jueves, 31 de diciembre de 2020

Informales, cuentapropistas y mujeres: los más afectados por la pandemia María Delfina Torres, eldiarioar.com, 31-12-2020

 Nota de María Delfina Torres publicada en eldiarioar.com, 31-12-2020

Informales, cuentapropistas y mujeres fueron los más afectados por la pandemia



Trabajadores informales, cuentapropistas y, en particular, mujeres. Dentro de esos grupos se encuentran las personas que a lo largo de 2020 sufrieron el golpe más duro de la pandemia de coronavirus. Según los especialistas, más que alterar el escenario del mercado de trabajo argentino, la irrupción del Covid-19 y las medidas de confinamiento dispuestas para disminuir su expansión profundizaron las falencias que arrastra hace una década. “La situación crítica de este 2020 es la frutilla de un postre amargo”, resumió Javier Lindenboim, director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (Ceped).

La desocupación subió dos puntos y se ubicó en 11,7%

La desocupación subió dos puntos y se ubicó en 11,7%

Según datos del Indec, en el segundo trimestre del año se perdieron 3,8 millones de puestos de trabajo. Hubo una caída de 1.773.000 ocupaciones de cuentapropistas, 1.695.000 puestos asalariados informales y 289.000 empleos bajo relación de dependencia formales. Dentro de los trabajadores informales, las mujeres fueron las que más sufrieron la crisis, sobre todo por la alta incidencia del servicio doméstico, sector en el que trabajan dos de cada diez mujeres ocupadas y que se paralizó de un momento a otro. 

“El retroceso del empleo en el segundo trimestre se explica casi en su totalidad por la destrucción de puestos de trabajo informales o por cuenta propia. Sencillamente se trata de personas que de un día para el otro dejaron de poder realizar las tareas que habitualmente hacían para ganarse el sustento”, explicó Luis Campos, coordinador del Observatorio del Derecho Social de la CTA Autónoma. “Por el contrario, para los trabajadores formales existieron medidas que en el corto plazo fueron relativamente exitosas para impedir un deterioro aún mayor como la negociación de suspensiones, el programa ATP, la reducción de aportes patronales”, añadió. 

En efecto, los asalariados formales fueron los que menos recibieron el impacto de la abrupta caída de la actividad que, en términos interanuales, fue de 19,1% en el segundo trimestre del año y de 10,2% en el tercero. Según el último dato disponible del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), correspondiente a septiembre, hay 5.797.600 empleados registrados en el sector privado, exactamente 248.100 menos que en febrero pasado, antes de que se desatara la pandemia. 

Si se compara el número con una década atrás, no hay grandes variaciones. En septiembre de 2010 se registraron 5.768.600 y el número no cambia demasiado a lo largo de los años, aunque se mantiene por encima de los 6 millones entre julio de 2011 y noviembre de 2019. Según detalló Lindenboim, hace una década que no se crea “trabajo productivo” y “lo poco que se había creado desde 2011 en adelante hasta principios de 2018 se terminó perdiendo primero en la crisis del último año y medio del gobierno de Cambiemos y fundamentalmente en 2020 como consecuencia de la pandemia”. 

“La Argentina viene con problemas estructurales en el empleo, lo que afecta la calidad de vida de la población. Nunca pudo resolver el nivel alto de trabajo precario, que es el gran tema del país”, coincidió Eduardo Donza, investigador especialista en trabajo y desigualdad del Observatorio Social de la Deuda de la Universidad Católica de Buenos Aires. 

Según una encuesta realizada por esta entidad entre julio y octubre pasados, en 2020 solo el 43,6% de la población económica activa de 18 años o más logró acceder a un empleo pleno de derechosEl 14,2% de esta población se encontraba abiertamente desempleada y el 14,8% sometida a un subempleo inestable, es decir, realizando changas, trabajos temporarios o no remunerados, o siendo beneficiarios de programas de empleo con contraprestación. Al mismo tiempo, el 27,4% contaba con un empleo regular pero precario, con niveles de ingresos superiores a los de subsistencia, pero sin afiliación alguna al sistema de seguridad social. 

El informe, basado en un relevamiento propio sobre 5760 hogares, muestra además que el 18,6% de quienes tenían empleo pleno en 2019 pasó a tener un empleo precario en 2020, otro 1,3% está ahora en un subempleo inestable, y un 6,1% sufre el desempleo. 

El 18,6% de quienes tenían empleo pleno en 2019 pasó a tener un empleo precario en 2020, otro 1,3% está ahora en un subempleo inestable, y un 6,1% sufre el desempleo

“Todo esto no hace más que profundizar una tendencia del mercado de fuerza de trabajo que en nuestro país lleva casi una década. El ajuste no parece que vaya a realizarse por cantidad, sino más bien por calidad. En otras palabras, no creo que vaya a crecer mucho más la tasa de desempleo, pero sí que vamos a un escenario donde las formas más precarias de inserción en la estructura ocupacional se van a seguir expandiendo, como el empleo no registrado, cuentapropismo, pluriempleo, etcétera”, dijo Campos.

