viernes, 29 de enero de 2021

La distribución del ingreso ¿todos contentos? Columna, INFOBAE, 29-1-2021

 Columna aparecida en INFOBAE, 29-01-2021

En estos días se han difundido los datos de la Cuenta de Generación de Ingresos del Indec. Los valores allí incluidos corresponden al trimestre julio-agosto-setiembre de 2020. En una primera mirada puede alegrar tanto a los trabajadores como a los empresarios: ambos ampliaron su respectiva “porción de la torta”.

Esto es posible porque lo que se reparte -salarios y ganancia- no agota el total debido a que hay un componente que refleja una parte de la participación económica del Estado en el total de las cuentas nacionales. Para simplificar, la llamamos “impuestos netos de subsidios a la producción” y desde hace tiempo esta incidencia es de magnitud negativa lo que significa que los subsidios superan a los ingresos fiscales aquí computados (debe recordarse que aquí no se anotan los impuestos a los productos ni los impuestos indirectos como el IVA ni los que gravan a los productos importados).

Cuenta de Generación de Ingresos, INDEC, enero 2021

Cuenta de Generación de Ingresos, INDEC, enero 2021

Lo que se aprecia es el enorme salto que implica el esfuerzo fiscal en el segundo y el tercer trimestre del año: se multiplicó por seis y tres respectivamente respecto del trimestre correspondiente del año anterior. Eso es lo que permitió que aumentaran en casi 2 puntos porcentuales (pp) su participación al tiempo que los empresarios la mejoraran en casi 3 puntos porcentuales.

Con respecto al comienzo del año los datos indican una pérdida de la participación salarial de 3pp y los empresarios mejoraran su participación en 11pp. De todos modos no debería extraerse la conclusión que la gestión oficial del Frente de Todos está dirigida a perjudicar a los trabajadores y beneficiar a los empresarios.

En todo caso expresa una tendencia verificada en el cuatrienio previo, aunque en ese lapso el peso de los impuestos netos de subsidios había disminuido un 50 por ciento.

Fuente: Cuenta de Generación de Ingresos, INDEC, enero 2021

Fuente: Cuenta de Generación de Ingresos, INDEC, enero 2021

Si mejora la situación de los trabajadores y también la de los empresarios, entonces alcanzamos el ideal: unos y otros satisfechos y tranquilos. Sin embargo la realidad es mucho más complicada.

La apariencia de generalizada bonanza se acaba apenas reconocemos que esa mayor tajada deriva (en un marco de contracción económica) única y exclusivamente de mecanismos redistributivos realizados por un Estado que carece de los recursos necesarios para llevarlos a cabo. Por eso la exorbitante cifra de emisión de 2020 que no hay dudas financió un equilibrio más que inestable.

Tanto que de no corregirse rápidamente corremos el riesgo de caer en el abismo de la hiperinflación. Y, ya sabemos, en esas condiciones no ganan precisamente quienes tienen sólo un ingreso fijo (cuando lo tienen, claro) ni tampoco los empresarios de pequeño o mediano porte.

Calculando la distribución funcional sin el componente público, la evolución se ve algo modificada. Para eso observamos los datos del tercer trimestre de cada año.

Fuente: Cuenta de Generación de Ingresos, INDEC, enero 2021

Fuente: Cuenta de Generación de Ingresos, INDEC, enero 2021

Entre 2016 y 2019 lo notable es la pérdida del sector asalariado (5pp) que fueron a parar sólo en parte a los empresarios o al ingreso mixto (cuenta propistas y pequeños patrones). Esto se explica por la baja del 50% de los impuestos netos de subsidios de la producción (siempre con valores negativos)

Pero entre 2019 y 2020 aparece la paradoja mencionada: en base al aumento de casi 4pp de ese componente negativo (impuestos netos…) se logra una mejora de 1 pp para los asalariados y y una participación mayor del excedente empresario de más de 5pp.

Lo que es interesante destacar es que la estrepitosa caída del nivel de actividad en 2020 (originada en la pandemia y profundizada por el peculiar modo de afrontarla en nuestro país) aparece luego de una década de estancamiento.

Si se observa el indicador EMAE provisto por el INDEC, con datos desde enero de 2004 hasta noviembre de 2020, se destaca el hecho de que desde la segunda mitad de 2010 hasta fines de 2019, hay un zigzag constante con la particularidad de que la caída producida en el segundo trimestre de 2018 no tuvo prácticamente recuperación alguna.

