domingo, 17 de julio de 2022

Salario Básico Universal en debate: ¿Sirve o no sirve lo que propone Juan Grabois? Entrevista de Brenda Funes en A24, 16-7-2022

 Entrevista de Brenda  Funes para A24 publicada el 16-7-2022



Salario Básico Universal en debate: ¿Sirve o no sirve lo que propone Juan Grabois?

Agustín Salvia, del Observatorio Social de la UCA, y el especialista en mercado laboral Javier Lindenboim dialogaron con A24.com sobre la efectividad de una iniciativa que provocó otra división en el oficialismo.
Brenda Funes
por Brenda Funes | 
Juan Grabois propone un Salario Básico Universal (Foto: archivo).

Juan Grabois propone un Salario Básico Universal (Foto: archivo).

La propuesta para implementar un Salario Básico Universal (SBU) abrió una grieta dentro del oficialismo. Pese a los intentos del Frente de Todos de dar una imagen de unidad, la iniciativa puso aún más de relieve las diferencias, ya notorias por la crisis económica y la inflación.

El Salario Básico Universal, ¿una medida efectiva?

Especialistas consultados por A24.com coincidieron en que el SBU es, a priori, una iniciativa poco viable y que, en caso de que pudiera avanzar, tampoco garantiza efectividad en los objetivos que persigue.

Agustín Salvia, director del Observatorio Social de la UCA, sostuvo que no sólo no tendría efectos significativos sobre la pobreza, sino que alimentaría las causales del problema. Salvia detalló que la cuestión de fondo a solucionar es la estructura social del trabajo, el nivel de inversión y la capacidad de generar empleo de la economía argentina.

El Salario Básico Universal es la prestación que propone un sector del Frente de Todos para los sectores más vulnerables.

El Salario Básico Universal es la prestación que propone un sector del Frente de Todos para los sectores más vulnerables.

"Un programa de esta naturaleza tendría nulo impacto en materia de creación de valor agregado a través del trabajo, ni siquiera informal. Al mismo tiempo, quitaría incentivos para salir de la informalidad y participar del mercado laboral formal", afirmó.

Por su parte, el investigador y economista especialista en mercado laboral Javier Lindenboim señaló: "Creo que es un parche más en la convicción de que es posible llevar a la práctica cualquier fantasía, sin el necesario soporte informativo en la realidad económica, social y laboral".

Y agregó: "Se siguen superponiendo metas e instrumentos como si cada una fuera inocua. Todo fuera de un plan de crecimiento y estabilidad".

Pobreza: ¿soluciona el Salario Básico Universal el problema de fondo?

La iniciativa tiene como objetivo ampliar el sistema de seguridad social para la población de entre 18 y 65 años sin hijos, pobres o de clase media baja sin patrimonio ni ingresos fijos. El Frente Patria Grande de Juan Grabois argumenta que es una ayuda para los sectores vulnerables de la sociedad.

Las razones por las que el Salario Básico Universal no sería una alternativa viable ni efectiva para combatir la pobreza.

Las razones por las que el Salario Básico Universal no sería una alternativa viable ni efectiva para combatir la pobreza.

Actualmente, el Estado brinda asistencia pública, a través de diferentes programas de transferencia de ingreso -con y sin contraprestaciones- al 35% de los hogares. Esto equivale a más de 4 millones de hogares, en donde residen más de 16 millones de personas.

Según los especialistas, se trata de programas que generan un piso de protección social y que han probado tener una muy adecuada focalización entre la población más pobre, trabajadores informales, desocupados o a cargo de trabajos de cuidado no remunerados.

Sin embargo, según Salvia, el Salario Básico Universal no iría en este sentido y sería más efectivo destinar esa plata en otros instrumentos de ayuda. "Un aumento de las transferencias -a través del SBU o cualquier otro programa- en 300 mil millones de pesos (menos del 1% del PBI), impactaría sobre todo en la tasa de indigencia, pero mucho menos en la pobreza", detalló. Para el especialista, no se saldría de la situación de vulnerabilidad ni se mejorarían las condiciones.

Las razones por las que el Salario Básico Universal no sería una alternativa viable ni efectiva para combatir la pobreza.

Las razones por las que el Salario Básico Universal no sería una alternativa viable ni efectiva para combatir la pobreza.

Y argumentó: "Una adecuada focalización de las transferencias podría bajar la tasa de indigencia del actual 7,5% a 4,5%, pero la tasa de pobreza casi no se movería. Frente a este escaso impacto, cabe preguntarse si esos mismos recursos no tendrían un impacto más estratégico en la lucha contra la pobreza si fueran invertidos en otras áreas".

En este sentido, graficó que con ese mismo dinero podría incrementarse en 50% el presupuesto nacional en salud, duplicarse la inversión en urbanización y vivienda o, también, en agua y saneamiento, o triplicarse el presupuesto en ciencia y tecnología.

"Sin duda, antes de actuar, cabe preguntarse cuáles deberían ser las prioridades y las mejores políticas para promover el crecimiento con mayor equidad social", afirmó a A24.com Lindenboim.

