viernes, 16 de julio de 2021

¿Se perdió más empleo con Cambiemos que con la pandemia? Nota de Chequeado.com 15-7-2021

 Nota de Chequeado.com del 15-7-21 (incluye parte de las respuestas de la entrevista sostenida con Federico Poore)


  • Si se considera todo el empleo registrado, durante la gestión de Mauricio Macri (2015-2019) la serie desestacionalizada mostró un aumento en torno a los 148.348 trabajadores, que contrasta con la caída de 79.064 trabajadores registrados observada durante el primer año de la gestión de Alberto Fernández (2019-2020).
  • Al cálculo realizado por el ministro de Trabajo de la Nación se llega sólo si se considera el empleo privado registrado, que cayó en 196.269 trabajadores durante el año de pandemia, menos que los 217.429 de la administración de Cambiemos.
  • De todas maneras, los especialistas consultados señalan que se están comparando 2 cosas incomparables: en primer lugar, un año contra 4; y, en segundo lugar, porque durante la gestión del Frente de Todos rigió una prohibición de despidos que no existía durante el gobierno de Cambiemos.

En una entrevista con el programa “Maldita suerte” que se emite por El Destape Radio, el ministro de Trabajo de la Nación, Claudio Moroni, aseguró que el país perdió menos empleo durante el año posterior al impacto del coronavirus en el país que entre 2015 y 2019, durante la gestión de Mauricio Macri.

“Durante el año de pandemia, la Argentina perdió menos empleo que en los 4 años del gobierno anterior”, aseguró durante la entrevista el funcionario y, tras una repregunta, aclaró: “Estoy hablando del empleo formal”.

Si se considera el empleo registradodurante la gestión de Mauricio Macri (2015-2019) la serie desestacionalizada mostró un aumento en torno a los 148.348 trabajadores, que contrasta con la caída de 79.064 trabajadores registrados observada durante el primer año de la gestión de Alberto Fernández (2019-2020). Al cálculo realizado por el ministro de Trabajo se llega sólo si se considera el empleo privado registrado, que cayó 196.269 durante el año de pandemia, menos que los 217.429 de la administración de Cambiemos.

Además, los especialistas consultados señalan que se están comparando 2 cosas incomparables: en primer lugar, un año contra 4; y, en segundo lugar, porque durante la gestión del Frente de Todos rigió una prohibición de despidos que no existía durante el gobierno de Cambiemos.

La evolución del empleo registrado

Este medio se comunicó con el equipo de Prensa del ministro Moroni, desde donde reenviaron al apartado de Estudios y Estadísticas Laborales del sitio web del Ministerio de Trabajo de la Nación. “Los datos a mirar son los del SIPA”, indicaron.

Los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) son los que el Ministerio de Trabajo utiliza para elaborar sus panoramas mensuales de trabajo registrado. Si se toma en cuenta únicamente el empleo formal privado, durante el primer año de la pandemia, éste mostró una caída en torno a los 196.269 trabajadores, levemente menor a la caída de 217.429 empleos formales privados observados durante los 4 años del mandato de Macri.

Pero Moroni en la entrevista habló de “empleo formal” y, si se considera todo el empleo registrado (privado y público) tal como lo define el propio Ministerio en su último informe, entre diciembre de 2015 y diciembre de 2019 la serie desestacionalizada mostró un aumento del empleo registrado en torno a los 148.348 trabajadores, que contrasta con la caída de 79.064 trabajadores registrados observada entre diciembre de 2019 y diciembre de 2020.

Fuente: Ministerio de Trabajo, SSPEyE-MTEySS, Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial, sobre la base de los registros administrativos de los sistemas de la seguridad social (2021).

“Durante el año de la pandemia, la Argentina perdió algo menos de empleo asalariado privado registrado que durante los 4 años del gobierno anterior. En cambio, dentro del conjunto de empleo registrado en el cuatrienio anterior aumentó y en el año de pandemia, cayó”, explicó a Chequeado el economista Javier Lindenboim, director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (CEPED) e investigador del Conicet.

Lo que se perdió en la pandemia fue, principalmente, empleo no registrado asalariado y empleo no asalariado. De eso -que llegó a ser casi 4 millones de puestos menos en el segundo trimestre de 2020- se recuperó gran parte, pero a lo largo de 2020 (respecto de 2019) se perdieron 1,5 millones de puestos de trabajo. Aproximadamente la mitad son asalariados precarios y no asalariados”, agregó Lindenboim.

