ahora hay más ocupados que a fines de 2016 o de 2015 pero eso no evita el impacto en quienes se quedaron sin trabajo ahora.
En síntesis, a los 160 mil nuevos activos captados en los centros urbanos encuestados se agregan los 100 mil ocupados que dejaron de estarlo conformando así el incremento total de desempleados: un cuarto de millón de personas.
Un dato singular es la concentración territorial de la pérdida de empleo mencionada. En los partidos del GBA se ubica alrededor del 40% de la ocupación. Sin embargo la proporción de la pérdida de empleo en el área es el doble: el 80% corresponde a residentes del conurbano. Las otras aglomeraciones con pérdidas importantes son Rosario y Tucumán.
En el Conurbano no sólo se perdieron unos 80 mil puestos ya que el aumento de los desocupados allí fue muy superior, alcanzando los 133 mil, debido a una mayor búsqueda de empleo probablemente de nuevos trabajadores potenciales.
La pérdida de ocupados afectó de modo singular a los asalariados. De hecho esta categoría explica casi en su totalidad aquella caída afectando de modo diferencial a los trabajadores protegidos los que perdieron 150 mil puestos al tiempo que aumentaron en 50 mil los trabajadores precarios.
Si la pérdida de empleo está concentrada (Conurbano, Rosario, Tucumán) el aumento del desempleo abarca un ámbito más disperso y heterogéneo.
En el cuadro se observa que los partidos del Conurbano participan también con una proporción mayor a la de su participación poblacional en el país, así como que el desempleo afecta jurisdicciones como la propia ciudad de Buenos Aires.



Aumento del número de desocupados en aglomerados EPH (miles)
4to. Trimestre 2017 – 4to trimestre 2018
Partidos del GBA
133
Rosario
32
Córdoba
22
CABA
17
Mendoza
14
Mar del Plata
12
Tucumán
10
Fuente: INDEC Mercado de trabajo. Tasas e indicadores socioeconómicos. 4to. Trim 2018, Bs. As., marzo 2019.
Si se expanden los datos al total urbano (es decir, no sólo a las ciudades donde se hace la Encuesta) las cifras resultantes son, según el INDEC, las que siguen.

Pérdida de empleo asalariado urbano (miles)
4to trimestre 2017 – 4to. Trimestre 2018
Asalariados
139

Protegidos

-214
Precarios

77
Fuente: INDEC Mercado de trabajo. Tasas e indicadores socioeconómicos. 4to. Trim 2018, Bs. As., marzo 2019.

Según esta misma estimación del INDEC hubo un 10% más de pérdida de empleo asalariado que en el total, es decir se incrementaron las categorías no asalariadas.
De manera que el panorama en los meses últimos es decididamente negativo. Se pierden empleos. Esta pérdida es mayor entre los asalariados. Dentro de estos, los trabajos que disminuyen son los protegidos creciendo algo los precarios. Sin mencionar la insatisfacción de la nueva fuerza laboral que intenta anualmente incorporarse al mercado sin éxito ni el deterioro salarial.
No parecen haber dudas acerca de la necesidad de recuperar un sendero de crecimiento capaz de reavivar la demanda laboral. Para eso hace falta inversión y ésta viene declinando desde hace una década por lo menos. El reclamo de la sociedad es entonces no sólo a las autoridades políticas que deben garantizar las condiciones macroeconómicas, sino también a los empresarios que hace tiempo -aun atravesando períodos de bonanza (como para que “se la lleven en pala”, CFK dixit)- destinan cada vez menos a ampliar la capacidad productiva. Quizás no haya más tiempo para convencerse de la necesidad de un acuerdo político, social y económico. Y esto vale cualquiera sea el desenlace electoral de este año.

viernes, 22 de marzo de 2019

jueves, 21 de marzo de 2019

Qué cambios estructurales debieran debatir los políticos - Clarin 21-3-19

Debate

Qué cambios estructurales debieran debatir los políticos

El significado de los aspectos estructurales puede ser claramente distinto al que fue dominante a fines de los años ‘90 en Argentina y toda América Latina.
Desde su perspectiva estructuralista, la CEPAL alertó nuevamente en su Panorama Social 2018 sobre la perduración de los altos niveles de desigualdad en la región y su incidencia negativa sobre el crecimiento y el desarrollo. Sigue abierto el debate acerca de las prioridades: combatir la desigualdad y la exclusión para remover los obstáculos estructurales del país o, en cambio, procurar la supresión de esos obstáculos para tener éxito en aquel combate.