El Salario Básico Universal en números

Según los cálculos que hace el equipo del Frente Patria Grande, el costo fiscal bruto anual que demandaría el proyecto podría ascender al 1,8% del PBI.

Las razones por las que el Salario Básico Universal no sería una alternativa viable ni efectiva para combatir la pobreza.

Las razones por las que el Salario Básico Universal no sería una alternativa viable ni efectiva para combatir la pobreza.

Al plantear si es viable en términos económicos, el director del Observatorio de la UCA dijo: "Si esto implicara un recorte en otras áreas, o se contara con recaudación extraordinaria, estas transferencias no implicarían mayor déficit fiscal al actual".

Justificó que el costo fiscal depende del monto corriente de la transferencia y del número del beneficiario. "Para una población objetivo de 4 millones de personas u hogares, con una transferencia de aproximadamente 10 mil pesos mensuales, implicaría un gasto presupuestario bruto de aproximadamente $500 mil millones, lo cual representaría el 1% del PBI", calculó.

Una alternativa posible

Más allá de los fuegos cruzados entre los distintos frentes políticos, la propuesta parlamentaria no produciría los efectos de inclusión, justicia y equidad social que busca promover.

La disparada en los precios de alimentos y combustibles empuja a 71 millones de personas en el planeta a la pobreza (Foto: PNUD)

La disparada en los precios de alimentos y combustibles empuja a 71 millones de personas en el planeta a la pobreza (Foto: PNUD)

"El objetivo del Estado debe ser la reducción de la pobreza. Pero para ello se requiere de manera prioritaria estabilizar la economía, fomentar la inversión y desarrollar políticas que favorezcan la generación de más y mejores empleos, con más y mejor capacitación para los sectores pobres informales, con fuerte prioridad en la pequeña y mediana empresa, focalizando en primeros empleos para jóvenes y mujeres", agregó Salvia.

En este sentido, puntualizó como una alternativa posible "adoptar el objetivo explícito de garantizar capacitación y empleo a quien lo necesite a través de ofrecer trabajos dignos -de utilidad económica, social o comunitaria- asociados a un salario mínimo".


jueves, 14 de julio de 2022

¿Otra vez chocar la calesita? Columna Clarin 14 7 2022

 Columna publicada en Clarin el 14 7 2022


Para disgusto de varios de los asistentes, un reconocido economista espetó: “están chocando la calesita”. Aludía -una década atrás- a las equívocas decisiones políticas y económicas con las que se iniciaban el segundo mandato de la Doctora Kirchner.

Mucho se ha escrito desde entonces sobre los maltrechos e imaginarios integrantes del carrusel: caballitos, elefantes y cochecitos.

Sin tocar lo estructural...

Es verdad que sería injusto adjudicar sólo a esa gestión las causas del parate en la generación de empleo productivo, del imparable descenso de la inversión, del agotamiento de los superávits fiscal y externo que fueron sostenes importantes de la recuperación entre 2003 y 2007. Pero no hay dudas que allí se abonó bastante el territorio.

El empleo siguió creciendo, pero entonces impulsado por el de carácter público y el denominado “de baja calidad” (autónomos o monotributistas). Ambas cosas continuaron de cierta manera luego de 2015. El empleo estatal atemperó su ritmo, pero siguió creciendo. El empleo privado registrado terminó de perder su magra energía y también se fue desbarrancando. Los no asalariados tomaron en cierto modo la delantera.

Pese a todo, la participación salarial en el Producto o en el Valor Agregado mantuvo niveles elevados (próximos al 50%). Parecía la panacea, concluyendo un ciclo (2012-2017) de buenas noticias.

Una vez más, la insostenibilidad por el lado externo y, especialmente, el del déficit fiscal terminó por derrumbar la ilusión apenas el sacudón financiero internacional de abril de 2018 puso todas las cartas sobre la mesa.

“El mejor equipo del mundo” no pudo, no supo o no quiso encontrar una mejor vía que salir del atolladero aferrándose al apoyo que rápidamente el FMI le otorgó como salvataje.

Sin embargo, políticamente la suerte parecía estar echada. La sociedad que creía entender lo absurdo del déficit originado en el congelamiento de tarifas (y dólar), no aceptó el camino propuesto para ir enfrentando tamaño desafío.

Tras los tumbos inmediatos, en poco tiempo se revirtió el ánimo social y político y reapareció bajo “nuevas” formas la opción del retorno a las propuestas que habían mostrado sus inconsistencias, aunque no habían llegado al límite de presentarse como una crisis profunda e inevitable hasta el recambio de 2015.

Y el recambio fue aparente...

Lo que sigue es más conocido o recordable. Frases y más frases llenaron el ambiente. “Sacaremos las Leliq para poner plata en los bolsillos de los jubilados. Crearemos un Consejo Económico-Social amplio que diseñe un horizonte y no se ocupe de la coyuntura. Crearemos una Comisión Nacional de Lucha contra la Pobreza. Recompondremos el aparato productivo. Iremos derrotando la inflación. Negociaremos de pie con los acreedores externos, sean los privados o el FMI. En fin, volveremos mejores”.

