domingo, 28 de agosto de 2016

Cómo arribamos a la actual situación laboral? Columna en PERFIL, 28-8-16

Columna en PERFIL, 28-8-16

COLUMNISTAS OPINION


Memoria: en 2014 se perdieron 400 mil empleos

En los días recientes, la información provista por el Indec sobre el empleo y el desempleo generó el natural intento de comparar estos datos con los previos. Estos últimos correspondían a un año atrás, de manera completa, y al tercer trimestre de 2015 sobre la base de un reducido número de tasas entregadas en el informe de prensa del 16-11-2015.
Ya ha sido dicho que en los últimos años (más precisamente desde fines de 2013) la EPH introdujo cambios diversos que afectaron la comparabilidad de la información producida desde entonces con la serie previa. Una vez más, ciertos instrumentos tienen una vida efímera. Al no proporcionarse datos reconstruidos ni mecanismos de empalme, la serie de la EPH continua, iniciada con el tercer trimestre de 2003, puede ser utilizada durante un decenio pero no más allá. Desde fines de 2013 hay que “empezar de nuevo”.
Esa fue una de las razones por las que en 2014, pese a que continuaba descendiendo la tasa de empleo (proporción de ocupados respecto de la población total) el volumen absoluto de ocupación volcado en los informes de prensa de EPH mostraba una llamativa estabilidad.
Una encuesta mЗs amplia. De allí que algunos estudios dirigieron la mirada hacia otra encuesta, también a cargo del Indec, cuyo universo de referencia pretendía ser más amplio que el de la EPH. En ésta se informaba de la situación en 31 aglomerados urbanos. En la otra, denominada Encuesta Anual de Hogares Urbanos (EAHU), se apuntaba a reflejar el universo urbano completo. Redondeando números, si la población total del país es 100, la EPH abarcaba a 60 y el total urbano llegaba a 90.
La EAHU empezó a realizarse junto con el operativo censal de 2010. Se hace una vez al año durante el tercer trimestre. Los datos completos de cada relevamiento (la base usuaria) se disponen desde 2010 hasta 2014 inclusive. De 2015 sólo se divulgaron los anticipos, equivalentes a los Informes de Prensa de la EPH.
Una última aclaración antes de comentar algunos datos. En la EAHU se ajustaron los valores de la población de referencia ya en 2013. De ese modo, se pueden comparar sin inconvenientes los resultados de ese año con los de 2014. Este contraste dio un dato preocupante: en un año, según esa fuente, se perdieron 400 mil puestos de trabajo.
Algunos datos del Ьltimo quinquenio. Las referencias que siguen surgen de la información de la EAHU y no presuponen abrir juicio sobre su calidad.
Un primer elemento al comparar los datos entre 2010 y 2014, habida cuenta de que en 2013 se realizó un “ajuste” de la población de referencia, es que mientras la población aumentó un 16%, la ocupación se elevó en sólo el 3% y los inactivos en un 6%. En otras palabras, un proceso de neta disminución de la tasa de empleo, lo que debe asociarse con las crecientes dificultades de la economía argentina por generar puestos de trabajo.
Dentro del total de ocupados, los que lo hacían en el sector estatal aumentaron 9% mientras que en el ámbito privado, sólo 2%.
Si miramos las categorías ocupacionales, el liderazgo lo presentan los trabajadores autónomos o por cuenta propia, con el 15% frente a un 3% de los asalariados. Caen los patrones y los familiares entre un 15 y un 20%.
Al interior de los asalariados, los del sector estatal crecen un 9% (230 mil) en cuatro años mientras que los dependientes del ámbito privado lo hacen sólo en 1% (50 mil).
Estamos hablando del nivel urbano nacional que, se recuerda, corresponde al 90% de la población total del país.
Resumiendo un poco, de los 540 mil nuevos ocupados en el cuatrienio, según la EAHU, 400 mil son cuenta propia, 300 mil son asalariados (más del 80% estatales) y el resto corresponde al descenso de patrones y familiares (-180 mil).
El adelanto de información de la EAHU de 2015 muestra una recuperación del número de ocupados, pero al carecerse de la base usuaria no podemos saber cómo se compone esa variación.
Los problemas laborales continЬan. De cualquier manera, estos datos corroboran otras informaciones que indican que hace ya varios años dejamos de generar condiciones favorables para el empleo. También hay fuertes presunciones que inducen a tener cautela sobre los datos de ingresos laborales provistos por la EPH, que podrían no haber sido fieles reflejo de la realidad. Es decir, es muy difícil apreciar cabalmente la situación laboral completa.
Cuando, en poco tiempo más, el Indec ponga a disposición la Base Usuaria del segundo trimestre de este año, tendremos la posibilidad de conocer detalles de la fotografía proporcionada en estos días.
En cualquier caso, los datos del último informe de prensa aluden a una situación más que delicada para el sector del trabajo en Argentina. No sabemos si ya se ha tocado fondo en cuanto a la actividad económica. Y sin recuperación no hay demanda laboral. ¿Qué siguen esperando los empresarios para invertir e incrementar la producción? ¿Quieren seguir “juntándola en pala” sólo con mayores precios?