Vale la pena destacar, como reconoció Hernán Lacunza -ministro de Hacienda de la Nación durante la gestión de Cambiemos- en este chequeo, que el crecimiento de empleos durante la gestión de Macri estuvo motorizado por el empleo informal y el cuentapropismo, y no tanto por el trabajo formal privado, considerado como “empleo de calidad”. En ese período, el 90% de los puestos creados se dio a través de trabajadores no registrados y trabajadores no asalariados, como autónomos y monotributistas (ver chequeo).

El empleo durante la pandemia

“Las metodologías que sustentan la afirmación no son comparables. Primero, porque compara 1 año contra 4. Segundo, porque el contexto en ambos períodos es muy distinto”, dijo a Chequeado Tania Rodríguez, investigadora asociada del Centro de Estudios del Trabajo y el Desarrollo de la Universidad Nacional de San Martín (CETyD/UNSAM).

Según Rodríguez, durante el año de pandemia la administración de Alberto Fernández (Frente de Todos) adoptó o continuó “medidas de protección a empleo” -que incluyeron el programa de Asistencia al Trabajo y la Producción (ATP) y la suspensión de despidos- y que se sumaron a otras prestaciones estatales, como el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) lo que, en todo caso, podría hablar de “otro tipo de respuestas frente a una crisis o una situación desfavorable”.

En diciembre de 2019, el Gobierno nacional dispuso la prohibición de despidos, medida que fue prorrogada en diversas oportunidades y que actualmente rige hasta el 31 de diciembre de 2021. El decreto también dispone la prohibición de realizar suspensiones sin justa causa, por falta o disminución de trabajo, y las suspensiones por fuerza mayor.

“No obstante, los informales y precarios continúan siendo los sectores más desprotegidos, y los datos recientes indican que se continúa ensanchando la brecha entre el trabajador formal privado y el resto de los trabajadores”, sostuvo Rodríguez.

En su último informe, el CETyD destacó que los niveles de pérdida de empleo durante el año último fueron similares entre varones y mujeres, y que la recuperación de los últimos meses de 2020 venía siendo pareja entre trabajadores y trabajadoras. “Sin embargo, a principios de 2021 las mujeres quedaron rezagadas. Esa realidad obedece principalmente a la situación de las trabajadoras domésticas, en particular, de las informales”, advierte el reporte.

Por lo tanto, lo que dijo Moroni es falso. Si se considera el empleo registrado, durante la gestión de Macri (2015-2019) la serie desestacionalizada mostró un aumento en torno a los 148.348 trabajadores, que contrasta con la caída de 79.064 trabajadores registrados observada durante el primer año de la gestión de Fernández (2019-2020).

Al cálculo realizado por el actual ministro de Trabajo de la Nación se llega sólo si se considera el empleo privado registrado, que cayó 196.269 durante el año de pandemia, menos que los 217.429 de la administración de Cambiemos. De todas maneras, los especialistas consultados señalan que se están comparando 2 cosas incomparables: en primer lugar, 1 año contra 4; y, en segundo lugar, porque durante la gestión del Frente de Todos rigió una prohibición de despidos que no existía durante el gobierno de Cambiemos.

jueves, 15 de julio de 2021

Empleo: dejemos de mirar para otro lado -Columna publicada en Clarin, 15-7-21

 Columna publicada en Clarin, 15-7-2021



Sin embargo, parece haber predominio en nuestra dirigencia de una mirada facilista, de la que se deriva como útil y necesario denostar al diferente y no buscar con los que piensan distinto el mejor camino para salir del atolladero. Una vez más nos preguntamos, ¿seguirán mirando para el lado equivocado? Ojalá que los equivocados seamos nosotros.
Dos meses atrás, el total de empleo registrado era de 12 millones de puestos, es decir el mismo número que el que había al momento del cambio de gobierno a fines de 2015. Entre fines de 2019 -asunción de Alberto Fernández- y ahora, se perdieron unos 150.000. Dicho de otro modo, ese fue el incremento (no disminución) habido durante el gobierno de Cambiemos.

El Ministerio de Trabajo distingue media docena de categorías de empleo registrado, pero el grueso (10.8 millones) se concentra en tres: privados, públicos y monotributistas.

