jueves, 26 de julio de 2018

Arranca la segunda mitad del año: qué va a pasar con el empleo y los ingresos Clarin 26-7-2018

Columna en CLARIN, 26-7-2018

Antes de la tempestad financiera y cambiaria del último bimestre, los datos del mercado de trabajo mostraban que las mejoras observadas a lo largo de 2017 se habían, al menos, debilitado de manera sensible.
Puede parecer de menor importancia repasar lo ocurrido el año último aunque es útil para comprender mejor la situación presente. Si se compara lo ocurrido en el cuarto trimestre de 2017 con igual lapso de 2016, según la Encuesta de Hogares (EPH) en el ámbito urbano se crearon más de cuatrocientos mil empleos.
El tipo de trabajo generado, sin embargo, distaba de ser óptimo.Poco más del 40% eran cuentapropistas, alrededor de un tercio fueron asalariados no registrados y algo más de un cuarto empleados estatales. Quizás la diferencia principal con respecto a los últimos años del kirchnerismo es que entonces lideraba el empleo público y ahora lo hace el trabajo autónomo.
Si se observan los puestos de trabajo (es decir no las personas) que contabilizan las cuentas nacionales en otra área del mismo INDEC, el aumento fue de medio millón con un perfil bastante similar: si bien más de la mitad fueron asalariados dentro de estos predominaban los que no estaban registrados.
En materia de ingresos, la misma EPH daba cuenta de que a fines de 2017 los ingresos de la ocupación principal -en términos reales- crecieron respecto de fines de 2016 y también superaron los valores de los años previos retomando un “pico” alcanzado en el cuarto trimestre de 2011, cuando la ex presidenta fue reelecta por un abrumador 54% de los votos.
Es decir que la capacidad de compra promedio de los ingresos laborales a fines de 2017 era similar a la del momento paradigmático de la gestión anterior, justo antes del inicio del declive. En paralelo, la participación de los salarios en el ingreso total se mantuvo en 2017 en algo más del famoso “fifty-fifty”, como en 2016. Si bien no hay datos oficiales, ese nivel sería similar al de los últimos años del gobierno anterior.
En el primer trimestre de este año si bien continuó la mejora de los ingresos laborales y, más aún, el de las familias (tomado en conjunto, ingreso per cápita familiar), se observó que los grupos de menores ingresos (los de los primeros deciles) se mantenían estancados en relación con los inicios de 2017 pero estaban por debajo de los valores registrados al comienzo de los años previos. Comparado el ingreso de la ocupación principal del primer trimestre de 2018 de los deciles más bajos con relación al de inicios de 2015 se registraba una pérdida del 10% en su capacidad de compra.
La tasa de desempleo del trimestre inicial de 2018 –aunque fue mayor que la de fines de 2017 por razones estacionales- fue levemente inferior a la de un año atrás.
El empleo registrado, cuyos datos proporciona mensualmente el Ministerio de Trabajo, mostró un primer trimestre estancado, tal como ha venido ocurriendo sistemáticamente, según los registros oficiales, al comienzo de cada año. De modo que hasta ese momento los indicadores eran delicados al menos para una parte de la fuerza laboral.
Veamos el futuro inmediato. El terremoto financiero y cambiario iniciado a fines de abril se produjo en el marco de una situación de escaso dinamismo productivo y, por tanto, con una demanda laboral que apenas venía cubriendo el incremento de la población.
Así, a comienzos de 2018 había no sólo un punto porcentual de más activos sino que también había aumentado un punto la tasa de empleo (proporción de ocupados en la población). No sólo esa tasa a principios de este año era mayor que la del último quinquenio -para los primeros trimestres- sino que iguala el registro de comienzos de 2011.
Desconocemos cuál será la evidencia informativa que proporcionen los diversos datos oficiales para el segundo trimestre que acaba de terminar. Es muy probable que los valores positivos en las distintas variables analizadas hayan sufrido un fuerte embate. Aunque quizás no sea prudente anticipar una situación catastrófica al terminar la primera mitad del año.
Es más factible que en la segunda mitad se vean impactados tanto el nivel de empleo como la capacidad de compra de los ingresos laborales. La intensidad de dicho impacto depende de varios factores. Por un lado, de la proporción en que la depreciación del peso sea trasladada a los precios. Por otro lado, del éxito del gobierno en estabilizar el tipo de cambio y, como consecuencia, abandonar la estrategia basada en altísimas tasas de interés.
Asimismo depende de una conjunción difícil de imaginar, pero imprescindible: que se logre ir dominando el insostenible déficit fiscal y que el empresariado (grande y chico) transforme su predilección por el facilismo y retome -o comience- un camino de inversión. De lo contrario seguiremos transitando un sendero que nos conduce al pasado y no al futuro.
No hay nada más fácil que echar culpas. Siempre estará a mano adjudicar el origen de la situación crítica actual al regreso al FMI.
Vale la pena, seguramente, recordar al desaparecido Aldo Ferrer, quien enfáticamente, en medio de la crisis de comienzos de este siglo, afirmaba que “cada país tiene el FMI que se merece o elige”. Ferrer afirmaba que primero debería definirse una estrategia y luego negociar las condiciones de un acuerdo con los organismos internacionales. No está a la vista que el gobierno actual la tenga. ¿Y los demás?
*Javier Lindenboim es economista. Director del CEPED-UB
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