De golpe apareció la pandemia en el mundo. Nunca sabremos qué camino habría tomado el país sin tal calamidad internacional. Lo cierto es que muchas veces se plantearon acciones iniciales (cohesionar al país para defender la salud y la vida de la población con un necesario espíritu político amplio) y, casi de inmediato, se sucumbió a la tentación de combatir a todo aquél que sea o se pareciese a un “enemigo”.

Así transcurrió el conjunto de acciones dilatadas, confusas, no carentes de oscuridades que pueden superponerse con actos de corrupción a lo largo de estos dos años.

Como no podía dejar de ocurrir, luego de la enorme caída de la actividad económica y del empleo (en el segundo trimestre de 2020 se perdieron cuatro millones de puestos de trabajo y en el año el producto cayó un 10%), el 2021 mostró una importante recuperación en ambas variables.No así en materia de ingresos. Los correspondientes al promedio anual del empleo privado registrado en los años previos se mantuvieron en valores cercanos entre 2012 y 2018 inclusive.

Desde entonces las pérdidas acumuladas fueron: 2019: -8%, 2020 la pérdida se incrementó a -10.5% y en 2021 se continuó deteriorando hasta acumular un -12%. Que el proceso en Latinoamérica haya tenido características similares y que en la región también cueste encontrar la salida, no exime a la Argentina de sus propias dificultades, algunas autoinfligidas.

En nuestro caso, las disputas interminables en la cúpula se han llevado a otro ministro. ¿Será para volver a subir a la calesita?

lunes, 4 de julio de 2022

Distribución del ingreso, economía y política Columna en INFOBAE 4-7-2022

 Nota reproducida también en Jujuy al día, el 5-7-2022



}"No sorprende que la última década nos haya dejado más pobres que antes, al margen de haberse implementado políticas económicas diferentes o aun contrapuestas", destacó el autor del texto (REUTERS/Agustin Marcarian/Illustration/File Photo)

Los datos económicos y laborales más recientes, en general referidos a nuestro último verano, daban cuenta del último tramo del rebote ocurrido en 2021 posterior a la debacle del 2020. Algunos de esos resultados eran, todavía, algo prometedores. Es posible que no sea similar al actual comienzo invernal.

Con el objeto de una evaluación más comprensiva es útil ponerlos en el contexto del desempeño de los últimos tiempos y, si es posible, reunir indicios sobre lo que puede estar ocurriendo en este momento, al fin del segundo trimestre de 2022.

El ingreso redistribuido según la EPH

Veamos los ingresos captados por la Encuesta Permanente de Hogares, en enero-febrero-marzo (trimestre que -hoy- parece tan lejano):

Fuente: Indec, Evolución de la distribución del ingreso (EPH) , Primer trimestre de 2022
Fuente: Indec, Evolución de la distribución del ingreso (EPH) , Primer trimestre de 2022

Lo primero que se destaca es que la cima de las series mostradas, están en 2018. Esto vale ser tenido en cuenta en particular para quienes prefieren hablar de las dos pandemias. Los dos años iniciales de Cambiemos, según los datos de Indec, fueron los mejores de estos casi veinte años, superando incluso los registros publicados del segundo mandato de la Dra. Kirchner. Luego devino la crisis del sector externo en el segundo trimestre de 2018 y la caída económica y de ingresos fue más que intensa.

Aun si tomáramos los promedios anuales del mismo período, el panorama resultaría similar. La profundidad del deterioro de los ingresos personales y familiares del comienzo del Frente de Todos es contundente y siguen peores que los últimos del bienio del gobierno precedente.

Nadie esperaba la calamidad sanitaria mundial con que se inició 2020. La pandemia, y el modo en que se la enfrentó aquí en materia de profundidad y extensión, no evitaron el impacto negativo tanto en el producto como en el empleo, de manera parecida a lo que nos muestran los datos de toda América Latina. Además, las magras expectativas de recuperación en América Latina para el año actual, sugeridas por el estudio de CEPAL (Balance preliminar de las economías de América Latina y el Caribe, https://www.cepal.org/es/publicaciones/47669-balance-preliminar-economias-america-latina-caribe-2021) se complican en Argentina justo en el momento en que deberíamos tomar más impulso.

La actividad económica y sus limitantes políticos

En efecto, la traumática firma del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, así como los cortocircuitos en la cúpula del poder central, no han hecho más que enredar el panorama político y, por ende, el económico. La necesaria serenidad fiscal está castigada desde varios costados, ninguno de los cuales proviene de los sectores de la oposición política.

Los gremios vienen pugnando por recuperar algo de lo perdido en los años últimos en materia salarial. Los datos disponibles no son completos ni plenamente abarcativos. Un modo de captar lo ocurrido en 2021 es analizar la Cuenta de Generación del Ingreso e Insumo de mano de Obra elaborado por el Indec. El año último, respecto de 2020, se registró una pérdida de la participación salarial en el conjunto de la riqueza generada en el país.