El peso de estos grupos es muy desigual: privados 5,8 millones, públicos 3,3y monotributistas 1.7. Las otras tres categorías (sumadas) agregan otros 1.2 millones (servicio doméstico, autónomos y monotributistas sociales).

Ya sabemos que la categoría de empleo registrado pudo eludir el fuerte impacto de la caída del empleo en 2020. La pérdida neta de puestos el año pasado (1.5 millones) fue soportada por los no registrados. Casi en partes iguales lo asalariados precarios y los no asalariados.

Esos conjuntos que aún pugnan por volver a trabajar y, como no encuentran dónde hacerlo, siguen sin “ofrecerse”. De allí que la tasa de desempleo se mantenga relativamente contenida.

Pero volvamos a los grupos registrados con una mirada retrospectiva.

La serie del Ministerio se inicia en enero de 2012, de modo que toma casi completo el segundo gobierno de Cristina Kirchner. En ese lapso, el empleo aumentó un 10% con la siguiente particularidad. Los monotributistas crecieron igual que el conjunto pero los privados, en cuatro años, sólo el 3%.

Va de suyo que en ese período fue el empleo estatal el que permitió elevar el promedio. En efecto, ese componente creció en el cuatrienio 21%. Dicho de otra manera, la “reconstrucción argentina” ya era necesaria por ese entonces pero no había tandas publicitarias que la reclamaran.

Durante la gestión de Cambiemos, el empleo privado siguió gravemente enfermo al punto de haber perdido todo lo agregado entre 2012 y 2015. Los monotributistas sumaron ocho puntos porcentuales y el sector estatal todavía crecía a buen ritmo: agregó otros cinco puntos.

Estamos hablando del balance del empleo registrado entre fines de 2015 y fines de 2019.

De allí en más, pandemia mediante, volvimos al nivel general de diciembre de 2015 pero en base a todavía más empleo público, también más monotributistas y nueva pérdida de tres puntos porcentuales del empleo privado. Esta pérdida fue tan escasa principalmente en base a la prohibición de los despidos que cubrían al empleo registrado.

¿Para qué es útil este repaso de los datos de una parte del empleo (poco más de la mitad del empleo total)?

Para tenerlo presente al observar que en la última década el Producto por habitante (PBIpc) perdió 20%. En pesos de 2004 pasamos de 17200 en 2011 a 13700 en 2020, en una escalera descendente de manera continua en todo el decenio. Es decir, lo que producimos (y, por tanto, lo que disponemos) es cada vez más chico.

No es ilógico que la demanda de empleo sea cada vez menor, pese a que tratamos de emparchar el problema con creación de empleo público y prohibición de despidos, todo lo cual es beneficioso para los involucrados directos pero crecientemente negativo para el conjunto de la sociedad.

La segunda década del siglo XXI, al menos en América Latina, se presentó de manera similar. Desapareció el impulso proveniente de la gran demanda internacional de nuestros productos de exportación (sea soja, petróleo, cobre o lo que fuera) y pese a que la tasa de interés internacional registró valores cercanos a cero muchos de nuestros países no pudieron aprovechar esa situación para atravesar el período de vacas flacas.

Ese agotamiento explica el desencanto de parte de la población que buscó otras alternativas políticas, aunque algunos interpretan al revés: que los cambios en las orientaciones de las nuevas dirigencias elegidas generaron el retroceso económico vivido en el decenio.

Mientras la región “debate” la experiencia de cada país, en Argentina parece seguir primando la convicción de que no tenemos problemas estructurales que afrontar, que sólo se trata de la voluntad de un dirigente bien intencionado y, por tanto, que rápidamente volveremos a gozar de bonanzas pasadas.

Con esa idea en mente apareció la pandemia que, como en el mundo entero, desnudó las carencias y los conflictos de nuestras sociedades.

martes, 6 de julio de 2021

Inversión y consenso político, claves para la recuperación necesaria, columna en INFOBAE, 6-7-21

 Columna publicada en INFOBAE, 6-7-21

En el país, las decisiones políticas van a contramano de los requerimientos económicos y desaprovechan ventajas inesperadas como el mejoramiento del precio de la soja y la inminente asignación de Derechos Especiales de Giro (DEG) del FMI


La recuperación económica y ocupacional de fines de 2020 se atemperó a comienzos del año actual, entre otras razones, porque las decisiones políticas van a contramano de los requerimientos económicos y desaprovechan ventajas inesperadas como el mejoramiento del precio de la soja (que alivió sobremanera el mercado de cambios en el primer semestre) y la inminente asignación de Derechos Especiales de Giro (DEG) por parte del Fondo Monetario Internacional.