Los datos del mercado laboral salen de la bruma estadística LA NACION 28-8-16

Columna aparecida en LA NACION, el 28-8-16

Los datos del mercado laboral salen de la bruma estadística

PARA LA NACION
DOMINGO 28 DE AGOSTO DE 2016


Los datos del segundo trimestre del año difundidos por el Indec días atrás denotan una preocupante situación laboral, en tanto la tasa de desempleo se acerca a los dos dígitos. Es inevitable intentar comparar con los datos previos: frente a la suba de la tasa de desocupación hay una leve alza de la de empleo. En valores absolutos, en un año habría 400.000 empleos nuevos y otro tanto de nuevos desocupados. Podría decirse que sería necesaria una explicación satisfactoria al incremento de la tasa de actividad, es decir, a por qué hay más personas en el mercado laboral.
Pero hay al menos dos razones por las que buena parte de los comentarios de estos días deben ser tomados con pinzas. Una es la cuestión estacional. No es metodológicamente correcto ni útil comparar los nuevos datos con los últimos conocidos del tercer trimestre de 2015. Y en especial no pueden compararse porque son los primeros datos que se tienen saliendo de la bruma estadística.
En el verano de 2007, el camino que el gobierno de entonces decidió recorrer fue el de torcer los datos de la realidad, con la convicción de que así esa realidad no iba a ser percibida por el conjunto de la sociedad.
Se puede reconstruir el camino que empezó con la supresión del cómputo del precio de la lechuga, que en ese momento se había disparado. Al mismo tiempo se modificó el tratamiento de los datos sobre los gastos en salud y en turismo. El resultado fue “exitoso” para quienes imaginaron tamaño desatino: el índice de precios al consumidor de enero de 2007 no mostraría el verdadero incremento de casi el 2%, sino que resultaría de poco más de la mitad: 1,1%. De allí en adelante, la distancia entre los números manipulados y los que hubieran correspondido se mantuvo en torno de una relación de dos a uno.
Como era previsible, la falsificación y el ocultamiento trascendieron la frontera del índice de precios. Primero se afectó el cálculo (derivado parcialmente de aquel) de la pobreza y la indigencia. Luego, dentro del mismo Indec se afectaron otros índices, hasta que se llegó a alterar las estimaciones de crecimiento económico, de participación salarial y muchas más.
La Encuesta Permanente de Hogares (EPH), histórica fuente de información sobre el funcionamiento del mercado de trabajo y otros datos socioeconómicos, no quedó al margen del atropello. No sólo se “secuestraron” las bases de usuarios desde 2007 durante casi tres años, sino que en ese ínterin se incluyeron datos inexplicables como el “aumento” del empleo en el cuarto trimestre de 2008. Durante 2007 y 2008 el empleo se estancó, según la EPH, pero hacia fines de 2008, cuando se avizoraban los efectos de la crisis financiera internacional y se impulsaron desde los planes de protección de empleo (Repro) hasta medidas de estímulo para contrarrestar la caída del consumo (programas para automotores, motocicletas, heladeras, etcétera), la EPH informó que había habido un salto del empleo, con la creación de casi un cuarto de millón de puestos. Nunca se explicó tal contradicción.
Años después, los datos de la EPH informaron la peculiar noticia de que el ingreso de los asalariados precarios habría crecido a mayor velocidad que el de los protegidos. Contemporáneamente, quizá para atemperar el impacto informativo de la caída de la tasa de actividad y la de empleo, se dijo que la población de referencia de las ciudades relevadas era sensiblemente más alta que lo que se consideraba hasta entonces. Así, tasas más bajas sobre poblaciones más elevadas daban como resultado un volumen de empleo aparentemente estancado.
Cuando éramos chicos nos decían que la mentira tiene patas cortas. Eso no fue tenido en cuenta por los responsables de la estadística, que no repararon que en 2014 la Encuesta Anual de Hogares Urbanos arrojó 400.000 empleos menos que en 2013.
Por entonces ya se había decidido oficialmente no calcular más la pobreza por ser algo “estigmatizante”. El último dato publicado era del orden del 5% de la población, cuando las mediciones alternativas hablaban de tres o cuatro veces ese porcentaje.
Con el cambio de gobierno llegó el reemplazo de la cúpula del Indec. Se sancionó la emergencia estadística y se interrumpieron las publicaciones de la mayor parte de las series. Paulatinamente algunas de ellas se recompusieron (índices de precios, cuentas nacionales, etcétera) y ahora hay datos de empleo y desempleo.
Los ciudadanos y el periodismo tienen derecho a mirar sus resultados con sumo interés y a intentar contrastar los nuevos valores con los últimos conocidos. Pero no es posible hacer la comparación. Habrá que disponer de los datos del resto del año para evaluar mejor dónde estamos parados.

