Nota de Ismael Bermudez publicada en Clarín, 23-11-2020
Qué pasa en el mercado laboral
Ni la doble indemnización para los despidos sin causa, vigentes desde el 13 de diciembre de 2019, ni la prohibición de los despidos, a partir del 31 de marzo por la pandemia y cuarentena detuvieron la caída del empleo asalariado formal privado, que se desliza “por el tobogán” desde fines de 2017. A través de “retiros voluntarios” negociados, las empresas siguieron achicando sus dotaciones de personal.
El empleo asalariado registrado fue afectado, en la última década, por el estancamiento de la actividad económica, agravado por una recesión que se acerca a los tres años, en medio de la pandemia y la cuarentena. También por la mayor precariedad y tercerización laboral, como se evidencia en el avance de los asalariados informales o no registrados y en el incremento del número de monotributistas y cuentapropistas informales.
En medio de ese proceso, el empleo público creció por encima del crecimiento de la población.
El avance del empleo no registrado y de los trabajadores por cuenta propia informales – proceso que en los meses de la pandemia y cuarentena por la falta de trabajo arrastró a la desocupación y en mayor medida a la inactividad a ese sector- es un indicador clave del avance de la precariedad laboral y del achique de los ingresos que comprende a más de 7 millones de personas. Explica también una parte del fuerte aumento de la pobreza.
En enero de 2012, se registraron 6.105.953 asalariados privados. En los siguientes 6 años creció punta a punta un 3,3% combinando meses de subas y de retrocesos. En enero de 2018 alcanzó el pico de 6.309.334 asalariados formales privados y dos años después bajó a 6.021.971. La fuerte devaluación del peso que se disparó en abril de 2018 fue el inicio del proceso de deterioro. Ya vigente la doble indemnización el achique prosiguió (en marzo 5.993.888) y a pesar de la prohibición de los despidos, en agosto se contabilizaron 5.770.158, según las cifras del Ministerio de Trabajo.
Así, en 2 años y medio, el empleo registrado privado se redujo en 539.176 asalariados. Esta pérdida de puestos de trabajo fue muy intensa a lo largo de 2018 y 2019 y pegó un nuevo salto con la irrupción de la pandemia y la cuarentena. Recién en agosto pasado dejó de seguir cayendo, pero por ahora no hay signos de recuperación.
En tanto, los Monotributistas aumentaron entre enero de 2012 a igual mes de 2018 un 21%: de 1.314.711 a 1.566.903 para volver a subir en medio de la pandemia y cuarentena a 1.619.107 a agosto de 2020. En parte eso pasó porque las empresas tomaron personal pero como monotributistas bajo la figura de la “locación de servicios”.
Organizaciones sociales reclaman frente al ministerio de Desarrollo Social. Foto: Guillermo Rodríguez Adami
A su vez, en vísperas de la pandemia (primer trimestre de 2020) los asalariados no registrados sumaron 4.873.000 puestos de trabajo, cuando en primer trimestre de 2017 (inicio de la serie) sumaban 4.438.000. En apenas 3 años, los puestos de asalariados “en negro” aumentaron en 435.000 personas, según el INDEC.
En esos 3 años el trabajo por cuenta propia – formal e informal - pasó de 4.793.000 a 5.421.000 puestos de trabajo: 628.000 más.
También el Informe de Trabajo dice que en agosto “el 6,3% del empleo registrado del sector privado (unos 363.000 trabajadores) se encontraba suspendido. “Esta incidencia de las suspensiones, que muestra un leve descenso respecto de los meses anteriores, resulta elevada en relación a la serie histórica. A nivel de empresas, también se verifica un valor elevado, el 18% las empresas aplicaron suspensiones, más que duplicando los valores históricos”.
Durante septiembre, el informe oficial laboral dice que “el nivel de empleo privado registrado en empresas de más de 10 personas ocupadas, del total de los aglomerados relevados, cayó un 0,2% con respecto al mes anterior. Esta contracción es el resultado de dinámicas laborales divergentes verificadas en el Gran Buenos Aires (GBA) y en el conjunto de aglomerados relevados en el interior del país. En efecto, en el GBA, el nivel de empleo se contrajo un 0,3%, y en los aglomerados del interior, creció un 0,2% (en la comparación mensual)”, según la Encuesta de Indicadores Laboral (EIL) de la cartera laboral.
Los gremios pierden peso por la caída del empleo formal privado. Foto: Rafael Mario Quinteros
Mientras el empleo asalariado privado registrado se ubicó 5.5% por debajo del nivel de comienzos de 2012, con un crecimiento de la población del 8,7%: el empleo público nacional (con provincias) creció un 26,4%, de 2.548.401 en enero de 2012 a 3.214.039 a agosto de 2020. Son 665.638 más.
Este avance del empleo público nacional fue constante: aumentó un 22,8% entre enero 2012 y diciembre de 2015- al finalizar el mandato de Cristina Kirchner, y volvió a subir otro 4% - 120.000 más- hasta diciembre de 2019, en la gestión de Mauricio Macri.
En 2012, el 55,9% del total de trabajadores registrados eran asalariados del sector privado, mientras que el sector privado empleaba a otro 27,2%. Hoy, el empleo registrado privado cayó al 48,8% y el empleo público subió al 27,2%
Salarios a la baja
El achique laboral de los asalariados privados fue acompañado de una caída de los salarios reales y del costo laboral en pesos y en mayor medida, en dólares.
El sueldo promedio de los casi 5,8 millones de trabajadores del sector privado registrados en agosto se ubicó un 4,8% por debajo del nivel de 12 meses atrás. Y acumuló un retroceso consecutivo en 3 años del 15% frente a agosto de 2017.