Las expectativas que se abren al inicio del segundo semestre de 2021 no despiertan –siquiera– las mofas de que eran objeto los “brotes verdes” que se anunciaban en la segunda mitad de 2016. La acumulación actual de noticias ingratas en materia de precios, del nivel de actividad, de empleo o de ingresos es suficiente carga para obstaculizar el curso de cualquier broma.

Si en la segunda mitad del gobierno de Cambiemos se acumuló un deterioro del orden del 15% de los salarios reales del sector protegido, según los informes del Ministerio de Trabajo, el acumulado del último trienio arroja ya una cifra superior al 20 por ciento

Un rápido recuento de las informaciones más recientes indica, en relación con la actividad económica (medida por el EMAE) que, por fin, la comparación con el mismo mes del año pasado resultó positiva en el último bimestre. Se sabía que al comparar con los pésimos meses de marzo en adelante los números iban a ser interesantes. Pero la variación mensual en febrero, marzo y abril arroja resultados crecientemente negativos. Con esto se diluyen las expectativas favorables que se habían construido desde ciertos ámbitos oficiales.

En cuanto a los precios, si bien aún no sabemos cuál habrá de ser el índice oficial de junio, el acumulado de los últimos doce meses arrojará un 50% de variación y como el grueso de ese número corresponde a la primera mitad de 2021, desaparece la pauta presupuestaria que fijaba un 29% para todo el año en curso.

La profundidad y extensión de las restricciones a la actividad económica produjeron una reducción de cuatro millones de puestos de trabajo (cerca de un cuarto del total existente a comienzos de 2020)

Los esfuerzos (de tinte electoral más que de protección social) de empujar arreglos salariales del 40% o más terminan siendo insuficientes para recuperar la pérdida de la capacidad de compra del salario al tiempo que contribuyen a enmarañar las variables macroeconómicas, por su desarticulación en términos de planificación económica. Si en la segunda mitad del gobierno de Cambiemos se acumuló un deterioro del orden del 15% de los salarios reales del sector protegido, según los informes del Ministerio de Trabajo, el acumulado del último trienio arroja ya una cifra superior al 20 por ciento. Ese diferencial negativo es mayor en el sector estatal y entre los trabajadores precarios, sin protección alguna.

Bien podría decirse que la situación en materia de empleo está asociada, como lo ha mostrado la OIT para toda la región, con los efectos de la pandemia y de las medidas tomadas por los distintos gobiernos para enfrentarla. En el caso argentino, es sabido, la profundidad y extensión de las restricciones a la actividad económica produjeron una reducción de cuatro millones de puestos de trabajo (cerca de un cuarto del total existente a comienzos de 2020).

Paulatinamente a lo largo de del año último gran parte de los empleos perdidos se fueron recuperando. De todos modos, la mayor parte de los puestos no recuperados correspondieron a dos sectores claramente identificados, casi en partes iguales: los trabajadores precarios (en relación de dependencia) y los no asalariados, en este caso sean cuentapropistas o pequeños propietarios. El impacto sectorial también estuvo altamente concentrado. Entre los precarios las pérdidas mayores fueron en servicio doméstico (más de 300.000) y entre comercio y construcción casi 200.000 adicionales. Entre los no asalariados la mayor destrucción fue en Comercio (170.000) y otros 150.000 entre la construcción y las actividades inmobiliarias y servicios empresariales.

Fuente: Indec, Informes de prensa de la Encuesta Permanente de Hogares
Fuente: Indec, Informes de prensa de la Encuesta Permanente de Hogares

Pese a la recuperación observada en la segunda parte de 2020 (como muestra el gráfico), un año después de iniciada la pandemia la tasa de empleo (proporción de ocupados respecto de la población) aun no llega a los niveles anteriores. Pasa lo mismo con la tasa de actividad, lo que explica que casi no haya habido variación en la tasa de desempleo.

En efecto, los enormes contingentes de ocupados que perdieron sus empleos volvieron muy paulatinamente a ofrecerse en el mercado laboral acompañando la recuperación de parte de las actividades económicas. El desaliento inicial (caída de casi diez puntos porcentuales de ambas tasas) evitó que la desocupación alcanzara o superara el 20% oscilando en cambio entre un 10 y un 13% aproximadamente.