Comparaciones delic adas - Declaraciones para iECO 28-816


Texto enviado a iECO (recogido parcialmente en la nota)

Sobre la comparación de los nuevos datos de EPH con los anteriores

Pese a que la información es incomparable, los ciudadanos en general o los estudiosos no pueden evitar el intento de hacerlo.
Allí aparecen múltiples elementos de diverso porte y significado. Uno de ellos es el supuesto incremento de casi 400 000 desocupados. Pero también un volumen cercano de nuevos ocupados. Hay quienes adjudican el aumento del desempleo en parte a la situación económica deprimida actual y también al “sinceramiento” de los datos anteriormente manipulados. La proporción de los ingredientes es difícil de determinar pero, en cualquier caso, la información actual alude a un mercado de trabajo preocupante. Al diagnóstico deberá agregarse los datos más detallados que estarán disponibles en no menos de un mes.
También puede hacerse otro ejercicio, aunque con similar cautela. Las tasas de actividad o de empleo actualmente vigentes son casi iguales a las que regían una década atrás.
La diferencia cuantitativa más visible es que la tasa de desempleo era de 1,5 puntos porcentuales más alta.  Lo interesante es que en 2006 el equipo a cargo del operativo de la Encuesta de Hogares era el mismo que el que fue repuesto en sus funciones en los meses recientes.
La constancia del volumen relativo de empleo podría interpretarse, al menos, de dos maneras. Una que el mayor nivel de actividad económica es producido con mayor eficiencia productiva. Contrariamente, la otra mirada postula que estaríamos en presencia de un estancamiento luego de un importante lapso de crecimiento económico

En comparación con América Latina tanto la tasa de actividad como la de empleo son bajas. Si bien ambas dependen en parte de la estructura poblacional y la de nuestro país ha tendido a su envejecimiento –lo que resta potencial en las edades centrales- es cierto que el insuficiente dinamismo de la actividad económica parece ser un factor clave de este bajo desempeño. Un ejemplo de ello lo proporcionan las provincias del norte argentino cuyas tasas vienen siendo muy bajas desde hace décadas. No sabemos aún si el Plan Belgrano habrá de tener incidencia en revertir en algo tal situación, Lo que seguro es necesario es un importante flujo de inversión productiva.