El efecto desaliento

Según el Indec, la tasa de desocupación marcó 11,7% en el tercer trimestre de 2020, lo que muestra una suba de dos puntos porcentuales respecto del mismo período de 2019. Si se desagrega por género, se advierte que la tasa de desocupación es más alta para las mujeres (13,1%) que para los varones (11,7%). Si además se discrimina por edad, se revela que la tasa de desocupación más alta de todas la tienen las mujeres de entre 14 y 29 años, de 23,1%. 

Parte de los cesanteados, ante la dificultad de buscar trabajo y la poca posibilidad de conseguirlo, se retiraron del mercado de trabajo y pasaron a la inactividad. Por eso el informe de la UCA determinó que si la tasa de desempleo de 2020, que su propio relevamiento ubica en 14,2% (3,6 puntos porcentuales más que en 2019) estuviera ajustada por el "efecto desaliento", llegaría al 28,5%. Si se mira quiénes son esos "desalentados" se entiende que son trabajadores "marginales" y que, sobre todo son "desalentadas": mujeres. 

“En el mejor de los casos el año que viene podemos llegar a recuperar lo que se perdió en la pandemia, pero nos va a quedar el tema estructural para resolver: un mercado de trabajo que no es eficiente como para distribuir los ingresos en la población

Ese “efecto desaliento” puede verse también en los registros del Indec. La tasa de actividad, que mide la población económicamente activa (PEA) —personas ocupadas o personas que, sin tener ocupación, la buscan activamente y están disponibles para trabajar— mostró en el tercer trimestre de 2020 una baja de casi 5 puntos respecto del mismo momento del año anterior y alcanzó 42,3% en el tercer trimestre del año. En el segundo trimestre la tasa de actividad había sido menor aún, del 38,4%.

En cuanto a los sectores más golpeados, Lindenboim señaló que, “en la primera mitad del año, todo aquellos que no fue calificado como esencial sufrió como en la guerra” y que el gran impacto en los no asalariado se relaciona con el golpe a los comercios y los servicios, que en términos ocupacionales representa aproximadamente el 60% del empleo total. Un informe reciente de la Confederación de la Mediana Empresa Argentina (CAME) relevó 90.000 comercios minoristas cerrados en todo el país por los efectos de la pandemia. 

El hecho de que los más perdieron el empleo hayan sido los que peores empleos tenían generó una mejora “ficticia” en la calidad del empleo, puntualizó Donza. Otro dato que oculta una realidad más compleja es que, según el relevamiento de la UCA, hubo una disminución de la capacidad de compra del salario promedio de 7,4% entre 2019 y 2020. “Si consideramos que los que perdieron el trabajo son los que ganan menos, podemos deducir que está distorsionado hacia arriba y la pérdida de poder adquisitivo es mayor”, detalló. 

Para Donza, es posible que lo primero que se reactive sea el trabajo informal, lo que compensaría de algún modo la eliminación del Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) y de otras transferencias “de alivio” que realizó el Estado a los sectores más vulnerables y que llegaron a cubrir a cerca del 55% de la población.  

“En el mejor de los casos el año que viene podemos llegar a recuperar lo que se perdió en la pandemia, pero nos va a quedar el tema estructural para resolver: un mercado de trabajo que no es lo suficientemente eficiente como para distribuir los ingresos en la población, lo que no se puede resolver sin acuerdos amplios y políticas públicas de fondo”, concluyó. 

En el mismo sentido, Campos consideró que va a haber una recuperación rápida de la ocupación por cuenta propia, dado que existe un sector muy amplio de la población para el cual “la desocupación o la inactividad son lujos muy caros que no están en condiciones de afrontar”. “Si en ese contexto no existen ofertas de puestos de trabajo asalariados, formales o informales, el cuentapropismo es la única alternativa a mano”, detalló. 

Recuperación atada al crecimiento 

Matías Ghidini, gerente general de la consultora de recursos humanos GhidiniRodil, auguró una recuperación del empleo “lenta y gradual”, apoyada en los sectores que mejor resistieron la pandemia: tecnología, comercio electrónico, logística, laboratorios, algunos servicios de salud. “El resto de los sectores van a depender más de las políticas económicas y la evolución de las variables macro. Podrían sumarse a la recuperación las empresas de consumo de bienes esenciales, la construcción y, en tercer lugar, otros sectores más golpeados como las aerolíneas, el entretenimiento y el turismo”, apuntó. 

Por otro lado, Lindenboim destacó un dato que podría funcionar como una traba para la expansión del trabajo. En los últimos años —y por fuera de la coyuntura excepcional de la pandemia— la caída del PBI fue más profunda que la del empleo, lo que habla de un “empeoramiento muy fuerte de la productividad del trabajo” o, de algún modo, de una capacidad ociosa de la estructura de trabajo. “Por eso es posible imaginarse un proceso de recuperación sin que eso traiga aparejado un tironeo de demanda laboral”, explicó. El economista detalló que si en condiciones de mayor normalidad un crecimiento de 3 puntos del PBI genera el crecimiento de un punto el empleo, no cree que aunque se concrete un rebote por encima del 5% el año próximo eso redunde en un par de puntos del empleo. 