Fuente: Indec, Cuenta Generación del Ingreso e Insumo de Mano de obra, 4to. Trimestre 2021
Fuente: Indec, Cuenta Generación del Ingreso e Insumo de Mano de obra, 4to. Trimestre 2021

Como es sabido, al tiempo que el Producto recuperó casi totalmente lo perdido en 2020, no ocurrió lo mismo con la masa salarial respectiva. De allí la abrupta disminución de la participación de los ingresos laborales del orden de los cinco puntos porcentuales. Este nivel nos ubica algo por debajo de los de 2008 o 2009. En cambio, si observamos los resultados entre 2012 y 2017, ambos inclusive, vemos que configuran “la cresta de la ola en esta variable”, nuevamente ¿dos pandemias?

Una vez más la mirada sobre los datos oficiales en retrospectiva arroja evidencia que parece contraponerse con afirmaciones que a todas luces resultan insostenibles.

Bienestar y sustentabilidad

Otra cosa es discutir si la mejoría de muchos de estos indicadores a comienzos de la segunda década del siglo XXI, eran o no sustentables. Varios estudios argumentan en sentido negativo debido a muchos factores, entre ellos, a la persistencia de una secuencia perversa operada en ese lapso: rezago del tipo de cambio, continuidad del descenso de la tasa de inversión, congelamiento de tarifas con su impacto negativo en los ámbitos fiscal y externo con un resultado plausible para quienes permanecían en el mercado laboral y de consumo, pero con un estancamiento en la generación de empleo productivo. Más temprano que tarde el derrotero era insostenible.

No sorprende, entonces, que la última década nos haya dejado más pobres que antes, al margen de haberse implementado políticas económicas diferentes o aun contrapuestas. La riqueza generada dividida por el número de habitantes en el bienio 2020-2021 es similar a la de 2003-2007 es decir que en esta década y media apenas pudimos producir tanto como aumentó su población. Obviamente de este modo el horizonte de mejoramiento resulta poco menos que inalcanzable para una sociedad cada vez más inquieta por su presente y por su futuro.

Fuente: Indec, series oficiales de Producto Bruto Interno y de población total
Fuente: Indec, series oficiales de Producto Bruto Interno y de población total

Parece necesario reconocer que las políticas que nos trajeron hasta aquí no son las que permitirían salir del laberinto. “Se acabó la moderación”, acaba de decir un alto funcionario. ¿A qué habría de referirse? ¿Fue el anuncio de la renuncia del ministro de Economía? ¿Saben para hacer qué?

sábado, 2 de julio de 2022

Distribución del ingreso, un clavo en el zapato Columna en DIAGONALES, 2-7-2022

 OPINIÓN

Distribución del ingreso, un clavo en el zapato

El país sigue desaprovechando la oportunidad de debatir de qué manera puede irse acrecentando la productividad.


La sociedad crea riqueza y la asigna anualmente de alguna manera. En el capitalismo, por lo general, ese reparto es manifiestamente desigual entre los trabajadores y los empresarios.

La disparidad de tal prorrateo, acumulada en el tiempo, da origen a que el “stock” crecientemente genere mayores distancias entre los extremos. Unos pocos cada vez con más y muchos cada vez con menos, en relación a lo producido.

Por tanto, no parece tratarse de enojarse con el resultado final, motivos no faltan, sino de entender por dónde se origina de tal proceso. Esto es, en el transcurso mismo de la producción de bienes y servicios (a través del cual operan tanto los destinos de lo generado; consumo, inversión, exportaciones) como, de manera particular, la forma en que se distribuye.

Una manera de ver esto, que fue abandonada durante bastante tiempo es lo que se denomina la distribución funcional o factorial del ingreso o, sencillamente, la distribución del mismo.

Claro que hay otras formas, de modificar en parte esa inequidad, esos contrastes, pensando en los ingresos monetarios. Sintetizando al extremo, a través de ciertos impuestos que tienen por objeto reasignar fondos de modo directo (transferencias) o indirecto (prestación de servicios básicos). Por cierto -sin entrar en vericuetos demasiado técnicos- no todos los impuestos tienen carácter progresivo ni todos los usos son necesariamente virtuosos, per sé.

Entre los primeros se distinguen los impuestos directos (que recaen sobre los ingresos de las personas o de las unidades económicas) y que, con escalas adecuadas, se pueden calificar como progresivos. Otros son los llamados “indirectos”, típicamente el IVA, que recae sobre el conjunto de las personas que adquieren cualquier bien o servicio disponible en el mercado. Nótese, de paso, que las así llamadas retenciones a las exportaciones técnicamente pertenecen al segundo grupo, no al primero.

¿A qué viene este rodeo? A admitir que la cuestión de la percepción de ingresos de manera desigual o, al menos insatisfactoria para los estándares deseados, es parte de un complejo proceso que conjuga decisiones políticas y económicas y que de estas últimas no podemos prescindir. Se ha dicho hasta el hartazgo que de las decisiones económicas se puede hacer cualquier cosa menos evitar sus consecuencias.