Pero también se muestran en la configuración y funcionamiento más amplio de la sociedad: dificultad para asegurar equilibrio en el sector externo y en materia fiscal, ausencia de reformas progresivas en materia impositiva, crecientes dificultades para permitir que el Estado pueda actuar como eficaz y eficiente factor en la distribución secundaria del ingreso ya sea en materia monetaria como principalmente en lo relativo a la prestación de los servicios básicos para la población.América Latina y Argentina evidencian falencias estructurales con eje en su dimensión propiamente productiva: desequilibrios sectoriales, diferenciales profundos en materia de productividad tanto a nivel de sectores como en las comparaciones internacionales, insuficiente soporte de la infraestructura –tanto de índole cuantitativa como cualitativa.
En ese marco pueden registrarse intervenciones estatales más regresivas (como la de los años ‘90) o más progresivas (la década inicial de este siglo), en algunos casos realizadas por la misma fuerza política.
El trasfondo, sin embargo, parece residir en la configuración sustantiva de la organización de la producción, que más allá del entramado social y político muestra a poco andar los límites más que sus potencialidades.
Vale aquí un recordatorio. La denominación genérica de las políticas propiciadas a fines del siglo pasado en América Latina fue la de ajuste estructural. La expresión, sin embargo, se circunscribe a la formulación impulsada por los organismos internacionales de crédito como recomendación característica para las políticas públicas en la región, las cuales debían ser cumplimentadas por los gobiernos como precondición para recibir préstamos u otros mecanismos de colaboración financiera, en virtud de sus fuertes restricciones externas. Era esa la base de las políticas neoliberales aplicadas en la región.
En cambio, es posible utilizar la noción “estructura” para aludir al conjunto de relaciones económicas y sociales que sustentan el funcionamiento del aparato productivo y determinan las condiciones en que se desenvuelve su población. Este enfoque tampoco tiene un significado único y homogéneo.
Por lo general, la noción de cambio estructural se utiliza actualmente para aludir al desplazamiento de la frontera tecnológica de manera de reducir la brecha con los países desarrollados en pos de elevar el crecimiento y el ingreso por trabajador.
De manera que el significado de los aspectos estructurales puede ser claramente distinto al que fue dominante a fines de los años ‘90 en Argentina y toda América Latina. En nuestro caso, aunque puede empezarse por un balance objetivo del desempeño económico y social luego de la profunda crisis de 1998-2002, es indudable que la mayor riqueza y efectividad surgiría de una reflexión de mayor aliento.
El contraste entre el primer decenio del siglo XXI y la última década del siglo anterior arroja claros resultados positivos en materia de bienestar pero, aunque hubo al menos un quinquenio de alto crecimiento económico, no se verificaron modificaciones estructurales. En más de un aspecto, inclusive, en la salida de la crisis pudimos beneficiarnos de importantes cambios productivos previos en el ámbito agrícola (sin hablar de la estampida de la demanda de bienes primarios que favoreció a toda la región) y en el energético.
A tono con los Objetivos del Milenio de Naciones Unidos y de un nuevo talante de época, Argentina profundizó intervenciones estatales redistributivas. Como es conocido, quizás no lo suficiente, esas acciones no surgieron sobre la base de un incremento de la productividad media de la economía sino de un aprovechamiento sesgado de la bonanza que no garantizaba su propia sustentabilidad. Los problemas externos, energéticos y monetarios volvieron a emerger como factores de freno, primero, y más tarde de retroceso.
No debería sacarse la conclusión de que la inusitada mejora en la distribución del ingreso (la primaria y también la secundaria) o no existió o no fuera necesaria. La pérdida de empleo e ingresos en los finales de los ‘90 reclamaban recuperación y avance en tal dirección. Pero al omitir que la producción y distribución son facetas de un mismo proceso, terminamos olvidando la brecha tecnológica que nos aleja crecientemente del mundo en el que estamos insertos y dejamos de tener presente que la mayor productividad es condición para garantizar la continuidad de la inversión productiva y para el paulatino mejoramiento de la calidad de vida y el bienestar de la población.
El indicador más dramático es el de la tasa de inversión, cuya tendencia declinante no produce mayor desvelo en las fuerzas políticas. Otro es el mantenimiento del sesgo impositivo basado en impuestos indirectos (IVA) y de la alta tasa de evasión que a su turno propicia el trabajo precario.
Esto no niega sino que presupone que los núcleos sociales, económicos y políticos tengan apetencias y demandas contrapuestas. Pero debe reconocerse que ni los graves problemas actuales surgieron de la noche a la mañana ni que su modificación pueda alcanzarse abruptamente o sin esfuerzo de algún modo compartido.
La búsqueda de precisión acerca del contenido de tales cambios estructurales y, de modo particular, cuál es el sendero que es necesario transitar y los recursos con los que hay que hacerlo abre el ancho campo de la política. ¿Será demasiado ilusorio pensar que estos pueden ser los condimentos principales del próximo debate electoral?