Fuente: Estimador mensual de la actividad económica, INDEC, serie histórica (enero 2021)

Fuente: Estimador mensual de la actividad económica, INDEC, serie histórica (enero 2021)

Esto significa que la mejora percibida por asalariados y empleadores en 2020 no podrá ser sostenida a menos que se estimule -de verdad- la actividad económica más allá de lo que signifique recuperar al menos algo de lo perdido en el último año.

La explicación es simple, sólo retornar a los niveles y a las características prepandemia, sólo nos ubicará en una situación crítica e inestable, como lo demuestra la última década de oscilaciones frecuentes en un marco de estancamiento.

De eso se trata el enorme desafío que tiene la conducción económica para algo que trasciende lo específicamente económico: la política económica. Pagamos caro socialmente las oportunidades en que creímos que podían escindirse. Es cierto que la economía debe ser orientada por la acción política. También lo es que esta última no puede eludir las consecuencias de sus acciones.

jueves, 28 de enero de 2021

Aparente mejoría de la calidad laboral en ARgentina en 2020 - Columna LA NACION 28-1-2021

 Columna publicada en LA NACION, 28-1-2021

En las últimas semanas de un 2020 extremadamente complejo se difundieron diversos datos sobre la situación sociolaboral de Argentina. Si bien no hay información para el año completo se puede intentar un balance preliminar en la materia.

Impacto de la caída de la actividad en el empleo

Al conocido descenso del nivel de actividad lo acompañó un impacto ocupacional de magnitud inédita, tal como ha dado cuenta la OIT en documentos recientes respecto de la región.

Personas ocupadas en los aglomerados EPH (en millones)
Personas ocupadas en los aglomerados EPH (en millones)

Estos valores implican un cambio más que relevante en la composición de la fuerza laboral, en especial en su parte asalariada. En efecto, en la segunda mitad de 2019 la proporción de asalariados precarios fue, según el INDEC, del 35%. Pero en el segundo trimestre de 2020 esa relación cayó al 25%.

En cualquier caso, se trata de un valor que no se registraba en nuestras estadísticas en décadas. Desde 1995 (considerando cerca de 90 observaciones) sólo en cuatro momentos -no consecutivos- se dieron valores de precariedad inferiores al 33%. Es decir que la caída de la proporción de empleo desprotegido o precario ha sido más que notable.

¿Esto significa acaso que ha mejorado la calidad del empleo en el país, en este caso en el caótico marco de la pandemia y la suspensión de las actividades económicas? En modo alguno, sólo que la impresionante disminución de empleo se concentró en dos componentes: los asalariados desprotegidos o precarios y los no asalariados (patrones y cuentapropistas). Como la dotación de los asalariados protegidos cayó muy poco, el peso relativo de los precarios se derrumbó casi diez puntos porcentuales.

Si bien en el tercer trimestre de hubo una leve recuperación de la ocupación de ese componente, la precariedad alcanzó casi el 29%. Dicho de otro modo, lo que no fue posible lograr con el suficiente pasaje de empleo "en negro" hacia el registrado, se obtuvo, en apariencia, por la destrucción de empleo de baja calidad.

Los ingresos ilustran mejor

Si observamos los ingresos (también captados por la EPH) se aprecian algunas características singulares: a) los niveles -reales- del tercer trimestre de 2019 retrotraen a la situación de 2006-2007 tanto en los ingresos de la ocupación principal (IOP) como a los ingresos individuales (II); b) en cambio los ingresos per cápita familiares (que habían mejorado más que los individuales ya en 2006) fueron -en 2019- veinte puntos porcentuales superiores; c) salvo en los ingresos de la ocupación principal, los registros más altos de las series de los terceros trimestres se observan en 2017.

Ingresos personales y familiares reales - 3er trimestre - 2004-2020 (2004=100). Elaboración del CEPED sobre la base de los informes de Distribución del Ingreso de EPH, INDEC. 
Ingresos personales y familiares reales - 3er trimestre - 2004-2020 (2004=100). Elaboración del CEPED sobre la base de los informes de Distribución del Ingreso de EPH, INDEC.

La simultánea caída del nivel de actividad con el mantenimiento del nivel de empleo protegido y el descenso de los asalariados precarios dan como resultado que en el tercer trimestre de 2020 la participación salarial muestre una recuperación de uno o dos puntos porcentuales respecto del bienio previo, aunque queda por debajo de los niveles respectivos de 2016 y 2017.