Según consideró, la forma de hacer crecer el empleo se funda en la mejora de la actividad económica, por lo que se debería atender ese problema primero. “Si eso no ocurre, creo que vamos a seguir con serios problemas de empleo, acompañado de persistentes problemas en materia de los niveles de ingresos de esos empleo que subsistan. Las dos hojas de la tijera nos van a rebanar”, anticipó.

miércoles, 9 de diciembre de 2020

martes, 8 de diciembre de 2020

La crisis del empleo, más allá de la pandemia INFOBAE 8-12-2020

 La crisis del empleo, más allá de la pandemia

INFOBAE

La expresión “búsqueda de consensos” aunque trillada sigue siendo central para recuperar la actividad económica y el empleo para morigerar la inflación y proteger a los sectores más debilitados


Para medir el impacto en el empleo del parate económico asociado con la pandemia (y mediado por la cuarentena) no alcanza con captar la información del año 2020. Es necesario comparar con la situación precedente.

En líneas generales se ha dicho que la cuarentena ha sido la frutilla del postre de una delicada situación económica y, por tanto, ocupacional, más allá de la coyuntura.

El empleo registrado

Si comparamos el número de asalariados registrados privados en el momento del inicio de la estampida de capitales externos y, por tanto, el inicio de la caída en picada de la actividad económica, encontramos que ese mes, abril de 2018, es el máximo histórico de la serie con 6,28 millones de puestos registrados en esa categoría. Desde entonces hasta el cambio de gobierno se perdieron 280.000 puestos. En los ocho meses iniciales de 2020, a su turno, desaparecieron otros 205.000.

Primera conclusión: la pandemia continuó, en breve lapso, el deterioro previo observado durante el gobierno de Cambiemos.

Sin embargo, si miramos la serie del Ministerio de Trabajo, que se inicia en enero de 2009, la progresión numérica es extremadamente lenta. Todavía en 2009 y 2010 parecía mantenerse parte del impulso previo al punto de que en julio de 2011 se alcanzan los 6 millones de puestos. Esto ocurría en vísperas de la impactante reelección de Cristina Kirchner.

La pandemia continuó, en breve lapso, el deterioro previo observado durante el gobierno de Cambiemos

Sin embargo, fueron necesarios otros casi dos años para alcanzar el escalón de los 6.1 millones y otros dos para para llegar en abril de 2015 a los 6.2 millones de puestos de asalariados privados registrados. Ese escalón se mantuvo con excepción del período marzo de 2016-febrero de 2017 cuando en promedio se perdieron 20.000 puestos.

Entre el verano de 2017 y abril de 2018 se retomó un magro crecimiento que lo llevó al máximo de la serie –ya mencionado– en abril de 2018.

De esta manera, dentro de la categoría la evolución puede caracterizarse como de estancamiento hasta el desencadenamiento de la crisis a comienzos de 2018 que implicó, en materia de empleo privado protegido la pérdida de todos los empleos creados desde 2012.

De todos modos, el empleo privado registrado es una parte muy importante pero no es la única que integra el mercado de trabajo (o, al menos, tal como éste estaba conformado a fines de 2019)

Al término del gobierno de Mauricio Macri había algo más de 20 millones de puestos de los cuales la mitad eran asalariados registrados computando a los privados, los públicos y los del servicio doméstico. Entre los asalariados no registrados y los no asalariados, había otros diez millones de puestos.

Personas y no puestos

Para ir un poco más atrás en el tiempo es necesario recurrir a la Encuesta Permanente de Hogares, del INDEC. Como se sabe, la diferencia principal con los datos del Ministerio de Trabajo es que cubre todo el espectro de categorías laborales y que registra personas y no puestos de trabajo (no sólo en el servicio doméstico una persona puede desempeñar dos o más puestos simultáneamente).

Además, la EPH sufrió modificaciones importantes desde 2013 en adelante que pueden afectar las comparaciones en términos estrictos. Si tomamos los datos relativos a los aglomerados urbanos relevados por la EPH surgen los datos consignados en el cuadro.

empleo Lindenboim

empleo Lindenboim


De allí se desprende que la dinámica de creación de empleo ha venido declinando claramente y la recuperación importante, observada en el período macrista, se asocia prioritariamente al empleo no asalariado y, dentro de los asalariados, a los precarios.

Por su parte la declinación en la creación de empleo asalariado (protegido) se observa claramente a través del tiempo.

Dentro de este contexto más amplio, el impacto de la destrucción de empleo en 2020 puede apreciarse de manera nítida no sólo a nivel agregado sino en cuanto a las categorías afectadas: los asalariados precarios, desprotegidos, y los no asalariados.