martes, 5 de marzo de 2019

Perspectivas sobre empleo, ingresos y pobreza Nota de Infobae 5-3-19

Nota de N. Donato en Infobae publicada el 5-3-2019
Reproducido también en el portal 951.com.ar

Los analistas creen que a pesar de los anuncios del Gobierno los indicadores de la pobreza no bajarán en 2019

Los datos del segundo semestre de 2018 serán informados a fin de mes por el Indec. La pobreza rondaría el 32%, estiman los economistas. La UCA había informado 33,6% en el tercer trimestre del año pasado. El presidente Mauricio Macri ya lo adelantó durante su discurso en la Asamblea Legislativa el viernes pasado. "La pobreza volvió a los niveles de antes. Y los chicos son los más golpeados", dijo el jefe de Estado, antes de anunciar la suba del 46% en la Asignación Universal por Hijo (AUH) y después de explicar que el flagelo había descendido durante los dos primeros años de gestión, hasta que tres shocks afectaron el rumbo que había encontrado el país (salida de los capitales de los mercados emergentes, la sequía y la causa de los cuadernos).
El Indec anunciará a fin de mes los datos de pobreza e indigencia del segundo semestre del 2018 y no serán para nada alentadores. El último número conocido del organismo estadístico data del primer semestre del año pasado, cuando la pobreza fue del 27,3%, equivalente a 12,2 millones de pobres, si se proyecta a todo el país los datos medidos de los 31 conglomerados urbanos. A su vez, la indigencia era del 4,9% (2,2 millones de personas). En ambos casos, el Indec mostró una caída, ya que durante el mismo período del 2017, las cifras eran del 28,6% y de 6,2%, respectivamente.
¿Cuántos pobres e indigentes había al finalizar el 2018? Este es el dato que informará el Indec a fin de mes y que mostrará un importante crecimiento respecto del 25,7% registrado durante el mismo período del año anterior.
Si bien es un dato que no se conocerá hasta no ser publicado, varios analistas que siguen de cerca el tema pobreza aseguran que el año pasado cerró con una pobreza en torno al 32%, lo que implica unos 3 millones de personas que pasaron a ser pobres.
El Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina (UCA), que tiene su propia medición, informó que al tercer trimestre de 2018 la pobreza había trepado al 33,6% y la indigencia, al 6,1%, el dato más alto desde el 2010. Y si bien este número puede ser un indicador de lo que podría anunciar el Indec, las encuestas y canastas son diferentes.

“La pobreza volvió a los niveles de antes. Y los chicos son los más golpeados”, dijo Macri en el Congreso, la semana pasada (Foto: Comunicación Senado)
“La pobreza volvió a los niveles de antes. Y los chicos son los más golpeados”, dijo Macri en el Congreso, la semana pasada (Foto: Comunicación Senado)
El principal impacto de la devaluación y aceleración inflacionaria se dio en el trimestre ya medido (julio a septiembre), ya que en el último, si bien quedaron aumentos de precios rezagados, pudieron ser en parte compensados con los aguinaldos y las ayudas especiales que se otorgaron a fin de año, como el bono de $5.000 por única vez.
"El impacto estuvo en el tercer trimestre, se estancó en el cuarto y se agravó en estos dos meses de 2019. Ahora en marzo se compensará un poco con las paritarias, jubilaciones, AUH, pero la tendencia sigue siendo cómo evitar que la pobreza siga subiendo", le aseguró a Infobae el director del Observatorio, Agustín Salvia.
"Puede ser que si baja la inflación como esperan en el Gobierno, se produzca un efecto favorable en el dato del primer semestre que oficializarán en septiembre, pero en el mejor de los escenarios la pobreza podría llegar a los niveles de fines de 2015 (29,2%)". Sobre el dato que el Indec informará a fin de mes, Salvia manifestó que "podría rondar el 32%", agregó Salvia.

