miércoles, 3 de febrero de 2016

Reflexiones del Senador uruguayo Alberto Couriel: Socialismo, capitalismo, crecimiento y distribución


#OPINIÓN

Socialismo, capitalismo, crecimiento y distribución

La izquierda, en general, es muy crítica del capitalismo. Este régimen genera desigualdades, diversas formas de explotación y crisis profundas que afectan a los más desposeídos, a los más vulnerables, a los más pobres. Por lo tanto, todos en la izquierda queremos modificaciones profundas del capitalismo, para que sea un régimen, que manteniendo las libertades básicas, mejore sustantivamente la igualdad. Unos hablan de reformas, otros de transformaciones. En el caso uruguayo prácticamente toda la izquierda acepta y defiende los principios básicos de la democracia. En esencia, todos queremos cambios sustantivos del capitalismo, modificando el régimen o manteniéndolo con cambios profundos.
Una de las salidas que se plantean es avanzar hacia un régimen socialista. En enero de 2016 ¿qué es el socialismo, después de los fracasos de la URSS, Cuba y Venezuela? No tenemos paradigma socialista. La planificación centralizada no funciona. Es necesario el mercado, pero éste no asigna adecuadamente los recursos. Por ello, es imprescindible la intervención del Estado. Cada país deberá encontrar la fórmula más adecuada para utilizar el mercado con la intervención del Estado.
Pero tengamos en cuenta que el funcionamiento del Estado es fruto de las relaciones de poder, y muchas veces es el resultado de las relaciones de fuerza. Pero el elemento central que dificulta una salida socialista es como resolver el tema de la propiedad de los medios de producción. La propiedad estatal en Uruguay la defendemos para sectores económicos y sociales estratégicos, pero no para toda la economía, especialmente luego de los fracasos en la URSS.
Debemos tener presente que en la actualidad un tercio de la producción mundial está a cargo de las grandes empresas transnacionales de los países desarrollados, pero sobre todo dos tercios de las exportaciones mundiales. Si bien distintas formas de propiedad social han tenido papeles importantes en el Uruguay, no creo que las cooperativas, la propiedad social, ni la autogestionada puedan competir con dichas transnacionales. Quisiéramos hacer la revolución, pero es muy difícil para un solo país, sobre todo tan pequeño y con esta problemática de la propiedad que es el gran desafío para la izquierda mundial. Este es un gran problema para toda la izquierda.
El capitalismo de EEUU no es el mismo que el de Suecia, ni el de Uruguay es el mismo que el de Venezuela. Son distintas las estructuras económicas, sociales y políticas. Sin duda, Suecia es el régimen capitalista más igualitario, pero tal vez, por tamaño debiéramos estudiar otras experiencias como Dinamarca y Nueva Zelanda. La actual coyuntura no favorece la social democracia, con rasgos de agotamiento en Europa Occidental. Pero primero hay que entender muy bien las estructuras económicas y sociales del Uruguay, sus relaciones de poder, y las alianzas sociales y políticas indispensables para efectivizar el proceso de transformaciones del país. Tiene la experiencia de un siglo de estado de bienestar, que debiera contribuir a estos cambios necesarios para, garantizando la libertad, avanzar sustantivamente en la igualdad.
Se discuten prioridades entre crecimiento y distribución del ingreso. En mi opinión, ambos deben avanzar conjunta y simultáneamente. Recuerdo un artículo de Fernando Fajnzylber sobre “el casillero vacío” donde demostraba que no solamente iban juntos, sino que la redistribución era imprescindible para asegurar el crecimiento. No discuto si el crecimiento puede ser ilimitado. Creo que va a ser indispensable en los próximos 30 o 40 años, salvo que surjan avances tecnológicos que pueda generar transformaciones, hoy desconocidas, en el propio régimen capitalista.