¿El consenso o el látigo?

Al momento de escribir estas líneas aparecieron informaciones que dan cuenta de cierta recuperación de algunos sectores económicos, pero todavía con magnitudes muy inferiores a los valores respectivos de un año atrás de manera que los efectos sobre el empleo están lejos de poder estimarse como positivos.

Esta encrucijada socio laboral reclama, una vez más, acciones destinadas a estimular la actividad económica no a ponerle cortapisas. De modo que a las buenas nuevas que pretende impulsar el equipo económico no habría que oponerle decisiones en sentido contrario que acaban de ser impulsadas desde el propio ámbito oficial. Lo expresó con claridad el ex ministro Lavagna: “la inversión no se alienta con látigo”. Afirmación importante si recordamos que la tasa de inversión en Argentina viene declinando desde la recuperación de la democracia. La expresión “búsqueda de consensos” aunque trillada sigue siendo central para recuperar la actividad económica y el empleo para morigerar la inflación y proteger a los sectores más debilitados. El Gobierno aún está a tiempo de enderezar el timón.

lunes, 23 de noviembre de 2020

Qué pasa en el mundo laboral Nota de I Bermúdez - Clarín 23-11-2020

 Nota de Ismael Bermudez publicada en Clarín, 23-11-2020

Qué pasa en el mercado laboral

Ni la doble indemnización para los despidos sin causa, vigentes desde el 13 de diciembre de 2019, ni la prohibición de los despidos, a partir del 31 de marzo por la pandemia y cuarentena detuvieron la caída del empleo asalariado formal privado, que se desliza “por el tobogán” desde fines de 2017. A través de “retiros voluntarios” negociados, las empresas siguieron achicando sus dotaciones de personal.

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Fuente:Infografía: Clarín

El empleo asalariado registrado fue afectado, en la última década, por el estancamiento de la actividad económica, agravado por una recesión que se acerca a los tres años, en medio de la pandemia y la cuarentena. También por la mayor precariedad y tercerización laboral, como se evidencia en el avance de los asalariados informales o no registrados y en el incremento del número de monotributistas y cuentapropistas informales.

En medio de ese proceso, el empleo público creció por encima del crecimiento de la población.

El avance del empleo no registrado y de los trabajadores por cuenta propia informales – proceso que en los meses de la pandemia y cuarentena por la falta de trabajo arrastró a la desocupación y en mayor medida a la inactividad a ese sector- es un indicador clave del avance de la precariedad laboral y del achique de los ingresos que comprende a más de 7 millones de personas. Explica también una parte del fuerte aumento de la pobreza.

Trabajadores registrados según modalidad ocupacional principal

Con estacionalidad. Total país. En miles.

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Infografía: Clarín

En enero de 2012, se registraron 6.105.953 asalariados privados. En los siguientes 6 años creció punta a punta un 3,3% combinando meses de subas y de retrocesos. En enero de 2018 alcanzó el pico de 6.309.334 asalariados formales privados y dos años después bajó a 6.021.971. La fuerte devaluación del peso que se disparó en abril de 2018 fue el inicio del proceso de deterioro. Ya vigente la doble indemnización el achique prosiguió (en marzo 5.993.888) y a pesar de la prohibición de los despidos, en agosto se contabilizaron 5.770.158, según las cifras del Ministerio de Trabajo.

Así, en 2 años y medio, el empleo registrado privado se redujo en 539.176 asalariados. Esta pérdida de puestos de trabajo fue muy intensa a lo largo de 2018 y 2019 y pegó un nuevo salto con la irrupción de la pandemia y la cuarentena. Recién en agosto pasado dejó de seguir cayendo, pero por ahora no hay signos de recuperación.

En tanto, los Monotributistas aumentaron entre enero de 2012 a igual mes de 2018 un 21%: de 1.314.711 a 1.566.903 para volver a subir en medio de la pandemia y cuarentena a 1.619.107 a agosto de 2020. En parte eso pasó porque las empresas tomaron personal pero como monotributistas bajo la figura de la “locación de servicios”.

Organizaciones sociales reclaman frente al ministerio de Desarrollo Social. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

Organizaciones sociales reclaman frente al ministerio de Desarrollo Social. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

A su vez, en vísperas de la pandemia (primer trimestre de 2020) los asalariados no registrados sumaron 4.873.000 puestos de trabajo, cuando en primer trimestre de 2017 (inicio de la serie) sumaban 4.438.000. En apenas 3 años, los puestos de asalariados “en negro” aumentaron en 435.000 personas, según el INDEC.

En esos 3 años el trabajo por cuenta propia – formal e informal - pasó de 4.793.000 a 5.421.000 puestos de trabajo: 628.000 más.

