https://www.ellitoral.com/index.php/id_um/209725-la-carencia-de-inversion-tiene-que-ver-con-nuestra-decadencia-charla-con-javier-lindenboim-politica.html
Javier Lindenboim es licenciado en Economía Política, docente en grado y posgrado de la UBA, investigador del Conicet y polémico. "Como ve, con mis declaraciones no me dejo de ganar enemigos" le dice a El Litoral cuando cuestiona determinados temas
como la calidad de la enseñanza o algunas políticas del propio sistema univers itario o bien el rol de los empresarios de
la economía, por ejemplo.
Estuvo en Santa Fe acompañando a Joaquín Blanco y María Fernanda Ghilardi en la presentación de "Experiencia Santa Fe. Transformación productiva e inclusión social", libro que analiza las políticas públicas de la provincia desde múltiples miradas y donde el investigador escribió uno de los tres trabajos del capítulo dedicado a mercado laboral y desigualdad.
"Mi aporte en el libro es sobre mercado de trabajo y distribución del ingreso. Cómo lo conecto con el funcionamiento del aparato productivo, por qué me parece relevante distinguir dos cosas que se las nombra con la misma palabra y yo las diferencio: una es distribución y la otra redistribución. Las políticas que más a mano aparecen en la Argentina son mecanismos redistributivos que -bienvenidos son-, pero el núcleo problemático como en todos los países
capitalistas es de qué modo se hace el reparto inicial, lo que llamo la distribución. Desde allí hilvano reflexiones y evidencias que expongo en el libro. Ese es el núcleo, y alrededor de eso si la demanda ocupacional no es de que haya un ministro de Trabajo o un presidente que diga necesitamos más trabajo, sino que el capital y en algún momento el Estado puedan crear los mecanismos para que esa demanda exista, es decir invers ión.
Me meto con el tema de la inversión y reflexiono en que su carencia tiene bastante que ver con nuestra decadencia", resume su participación ante El Litoral.
-¿La falta de inversión hace a nuestra decadencia?
-Es
mi opinión. Se puede decir que en los tres gobiernos kirchneristas mejoró
indudablemente la participación del salario en la distribución; la contracara es que se achicó la percepción de renta del capital, la ganancia. Ese podría
ser un argumento que se utilice por parte del empresariado para decir por qué fue decreciente en este lapso la tasa de inversión. Cuando muestro desde 1980, vemos. que la declinación es gobierno a gobierno. Nada es lineal pero tomando los valores medios de cada gobierno se ve cómo la cosa va declinando. Saco el período desastroso de la Alianza y de Duhalde donde fue el pozo más grande, pero los tres gobiernos kirchneristas fueron de mayor a menor y los tres primeros años de Macri fueron aún menores que el último de Cristina en materia de tasa de inversión. Este es un núcleo importante.
-¿Está claro elporqué?
-No. Uno puede usar argumentos para acercarse al tema pero no para
explicarlo. Es lo que la historia del empresariado argentino muestra y es que
predomina un empresario que no tiene el carácter que (Joseph) Schumpeter dec ía era propio del empresariado capitalista necesario, sino que más bien vive colgado de la teta del Estado. En los últimos 70 años,
de cada tres años, en uno la economía argentina cayó, se achicó. Días atrás escuchaba a Bernardo
Kosacoff mostrando un dato parecido con otra fuente. También hay un trabajo del Banco Mundial con el cuadro con un centenar de países
con mayor proporción de años de caída de su economía. El primero es Congo, segundo
Argentina y después hay una
sucesión de países en general agobiados por múltiples cuestiones como
guerras, pestes, etc. El segundo americano que aparece es Venezuela. La intensidad de las oscilaciones (el gráfico parece un electrocardiograma) más la no lucha contra la inflación, son
dos factores claves para que el sector empresario, de verdad o como argumento, no invierta. En el primer año de Macri, los inversores tanto externos como internos decían "no sabemos
cómo viene la mano"; el segundo, "hay que ver si gana las elecciones", ganó y no hubo inversión y afuera le soltaron la mano y nos hundimos en las tinieblas. La respuesta a la falta de inversión no la tengo.
-De todas maneras
alguien nos hizo creer que somos ricos más allá de que tengamos 30% de pobreza, 1O % de desempleo y alto empleo en negro.
-¿Qué es un país rico? Arabia Saudita lo es en el sentido de capacidad de generar riquezas como otros países árabes, pero no necesariamente esa
riqueza se transforma en bienestar para sus habitantes. Nosotros tenemos una enorme capacidad para generar riqueza especialmente en dos aspectos: lo que podemos producir desde la tierra y con el pasado virtuoso de la Argentina, la extensión de la educación pública, de la clase media que dio como resultado que la fuerza de trabajo en la Argentina se ha distinguido históricamente como de una actitud singularmente buena. Somos ricos desde ese punto de vista. Pero, por otro lado no sabemos cómo doblegar a la inflación; nos creemos piolas, capaces
de incumplir lo que firmamos; por ejemplo en 2005 acuerdos internacionales y en 2007 intervenimos el lndec supuestamente para no pagar los intereses que había que pagar por ese acuerdo. Si hacemos todas estas cosas
será difícil que esa capacidad de ser ricos se concrete.