Sin crecimiento no se resuelve el tema del empleo, y sin empleo no hay justicia social. El crecimiento es un factor necesario pero no suficiente. No es válido cualquier crecimiento, por ello es relevante el contenido del crecimiento. Por ello es fundamental la estrategia de desarrollo para elaborar, con flexibilidad y apertura una estructura productiva, que atendiendo la integración regional, se centre en la competitividad y el empleo. Habrá que elegir “ganadores” sectores, rubros y actividades especialmente para nuevas cadenas de valor.
Estas definiciones con amplia participación social ayudan a definir si determinada inversión extranjera es positiva para dicho contenido, para dicha estructura productiva. Ésta facilitará las políticas productivas sectoriales, que generalmente la macroeconomía no tiene en cuenta. La política de corto plazo, no deberá atender exclusivamente la inflación, sino también el crecimiento y el empleo.
Por ello mis críticas a la política cambiaria del equipo económico del gobierno. El crecimiento de los últimos años se debe a una serie de factores:
1º el alza de los precios internacionales de los principales rubros de exportación que generaron fuertes niveles de ingresos en los exportadores y productores primarios y el propio crecimiento en los ingresos fiscales.
2º Estos altos precios permitieron mayor rentabilidad a sectores exportadores y facilitaron, junto a las exenciones fiscales, la fuerte entrada de inversiones directas extranjeras.
3º Los mayores ingresos fiscales permitieron un crecimiento del gasto público, especialmente del gasto público social que en el período pasó de 19% del PBI a 24% del mismo. Este aumento junto a la política salarial, en la búsqueda de una mayor equidad en las relaciones capital-trabajo, permitió sustanciales incrementos de los salarios reales que aumentaron la demanda interna y ayudaron al crecimiento económico. Mejoras del empleo por el propio crecimiento, del salario real y del gasto social y, en parte, por la propia reforma tributaria mejoraron la distribución del ingreso. Pero no sabemos qué pasa con el 1% o el 5% de mayores ingresos que seguramente mejoraron más que otros sectores sociales, porque el fenómeno de la concentración de la propiedad seguirá siendo un factor fundamental que seguirá afectando la propia distribución.
Pero para lograr el crecimiento se requiere inversión productiva y los estímulos correspondientes. En parte ello dependerá de la inversión privada, por lo que son imprescindibles acuerdos económico-sociales entre el Estado, los empresarios y los trabajadores, y en algunos casos, incorporando otras organizaciones sociales. Aquí viene la discusión con el equipo económico que entiende que no hay que gravar a las empresas que invierten sino prioritariamente a las personas físicas. El Uruguay es un país muy pequeño ubicado entre Brasil (primer comprador de bienes) y Argentina (primer comprador de servicios).
Exporta básicamente recursos naturales, aunque el 70% de las exportaciones al Mercosur son de productos manufacturados. Vivimos el mundo del conocimiento y de las cadenas de valor mundiales y regionales. Seguiremos vendiendo al exterior, por muchos años, recursos naturales, con alguna posibilidad de incorporar más valor agregado y contenido tecnológico. Para vender contenido tecnológico en rubros manufactureros y de servicios es indispensable participar en cadenas de valor, sobre todo regionales.
Esto no es sencillo por diversos factores, pero es un tema muy relevante para el futuro desarrollo del Uruguay y su capacidad de inserción internacional. Solos no podemos. La integración es indispensable y la unidad sudamericana vital para las negociaciones con el mundo desarrollado. Hoy hay dificultades pero estamos generando una hoja de ruta para el futuro mediano plazo, donde junto a lo económico debemos atender lo ambiental y factores culturales que nos permitan avanzar hacia una sociedad y un hombre y una mujer más solidarios.
Socialismo difícil, encontrar regímenes que puedan atender los requerimientos sociales, aprovechando la experiencia de un siglo de estado de bienestar, necesidad de estrategia de desarrollo y procesos de integración, sobre todo incorporación a cadenas de valor con valor agregado y contenido tecnológico dentro del país.

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