También el Informe de Trabajo dice que en agosto “el 6,3% del empleo registrado del sector privado (unos 363.000 trabajadores) se encontraba suspendido. “Esta incidencia de las suspensiones, que muestra un leve descenso respecto de los meses anteriores, resulta elevada en relación a la serie histórica. A nivel de empresas, también se verifica un valor elevado, el 18% las empresas aplicaron suspensiones, más que duplicando los valores históricos”.

Durante septiembre, el informe oficial laboral dice que “el nivel de empleo privado registrado en empresas de más de 10 personas ocupadas, del total de los aglomerados relevados, cayó un 0,2% con respecto al mes anterior. Esta contracción es el resultado de dinámicas laborales divergentes verificadas en el Gran Buenos Aires (GBA) y en el conjunto de aglomerados relevados en el interior del país. En efecto, en el GBA, el nivel de empleo se contrajo un 0,3%, y en los aglomerados del interior, creció un 0,2% (en la comparación mensual)”, según la Encuesta de Indicadores Laboral (EIL) de la cartera laboral.

Los gremios pierden peso por la caída del empleo formal privado. Foto: Rafael Mario Quinteros

Los gremios pierden peso por la caída del empleo formal privado. Foto: Rafael Mario Quinteros

Mientras el empleo asalariado privado registrado se ubicó 5.5% por debajo del nivel de comienzos de 2012, con un crecimiento de la población del 8,7%: el empleo público nacional (con provincias) creció un 26,4%, de 2.548.401 en enero de 2012 a 3.214.039 a agosto de 2020. Son 665.638 más.

Este avance del empleo público nacional fue constante: aumentó un 22,8% entre enero 2012 y diciembre de 2015- al finalizar el mandato de Cristina Kirchner, y volvió a subir otro 4% - 120.000 más- hasta diciembre de 2019, en la gestión de Mauricio Macri.

En 2012, el 55,9% del total de trabajadores registrados eran asalariados del sector privado, mientras que el sector privado empleaba a otro 27,2%. Hoy, el empleo registrado privado cayó al 48,8% y el empleo público subió al 27,2%

Salarios a la baja

 El achique laboral de los asalariados privados fue acompañado de una caída de los salarios reales y del costo laboral en pesos y en mayor medida, en dólares.

El sueldo promedio de los casi 5,8 millones de trabajadores del sector privado registrados en agosto se ubicó un 4,8% por debajo del nivel de 12 meses atrás. Y acumuló un retroceso consecutivo en 3 años del 15% frente a agosto de 2017.

Todas estas cifras son del Ministerio de Trabajo que señala que la mitad de esos trabajadores, que perciben sueldos más bajos, tuvieron una pérdida salarial real del 19,2%.

A agosto la remuneración nominal bruta promedio (antes de los descuentos del 17% jubilación y Salud) fue de $ 61.835 pero la mitad percibió menos de $ 48.393 brutos (menos de $ 40.166,19 netos). De acuerdo al INDEC, la línea de pobreza marcada por la canasta básica familiar (matrimonio y 2 hijos menores) se ubicó en septiembre en $ 47.215,97.

Así tener un empleo formal no evitó que la familia integre la vasta legión de pobreza que se despliega en todo el país, con mayor intensidad en el Conurbano bonaerense y en el NOA y NEA.

Además, por la pandemia y cuarentena hubo una reducción del 95% de las contribuciones patronales en las actividades consideradas esenciales y el Estado pagó entre uno y dos salarios mínimos los sueldos de los trabajadores registrados de las empresas que se inscribieron en el programa ATP.

Tres expertos opinan

Para Lorenzo Sigaut Gravina, Socio y Director de Ecolatina “la tendencia mundial en términos de creación de empleo se orienta al cuentapropismo, emprendedurismo y trabajar para múltiples organizaciones (free-lance). El modelo tradicional de un trabajador que permanece la mayor parte de su vida laboral en una firma está en crisis”.

El titular de Ecolatina reconoce que “desde comienzos de las turbulencias cambiarias en la segunda mitad del mandato de Mauricio Macri, el empleo privado asalariado formal viene cayendo sistemáticamente, pese a que fue especialmente protegido tras el cambio de gobierno y la aparición de la pandemia, como con la doble indemnización y prohibición de despidos, ATP...”. Y agrega: “Los contextos inestables, recesivos, afectan en mayor medida la calidad y profundidad del vínculo laboral, es por ello que el empleo asalariado privado formal se resiente en mayor medida. De hecho, hay evidencia que en contextos recesivos parte de estos puestos de trabajo se reemplazan por el gris del cuentapropismo y/o directamente por la informalidad. Es que en dichos contextos las empresas buscan reducir costos laborales en un contexto de caída de la demanda y los trabajadores pueden terminar aceptando una menor calidad del empleo en pos de no perderlo”.

Diego Schleser, Subsecretario de Programación, Estudios y Estadísticas del Ministerio de Trabajo, tiene otra visión. “Desde la irrupción de la pandemia del coronavirus, el empleo asalariado registrado en empresas privadas muestra una reducción que podría caracterizarse de moderada, considerando la paralización de las actividades económicas y productivas que tuvieron que implementarse para contener el coronavirus y la drástica contracción de la misma modalidad ocupacional en la mayoría de los países de la región”.

