jueves, 18 de febrero de 2021

Flexibilización laboral y falsa meritocracia, la herencia socioeconómica de Carlos Menem Columna aparecida el 18-2-2021 en elDiarioAR.com

 Columna aparecida en elDiarioAR.com  el 18-2-21

Flexibilización laboral y falsa meritocracia, la herencia socioeconómica de Carlos Menem

domingo, 14 de febrero de 2021

Detrás de la inflación, el gobierno busca acelerar el pacto social S. Aulicino - Diario Rio Negro, 14-2-2021

 Entrevista de Sebastián Aulicino, publicada en Diario Rio Negro, 14-2-2021

El Ejecutivo recibió por separado los jefes sindicales y a los principales empresarios del país. Intentará reunir antes de fin de mes a los dos sectores en una mesa.


El gobierno dio un primer paso formal. Las reuniones oficiales con sindicalistas y empresarios en busca de algún tipo de pacto de precios y salarios dejaron un par de promesas y varias incógnitas. No habrá “techo a las paritarias”, aseguró el Ejecutivo, y el “objetivo” es que los salarios le ganen algunos pocos puntos a la inflación. Sin embargo, Nación mantiene las previsiones planteadas en el Presupuesto que estiman un aumento del costo de vida promedio en torno al 30% para 2021, cuando los privados ya calculan un 50%. ¿Qué políticas efectivas saldrán de este “acuerdo político”? ¿Se puede hablar de acuerdo político cuando no participa el sector más importante de la oposición en el diálogo? ¿Qué sucederá con la creación del tan mentado Consejo Social y Económico para desarrollar políticas a mediano y corto plazo? Las búsqueda de pactos sociales no es nueva en Argentina y las experiencias previas dejaron pocos éxitos y sólo a corto plazo. El gobierno busca, por ahora, la foto.

El miércoles, los ministros de Economía, Martín Guzmán; de la Producción, Matías Kulfas, y de Trabajo, Claudio Moroni, recibieron a los jefes de las principales organizaciones sindicales. El jueves fue el turno de los principales empresarios del país. Aunque hubo algunas advertencias de jefes sindicales sobre las previsiones optimistas sobre la inflación 2021, la predisposición de ambas partes para el “diálogo” fue, como suele serlo, buena. Con la preocupación por el aumento de la inflación en el primer puesto, y en busca de señales de “certidumbre a la economía”, el gobierno intentará reunir antes de fin de mes a los dos sectores en una mesa.

Además de prometer que no habrá formalmente techos para las paritarias -a pesar de que en el Ejecutivo esperan que el techo se genere de hecho para evitar una espiralización de la inflación-, el ministro Moroni dejó una advertencia: “No hay un contrato jurídico, no es que vamos a fijar un convenio o vamos a poner un número, sino que vamos a establecer una metodología para monitorear la evolución de los precios y los salarios”, dijo. Se trata, entonces, en principio, más de una señal política que de una política con medidas efectivas.

Sin embargo, desde el gobierno afirman que avanza la creación del Consejo Económico y Social, que sería dirigido por el Secretario de Asuntos Estratégicos Gustvo Beliz y no por Roberto Lavagna como se sugirió en un principio. El Consejo, que fue preanunciado al inicio del gobierno de Fernández, reuniría a los principales sectores de la economía para definir políticas económicas a mediano y largo plazo.

No faltan experiencias en la historia argentina de intentos de pacto similares. El antecedente más recordado es el “pacto social” impulsado por el ministro de Economía del gobierno peronista, José Ber Gelbard, en 1974. El Acta de Compromiso Nacional, firmada por trabajadores, empresarios y el Gobierno, proponía un programa de precios y salarios, anclado en el aumento de los salarios y luego en la intervención sobre la cadena de formación de precios. En el corto plazo dio sus frutos, pero dos años más tarde las tensiones entre las partes se hicieron insostenibles y la inflación se aceleró. La falta consistencia en la política fiscal y, claro, el escenario político convulsionado propiciaron la caída: murió Perón, cayó la política, cayó el pacto, llegó la dictadura.

Ahora bien, existen hoy pugnas políticas distintas. Este 2021 vuelve a haber elecciones y el oficialismo lejos de tener asegurada la victoria mira con preocupación las últimas encuestas. El Ejecutivo no convocó a la oposición a formar parte de la mesa de diálogo para el nuevo pacto. El gobierno parece entender que el sustento político lo da, en este caso, el propio gobierno y su buena sintonía con el sindicalismo.


Lindenboim:“Si queda en la foto, no lleva a ningún lado”

Javier Lindenboim, Director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (Ceped), de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.