Esta imagen inicial que, se insiste, se asemeja bastante al fenómeno registrado en general en América Latina y otras regiones, en nuestro caso tiene la peculiaridad de desenvolverse luego de un decenio de estancamiento (y caída del PBI per cápita) y también de una década de dificultades del mercado de trabajo.

Fuente: Indec, Evolución de los ingresos, primer trimestre de 2021
Fuente: Indec, Evolución de los ingresos, primer trimestre de 2021

Los nuevos datos de distribución del ingreso confirman que luego del mejoramiento inicial (2003-2007) siguió un extenso lapso de cuasi estancamiento, que en el primer bienio de cambiemos retomó la senda de la mejoría con valores record a comienzos de 2018, que de allí en más el descenso continuó incluyendo las dos primeras mediciones del gobierno actual: ni el primer trimestre de 2020 y, menos aún, de 2021 muestran mejoría.

De manera que las afirmaciones a comienzos de 2020 de que los problemas del país eran fácilmente solucionables expresaban un diagnóstico equivocado. A eso se agregó la pandemia, cuyo tratamiento, digamos de paso, luego de un breve lapso inicial, tomó rumbos inquietantes que complican la situación en este segundo año en el que los problemas sanitarios son más difíciles de resolver.

La mayor parte de los puestos no recuperados correspondieron a dos sectores claramente identificados, casi en partes iguales: los trabajadores precarios (en relación de dependencia) y los no asalariados, en este caso sean cuentapropistas o pequeños propietarios

La obstrucción interna al Gobierno de los arreglos necesarios en materia de endeudamiento externo, por ejemplo, puede satisfacer la mirada o el gusto de algún sector oficial, pero constituye un pésimo presagio para nuestro futuro.

Extrañamente, el ajuste iniciado en diciembre de 2019 (con el tema previsional a la cabeza) ha continuado su marcha. Y ese conflicto entre las decisiones inevitables a nivel macroeconómico y el impacto político potencialmente negativo para el Gobierno (que no quiere expresar claramente lo que está haciendo) no podrá perdurar demasiado tiempo.

Allí reaparece la imperiosa necesidad de una acción política consensuada y no de ruptura y enfrentamiento continuo. La dirigencia, en especial la de todos los colores políticos, tiene la mayor responsabilidad.

domingo, 4 de julio de 2021

Qué sectores están más perjudicados por la pérdida de puestos de trabajo . Nota de S. Stang - LA NACION 4-7-21

 Nota de Silvia Stang, publicada en LA NACION el 4-7-21

La versión completa de la entrevista, aquí



Con una caída de más de 30% del número de puestos de trabajo en comparación con los primeros meses de 2020, el servicio doméstico y el sector de la hotelería y la gastronomía son los segmentos de la economía en los que con mayor fuerza persiste el deterioro del mercado laboral causado por la profundización de la crisis económica que trajeron la pandemia, la cuarentena y las restricciones para circular y para desarrollar actividades.

Las conclusiones surgen del análisis de los resultados de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) del Indec, correspondientes al primer trimestre de este año. La estadística oficial también muestra que, si bien el número total de personas ocupadas no cayó en comparación con el mismo período de 2020, eso fue por el crecimiento de puestos en la administración pública, mientras que sí hubo una disminución del número de fuentes laborales en el sector privado.

“Si se comparan los datos con los del primer trimestre del año pasado, una primera conclusión es que la tasa de actividad sigue por debajo del nivel de la prepandemia”, dice Agustín Salvia, coordinador del Observatorio de la Deuda Social (ODSA) de la UCA e investigador del Conicet, en referencia al índice que revela qué parte de población trabaja o busca activamente un trabajo. El porcentaje, de hecho, se ubicó en 46,3% de la población total de las áreas relevadas en el período de enero a marzo de 2021, mientras que un año atrás había sido de 47,1%.

Si se recuperara ese índice a los niveles que había hace más de un año, estima Salvia, entonces la tasa de desocupación rondaría el 11% o 12%, en lugar del ser de 10,2% de la población económicamente activa (es decir, del grupo de personas que se declaran en actividad al responder a la encuesta del Indec).

