Este cuadro acompañaba como ilustración el texto aparecido en el Suplemento CASH de Página 12 del domingo 10 de marzo de 2013, pero no fue incluido quizás por razones de espacio
Creación de empleo en la última década
Ciudades con Encuesta de Hogares
(miles de personas)
Bienio
|
Aumento de personas ocupadas (sin
planes)
|
2003-2004
|
1130
|
2005-2006
|
982
|
2007-2008
|
390
|
2009-2010
|
257
|
2011-2012
|
46
|
Fuente: INDEC, Informes de prensa de la EPH
La tozudez de los datos de la
realidad
Los últimos seis años, durante los cuales el gobierno
nacional ha pretendido pintar una realidad no sólo agradable sino por momentos
épica, constituyen un lapso suficiente como para poder contrastar los propios
datos oficiales en relación con uno de los aspectos sobre los que más se ha
insistido: la creación de empleo.
No hay dudas de que el último decenio ha arrojado un saldo
extraordinariamente positivo en esa materia. En promedio son centenares de
miles los nuevos puestos creados por año
excediendo a los promedios de los ochenta o de los noventa, incluso a sus
mejores años.
Eludiendo –aquí- la discusión sobre la existencia de un nuevo
modelo de mercado laboral, resulta interesante observar la dinámica de la
creación de empleo a lo largo de la década última. La información resumida en
el cuadro da cuenta de que el impresionante aumento del empleo a la salida de
la crisis empezó a debilitarse en 2007.
Algo similar ocurre con la variación en la capacidad de
compra del salario. Si se deflactan los salarios medios percibidos por los
trabajadores protegidos se aprecia que tres cuartas partes de la mejora lograda
entre 2003 y 2012 se debe a los logros alcanzados hasta 2006. Esto es lo mismo
que decir que desde 2007 en adelante la mejora anual del salario real fue de
escasa magnitud. Similar fenómeno se ha dado con los salarios “precarios” que
siguen siendo –luego de una década de fuerte crecimiento económico y del
empleo- la mitad, en promedio, que las remuneraciones de los trabajadores
protegidos.
En los años noventa, al tiempo que aumentaba la proporción de
asalariados desprotegidos se ampliaba la brecha entre ambos tipos de salarios. Según
como se mire puede decirse que el mantenimiento de la relación entre ambos
salarios es bueno porque la mejor perfomance de los protegidos “arrastró” la retribución de los desprotegidos. Claro
que también puede plantearse el interrogante de por qué la brecha se amplió en
los noventa cuando empeoraban las condiciones sociolaborales pero no se cierra
en la década reciente cuando esas condiciones cambiaron notoriamente.
Con todo, lo importante parece residir, más que en la
constatación en sí misma, en la necesidad de interpretar acabadamente el
sentido de tal aquietamiento de ambas variables (empleo y salarios). Esto se
asocia con el sesgo interpretativo sobre las razones que explican la evolución
socioeconómica pos crisis. Tal sesgo oscurece tanto el estímulo importante
proveniente del cambio favorable de las condiciones internacionales como el
enorme impacto de la gran devaluación del peso en favor de la producción local.
Esa sería la razón por la cual el mercado laboral
--atemperados los efectos beneficiosos iniciales, como fue la reanimación de la
pequeña y mediana empresa—vuelve a mostrar una dinámica desafortunadamente
similar a épocas pasadas en las que la modestia de la demanda laboral generó
perturbaciones socioeconómicas de magnitud. La diferencia, ahora, es que no
aumenta el volumen del desempleo.
Nótese que lo expuesto está sostenido en información provista
por el INDEC. Si la misma no reflejase fielmente el acontecer socio-ocupacional,
la descripción –y la interpretación—podrían ser más inquietantes. Más allá de
las críticas internas e internacionales a las estadísticas públicas argentinas,
datos fidedignos deben alumbrar disquisiciones conceptualmente más sólidas. Al
menos si de lo que se trata es de contribuir a la construcción de un horizonte
promisorio para nuestra sociedad. A la inversa, falsear (cuantitativa y
cualitativamente) la realidad seguro nos
desviará de ese propósito.
De lo contrario la memoria colectiva seguirá fijada en
episodios transitorios a los que se les pretende asignar un carácter profundo y
perdurable del que carecen.
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