Javier Lindenboim es Director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (Ceped), de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.
P: ¿Cuál fue el dato más preocupante que vio en el último informe del Indec sobre salarios?
R: Hay algo que me llamó la atención. La presunta mejoría tan importante de los salarios de los no registrados. Hubo un descreme de los sectores precarios más bajos en materia de ingresos, que fueron los que sufrieron más en el segundo trimestre del 2020, una caída de como el 40% del empleo de los precarios. Es probable que si uno hiciera registro de los ingresos de los que quedaron, la nueva media de los ingresos haya sido más grande que la media de los ingresos promedio anterior.

P: No significa que hayan subido.
R: Exacto. Esa es la posibilidad: ahora tomamos de los precarios que había antes sólo a los precarios mejor pagos, entonces pareciera que les mejoró el ingreso. Pero el problema es que no son los mismos. El resto es esperable: los salarios una vez más perdieron. Desafortunadamente no es noticia. Tomando este análisis de los precarios, aplicado al conjunto se refleja mentirosamente que el promedio de los asalariados sólo perdió dos puntos. Es posible que la pérdida fuera mayor.

P: ¿Hasta qué punto es posible controlar la inflación y propiciar una recuperación del ingreso con un acuerdo político?
R: Hay razones económicas sin duda por las cuales estamos envueltos hace décadas en este problema inflacionario. La posibilidad de encararlo en un sentido más eficiente tiene como precondición -no como único elemento- algún formato de acuerdo político. Que tiene que tener solidez, porque el pacto de cinco décadas atrás con Perón saltó por los aires con la muerte de Perón.

P:El pacto de Gelbard en el 73…
R:Ya venía flojo de papeles pero terminó con el único que podía garantizar algo de su continuidad. Si no existe esta condición, si hay una convicción como la de Cambiemos que creía que podía encarar por su cuenta el problema inflacionario, o existe la soberbia del gobierno de Fernández que creía que le iba a poner un 20% a los jubilados en el bolsillo apenas asumiera, no se puede imaginar una política en la dirección correcta. Hace falta una concertación, la idea del Consejo Económico Social, que el gobierno formuló, ni siquiera la puso en marcha. Si se sientan en una mesa, se palmean las espaldas, el Estado no cuida la baja del déficit, los empresarios intentan recuperar rápidamente las pérdidas, y los sindicatos lo mismo con los salarios, es decir, si se queda en la foto, no lleva a ningún lado.

P: ¿Tendría que haber mecanismos, acuerdos de productividad, reforma laboral, tributaria…?
R: Por ejemplo. Esto es algo políticamente incorrecto: en un país donde el producto ha caído como ha caído y el empleo, salvo en los últimos meses del 2020, ha crecido, eso significa que la productividad media de todos los que trabajamos en Argentina ha caído ostensiblemente. Hay un rechazo a discutir la productividad. Pero efectivamente Argentina está muy atrasada en materia de productividad y por lo tanto en competitividad internacional. No digo empezar ya a discutir las grandes ventajas que tienen algunos trabajadores, como el sector estatal, pero son cosas que no pueden quedar afuera. Porque constituye una porción relevante de la fuerza laboral, y es parte del costo social, y por lo tanto va en contra del rendimiento global de la producción. Pero hacen falta otras cosas: no se puede pensar que todo tiene que resolverse con medidas uniformes y generalizadas.

P: Hacer cosas políticamente incorrectas. ¿Este acuerdo político que se gesta es una condición necesaria para hacer cosas políticamente incorrectas?
R: Sí, pero también dependerá de cómo se plantee. El sector de trabajo se ha visto perjudicado significativamente en los últimos años. Pero en la mesa debiera poder discutirse en qué horizonte temporal la sociedad argentina se plantea revertir eso: no recuperar ya el 20% de salario real que algunos dicen que se perdió en los últimos tres años. Y esa discusión no debería ser uniforme, porque hay sectores como bancarios y camioneros que están mejores condiciones. Esos logros no son transmitibles sin más al conjunto de los sectores. La mayoría de los empresarios no están en condiciones de cumplirlos. Hay que admitir que hay cuestiones que son heterogéneas en la economía argentina y hay que elaborar un programa de mediano plazo: en cuántos “años” vamos a trasladar al sector del trabajo las mejoras eventuales de productividad que en la rama A, B o C se consigan. Para eso se requiere predisposición al diálogo.


jueves, 11 de febrero de 2021

Una gestión exitosa de la pandemia apenas nos pondría de cara a los conflictos no resueltos, elDiarioAR.com, 11-2-2021

 Columna publicada en elDiarioAR.com, 11-2-2021

jueves, 4 de febrero de 2021

Como recuperar puestos de trabajo Columna en Clarin 4-2-21

 Columna publicada en Clarin, 4-2-21

El agobio de la temperatura de este tórrido verano no nos impide apreciar el horizonte que presenta 2021 en materia laboral. La dimensión de la dramática situación social parece emerger solamente cuando se difunden los datos sobre la incidencia de la pobreza.