Remuneración promedio de asalariados registrados, en $ enero 2006. Elaboración propia en base al informe mensual del Ministerio de Trabajo (se excluyen los meses de junio y diciembre, en los que se incorpora el aguinaldo)
Remuneración promedio de asalariados registrados, en $ enero 2006. Elaboración propia en base al informe mensual del Ministerio de Trabajo (se excluyen los meses de junio y diciembre, en los que se incorpora el aguinaldo)

Como se aprecia en el último gráfico, el impacto negativo en el salario real registrado en 2020 continúa el deterioro iniciado a mediados de 2018.

En efecto, todo el lapso que va entre comienzos de 2012 y el primer cuatrimestre de 2018 evoluciona, si bien con oscilaciones en 2014 y 2016, en un entorno de 1900-2000 pesos de 2006. O bien, dicho de otra manera la pronunciada mejoría de los primeros años de este siglo que se extendió hasta 2011 da lugar luego a un período de amesetamiento en el que más allá de los avatares políticos mostraban una economía estancada que se termina de desplomar a mediados de 2018.

En ese contexto la pandemia con el consiguiente parate económico terminó de configurar un panorama extremadamente negativo para el sector del trabajo en su conjunto. Hay una fuerte disminución de la dotación de la fuerza de trabajo en el segundo trimestre que recuperó sólo una parte de esa pérdida en el tercer trimestre. Dicha pérdida estuvo soportada de manera mayoritaria por los asalariados precarios (desprotegidos) y por los no asalariados, en particular los patrones y trabajadores por cuenta propia impactados por la prohibición de sus actividades y/o por que su debilidad económica los obligó a quedar a la vera del camino.

Los anuncios de prórroga de las restricciones en materia de despidos seguramente darán tranquilidad a los trabajadores registrados aunque no evitarán que sigan cayendo las horas trabajadas y continúe la pérdida de capacidad adquisitiva de sus remuneraciones.

La indefinición en materia de reactivación económica así como de acción eficaz en materia de inflación, habida cuenta del pertinaz déficit fiscal, en un marco en el que la inversión continúa su disminución característica de las últimas décadas no augura buenos momentos para la economía argentina y mucho menos para sus habitantes que viven de su trabajo asalariado.


martes, 12 de enero de 2021

El falso dilema entre consumo e inversión - Columna en INFOBAE, 12-1-21

 Columna aparecida en INFOBAE, 12-1-21

En las sociedades modernas se suele plantear el destino de la actividad económica en términos dicotómicos: o nos orientamos al consumo o hacia la inversión. Esa visión así expuesta es no sólo errónea sino que también puede ser muy contraproducente.

La opción ceñida a producir solo bienes de inversión, es decir que permiten ampliar la capacidad de producción del país de que se trate sólo es viable con la condición de intercambiar con el resto del mundo parte de lo generado por bienes de consumo.

La recíproca también es inimaginable con la excepción del caso en el que intercambiemos con otros países parte de nuestros bienes de consumo por otros que destinaremos a reemplazar el equipamiento desgastado y a aumentar la capacidad de producción (al menos en virtud del incremento de la población de que se trate).

La participación de la inversión en el total del producto ha venido declinando desde comienzos de los años ochenta y ha sido marcada esa disminución en los últimos quince años

Estas alternativas que pueden parecer insólitas o extremas sirven para reflexionar sobre ciertos planteos cuyas implicancias no aparecen a primera vista.

Qué significa que debemos centrar nuestra actividad económica en el consumo o más aún “vivir con lo nuestro”. Sin dudas pueden provenir de excelentes intenciones en aras del mejoramiento de la calidad de vida de los habitantes o con el propósito de eludir condicionamientos externos de alguna naturaleza. O sea, reflejan buenos deseos. Pero su explicitación puede ser tomada de manera equívoca y, con el tiempo, tornarse en una trampa.

Si no se reconoce que la economía de un país requiere inversión en cierta proporción cuantitativa y de cierta calidad, el horizonte se alejará cada vez más entendiendo por ello que la productividad media de las economías con las que necesitamos intercambiar se alejará cada vez más en relación con la propia del país.


Una forma de visualizar esta cuestión es mirando la evolución de los componentes consumo e inversión en el producto bruto interno (PBI) a través del tiempo en Argentina y en paralelo cotejar esa información con la experiencia de otros países o regiones.

La participación de la inversión (formación bruta de capital fijo) en el total del producto ha venido declinando desde comienzos de los años ochenta y ha sido marcada esa disminución en los últimos quince años. Cuando la competitividad a escala internacional requiere mayores energías puestas en la dinamización de la economía nuestro país se da el “lujo” de invertir cada vez menos.