Schleser considera “que las políticas laborales contra-cíclicas implementadas en los últimos meses han jugado un rol determinante en la preservación del empleo, lo cual se observa al comparar la evolución de la actividad económica y del empleo registrado privado durante la pandemia con el comportamiento de ambas variables durante la fase recesiva verificada desde principios de 2018. La comparación es relevante porque a pesar de que las dos crisis tienen orígenes diferentes, se producen en el marco de un mismo sistema de relaciones laborales con una distinción sustancial: mientras que durante la pandemia se aplican un conjunto de medidas para mitigar el impacto en el empleo de la caída en el nivel de actividad, en el período 2018 – 2019, no se puso en marcha ninguna política laboral en ese sentido”.

Para Schleser, “desde el inicio de la pandemia hasta agosto, el empleo asalariado registrado privado se retrajo un 3,2% mientras que la actividad económica cayó un 10,3%. Este escenario difiere sensiblemente con la situación observada durante la fase recesiva iniciada en el segundo trimestre de 2018. Entre marzo de 2018 y diciembre de 2019, la economía sufrió un retroceso del 6,7%, dando lugar a una caída del empleo formal privado del 4,5%. Es decir, hasta el momento, en la crisis por el coronavirus, el empleo formal cae menos que en el período 2018-2019, a pesar de que la economía se retrajo en menor medida en aquel período que durante la pandemia”..

“Por la tanto, los principales obstáculos para el crecimiento sistemático del empleo registrado en el sector privado, no son las normas o las instituciones laborales, sino la incapacidad de la economía argentina de alcanzar un sendero de crecimiento sostenido”, concluye Schleser.

Para Javier Lindenboin, director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo ( CEPED/UBA,) para “hablar del empleo requiere mirar el conjunto de la fuerza laboral que se compone en la Argentina, de cuatro integrantes. De ellos tres son asalariados en relación de dependencia. El restante es por lo general un cuentapropista aunque también hay algunos patrones que trabajan en sus propias empresas, por lo general medianas o pequeñas. De los tres asalariados, dos son registrados y uno no. En el segundo trimestre de 2020, la profunda caída de empleo precario produjo una disminución del peso relativo de los no registrados: cayó del 33 al 23% según la Cuenta de Generación del Ingreso de INDEC. En los últimos diez años esa totalidad (asalariados y no asalariados) no dejó de crecer hasta fines de 2019”.

En relación “al Impacto COVID sobre un mercado estancado desde hace una década ---sólo dinamismo estatal y/o ciertas categorías como algunos monotributistas en ciertos momentos-- en el segundo trimestre de 2020 los asalariados precarios perdieron un 40% de su dotación y los no asalariados alrededor de un tercio. Ambos explican la casi totalidad de la destrucción de empleo” “El pronóstico depende de la política económica. Sin crecimiento las pérdidas no se revertirán. Y con las medidas de ajuste anunciadas y en curso, tampoco habrá reversión del deterioro de los ingresos laborales”, plantea Lindemboin.

domingo, 22 de noviembre de 2020

Qué pasa en el mundo laboral -Nota de I. Bermudez Clarin 22-11-2020

 

Clarin

Entrevista de Ismael Bermudez


Ni la doble indemnización para los despidos sin causa, vigentes desde el 13 de diciembre de 2019, ni la prohibición de los despidos, a partir del 31 de marzo por la pandemia y cuarentena detuvieron la caída del empleo asalariado formal privado, que se desliza “por el tobogán” desde fines de 2017. A través de “retiros voluntarios” negociados, las empresas siguieron achicando sus dotaciones de personal.

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Fuente:Infografía: Clarín

El empleo asalariado registrado fue afectado, en la última década, por el estancamiento de la actividad económica, agravado por una recesión que se acerca a los tres años, en medio de la pandemia y la cuarentena. También por la mayor precariedad y tercerización laboral, como se evidencia en el avance de los asalariados informales o no registrados y en el incremento del número de monotributistas y cuentapropistas informales.

En medio de ese proceso, el empleo público creció por encima del crecimiento de la población.

El avance del empleo no registrado y de los trabajadores por cuenta propia informales – proceso que en los meses de la pandemia y cuarentena por la falta de trabajo arrastró a la desocupación y en mayor medida a la inactividad a ese sector- es un indicador clave del avance de la precariedad laboral y del achique de los ingresos que comprende a más de 7 millones de personas. Explica también una parte del fuerte aumento de la pobreza.