Sin embargo, 2020 no sólo empujó la pobreza por encima del 40% según la UCA, sino que expulsó del mercado de trabajo varios millones de ocupados de distintas ramas de actividad y que se desempeñaban tanto en relación (precaria) de dependencia como de manera autónoma (patrones o cuentapropistas).

De estos últimos, entre julio y setiembre recuperaron sus ocupaciones más de la mitad de los que la habían perdido en el peor momento (abril-mayo-junio). En efecto, en el segundo trimestre perdieron su trabajo 1,8 millones de no asalariados. En el tercero, aún quedaban 800 mil “mirando detrás del vidrio”.

Lo curioso, por darle un nombre, es que los 4 millones que perdieron sus puestos de trabajo en el segundo trimestre de 2020 estaban convencidos de que era inútil buscar un empleo sustituto, de allí que el número de desocupados registrados por la EPH casi no se movió desde comienzos de año. El paulatino proceso de reapertura de actividades fue dando sus frutos en el tercer trimestre, pero sin recuperar los puestos perdidos en ninguna de sus categorías y prácticamente en ninguna de las ramas de actividad.

El mayor volumen de pérdida acumulada durante los primeros nueve meses de 2020 son el Comercio y el Servicio doméstico, con poco más de 400 mil puestos en cada una de esas ramas. Luego siguen las Actividades inmobiliarias, de servicios a las empresas y de alquiler con 300 mil. Un escalón más bajo están el Agro y el Comercio (con pérdidas de 200 mil cada una) seguidas del Transporte (190 mil) y la industria (160 mil).

Este voluminoso impacto, más intenso desde el punto de vista ocupacional que el vivido en 2001, tuvo características e impactos que merecen ser observados Dada la enorme caída del nivel de actividad económica, el ingreso disponible para el conjunto de los perceptores se deterioró fuertemente. Eso lo mostraron las cifras de distribución personal del ingreso del INDEC.

a) La importante destrucción de puestos asalariados en condiciones de precariedad, redundó en una sensible disminución del porcentaje asalariados desprotegidos dentro del total de personas en relación de dependencia.

b) En medio de tanto drama, este indicador arroja una mejora aunque por las malas razones: no se trata del traspaso de asalariados precarios a una relación protegida sino simplemente la desaparición de empleos de baja calidad.

c) Si bien los asalariados protegidos “casi” no se vieron afectados (básicamente por la prohibición de los despidos) sufrieron sin embargo por dos vías: por la fuerte caída de las horas trabajadas (25%) y por la pérdida de capacidad de compra de sus remuneraciones habida cuenta de la menguada variación de las remuneraciones y la persistente inflación acelerada en el último tramo de 2020.

d) Las estadísticas también mostraron que en el segundo y tercer trimestre se elevaron los subsidios a la producción de modo que, en la distribución del ingreso entre trabajadores y empleadores, mejoraron ambos respecto de un año atrás, con una clara ventaja a favor de estos últimos.

e)La inversión, clave para la reactivación económica y laboral, continúa en picada siguiendo una tendencia descendente que ya lleva décadas.

Horizonte más que opaco. En estas condiciones, las claras desinteligencias al interior del oficialismo que terminaron por oscurecer el logro alcanzado con el arreglo con los acreedores externos (antes denominados “buitres”) dificultan avizorar un horizonte claro en materia económica y también en otros órdenes.

Desde la incertidumbre en materia de déficit fiscal y en cuanto al sendero a seguir con el FMI, pareciera que una vez más el cortísimo plazo dicta la acción (o la inacción): quizás las preocupaciones electorales son más importantes que la fijación de una estrategia y la determinación de los medios de alcanzar los objetivos planteados.

Parece de la prehistoria, pero hace sólo un año el Presidente explicó que entre sus prioridades estaba la puesta en marcha de un Consejo Económico y Social que no se iba a ocupar de las medidas de coyuntura sino precisamente de los lineamientos de una estrategia de largo aliento que Argentina necesita. La idea aún no fue desestimada oficialmente pero nunca dio siquiera sus primeros pasos.

Un país sin recursos y sin moneda no puede asentar su política económica en medidas redistributivas. Lo primordial es recomponer el aparato productivo y procurar un equilibro entre la demanda laboral y la mayor productividad sectorial y global que son necesarias.

Parece obvio, pero en medio de la pandemia y el deterioro histórico de la economía argentina la clave está en la política. Con un PBI similar al de 2010 y un PBI per cápita igual al de 2005 parece claro que se trata de no banalizar la naturaleza de los problemas que el país debe enfrentar y, por tanto, procurar consensos que, hasta aquí, parecen esquivos. Como siempre la responsabilidad es compartida pero la mayor parte de ella recae en quienes gobiernan.

Javier Lindenboim es economista. Director del CEPED/UBA