Puede discutirse donde reside la responsabilidad principal si en las políticas aplicadas (o su ausencia) o en las decisiones (o su ausencia) desde el sector empresario. Habría que agregar que el comportamiento de la economía real es muy posible que refleje otras dificultades significativas de nuestra vida económica por ejemplo la indomable inflación que nos deja al despuntar la tercera década del siglo XXI en una privilegiada posición entre los pocos países que no la han superado.

Fuente: Indec, FBCF, diciembre 2020

Fuente: Indec, FBCF, diciembre 2020

Para mayor claridad se puede contrastar el comportamiento de Argentina con el del resto del mundo. El gráfico del Banco Mundial muestra que Argentina tuvo un valor récord en los años setenta a partir del cual adoptó un sendero claramente declinante. En el mundo, si bien hay una disminución en cuanto al peso de la inversión en el nivel económico agregado esta es más bien leve y, de todas maneras, con una proporción significativamente mayor que la mostrada por nuestro país.

Fuente: Banco Mundial

Fuente: Banco Mundial

Esto puede complementarse con la comparación entre la evolución del producto, el consumo y la inversión también con base en 2004. El gráfico muestra la sensible aceleración del peso del consumo en el total del producto. El relativo mejor desempeño de la inversión respecto del PBI se debe a que el punto inicial es de los históricamente más bajos.

El pico del consumo alcanzado a comienzos de 2018 (en vísperas de la huida de capitales especulativos externos no sólo de Argentina) culmina un ciclo de forzamiento del consumo que ya había mostrado señales de agotamiento en el segundo mandato de Cristina Kirchner y pareció aún con impulso en 2017. De allí en más todo fue retroceso. Y, sobre eso, la pandemia y las medidas restrictivas para el funcionamiento económico.

Es probable que 2021 nos muestre una agudización de nuestras carencias si se vuelve con medidas que parecen milagrosas

En relación con el mundo exterior se aprecia una participación llamativamente más alta en el país.

No debería extraerse la conclusión de que los argentinos tenemos un alto nivel de vida comparado con el resto del mundo. En cambio, debe percibirse que el peso relativo del consumo, -dentro de nuestra economía- en detrimento de la inversión no parece marcar una asignación razonable y, menos aún, eficiente.

Hay mucho para dialogar acerca de la cuantía de la inversión e incluso sobre la calidad de la misma, pero no deberían caber dudas que este es un aspecto sobre el que la sociedad y la dirigencia política toda están en deuda. Siempre habrá, no sin razón, argumentos explicativos: los cambios en la institucionalidad (normas, impuestos, etc.), la carencia de estabilidad monetaria, y algunos otros.

Fuente: Banco Mundial

Fuente: Banco Mundial

Pero no es poca la evidencia acerca de que la vieja discusión entre stocks y flujos no es algo exclusivo de los “técnicos”. Podemos imaginarnos barajar y dar de nuevo en materia de stocks (imponer a unos para mejorar la realidad de otros) pero aún en esa hipótesis si no modificamos lo que producimos, con qué destino y con qué pauta distributiva volveremos a la misma desagradable y desigual situación presente.

Una situación que a algunos puede dejar conformes atribuyéndola exclusivamente a la pandemia o al fracaso económico del gobierno de Macri. Creer eso es, por lo menos, ingenuo.

La economía argentina viene acumulando complicaciones y tensiones desde hace demasiado tiempo. Los parches, como los vientos de cola, sirven sólo un breve lapso. Es probable que 2021 nos muestre una agudización de nuestras carencias si se vuelve con medidas que parecen milagrosas (y atraen muchas voluntades, por cierto) como son: no resolver el déficit fiscal, ni la inflación, ni la restricción externa, ni la ineficiencia de la economía en general y de la gestión estatal en particular. Ese camino quizás arroje satisfacciones electorales a algunos. Pero seguro que no conduce ni al crecimiento ni al desarrollo.


