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- 21/09/16
¿Podremos ver más claro en las estadísticas laborales?
Debate
Javier Lindenboim
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Pasado casi un decenio de la intervención de facto del organismo estadístico nacional y luego de un interregno equivalente al de un embarazo, el INDEC dio a conocer el primer informe de la “nueva” Encuesta Permanente de Hogares (EPH).
Pese a los deseos, sin embargo, la pesada bruma cuesta disiparse. No se trata, por cierto, de que las nuevas cifras son incomparables con las publicadas hasta el año último –tal como fuera explicado por las autoridades respectivas- sino del hecho de que a las interrogantes aún no dilucidadas se agregan algunas otras que requieren también respuestas aclaratorias.
La EPH mostraba –entre 2013 y 2014- que la proporción de los ocupados sobre el conjunto de la población (conocida como tasa de empleo) continuaba disminuyendo, pero sin embargo su expresión en números absolutos de ocupación contradecía aquella evidencia.
Aumento inesperado de población. Sin entrar en demasiados detalles, esa paradoja se originaba en la modificación de la “población de referencia” de las aglomeraciones urbanas en las que se realiza tal Encuesta. Las tasas y estructuras que resultan de ese relevamiento se expanden convenientemente para expresarse en magnitudes compatibles con el universo poblacional que se procura caracterizar. En ese período, informó el INDEC, se debió modificar la referencia poblacional de la EPH como consecuencia de haberse encontrado, en el Censo de 2010, que las proyecciones previas eran inadecuadas porque no alcanzaban a expresar los “verdaderos valores” de los 31 aglomerados urbanos encuestados.
Como consecuencia de haberse detectado tal aparente subestimación fueron modificados los valores poblacionales de modo que entre mediados de 2013 y mediados de 2014 aparecía un incremento artificial del 4% cuando el número de habitantes en el país –desde hace mucho tiempo- crece el 1% anual aproximadamente. Para ilustrar lo expuesto digamos que el crecimiento de la población de las ciudades de la EPH era de 250.000 de habitantes al año, pero entre 2013 y 2014 el salto fue de un millón de personas. En virtud de ello, las menores tasas de empleo aplicadas sobre una magnitud poblacional forzadamente acrecentada produjeron un aparente estancamiento (o aún mejoría) en el nivel absoluto del empleo.
Resultados contradictorios. El mismo INDEC desarrollaba otro relevamiento con el cual se procuraba informar sobre la situación del total de población urbana del país, no sólo de los 31 aglomerados en los que se hace la EPH. Argentina es un país en el que nueve de cada diez habitantes residen en localidades urbanas. Ese emprendimiento lleva el nombre de Encuesta Anual de Hogares Urbanos –EAHU- y se realiza en el mes de setiembre de cada año a partir de 2010, es decir el año en el que se hizo el último censo de población.
Con el mismo argumento que para la EPH se ajustaron –ya en setiembre de 2013- los datos de la población de la encuesta anual. Por eso, al publicarse los resultados de la EAHU de 2014 se supo que en un año en Argentina se habían perdido 400.000 empleos. Para hacer una cuenta equivalente con la EPH había que hacer un ejercicio complicado que, de todos modos no alcanzaba a mostrar tamaño impacto negativo. Por esa o por otras razones, tal información (casualmente los primeros resultados de la EAHU de 2014 se divulgaron en el único día hábil para la administración pública entre Navidad y Reyes) no causó gran impacto social, político o mediático.
Es sabido que en el INDEC hubo una estrategia de tierra arrasada por parte de la anterior gestión, lo cual puede entorpecer seriamente la importante tarea de reconstrucción institucional.
Todavía no se disipan las serias dudas que hay sobre la verosimilitud de tan notable aumento poblacional (no que haya crecido sino que su ritmo sea el indicado). Sólo recordemos que las previsiones de habitantes urbanos para 2010 y los resultados arrojados por el Censo de ese año resultaron muy parecidos, de donde surge un nítido interrogante: cuál es el motivo de incrementos tan llamativos.
Nuevas intrigas. No sabemos si alguna vez podremos develar las oscuridades de la información que proporcionó el INDEC durante la última década. Pero resulta que en el reciente informe aparecen nuevas sorpresas. Al comparar la población de referencia del segundo trimestre de 2015 y de 2016 hay variaciones impactantes. Algunas de ellas son mencionadas en el informe de prensa del 23 de agosto y en su anexo.
En cualquier caso llaman la atención algunas cifras. En el lapso indicado (2° trimestre de este año y del anterior) el incremento poblacional implicado ya no es de 200 o 250 mil habitantes anuales sino de 400.000. Mirando más en detalle, hay un retroceso de medio millón de personas en los denominados “aglomerados del interior”. Quizás –al menos de modo parcial- este retroceso intente corregir alguna elevación indebida de la población, por lo cual en lugar de los 13 millones de habitantes de 2015 ahora sean 12,5 millones. En cambio resulta impactante que el Gran Buenos Aires muestra casi un millón de habitantes más que un año atrás (casi todo en el conurbano bonaerense). De manera que la extraña elevación poblacional del GBA aplicada entre 2013 y 2014 no sólo no se retrotrae sino que se potencia.
Una observación final: las áreas en las que ahora se achica la población tienen tasas de actividad más bajas y lo opuesto ocurre con las que amplían aún más el número de habitantes. En parte por ello, si se hace el ejercicio de cotejar los datos de este año con los del año anterior resultan unos cuatrocientos mil “nuevos” desocupados, pero también casi otro tanto de “nuevos” ocupados. ¿Dónde estará la realidad?
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