La tasa de empleo, en tanto, se ubicó, según los resultados del relevamiento más reciente, en el 41,6%, mientras que en el segundo trimestre de 2020 se había desplomado hasta el 33,4% de la población, y en los tres primeros meses del año pasado había sido de 42,2%. Más allá del repunte que tuvo ese índice, Salvia advierte que cuando se mira en forma desagregada qué pasó, se observa que en el segmento de la actividad privada hay 195.000 ocupaciones menos que a inicios de 2020, mientras que en la administración pública el número de ocupados se incrementó en 176.000.

Los números se refieren no a la totalidad del país, sino a los 31 centros urbanos en los cuales se hace la encuesta del Indec sobre el mercado de trabajo. Esos mismos datos muestran, según un análisis de LA NACION, que la caída más pronunciada en el número de ocupaciones se dio en los hoteles y restaurantes, donde la reducción del número de trabajadores es de 32,1% respecto de un año atrás (la pérdida es de 158.350 puestos) y en el servicio doméstico, un segmento en el que se desempeñan este año 280.450 personas menos que a principios de 2020, lo cual implica una caída de puestos de 30,2%.

Según el informe oficial, esos dos sectores son los que más participación perdieron en el universo total de ocupaciones. Mientras que en los hoteles y restaurantes trabajaba en 2020 el 4,1% de quienes contaban con una ocupación, este año ese índice se redujo a 2,8%. Y quienes desarrollan tareas en casas particulares pasaron del 7,7% al 5,4% del total.

En este segundo caso, inciden de manera especial los problemas de la economía doméstica de quienes son empleadores y, además, el hecho de que es un sector con muy elevada incidencia de la informalidad, estimada en más de 70% antes de la pandemia. La situación en cuanto al número de personas empleadas empeoró incluso respecto del cuarto trimestre de 2020: el año pasado terminó con alrededor de 726.000 trabajadoras en esta actividad, mientras que para el primer trimestre de 2021 es posible estimar que son poco más de 647.000.

Como contraparte de la caída en la participación de esas actividades, avanzaron levemente las de la industria (de 11,1 a 12%), los servicios financieros (de 10,6 a 11,4%), la prestación de servicios sociales y de salud (de 6,2 a 7%) y la administración pública (de 8,9 a 9,4%). En esas actividades, que coinciden con las que suelen tener menores tasas de informalidad, hubo recuperación del empleo a niveles prepandemia.

En el mundo de la informalidad es donde no tuvieron alcance práctico las medidas de protección con las que el Gobierno pretendió reducir los daños de la crisis, como la prohibición de despidos, que recientemente se prorrogó hasta 31 de diciembre de este año.

Más allá de la falta de alcance para el sector de la economía no registrada, esa disposición “tiene una doble cara”, según considera el economista Javier Lindenboim, investigador y docente en la UBA. “Son medidas de protección bien aceptadas por la dirigencia sindical, pero socialmente son una bomba de tiempo, que principalmente afecta a las pymes”, las unidades de producción más afectadas.

El economista advierte, al tiempo que “la caída del empleo fue casi perpendicular, la recuperación es cada vez más lenta”. Y eso se vuelve más preocupante, evalúa, cuando se observa que, según los datos del Indec difundidos en los últimos días, la actividad cayó en abril, en forma mensual y desestacionalizada, por tercer período consecutivo.

La estadística oficial revela la magnitud en que el sector informal sigue sufriendo con mucha mayor fuerza las consecuencias de la crisis. En el primer trimestre, la reducción interanual del número de asalariados sin aportes jubilatorios fue de 12%, según cálculos de la ODSA sobre la base de la EPH, con una caída de 378.000 puestos. También hubo una disminución, de 13,6%, en el número de personas incluidas en el rubro “patrones”.

En parte, esas personas pueden haber ido al cuentapropismo: hubo, de hecho, un crecimiento de 9,1% del número de quienes declararon en la encuesta hacer tareas laborales de manera independiente, en comparación con los primeros meses de 2020; son, para el conjunto de centros urbanos abarcados por el Indec, 243.000 personas más que un año atrás. El cuentapropismo suele ser un refugio para quienes pierden un trabajo dependiente y, dados los altos índices de pobreza, se trata de un segmento con alto grado de no registro y de vulnerabilidad.

Según un informe de la Cátedra Unesco del Instituto Di Tella, con datos al cuarto trimestre de 2020, mientras que entre los asalariados la falta de aportes a la seguridad social alcanzaba al 32,7%, en el total de ocupados, incluyendo a los independientes, el valor trepaba a 51,8%.