Entrevista de Radio Ensamble sobre las perspectivas de las discusiones paritarias 11-1-21

 Entrevista de Radio Ensamble "Nueva normalidad", 11-1-21



domingo, 10 de enero de 2021

Comienzan las paritarias - nota de Ricardo Carpena - INFOBAE

 INFOBAE, 10-1-2021

Comenzaron las paritarias más inciertas de los últimos años: dispersión, tensiones inflacionarias y presión electoral

Ya arrancaron los primeros sondeos de la Asociación Bancaria y del Sindicato de Comercio. Las negociaciones dependerán del nivel de actividad por la pandemia. La influencia de la crisis del empleo. Por qué pueden interferir los comicios legislativos, sindicales y de la CGT


Las paritarias 2021 estarán signadas por la dispersión, dicen los expertos, por la gran dispersión productiva

Hace un año, nadie imaginaba que el recién estrenado 2020 iba a sorprender desde marzo con un combo integrado por pandemia + cuarentena obligatoria + paralización de actividades + cierre de empresas + desvinculaciones de personal + suspensiones + alto desempleo. Aun así, de manera más sorprendente todavía, la debacle económica no impidió que en materia salarial el resultado fuera un año con el 90% de las paritarias firmadas, con aumentos del 32% en promedio.

¿Qué pasará con las negociaciones salariales de este 2021, con una economía que no termina de arrancar, una inflación indomable, el empleo en apuros y, para colmo, con la interferencia política y gremial que pueden representar las tensiones por las elecciones legislativas, la pelea para elegir a la nueva CGT y los comicios en 10 sindicatos clave para renovar su conducción?

Como todos los años, ya hay dos gremios que picaron en punta con los primeros sondeos para recomponer los salarios, la Asociación Bancaria y la Federación de Empleados de Comercio, aunque con realidades muy distintas que signarán más que nunca las paritarias de este año: existen actividades particularmente castigadas por la crisis económica y otras que pudieron amortiguarla.

Para Juan Luis Bour, economista jefe y director de FIEL, “la característica de las negociaciones salariales para este año será la dispersión porque vamos a tener dispersión en la actividad económica”. Y ejemplificó: “Habrá sectores a los que les va bien y tienen que dar aumentos, como en la industria, la construcción o automotores, pero las distribuidoras de petróleo están vendiendo menos porque la gente se mueve menos. ¿Y cuánto puede dar de aumento el comercio que vende zapatos? ¿Cuántos zapatos está vendiendo? ¿Qué aumento salarial se puede dar ahí? Es difícil en esos sectores”.


Negocios cerrados y reclamos por las paritarias: ¿una postal de 2021?

Los dirigentes de Comercio, encabezados por Armando Cavalieri, comenzaron las conversaciones con las cámaras con un reclamo de revisión de la paritaria 2020 mediante la incorporación al básico de los $5000 otorgados en noviembre y un 25% de aumento para el primer cuatrimestre, como para discutir el nuevo convenio, desde abril, con un reajuste anual del 37%. Los mismos sindicalistas admiten que no será fácil: hay muchos negocios cerrados y los que están abiertos, venden poco.

Sergio Palazzo, líder de la Asociación Bancaria, que mantiene sus números en secreto, ya pidió formalmente a los empresarios el inicio de las negociaciones 2021, luego de haber terminado la última paritaria con un 34% de aumento, una cifra algo por debajo de la inflación, pero aún así fue una de las más altas de todas las tratativas salariales del sector privado durante el año pasado.

“No hay lógica, desde el punto de vista productivo y económico, para que las paritarias sean muy distintas a las de 2020″, opinó el vicepresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Daniel Funes de Rioja, quien preside la Coordinadora de las Industrias de Productos Alimenticios (COPAL).

Destacó que “en las paritarias de 2020 nadie perdió mucho, más bien algunos sindicatos quedaron arriba en el año, no en el histórico, porque hubo negociaciones que arrancaron en reclamos del 20 o 25% y terminaron en acuerdos de entre el 30 y el 40% frente a una inflación que será del 35 o 36%”.


“No hay lógica, desde el punto de vista productivo y económico, para que las paritarias sean muy distintas a las de 2020″, dijo Daniel Funes de Rioja

“Aun los que perdieron uno o dos puntos -agregó Funes de Rioja-, no deben olvidarse que en enero tuvieron el aumento de $4000 que no fue producto de convenios sino de una decisión del Gobierno y que se incorporó al salario, aunque es cierto que algunos trabajadores tuvieron horas extras y otros no, mientras que muchos estuvieron con licencia por falta de tareas y cobrando su sueldo”.

Javier Lindenboim, economista e investigador del Conicet, coincidió en la similitud entre el escenario de las paritarias del año pasado y el actual: “Es complicado imaginar el resultado de las tensiones que veo para este año, una continuidad y una profundización de lo que sucedió en 2020″, señaló.