Ejemplo: Si Argentina en las últimas décadas disminuyó la tendencia a invertir -relativamente a lo que produce-, se comprende que los resultados al menos van en dos sentidos. Por un lado, la capacidad productiva del conjunto disminuye: de hecho, el Producto Per Cápita es igual o menor que una década atrás, con lo que todos somos algo más pobres. Por el otro, la disputa entre capital y trabajo se exaspera; pues cada uno trata de apropiarse de una mejor proporción de una torta cada vez más chica.

No es ajeno al mundo de la política (mucho menos a la economía) que instituciones establecidas desde hace mucho tiempo como el Consejo Nacional del Salario, la Productividad y el Empleo (bajo la órbita del Ministerio de Trabajo) se ha concentrado, casi en exclusiva, en fijar anualmente los niveles de salario mínimo, por debajo del cual no puede establecerse ningún Convenio Colectivo de Trabajo. Lo cual es saludable, imprescindible, aunque insuficiente.

Pero al quedar sistemáticamente afuera el ingrediente de la Productividad, el país sigue desaprovechando la oportunidad de debatir de qué manera ésta puede irse acrecentando y, en ese marco, disputar el modo en que tales mejoras no quedan de un solo lado sino que sean compartidas entre el capital y el trabajo.

Nada de esto es sencillo en general. Menos aún cuando asistimos a una crisis profunda, que no es sólo económica, pues en gran medida deriva de las disputas en la cúpula del gobierno. Precisamente por la magnitud del desafío es imprescindible desechar simplismos tales como el que dice “solo importa recuperar el consumo”. Si agotáramos todo lo ya producido ¿luego, cómo seguiríamos?

El desarrollo económico y social requiere orientación, políticas, horizonte e instrumentos. Es una discusión aun no cerrada ni mucho menos. Pero no podemos evitar darla, tanto desde la perspectiva económica como de la política.

Sin inversión no hay crecimiento y sin este no hay mayor demanda laboral;  sin ello, a la vez,  no habrá posibilidades de incremento del consumo. Puede ocurrir -como en la actualidad- que el rebote parcial del empleo sea simultáneo con la disminución de la capacidad de compra de los ingresos respectivos, debido a la calidad de los puestos que se crean o disponen. Esto se ilustra con la baja pronunciada de la participación salarial en Argentina a lo largo de 2021

Queda fuera de esto, por supuesto, el gran tema pendiente del país que arrastramos desde hace décadas, a diferencia de nuestros países hermanos. La inflación sigue golpeando en especial a quienes se ilusionan con más pesos en el bolsillo, aunque estos alcancen para cada vez menos.

jueves, 12 de mayo de 2022

Por qué el repunte de la economía...no llega a los bolsillos de la gente - Entrevista de Santiago Rojas publicada en Perfil 11-5-2022

 Entrevista de Santiago Rojas publicada en PERFIL, 11-5-22

Por qué el repunte de la economía al que se refiere Guzmán, y esperanza a Alberto Fernández, no llega los bolsillos de la gente


Ayer 20:49

El ministro de economía Martín Guzmán habló en varias exposiciones sobre el crecimiento que Argentina viene teniendo en este último período, casi superando los niveles prepandémicos. De hecho, afirmó durante su disertación ante empresarios en Bariloche que “el producto creció 10,3%” superando cualquier proyección.

En este sentido a Alberto Fernández está esperanzado con respecto al crecimiento de los índices económicos se observó durante su visita a España y luego Alemania según lo comentado por Rosario Ayerdi en Radio Perfil.

No obstante, lo que resulta interesante es saber por qué el crecimiento que anuncian desde el Gobierno no se refleja en los bolsillos de los argentinos.

Por eso es que diferentes economistas ofrecen su mirada a PERFIL para determinar las causas teniendo en cuenta que los índices de pobreza, inflación y pérdida del poder adquisitivo de los salarios en los últimos son catastróficos.

Enfoques económicos

Según Guido Lapa, economista y docente de la UBA, asegura que el mejoramiento no tiene que ver solamente con las exportaciones récords sino también con una recomposición del empleo que deja el desempleo en el 7%. “Pero la realidad es que el crecimiento de 2021 estuvo pésimamente distribuido y fue apropiado por los sectores más concentrados de la economía argentina”.

Y agrega que el gobierno es totalmente responsable de la situación ya que tomaron medidas “como el aumento de los salarios por debajo de la inflación. Está jugado en respetar a rajatabla el acuerdo con el fondo y es claramente regresivo en la distribución del ingreso porque finalmente promueve una devaluación, promueve una suba de Tarifa porque finalmente promueve una sudadera tasa de interés. Una política regresiva”.

Argentina, el país del Cono Sur con mayor deterioro del poder adquisitivo

En cuanto al especialista en mercado laboral e investigador de la UBA, Javier Lindenboim, pone en duda el repunte de la economía y asegura “primero lo que necesitamos es crecer. No se puede hacer lo que uno quiera con las arcas públicas” y destacó la necesidad de acrecentar la tasa de inversión.

