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Las mejoras del mercado laboral en peligro
La consideración sobre el mercado laboral debe al menos distinguir los procesos que impactan sobre el número de personas involucradas, la naturaleza de la relación salarial predominante y los aspectos que aluden a la retribución del esfuerzo productivo.
Al propio tiempo, como en todo fenómeno social, cuanto menos estemos circunscriptos a la coyuntura más probabilidades tenemos de enriquecer el análisis.
En ese sentido vale refrescar algunos elementos de juicio. Primero, desde hace medio siglo Argentina mantiene la proporción de asalariados dentro del conjunto de ocupados. Aproximadamente tres de cada cuatro ocupados trabajan en relación de dependencia.
Pese a ello, la participación que se llevan los trabajadores del producido global de la economía -que tuvo momentos cercanos al 50%- cayó por debajo del 30% al comenzar el siglo XXI y estaba en 2006, luego de varios años de importante crecimiento de la producción y del empleo en torno del 35%. Aún en la hipótesis de que desde 2007 hubiera seguido mejorando esa proporción, seguimos estando en valores cercanos a los de fines de los años noventa. Es sabido que para los trabajadores ese no es de los mejores momentos en las décadas recientes.
De todos modos, la salida de la crisis no ha sido homogénea en el tiempo. Hasta 2007 el dinamismo fue importante pero luego declinó fuertemente. Entre comienzos de 2003 y de 2007, la ocupación aumentó en torno al 25%. En el bienio inmediato para mantener el ritmo debió haber crecido en más del 10% pero lo hizo en menos del 5%. En los mismos lapsos el número de desempleados cayó primero un 50% y luego apenas un 15%.
Por las razones conocidas derivadas de la interferencia en la actividad del INDEC desde ya hace tres años no tenemos datos oficiales confiables sobre evolución de los precios y, por tanto, carecemos de lo necesario para describir la evolución de la capacidad de compra del salario y por extensión de la aptitud para definir correctamente los niveles de pobreza. Al haber estado indisponibles los datos de la Encuesta de Hogares tampoco hemos conocido el detalle de los cambios ocurridos en el mercado de trabajo (calidad del empleo, jornada laboral, asignación sectorial de la fuerza laboral, remuneración por tipo de puesto, etc).
La conjunción de los limitados elementos de juicio disponibles sugiere que en el 2009 hubo pérdida de puestos de trabajo y que en promedio los asalariados habrían recibido una retribución que sería equivalente, en términos reales, a la del momento de la crisis finisecular.
Con la experiencia de las últimas décadas, sabemos que situaciones como esta en la que se ha perdido la pujanza de los primeros años poscrisis, uno de los impactos más probables es el del deterioro de la calidad del vínculo laboral generalmente asociado con una jornada más reducida.
Es penoso que para el sector del trabajo no haya resultado crucial la demanda de reconstruir la credibilidad del órgano rector de las estadísticas públicas como herramienta para el armado de propuestas tendientes a superar esta situación en pro de una mayor equidad social.
Javier Lindenboim
Investigador del CONICET
Director del CEPED/Universidad de Buenos Aires
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