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Infografía: Clarín

En enero de 2012, se registraron 6.105.953 asalariados privados. En los siguientes 6 años creció punta a punta un 3,3% combinando meses de subas y de retrocesos. En enero de 2018 alcanzó el pico de 6.309.334 asalariados formales privados y dos años después bajó a 6.021.971. La fuerte devaluación del peso que se disparó en abril de 2018 fue el inicio del proceso de deterioro. Ya vigente la doble indemnización el achique prosiguió (en marzo 5.993.888) y a pesar de la prohibición de los despidos, en agosto se contabilizaron 5.770.158, según las cifras del Ministerio de Trabajo.

Así, en 2 años y medio, el empleo registrado privado se redujo en 539.176 asalariados. Esta pérdida de puestos de trabajo fue muy intensa a lo largo de 2018 y 2019 y pegó un nuevo salto con la irrupción de la pandemia y la cuarentena. Recién en agosto pasado dejó de seguir cayendo, pero por ahora no hay signos de recuperación.

En tanto, los Monotributistas aumentaron entre enero de 2012 a igual mes de 2018 un 21%: de 1.314.711 a 1.566.903 para volver a subir en medio de la pandemia y cuarentena a 1.619.107 a agosto de 2020. En parte eso pasó porque las empresas tomaron personal pero como monotributistas bajo la figura de la “locación de servicios”.


Organizaciones sociales reclaman frente al ministerio de Desarrollo Social. Foto: Guillermo Rodríguez Adami

A su vez, en vísperas de la pandemia (primer trimestre de 2020) los asalariados no registrados sumaron 4.873.000 puestos de trabajo, cuando en primer trimestre de 2017 (inicio de la serie) sumaban 4.438.000. En apenas 3 años, los puestos de asalariados “en negro” aumentaron en 435.000 personas, según el INDEC.

En esos 3 años el trabajo por cuenta propia – formal e informal - pasó de 4.793.000 a 5.421.000 puestos de trabajo: 628.000 más.

También el Informe de Trabajo dice que en agosto “el 6,3% del empleo registrado del sector privado (unos 363.000 trabajadores) se encontraba suspendido. “Esta incidencia de las suspensiones, que muestra un leve descenso respecto de los meses anteriores, resulta elevada en relación a la serie histórica. A nivel de empresas, también se verifica un valor elevado, el 18% las empresas aplicaron suspensiones, más que duplicando los valores históricos”.

Durante septiembre, el informe oficial laboral dice que “el nivel de empleo privado registrado en empresas de más de 10 personas ocupadas, del total de los aglomerados relevados, cayó un 0,2% con respecto al mes anterior. Esta contracción es el resultado de dinámicas laborales divergentes verificadas en el Gran Buenos Aires (GBA) y en el conjunto de aglomerados relevados en el interior del país. En efecto, en el GBA, el nivel de empleo se contrajo un 0,3%, y en los aglomerados del interior, creció un 0,2% (en la comparación mensual)”, según la Encuesta de Indicadores Laboral (EIL) de la cartera laboral.


Los gremios pierden peso por la caída del empleo formal privado. Foto: Rafael Mario Quinteros

Mientras el empleo asalariado privado registrado se ubicó 5.5% por debajo del nivel de comienzos de 2012, con un crecimiento de la población del 8,7%: el empleo público nacional (con provincias) creció un 26,4%, de 2.548.401 en enero de 2012 a 3.214.039 a agosto de 2020. Son 665.638 más.

Este avance del empleo público nacional fue constante: aumentó un 22,8% entre enero 2012 y diciembre de 2015- al finalizar el mandato de Cristina Kirchner, y volvió a subir otro 4% - 120.000 más- hasta diciembre de 2019, en la gestión de Mauricio Macri.

En 2012, el 55,9% del total de trabajadores registrados eran asalariados del sector privado, mientras que el sector privado empleaba a otro 27,2%. Hoy, el empleo registrado privado cayó al 48,8% y el empleo público subió al 27,2%

Salarios a la baja

 El achique laboral de los asalariados privados fue acompañado de una caída de los salarios reales y del costo laboral en pesos y en mayor medida, en dólares.

El sueldo promedio de los casi 5,8 millones de trabajadores del sector privado registrados en agosto se ubicó un 4,8% por debajo del nivel de 12 meses atrás. Y acumuló un retroceso consecutivo en 3 años del 15% frente a agosto de 2017.

Todas estas cifras son del Ministerio de Trabajo que señala que la mitad de esos trabajadores, que perciben sueldos más bajos, tuvieron una pérdida salarial real del 19,2%.

A agosto la remuneración nominal bruta promedio (antes de los descuentos del 17% jubilación y Salud) fue de $ 61.835 pero la mitad percibió menos de $ 48.393 brutos (menos de $ 40.166,19 netos). De acuerdo al INDEC, la línea de pobreza marcada por la canasta básica familiar (matrimonio y 2 hijos menores) se ubicó en septiembre en $ 47.215,97.

Así tener un empleo formal no evitó que la familia integre la vasta legión de pobreza que se despliega en todo el país, con mayor intensidad en el Conurbano bonaerense y en el NOA y NEA.

