Los datos recientes
sobre empleo y desempleo urbanos, referidos a fines del año último, completan
un panorama ocupacional muy delicado para todo 2018. La pérdida de puestos de
trabajo y el descenso de la capacidad de compra, hacen prever una disminución
–quizás importante- en la participación de los asalariados en la distribución
primaria del ingreso.
La tasa de actividad se
ha mantenido en torno de 46.5% en el año, nivel sólo alcanzado en dos
trimestres de 2011 y uno de 2012. En aquellos momentos eso iba acompañado de
tasas importantes de empleo que en la última medición bajó al 42,2% perdiendo
casi un punto porcentual respecto de un año atrás.
La contrapartida,
desafortunadamente lógica, es que la tasa de desocupación se elevó en torno de
dos puntos dado que la misma o mayor cantidad de gente busca trabajo pero menos
tienen éxito en esa búsqueda.
Esto significa que el
buen desempeño ocupacional verificado hasta comienzos de 2018 se derrumbó
completamente. Si en 2017 se habían registrado 400 mil nuevos ocupados, el año
último perdió su empleo uno de cada cuatro de ellos. El resultado de este
proceso es que ahora hay más ocupados que a fines de 2016 o de 2015 pero eso no
evita el impacto en quienes se quedaron sin trabajo ahora.
En síntesis, a los 160
mil nuevos activos captados en los centros urbanos encuestados se agregan los
100 mil ocupados que dejaron de estarlo conformando así el incremento total de
desempleados: un cuarto de millón de personas.
Un dato singular es la
concentración territorial de la pérdida de empleo mencionada. En los partidos
del GBA se ubica alrededor del 40% de la ocupación. Sin embargo la proporción de
la pérdida de empleo en el área es el doble: el 80% corresponde a residentes
del conurbano. Las otras aglomeraciones con pérdidas importantes son Rosario y
Tucumán.
En el Conurbano no sólo
se perdieron unos 80 mil puestos ya que el aumento de los desocupados allí fue muy
superior, alcanzando los 133 mil, debido a una mayor búsqueda de empleo
probablemente de nuevos trabajadores potenciales.
La pérdida de ocupados
afectó de modo singular a los asalariados. De hecho esta categoría explica casi
en su totalidad aquella caída afectando de modo diferencial a los trabajadores
protegidos los que perdieron 150 mil puestos al tiempo que aumentaron en 50 mil
los trabajadores precarios.
Si la pérdida de empleo
está concentrada (Conurbano, Rosario, Tucumán) el aumento del desempleo abarca
un ámbito más disperso y heterogéneo.
En el cuadro se observa
que los partidos del Conurbano participan también con una proporción mayor a la
de su participación poblacional en el país, así como que el desempleo afecta
jurisdicciones como la propia ciudad de Buenos Aires.
Aumento del número de desocupados en
aglomerados EPH (miles)
4to. Trimestre 2017 – 4to trimestre
2018
|
|
Partidos del GBA
|
133
|
Rosario
|
32
|
Córdoba
|
22
|
CABA
|
17
|
Mendoza
|
14
|
Mar del Plata
|
12
|
Tucumán
|
10
|
Fuente:
INDEC
Mercado de trabajo. Tasas e indicadores socioeconómicos. 4to. Trim 2018,
Bs. As., marzo 2019.
Si se expanden los datos
al total urbano (es decir, no sólo a las ciudades donde se hace la Encuesta)
las cifras resultantes son, según el INDEC, las que siguen.
Pérdida de
empleo asalariado urbano (miles)
4to trimestre
2017 – 4to. Trimestre 2018
|
||
Asalariados
|
139
|
|
Protegidos
|
|
-214
|
Precarios
|
|
77
|
Fuente:
INDEC
Mercado de trabajo. Tasas e indicadores socioeconómicos. 4to. Trim 2018,
Bs. As., marzo 2019.
Según esta misma
estimación del INDEC hubo un 10% más de pérdida de empleo asalariado que en el
total, es decir se incrementaron las categorías no asalariadas.
De manera que el
panorama en los meses últimos es decididamente negativo. Se pierden empleos.
Esta pérdida es mayor entre los asalariados. Dentro de estos, los trabajos que
disminuyen son los protegidos creciendo algo los precarios. Sin mencionar la insatisfacción
de la nueva fuerza laboral que intenta anualmente incorporarse al mercado sin
éxito ni el deterioro salarial.
No parecen haber dudas
acerca de la necesidad de recuperar un sendero de crecimiento capaz de reavivar
la demanda laboral. Para eso hace falta inversión y ésta viene declinando desde
hace una década por lo menos. El reclamo de la sociedad es entonces no sólo a
las autoridades políticas que deben garantizar las condiciones macroeconómicas,
sino también a los empresarios que hace tiempo -aun atravesando períodos de
bonanza (como para que “se la lleven en pala”, CFK dixit)- destinan cada vez
menos a ampliar la capacidad productiva. Quizás no haya más tiempo para
convencerse de la necesidad de un acuerdo político, social y económico. Y esto
vale cualquiera sea el desenlace electoral de este año.