“El gobierno de Néstor tuvo menor tasa de inversión que el gobierno de Menem, el primer gobierno de Cristina tuvo menos que el de su marido, en su segundo mandato menos que el primero y el de Macri menos que el segundo de Cristina, eso es el dato objetivo con un país que necesita la inversión porque es mentira que no hace falta la inversión”.

Y agregó “los chinos tenían una tasa de inversión cercana de 40% y nosotros estamos rascando el 15. Cómo podemos planificar una dinámica económica que sea inclusiva, que sea todo lo que queramos, pero primero lo que necesitamos es crecer”.

Tarda en llegar a la gente vs dudar de la recuperación

Por su parte, el economista Pablo Tigani, asegura “cuando los números macro empiezan a mejorar pasan tres años por lo menos para que le llegue a la gente”. A su vez relata que en 2005 era el tercer año que Argentina crecía entre 8 y 9 puntos, la gente no se enteraba. Se trata de un período mayor. “Yo creo que recién empezamos a ver el bienestar en el año 2006”.

“Está empezando a venir la inversión. Se está recuperando la tasa, se recuperó lo que se perdió en la pandemia. Estamos como en 2018, mejor que en 2019, por lo menos cuatro o cinco puntos arriba en términos de consumo y tres puntos arriba en términos de PBI con una proyección de 4 puntos”.

Más de la mitad de los niños argentinos son pobres, con serias consecuencias para su futuro

Por último; Marcelo Ramal, economista y docente, expone que el Gobierno tiene un aspecto muy focalizado y parcial del proceso económico, que es la evolución de las exportaciones están influenciadas por la suba de los precios internacionales, “este es un aspecto central del problema”.

Además sentencia que el otro elemento a tener en cuenta es que “efectivamente los elementos de reactivación se están dando sobre un escenario de bajos salarios. Está favorecido por un escenario de condiciones salariales y laborales muy bajas”.

Y agrega, “es muy característico en los ciclos capitalistas, que es que justamente la remontada de un ciclo, parte de un cuadro de condiciones laborales degradadas y salarios bajos. Yo coloco digamos de todas maneras entre paréntesis la idea de una recuperación económica, se toman algunos datos aislados como es el del comercio exterior”.

Empleo y salarios Entrevista de Hugo MACCHIAVELLI, Hoy nos toca, Canal de la ciudad, 11-5-22

 Entrevista de Hugo Macchiavelli, Hoy nos toca, Canal de la Ciudad, 11-5-2022


Ver la entrevista


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domingo, 8 de mayo de 2022

Es más inteligente no inventar gastos sin recursos que crear impuestos Entrevista de Silvia Stang, LA NACION, 8-5-22

 Entrevista de Silvia Stang en LA NACION, 8-5-2022

Javier Lindenboim: “Los kirchneristas creen que un impuesto nuevo es un triunfo para los trabajadores; es más inteligente no inventar gastos sin recursos”

El economista analizó la situación macro, el escenario laboral y las paritarias; advirtió que la pandemia dejó al país en una situación más complicada que la anterior en cuanto a los problemas de calidad del empleo, y afirmó que hoy no existe un horizonte

Ir a notas de Silvia Stang
LA NACION
Javier Lindenboim: "Socialmente hablamos, no salimos de la rapiña entre nosotros; necesitamos un esfuerzo mucho más compartido y que se fije un horizonte para la recuperación"
Javier Lindenboim: "Socialmente hablamos, no salimos de la rapiña entre nosotros; necesitamos un esfuerzo mucho más compartido y que se fije un horizonte para la recuperación"Victoria Gesualdi / AFV

Es licenciado en Economía Política por la Universidad de Buenos Aires (UBA), con un posgrado en Formación de Investigadores en Desarrollo Urbano y Regional del Instituto Di Tella; fue docente en diferentes casas de estudio; es investigador del Conicet y dirige el Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (Ceped) de la UBA

“Más allá de todo lo que arrastramos [en materia de problemas laborales], la pandemia nos puso en un escalón más complicado aún, porque la recuperación de la fuerza de trabajo [tras la cuarentena] se produjo en gran medida en dos componentes de no buena calidad: el de los asalariados privados no registrados y el de los no asalariados, que en parte es posible que estén registrados en el sistema previsional y Dios sabe con qué regularidad hacen sus aportes, pero creo que no nos equivocamos si decimos que en su mayor parte no están registrados”, sostuvo, en diálogo con LA NACION, el economista Javier Lindenboim, director del Centro de Estudios sobre Población Empleo y Desarrollo (Ceped) de la UBA. Según advirtió, las condiciones están dadas para que el problema se profundice y eso, señaló, se deriva del “gran lío” que hay en el Gobierno, que no puede concretar las medidas necesarias para que se pueda avanzar hacia un contexto favorable al crecimiento.