Todas estas cifras son del Ministerio de Trabajo que señala que la mitad de esos trabajadores, que perciben sueldos más bajos, tuvieron una pérdida salarial real del 19,2%.
A agosto la remuneración nominal bruta promedio (antes de los descuentos del 17% jubilación y Salud) fue de $ 61.835 pero la mitad percibió menos de $ 48.393 brutos (menos de $ 40.166,19 netos). De acuerdo al INDEC, la línea de pobreza marcada por la canasta básica familiar (matrimonio y 2 hijos menores) se ubicó en septiembre en $ 47.215,97.
Así tener un empleo formal no evitó que la familia integre la vasta legión de pobreza que se despliega en todo el país, con mayor intensidad en el Conurbano bonaerense y en el NOA y NEA.
Además, por la pandemia y cuarentena hubo una reducción del 95% de las contribuciones patronales en las actividades consideradas esenciales y el Estado pagó entre uno y dos salarios mínimos los sueldos de los trabajadores registrados de las empresas que se inscribieron en el programa ATP.
Tres expertos opinan
Para Lorenzo Sigaut Gravina, Socio y Director de Ecolatina “la tendencia mundial en términos de creación de empleo se orienta al cuentapropismo, emprendedurismo y trabajar para múltiples organizaciones (free-lance). El modelo tradicional de un trabajador que permanece la mayor parte de su vida laboral en una firma está en crisis”.
El titular de Ecolatina reconoce que “desde comienzos de las turbulencias cambiarias en la segunda mitad del mandato de Mauricio Macri, el empleo privado asalariado formal viene cayendo sistemáticamente, pese a que fue especialmente protegido tras el cambio de gobierno y la aparición de la pandemia, como con la doble indemnización y prohibición de despidos, ATP...”. Y agrega: “Los contextos inestables, recesivos, afectan en mayor medida la calidad y profundidad del vínculo laboral, es por ello que el empleo asalariado privado formal se resiente en mayor medida. De hecho, hay evidencia que en contextos recesivos parte de estos puestos de trabajo se reemplazan por el gris del cuentapropismo y/o directamente por la informalidad. Es que en dichos contextos las empresas buscan reducir costos laborales en un contexto de caída de la demanda y los trabajadores pueden terminar aceptando una menor calidad del empleo en pos de no perderlo”.
Diego Schleser, Subsecretario de Programación, Estudios y Estadísticas del Ministerio de Trabajo, tiene otra visión. “Desde la irrupción de la pandemia del coronavirus, el empleo asalariado registrado en empresas privadas muestra una reducción que podría caracterizarse de moderada, considerando la paralización de las actividades económicas y productivas que tuvieron que implementarse para contener el coronavirus y la drástica contracción de la misma modalidad ocupacional en la mayoría de los países de la región”.
Schleser considera “que las políticas laborales contra-cíclicas implementadas en los últimos meses han jugado un rol determinante en la preservación del empleo, lo cual se observa al comparar la evolución de la actividad económica y del empleo registrado privado durante la pandemia con el comportamiento de ambas variables durante la fase recesiva verificada desde principios de 2018. La comparación es relevante porque a pesar de que las dos crisis tienen orígenes diferentes, se producen en el marco de un mismo sistema de relaciones laborales con una distinción sustancial: mientras que durante la pandemia se aplican un conjunto de medidas para mitigar el impacto en el empleo de la caída en el nivel de actividad, en el período 2018 – 2019, no se puso en marcha ninguna política laboral en ese sentido”.
Para Schleser, “desde el inicio de la pandemia hasta agosto, el empleo asalariado registrado privado se retrajo un 3,2% mientras que la actividad económica cayó un 10,3%. Este escenario difiere sensiblemente con la situación observada durante la fase recesiva iniciada en el segundo trimestre de 2018. Entre marzo de 2018 y diciembre de 2019, la economía sufrió un retroceso del 6,7%, dando lugar a una caída del empleo formal privado del 4,5%. Es decir, hasta el momento, en la crisis por el coronavirus, el empleo formal cae menos que en el período 2018-2019, a pesar de que la economía se retrajo en menor medida en aquel período que durante la pandemia”..
“Por la tanto, los principales obstáculos para el crecimiento sistemático del empleo registrado en el sector privado, no son las normas o las instituciones laborales, sino la incapacidad de la economía argentina de alcanzar un sendero de crecimiento sostenido”, concluye Schleser.
Para Javier Lindenboin, director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo ( CEPED/UBA,) para “hablar del empleo requiere mirar el conjunto de la fuerza laboral que se compone en la Argentina, de cuatro integrantes. De ellos tres son asalariados en relación de dependencia. El restante es por lo general un cuentapropista aunque también hay algunos patrones que trabajan en sus propias empresas, por lo general medianas o pequeñas. De los tres asalariados, dos son registrados y uno no. En el segundo trimestre de 2020, la profunda caída de empleo precario produjo una disminución del peso relativo de los no registrados: cayó del 33 al 23% según la Cuenta de Generación del Ingreso de INDEC. En los últimos diez años esa totalidad (asalariados y no asalariados) no dejó de crecer hasta fines de 2019”.
En relación “al Impacto COVID sobre un mercado estancado desde hace una década ---sólo dinamismo estatal y/o ciertas categorías como algunos monotributistas en ciertos momentos-- en el segundo trimestre de 2020 los asalariados precarios perdieron un 40% de su dotación y los no asalariados alrededor de un tercio. Ambos explican la casi totalidad de la destrucción de empleo” “El pronóstico depende de la política económica. Sin crecimiento las pérdidas no se revertirán. Y con las medidas de ajuste anunciadas y en curso, tampoco habrá reversión del deterioro de los ingresos laborales”, plantea Lindemboin.