Para bajar el desempleo hay que crear 200.000 puestos de trabajo por año


En 10 años no se modificaron los principales indicadores de empleo

La economía argentina debe crear más de 200.000 puestos de trabajo por año para que empiece a bajar el desempleo que se ubica en el 9,3%. Y para llegar a 2019 con una desocupación cercana al 6%, la creación anual de empleo deberá estar en torno a 400.000 puestos. Esta conclusión de la consultora Ecolatina importa un desafío para el país donde en los últimos 10 años el empleo que se creó solo acompañó el crecimiento de la población. Por eso, hoy las tasas de desempleo y de empleo son similares a las de 2006. Además, desde 2011 el empleo no crece.
Este desafío parte de un país con 1.550.000 desocupados (9,3%), casi 2 millones de subocupados y otro tanto de ocupados insatisfechos con sus empleos. Son 5.400.000 personas, el 31,2% de la población activa, que tienen problemas de empleo. Y de los asalariados ocupados, el 33,4% se desempeña “en negro” y afecta en mayor proporción a jóvenes y mujeres.
Los últimos datos difundidos por la gestión anterior habían sido los del segundo y tercer trimestre de 2015, con desempleo del 6,6% y 5,9% respectivamente.
La directora de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) Cynthia Pok aclaró que no era recomendable la comparación con la medición de un año atrás porque esa diferencia de 2,7 puntos podía deberse a las irregularidades de las anteriores mediciones, a distintas proyecciones de población y también una parte a lo que pasó en el mercado de trabajo durante la gestión del actual Gobierno.
El economista Claudio Lozano asegura que de esa comparación surge que habría unos 666.000 nuevos desocupados, de los cuales la mitad corresponde a “la recuperación de la credibilidad en las estadísticas públicas del nuevo INDEC y la otra mitad a la política económica del gobierno de Macri”.
“Todas estas estadísticas, junto con otras, muestran que en términos estructurales la situación del empleo es muy grave”, admite José Anchorena, subsecretario de Programación y Estudios Laborales del Ministerio de Trabajo. El funcionario considera “que hay que poner énfasis en la tasa de empleo, que es del 41,7%, como porcentaje de la población total. En Uruguay, para tomar una referencia regional, es de 47,3% y en Australia, para tomar una estructura de similar factores de producción, es de 49%. Si la Argentina tuviera una tasa de empleo similar a la uruguaya, tendría casi 1,5 millones más de ocupados; con una tasa similar a la australiana, serían 2 millones más de ocupados”.
Juan Luis Bour, director y economista Jefe de FIEL observa que las tasas de actividad son similares a las observadas unos 10 años atrás. En cuanto a las tasas de empleo, son similares o algo inferiores. Profundizando el análisis, Bour habla de un “estancamiento” del mercado laboral en este período largo de más de 10 años, sin contar lo que pasó en el período de manipulación estadística 2007-2015. Y asegura que “la baja tasa de actividad –o sea, el porcentaje de población en el mercado laboral- es un indicio de no haber aprovechado esta última década para aumentar la participación laboral femenina Todo indica también que cayó la participación laboral de población joven (hasta 29 años), hombres y mujeres, más allá del aumento en las tasas de escolaridad”. Además, agrega, la estadística “también muestra que la proporción de trabajadores informales sigue siendo alta” y que, por lo tanto, la “calidad media del empleo es baja”.
Javier Lindenboim, director de CEPED, Instituto e Investigaciones Económicas de la UBA, coincide en que las actuales tasas de actividad y de empleo son casi iguales a las que regían una década atrás.
“La diferencia cuantitativa más visible es que la tasa de desempleo era de 1,5 puntos porcentuales más alta. En 2006 el equipo a cargo del operativo de la EPH era el mismo que el que fue repuesto en sus funciones en los meses recientes”. Y agrega que “esta constancia del volumen relativo de empleo podría interpretarse, al menos, de dos maneras. Una que el mayor nivel de actividad económica es producido con mayor eficiencia productiva. La otra mirada postula que estaríamos en presencia de un estancamiento luego de un importante lapso de crecimiento económico”.
Lindenboim concluye que “en comparación con América Latina tanto la tasa de actividad como la de empleo son bajas. Si bien ambas dependen en parte de la estructura poblacional y la de nuestro país ha tendido a su envejecimiento –lo que resta potencial en las edades centrales-, es cierto que el insuficiente dinamismo de la actividad económica parece ser un factor clave de este bajo desempeño”.