Cuatro de cada diez niños son pobres en la Argentina
Cuatro de cada diez niños son pobres en la Argentina
Sobre el aumento de la AUH, el experto precisó que "no mueve mucho la pobreza, aunque podría ayudar a que no suba la indigencia". Así, el mayor impacto de la medida no es tanto lo que pueda generar en el presupuesto de las familias, sino cómo ese dinero se vuelca al consumo y, por ende, moviliza a los segmentos de la economía informal.
Para Claudio Lozano, coordinador del Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP), "en el marco de la corrida cambiaria y el derrumbe económico, la pobreza saltó del 25% de finales de 2017 al 32% a finales del 2018. Eso implica que se agregaron tres millones de personas a la pobreza en el último año". De 11 millones, escaló a 14 millones en un año.
 La inflación no cede. Los alimentos están volando y eso es lo que pega en los niveles de indigencia. En cuanto a la AUH, no es todo el ingreso de los pobres, y el empleo está cayendo, lo cual tampoco ayuda (Susmel)
Sobre la evolución de la pobreza e indigencia en los primeros meses del año, Lozano enfatizó que "está claro que en enero y febrero se agravó el cuadro por los niveles de inflación que hubo (2,9% en enero y en torno al 4% el mes pasado). Los aumentos de ingresos llegan a partir de marzo".
Sobre si el anuncio de la suba de la AUH ayudará a mostrar mejores números antes de las elecciones, el dirigente afirmó que "efectivamente va a incidir sobre la indigencia, que es la que más crece por el aumento de los precios de los alimentos", pero advirtió que durante el semestre el impacto se va a ir reduciendo por la inflación.

La inflación en alimentos sigue alta y es lo que mide la canasta de indigencia
La inflación en alimentos sigue alta y es lo que mide la canasta de indigencia
"La inflación no cede. Los alimentos están volando y eso es lo que pega en los niveles de indigencia. En cuanto a la AUH, no es todo el ingreso de los pobres, y el empleo está cayendo, lo cual tampoco ayuda", sostuvo la economista de FIEL, Nuria Susmel, con tono de gran escepticismo sobre la mejora que pueda darse durante este primer semestre. Sobre los datos del cierre de 2018, coincidió con sus colegas en que la pobreza se ubicará entre 30 y 33 por ciento.
Por su parte, el economista Javier Lindenboim, director del Centro de Estudios de Población, Empleo y Desarrollo (CEPED) de la UBA, evitó referirse a pronósticos sobre los números que pueda dar el Indec, aunque planteó que no le caben dudas de que "será malo".
 El impacto estuvo en el tercer trimestre, se estancó en el cuarto y se agravó en estos dos meses de 2019. Ahora en marzo se compensará un poco con las paritarias, jubilaciones, AUH, pero la tendencia sigue siendo cómo evitar que la pobreza siga subiendo (Salvia)
Sobre la comparación con el dato de la UCA, que data del tercer trimestre, el analista planteó que el período julio-septiembre fue el del mayor impacto de la devaluación, "pero luego no se sabe cómo impactaron los mínimos ajustes que se dieron sobre fin de año. Por otra parte, el último trimestre fue el peor en términos de empleo". Respecto de si este año puede darse una mejora de la pobreza y la indigencia, Lindenboim afirmó: "Estamos en el peor de los mundos, estancamiento con inflación que no baja. Lo mejor que veo que puede pasar es que la situación no empeore".
El director del CEPED recordó que en 2017 bajó la pobreza porque aumentó el empleo y mejoraron los ingresos, y si bien es posible que las discusiones paritarias tiendan este año a igualar a los precios, si el empleo sigue cayendo, la pobreza no va a caer. Será la gran apuesta del gobierno de Macri para mostrar cifras alentadoras antes de las elecciones de octubre.