Además de marcar las falencias en la calidad del empleo que afectan a millones de trabajadores en el país, Lindenboim se refirió al problema que impacta en los bolsillos de todos: “En el acuerdo con el FMI hay, no en la letra sino en el espíritu, una certeza de que el proceso inflacionario va a ser de tal intensidad que va a ayudar al cumplimiento de las metas, ese es un argumento en contra de las posibilidades de mirar con optimismo el futuro de los próximos meses del mercado de trabajo; el cinturón va a seguir apretando”, concluyó.

El “lío” en el Gobierno, agregó, hace que terminen primando “las viejas recetas que ya en los años anteriores de kirchnerismo en el poder se pusieron en práctica, y que contribuyeron a traernos hasta aquí”.

–¿A qué se refiere con las medidas necesarias que no se toman?

–Prácticamente todas las que podrían contribuir, no ya a que haya un superávit fiscal, sino a no agravar el déficit fiscal; algunas están en el acuerdo con el Fondo Monetario, como lo de tarifas. En la Argentina, al menos hasta donde yo conozco, por décadas hablar de equilibrio fiscal era atributo de la mirada más ortodoxa de la economía. Ahí Néstor Kirchner vino a producir un cambio, porque tenía todas las condiciones a su favor para hacerlo, se aferró a eso y defendió la política de los superávits gemelos [fiscal y comercial], con lo cual todos los que miraban la búsqueda del equilibrio o de superávit fiscal como algo feo, malo sucio se quedaron sin argumentos. Pero luego eso se perdió con diferentes medidas y no se pudo volver a salir del déficit fiscal.

–Más allá de las políticas macro, ¿qué peso pueden tener eventuales cambios en la legislación laboral, si se busca que haya más empleo y de buena calidad?

–Creo que la estructura de funcionamiento del mercado de trabajo en una cantidad de áreas es algo importante, y hay una cerrazón a discutir el tema por parte del sindicalismo. Lo poco que se intentó hacer fue en la época de Macri y con acuerdos sectoriales, como los de Vaca Muerta. Con las actuales condiciones, en la Argentina los acuerdos de orden general son muy difíciles y, por lo tanto, analizar por cadenas de producción, por sectores, puede ser la vía, pero igual es algo muy difícil. Ese es un punto. También está la discusión sobre el sistema previsional, en la cual nadie le quiere poner la cara a decir que no solo está bastante deteriorado, sino que buena parte de las medidas que con ojos entusiastamente progresistas se vieron como avances de derechos, al haberse hecho sin sustento actuarial para ver cómo se sostenían a futuro, lograron agravar el problema. Es cierto que la política tiene predominio sobre la economía, pero debería ser consciente de que lo que induce a hacer no es inocuo en lo económico. Sabemos que, aproximadamente, por cada tres puntos de crecimiento del PBI, el empleo puede crecer un punto en la Argentina, pero veo difícil que hoy se cumpla eso y, entonces, ni siquiera estamos en condiciones de que se creen los puestos necesarios para quienes se incorporan.

–Frente a la aceleración de la inflación, se planteó desde el Gobierno, por un lado, la dinamización de las paritarias y, por el otro, el pago de bonos desde el Estado a una parte de la población, ¿cómo ve esas medidas?

–Sobre lo primero, se me vienen a la mente algunas apreciaciones de Roberto Frenkel que, cuando se proponían acortamientos de plazos para hacer los reajustes y, en general, cuando se proponían hacer ajustes con respecto a los acontecimientos pasados y no sobre un plan futuro, hablaba espantado de los posibles resultados que se pueden obtener en materia de aceleración inflacionaria. Estamos como en una calesita loca. Es cierto que la situación requiere que se tomen algunas medidas para ayudar a los sectores populares, pero también es cierto que no todos los empleadores están en condiciones de hacerse cargo de nuevas erogaciones sin pasar eso a precios. Creo que en el Gobierno, y fuera el Gobierno también, no hay conciencia de la gravedad de la situación, cada uno pega el grito donde le duele un poco el callo. No aparece alguna línea de pensamiento que lleve a tomar medidas en algún sentido. Es un momento en que la perinola dice ‘todos ponen’, así que no es tiempo de que chicaneemos para llevarnos un pedazo más de la torta, sino que tenemos que ver qué podemos aportar. Eso es fácil decirlo, pero políticamente es algo extremadamente difícil, mucho más si una parte del Gobierno sigue manteniendo argumentos como si lo que pasa no pasara; el kirchnerismo sigue planteando cosas como si el mundo fuera el de no sé cuándo. En situaciones críticas puede haber algunas medidas que transitoriamente tapen un agujero, pero estoy convencido de que ninguna medida parcial puede ser satisfactoria. Hay sindicatos con capacidad de presión, camioneros, bancarios, aceiteros, que consiguen mejoras sustanciales; los demás van a estar mirando a ver si pueden tomar un pancito para mojarlo en el café con leche. Pero de ahí no salimos. Socialmente hablando, no salimos de la rapiña entre nosotros. Y necesitamos un esfuerzo mucho más compartido y que se fije un horizonte no inmediato para la recuperación. Alguien puede decir que es injusto y que los trabajadores no tienen por qué hacerse cargo; sí, estoy convencido de que es injusto y de que el capitalismo produce injusticias, pero vivimos con el capitalismo y tenemos que encontrar salidas económicas y políticas.