jueves, 25 de agosto de 2016

LOS PROBLEMAS DE INSERCIÓN LABORAL SON PREOCUPANTES El Economista 25-8-16

Reportaje publicado el 25-8-16 en EL ECONOMISTA

La imposibilidad de comparar los datos de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) recientemente publicados por el Indec con las series anteriores constituye un gran obstáculo para los investigadores, que deben apelar a fuentes extraoficiales y a la intuición para delinear alguna tendencia. Más allá de esa dificultad, los números correspondientes al segundo trimestre de este año permiten observar del mercado laboral, al que el economista Javier Lindenboim calificó como “preocupante”.

A partir de los datos publicados recientemente por el Indec, ¿qué evaluación hace del escenario laboral actual?
Que estamos complicados, que los problemas de inserción laboral claramente son preocupantes. Falta conocer una parte no menor de la información que no aparece inicialmente pero que es muy relevante, que es cuál es el nivel de ingreso de las personas que están en el mercado laboral. Pero sí, es duro. Uno tiene fuertes elementos para pensar que la situación laboral se vio afectada quizás no tanto en materia de disponibilidad de puestos de trabajo, pero sí más en cuanto a la duración de la jornada, por ejemplo con las suspensiones que algunos indicios dieron a lo largo de estos primeros meses del 2016. Eso y la situación en materia de ingresos son dos elementos constitutivos de la valoración que a mi juicio son suficientemente importantes.
Eso es, por el momento, todo lo que podemos decir porque el drama que presenta esta fotografía es que no tenemos la secuencia de la película, no tenemos posibilidad de comparación.

¿Le llamó la atención algún dato en particular de los publicados oficialmente?
Muchos destacaron, por ejemplo, el aumento de la tasa de actividad, que alcanzó el 46%. Sí, me llamó la atención eso y más aún el aumento de la tasa de empleo. Es leve, pero aumento al fin, contra lo que uno podía haberse imaginado. Pero son comparaciones que en sí mismas hay que ponerlas entre muchas comillas, porque los datos previos y los actuales son por definición incomparables. De todos modos, si uno hace pese a todas las advertencias el ejercicio de cotejo, resulta que más o menos con respecto a un año atrás habría habido 400.000 desocupados más, pero también 400.000 ocupados más. A uno le llama la atención, y mi intuición me dice que no es que hubo tal cambio, probablemente en ninguna de las dos variables, sino que son criterios metodológicos heterogéneos que dan resultados no comparables. Respecto al aumento de la PEA, uno no sabe si se debe a que antes estaba disminuida artificialmente porque a la gente que buscaba trabajo se la ponía como inactivo, para disimular el volumen captado de desempleo, cosa que es perfectamente imaginable.

También fue notable la tasa de desempleo en los menores de 29 años, de 18,9%. ¿Esto muestra la persistencia de la problemática del desempleo juvenil?
No lo miré comparativamente con los datos anteriores, pero tengo la impresión de que ese número no debe ser demasiado distinto a lo que ya se conocía con anterioridad. En la vieja versión realizada hasta el año pasado de la EPH era notable la alta incidencia de la desocupación en la gente más joven, que dificultaba su ingreso al mercado laboral.

Es un tema estructural entonces.
Sí, por eso creo que si uno comparara se vería en los viejos datos también una incidencia significativa del desempleo en lo tramos iniciales de 15 a 19 años, de 20 a 24.