Además, por la pandemia y cuarentena hubo una reducción del 95% de las contribuciones patronales en las actividades consideradas esenciales y el Estado pagó entre uno y dos salarios mínimos los sueldos de los trabajadores registrados de las empresas que se inscribieron en el programa ATP.

Tres expertos opinan

Para Lorenzo Sigaut Gravina, Socio y Director de Ecolatina “la tendencia mundial en términos de creación de empleo se orienta al cuentapropismo, emprendedurismo y trabajar para múltiples organizaciones (free-lance). El modelo tradicional de un trabajador que permanece la mayor parte de su vida laboral en una firma está en crisis”.

El titular de Ecolatina reconoce que “desde comienzos de las turbulencias cambiarias en la segunda mitad del mandato de Mauricio Macri, el empleo privado asalariado formal viene cayendo sistemáticamente, pese a que fue especialmente protegido tras el cambio de gobierno y la aparición de la pandemia, como con la doble indemnización y prohibición de despidos, ATP...”. Y agrega: “Los contextos inestables, recesivos, afectan en mayor medida la calidad y profundidad del vínculo laboral, es por ello que el empleo asalariado privado formal se resiente en mayor medida. De hecho, hay evidencia que en contextos recesivos parte de estos puestos de trabajo se reemplazan por el gris del cuentapropismo y/o directamente por la informalidad. Es que en dichos contextos las empresas buscan reducir costos laborales en un contexto de caída de la demanda y los trabajadores pueden terminar aceptando una menor calidad del empleo en pos de no perderlo”.

Diego Schleser, Subsecretario de Programación, Estudios y Estadísticas del Ministerio de Trabajo, tiene otra visión. “Desde la irrupción de la pandemia del coronavirus, el empleo asalariado registrado en empresas privadas muestra una reducción que podría caracterizarse de moderada, considerando la paralización de las actividades económicas y productivas que tuvieron que implementarse para contener el coronavirus y la drástica contracción de la misma modalidad ocupacional en la mayoría de los países de la región”.

Schleser considera “que las políticas laborales contra-cíclicas implementadas en los últimos meses han jugado un rol determinante en la preservación del empleo, lo cual se observa al comparar la evolución de la actividad económica y del empleo registrado privado durante la pandemia con el comportamiento de ambas variables durante la fase recesiva verificada desde principios de 2018. La comparación es relevante porque a pesar de que las dos crisis tienen orígenes diferentes, se producen en el marco de un mismo sistema de relaciones laborales con una distinción sustancial: mientras que durante la pandemia se aplican un conjunto de medidas para mitigar el impacto en el empleo de la caída en el nivel de actividad, en el período 2018 – 2019, no se puso en marcha ninguna política laboral en ese sentido”.

Para Schleser, “desde el inicio de la pandemia hasta agosto, el empleo asalariado registrado privado se retrajo un 3,2% mientras que la actividad económica cayó un 10,3%. Este escenario difiere sensiblemente con la situación observada durante la fase recesiva iniciada en el segundo trimestre de 2018. Entre marzo de 2018 y diciembre de 2019, la economía sufrió un retroceso del 6,7%, dando lugar a una caída del empleo formal privado del 4,5%. Es decir, hasta el momento, en la crisis por el coronavirus, el empleo formal cae menos que en el período 2018-2019, a pesar de que la economía se retrajo en menor medida en aquel período que durante la pandemia”..

“Por la tanto, los principales obstáculos para el crecimiento sistemático del empleo registrado en el sector privado, no son las normas o las instituciones laborales, sino la incapacidad de la economía argentina de alcanzar un sendero de crecimiento sostenido”, concluye Schleser.

Para Javier Lindenboin, director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo ( CEPED/UBA,) para “hablar del empleo requiere mirar el conjunto de la fuerza laboral que se compone en la Argentina, de cuatro integrantes. De ellos tres son asalariados en relación de dependencia. El restante es por lo general un cuentapropista aunque también hay algunos patrones que trabajan en sus propias empresas, por lo general medianas o pequeñas. De los tres asalariados, dos son registrados y uno no. En el segundo trimestre de 2020, la profunda caída de empleo precario produjo una disminución del peso relativo de los no registrados: cayó del 33 al 23% según la Cuenta de Generación del Ingreso de INDEC. En los últimos diez años esa totalidad (asalariados y no asalariados) no dejó de crecer hasta fines de 2019”.

En relación “al Impacto COVID sobre un mercado estancado desde hace una década ---sólo dinamismo estatal y/o ciertas categorías como algunos monotributistas en ciertos momentos-- en el segundo trimestre de 2020 los asalariados precarios perdieron un 40% de su dotación y los no asalariados alrededor de un tercio. Ambos explican la casi totalidad de la destrucción de empleo” “El pronóstico depende de la política económica. Sin crecimiento las pérdidas no se revertirán. Y con las medidas de ajuste anunciadas y en curso, tampoco habrá reversión del deterioro de los ingresos laborales”, plantea Lindemboin.