-Estamos ante un mundo
laboral que demanda mejor
formación y especificidades.
-Sí, sobre eso me parece que se tiene que tener un cuidado adicional. En los 90 se decía que como estábamos en presencia de una gran transformación y Jos problemas del mercado de trabajo derivaban de que los trabajadores no se adaptaban a las nuevas
necesidades, hecho no totalmente válido a partir de que el desempleo también afectó a los más instruidos, los más formados. Todavía en la Argentina no se produce esto, en parte porque los empresarios no se dedican intensamente al mejoramiento tecnológico productivo que podría ayudarnos a pegar saltos, como lo que pasó en el sector agropecuario. Tenemos dos ventajas: el ritmo de crecimiento de la población argentina es bajo todavía
y por eso no tenemos grandes dramas de desocupación. Una baja demanda que no enfrenta una alta oferta, y por otro lado, no hicimos aún el cambio tecnológ ico con intensidad. Por ambas cosas todavía nuestro drama es manejable, pero tenemos que pensar en la formación, y los que se dedican a temas educativos insisten en que debemos educar para los empleos que todavía no sabemos cuáles van a ser, para lo cual la formación es mucho
más complicada
en un país -donde lo que para mí es un meollo de la formación educativa el cuerpo docente que dej a demasiado que desear. Como ve, no me guardo enemistades para generar.
-Pero hay queponer temas sobre la mesa.
Se destina el 6% del PBI a educación, ¿ha mejorado el sistema educativo?
-Creo que no ha mejorado. Hay datos que lo demuestran. La pérdida de la matrícula en el ámbito estatal es eso. Cuando se dice eso, siempre aparecen los just ificadores....
Discutamos por parte:¿mejoró?,¿hay más eficiencia?,¿es cierto
o no que a montones de chicos se les daba por aprobado el año o la carrera, simplemente porque no hacerlo era como diría Axel (Kicillof) estigmatizante? Esa no es la pauta. No seré yo el que hable en contra de la defensa gremial de los derechos del magisterio; sí voy a decir que los dirigentes del magisterio tendrían que saber distinguir entre lo que es defender los derechos y lo que es fortalecer privilegios. No sólo en el magisterio. Cuando se discute sobre la reforma laboral hay dos posiciones extremas que es imposible que se toquen, así como se formulan. Los empresarios, y muchos funcionarios del gobierno nacional, convencidos de que con cambiar la regla se acaban los problemas -otra simplificación- y la dirigencia sindical que no quiere ni empezar a hablar del tema. Esto se ve en muchos ámbitos y en otros -muy cercanos a mí-, como el univers itario, sabe la declinación que se originó en restricciones de distinto tipo. Había menos presupuesto y muchas universidades a las obligaciones formales que ya no eran 8 horas, se seguían achicando porque no se podía subir el salario. Se reducía la jornada hasta extremos locos.
En
los no docentes y en los docentes se empezó a permit ir un aumento del número de colaboradores en las cátedras que era repartir la tarea. Cuando en los 2000 las cosas empezaron a mejorar se empezó a plantear el buen criterio de la retribución y no se volvió a discutir si todos lo que tenían designación era lógico que la tuvieran y mantuvieran, y en qué condiciones. Fui jurado en mi facultad y sé de qué hablo.
Esas cosas hacen a la ineficiencia del gasto. Conozco y las que no conozco no puedo describir, pero me las puedo imaginar. En los distintos niveles de los ámbitos estatales - nación, provincias, municipios- no hallo razón para no encontrar que no pasen.
-Las competencias habría que discutirlas porque el tema
es el financiamiento.
-Por eso se debe mirar siempre el gasto consolidado, aunque cada jurisdicción tiende a decir miremos lo que hago yo, pero para la razonabilidad no se puede mirar de otro modo. Somos un país federal que tenía un montón de cosas a nivel Nación. Se empezó con educación y salud transferidas a las provincias en los 90; antes fue el agua. La nación dejó
de lado la solidaridad soc ial. Hay
necesidad de discutir el hacer de cada uno, y de dónde sale el financiamiento. Sino le encontramos el modo de hincar el diente a alguna
de esas cosas quj en quiera que lidere esta conversación va
a pagar el precio
Desde este punto de vista, el gobierno intentó
apuntar en esa dirección. Esa era la parte virtuosa que le veía al es que del
gobierno. Me parece espantoso que algunas cosas importantes en sociedades como
la Argentina son argumentos esgrimidos desde los voceros del pensamiento de
derecha y no desde los voceros de un pensamiento de izquierda, o por lo menos
se hacen notar unos y no los otros. Una cosa es que no diga estas cosas porque
nadie se lo mostró y otra es cuando uno es consciente de la no exteriorización
porque entonces todo es chapucería curcunstancial. Es atender a la coyuntura y
como la coyuntura en el mundo actual es cada vez más difícil, entonces el éxito
es cada vez más acotado. Cuando llego a este punto me asusto.