La esperanza es que ahora, a partir de la fotografía actual, podamos tener hacia adelante alguna idea de variación.
Sí. Los nuevos datos corresponden al segundo trimestre, necesitaremos por lo menos completar este año, que no va a ser completo porque el primero no se relevó, pero por lo menos nos va a dar un panorama del grueso del año e inclusive al interior del año hay alguna tendencia que pueda ser percibida. De todos modos, por razones de estacionalidad uno debería esperar a volver a tener un segundo trimestre de un año contra otro.

martes, 23 de agosto de 2016

Sobre el informe de EPH Entrevista de Alejandro Bercovich

Diálogo con Alejandro Bercovich sobre la información del día : el informe de prensa de EPH del segundo trimestre de 2016


Notas sobre precariedad y creación o no de empleo


Notas en respuesta a una consulta sobre lo ocurrido con la precariedad laboral en los años posteriores a la crisis del 2001-2002 y sobre la creación o no de empleo en 2016

Sobre la precariedad. Los datos de 2003 a 2009 que deben ser tomados son los que el INDEC denominó "sin planes" pues los "normales" incluían en los primeros años un volumen importante de beneficiarios de planes que, por definición, son precarios.
Además, esa serie se divulgó hasta 2010 inclusive, año en el que ambas series coincidían.
Luego se continúa con una única serie. 
La trampa del gobierno anterior era tomar la serie con planes (es decir engrosaba forzadamente el volumen y el peso de los precarios al inicio) para mostrar un mayor "éxito". 
Ya en agosto de 2007, en un reportaje publicado en Página 12 que me hizo Jorge Halperin se informaba que el porcentaje, en esos años, había bajado pero el volumen absoluto no.
4to trim abs (miles) %
2003 2661 43,5
2004 2900 44,5
2005 2949 42,5
2006 2970 40,8
2007 2881 38,2
2008 2858 36,9
2009 2732 35,5
2010 2671 33,4
2011 2764 33,8
2012 2814 34,2
2013 2757 33,1
2014 2860 34,2
Desde el 2007 todos los datos son, con razones fundadas, dudosos.
El año 2015 ha sido, posiblemente, uno en el que los datos de la EPH como otros pueden haber sido objeto de mayor manoseo. Además la serie transcripta tiene la ventaja de tomar siempre el mismo trimestre, el cuarto. Por otra parte, el tercer trimestre de 2015 (julio a set) no fue publicado por la gestión anterior hasta el 10 de diciembre. Y la nueva gestión informó que no iba a publicar nada del segundo semestre de ese año.
La misma serie de INDEC de EPH "ocultó" la caida del empleo en 2014. En cambio, la EAHU también producida por INDEC dio cuenta de una disminución entre 2013 y 2014 de 400.000 puestos pero nadie se dio por enterado
En este contexto, va a ser necesario que pase un tiempo hasta que volvamos a disponer de nuevos datos (los primeros en ser informados del segundo trimestre de 2016 se harán públicos en muy poco tiempo) pero lo peor es que los nuevos no van a poder compararse con el pasado excepto que el INDEC asuma una efectiva revisión de los datos publicados oportunamente.
Los datos del SIPA, que recogen sólo parte de la realidad laboral, fueron divulgados hasta mayo y, por tanto, no sirven para hablar de "hoy".
Esa información, por otra parte, alude que el grueso de la caida lo explica la construcción y esa caida empezó en la primavera de 2015 y continuó este año. De manera que es también una herramienta de incompleta utilidad.
El índice de variación del informe de la EIL entre comienzos de 2015 y junio de este año es el siguiente:
ene-15134,8
feb-15134,6
mar-15134,4
abr-15134,2
may-15134,4
jun-15134,5
jul-15134,8
ago-15135,0
sep-15135,2
oct-15135,3
nov-15135,4
dic-15134,9
ene-16135,2
feb-16135,3
mar-16135,0
abr-16134,6
may-16134,3
jun-16134,1
De manera que efectivamente hay el mismo o un poco menos de empleo según esa fuente tanto respecto de un año atrás como la situación a diciembre último (lo que por lo general no es bueno por razones de estacionalidad)
Finalmente, los puestos de trabajo, como es sabido, no se crean por voluntad ni por decreto. Estamos en una situación de estancamiento o retracción económica y, por tanto, no hay razón alguna para el incremento de la fuerza laboral.
Es altamente probable que en el primer semestre de 2016, antes que pérdida de puestos haya habido deterioro no sólo porque los precios aumentaron, y mucho, antes de que empezara a sentirse el efecto de los ajustes de las convenciones colectivas de trabajo; también hubo seguramente un fuerte impacto negativo en materia de suspensiones