–Una década atrás, según datos oficiales, había igual o incluso mayor cantidad de asalariados registrados del sector privado que ahora; teniendo en cuenta ese dato y el actual contexto, ¿influye la negociación salarial en la dinámica del empleo?

–Desde el punto de vista general es muy difícil tener una apreciación, porque eso depende de los diferentes ámbitos de actividad económica y de si han podido o no hacer modificaciones tecnológicas ahorradoras de mano de obra. Creo que eso de que porque la mano de obra es más cara echo gente, puede ser en un contexto en el cual cada vez vendo menos, pero si estoy vendiendo cada vez más, es distinto. Creo que es un caballito de batalla del empresario azuzar el peligro de los despidos y eso puede generar nuevamente lo que pasó con la prohibición de despidos, que no resolvía los problemas, sino que los ponía bajo tensión. Lo de las paritarias es comprensible en un contexto en el que no existe el planteo de un horizonte. Imaginemos algo difícil de imaginar en la Argentina: que el Gobierno se planta después de haber cosechado credibilidad por parte de la ciudadanía y que diga: ‘bueno, estamos en un lío tan importante que lo que tenemos que hacer es tal y tal cosa, que en lo inmediato no nos va a resolver muchas, solo alguna cuestión, pero es la única manera de llegar en dos, tres, cuatro o cinco años a un punto medianamente satisfactorio’. Eso produciría en la sociedad un sacudón; a lo mejor es una utopía muy grande, pero creo que si no es por ese lado, no tenemos forma.

–En los últimos años sí creció el número de empleados públicos y de monotributistas, con aportes considerados bajos para la sostenibilidad del sistema jubilatorio, donde está parte del problema fiscal actual y hacia adelante. Más allá de las causas, ¿qué efectos futuros pueden esperarse de esa dinámica del mundo laboral?

–El sector público en los últimos 15 años mantuvo una dinámica ascendente, más allá de cómo le fue yendo al país. Y monotributistas es una categoría que también creció. En lo previsional, yo no pondría el acento en ese segmento o en el de personal de casas particulares; creo que tenemos demasiados sistemas que no son de privilegio, pero sí especiales, que se estructuraron para dar respuesta a demandas de sectores, como los de docentes, investigadores, etcétera. Eso tampoco es equitativo, porque más allá de que se haya aportado un poco más, todos los aportes actualizados no alcanzan a cubrir las retribuciones que se dan. Quiero decir que yo no miraría solo en la parte baja, sino que, si me meto a discutir el tema previsional, incluiría todo el conjunto.

–Con la percepción de una muy alta presión tributaria y con los cuestionamientos al gasto público, existe una brecha de la que últimamente se habla mucho: una parte de la sociedad percibe que paga impuestos y que hay otra parte que solo recibe dinero, ¿cómo ve ese tema?

–Un mundo y otro no funcionan separados. El mundo al que llamamos informal tiene muchísimos intersticios que lo vinculan al que llamamos formal, por lo cual este último está negreando también y, a la vez, el mundo llamado informal alguna cosa en blanco hace. Creo que, efectivamente, hay una percepción en la sociedad de que hay una presión fiscal muy elevada y tiene que ver con lo que pasa con el gasto también; por ejemplo, que haya disminuido la matrícula escolar es algo que no tiene justificación. Y hay un debate espurio en el Gobierno, porque los kirchneristas creen que poner un impuesto nuevo es un triunfo para los trabajadores, y yo creo que es una torpeza pensar las cosas en ese contexto, porque todo va a depender de a quién se grave, de cómo se grave y de qué destino se dará a lo recaudado. Es más inteligente no inventar erogaciones sin recursos. Estoy de acuerdo con que hay presión fiscal, en lo que no estoy de acuerdo es en ese argumento que suena redondito, de que unos pagan mucho y otros no pagan nada, y peor aún, que son los que reciben. Creo que eso no es literalmente así; un punto elemental es que los sectores más pobres pagan IVA, aunque no sé si ese IVA llega al Estado [o queda en el camino], y otro punto es el de las conexiones entre el sector formal e informal. Por ejemplo, si hablamos de la confección de prendas y se mira cuánta tela se fabricó, y si con la tela que se fabricó y no se exportó se podría producir el doble de trajes de los que están informados, entonces la mitad de los trajes se vendió en negro; es un ejemplo burdo, pero lo doy para que se entienda la conexión entre el mundo formal e informal. La escisión no sirve de mucho, sí sirve la discusión sobre la eficiencia del fisco.

–¿Y cómo influye el peso de la carga fiscal en las posibilidades de crecimiento de la actividad?

–Depende mucho de lo que haga el fisco, si vuelca una parte importante de los ingresos a crear algo en un sector en el que estamos en déficit, como la infraestructura, sería a largo plazo extremadamente favorable para el crecimiento. Pero si se dilapida de muchas maneras, no podemos menos que mirar esa carga como algo contrario al crecimiento; ahí está incluida la corruptela.