domingo, 14 de agosto de 2016

Malas noticias del mercado de trabajo

Columna en diario CLARIN, domingo 14-8-2016

Malas noticias del mercado de trabajo

Debates: ¿A qué edad jubilarse?
Javier Lindenboim

La discusión sobre la elevación de la edad del retiro laboral parte de dos certidumbres: el sistema requiere cambios y el mercado de trabajo está atravesando uno de los momentos más delicados de los últimos años. Los datos económicos y de empleo de la primera parte del año no tienen nada de alentadores. La actividad económica sigue deprimida y ahora sí los datos oficiales (aunque parciales, de la cartera laboral) dan cuenta de una caída significativa del empleo en los primeros meses de la gestión de Mauricio Macri. De manera que el contrapunto inevitable entre la modificación de la edad de retiro jubilatorio y las condiciones de funcionamiento del mercado de trabajo se da en un contexto francamente preocupante. Si la propuesta se formaliza, habrá que evaluar el impacto de la continuidad en el mercado laboral de los adultos mayores que están activos laboralmente. Por una parte, el volumen actual implicado y, por otra, el flujo anual que se agregaría a la oferta laboral con la elevación de la edad.
La eventual elevación de la edad afectaría a los 300000 varones de 65-69 años ocupados (según el censo de 2010) y/o a las 360000 mujeres del rango 60-64. Esta sería la máxima cuantía de la presión al mercado laboral por su permanencia.
En términos agregados y considerando que se plantease un cambio gradual, puede estimarse que unos 100000 adultos mayores permanecerían ocupados. En el tramo de 20 a 24 años, había algo más de 3 millones con una alta tasa de actividad y también alto desempleo. Pero no ingresan todos juntos. Cada año entra al mercado de trabajo medio millón de integrantes (de los cuales más del 12%, según el Censo, no conseguía ocupación), entonces aquellos cien mil mayores que permanecerían en el mercado laboral presionarían fuertemente desde el lado de la oferta.
Pero más allá de la exactitud de estas referencias (amén de los problemas que pudo haber tenido el último relevamiento, por lo general el Censo no es buena fuente para los datos de participación económica de la población), hay dos cuestiones que importan: estamos hablando de un mercado de trabajo que hoy ya no es el que era. Lejos están los años en que era evidente el dinamismo de la demanda de trabajadores. Desde el punto de vista del empleo, la última década y media mostró tres etapas diferenciadas: la impetuosa salida de la crisis de 2001, un estancamiento durante el primer período de Cristina Kirchner y una sensible declinación posterior.
No es un detalle tener en cuenta que la declinación de los años recientes fue apenas disimulada por la demanda ocupacional desde algunos niveles del Estado y el crecimiento del cuentapropismo más la manipulación estadística de la EPH desde 2013, con lo que se “pasó por alto” la destrucción de empleo en 2014. Ahora hay fuertes indicios de pérdidas absolutas de empleo y sería un error minimizarlos porque son menores que los de entonces. Con ser todo esto importante lo es más –en segundo lugar- el efecto sobre el nivel medio salarial. O lo que es mejor decir, sobre la distribución del ingreso. Ya hemos visto en Argentina situaciones en las que el estancamiento o la declinación económica perjudicaron a los trabajadores. El resultado, con matices, siempre fue un incremento de los empleos desprotegidos y/o por cuenta propia, una contención de la retribución salarial y una declinación de la participación del salario en la distribución de la renta.
En el invierno de 2016, pese a lo esperado y anunciado, predominan condiciones sin duda desfavorables para el sector del trabajo. El consumo declina y la inversión no aparece. Aunque se supere la falta de datos actual, hemos perdido las posibilidades de comparar con la situación de los años precedentes y por tanto, a las penurias de vastos sectores por las suspensiones y la alta inflación se agrega la ausencia de elementos apropiados para evaluar el comportamiento del empleo, su calidad y su retribución. No parece un buen momento para agregarle una presión negativa adicional, aunque sea imprescindible reflexionar a futuro sobre el derrotero de la protección social, no sólo en nuestras playas.