Sostuvo que “es obvio que en circunstancias en que la demanda laboral está absolutamente comprimida y en que hay muchísima gente que se ha quedado sin trabajo, los trabajadores no protegidos no tienen una vinculación imaginable con las paritarias, pero quienes sí discuten las paritarias, tanto los trabajadores como empleadores, tienen conciencia de que hay una oferta abundante en el mercado del trabajo y eso condiciona las discusiones salariales, como también una dinámica económica sin miras de recuperarse significativamente”.


Gerardo Martínez, de la UOCRA, dijo que el planteo sindical ante las paritarias “es, como mínimo, igualar a la inflación”

Como sucede siempre, una de las claves para las negociaciones salariales será cómo evoluciona la inflación. Ese factor condicionante hizo que en las paritarias 2020 la tendencia fuera pactar sumas fijas o porcentajes por períodos más cortos y con compromiso de revisión si el costo de vida se disparaba. Según Bour, “el primer parámetro que se tendrá en cuenta es cuánto fue la inflación de 2019: como el número va a terminar en 36 o 37%, a más de uno le va a resultar muy difícil porque se preguntarán si pueden proyectar que sus ingresos y sus ventas van a crecer un 36 o 37%”.

Para el economista de FIEL, las paritarias “se dificultan en los sectores de servicios o los trabajos intensivos que están perdiendo actividad y que tienen que mantener el empleo, como la hotelería y la gastronomía, y hay sectores donde la regla no es lo tradicional sino la ley de la selva, que es como funciona el mercado, es decir yo puedo o no puedo pagar”. Y advirtió sobre el riesgo adicional de que “la inflación se pueda disparar, aunque en realidad ya se está disparando: con una tasa de inflación del 3% mensual promedio da un acumulado del 42, y si la tasa, en lugar de 3 es 4, estás en 60, y con una proyección de inflación del 50% será difícil que los salarios crezcan 45 o 50%”.

Ese escenario inquietante se agrava porque Gerardo Martínez, jefe de la UOCRA y secretario de Relaciones Internacionales de la CGT, advirtió que “el planteo es, como mínimo, igualar a la inflación”, aunque admitió que las paritarias 2021 “dependerán de las contingencias sanitarias y del nivel de actividad”, que en la construcción comenzó a mostrar tibios signos de recuperación.

A nadie se le escapa, además, que el calendario político y sindical del año amenaza con interferir en las negociaciones salariales. Tanto las elecciones legislativas como la realización del congreso de la CGT para elegir nuevas autoridades y los postergados comicios gremiales pueden derivar en la sobreactuación de dirigentes sindicales para lograr ventajas en la pelea interna ante sus competidores, para exhibirse implacables ante los empresarios o mostrarse inflexibles ante el gobierno nacional.


Para Juan Luis Bour, "la principal batalla por los salarios va a estar en tratar de frenar la inflación"

Por ejemplo, será difícil que Rodolfo Daer no se muestre más intransigente en las paritarias porque buscará su reelección contra una lista trotskista y otra maoísta en las elecciones del Sindicato de Trabajadores de Industrias de Alimentación de Buenos Aires. Y Antonio Caló no tiene opositores internos, pero sí seccionales rebeldes, por lo cual seguramente se mostrará con más dureza ante los empresarios para obtener un mayor consenso entre los metalúrgicos en los comicios de la UOM. También deberán renovar sus autoridades este año otros gremios como bancarios, la Unión Ferroviaria, telefónicos, neumático, municipales porteños, docentes del SUTEBA y lecheros.

Según Bour, “siempre puede haber alguna guerra en algún sector para mejorar las posiciones”, aunque destacó que, “a nivel macroeconómico, la principal batalla por los salarios va a estar en tratar de frenar la inflación: si logran frenarla al 2,5% mensual, que es el objetivo, (los sindicatos) tendrían la posibilidad de un aumento del 35%″. Sin embargo, alertó sobre un aspecto decisivo: “Para lograr ese 2,5% mensual de inflación habría que congelar todos los precios”.

Lindeboim coincidió en el calendario electoral “también puede ser motivo de que aparezcan otros actores en el ámbito sindical que no han tenido cabida en los gremios más grandes, pero que en medio de esta situación compleja pueden irrumpir e influirán con una sobreactuación”.

“En 2014, cuando cayó una cantidad muy gran de empleos, aunque el Indec no lo reconocía, el ministro Carlos Tomada dijo que estábamos en un momento en el que había que cuidar los puestos de trabajo más que los ingresos -recordó el economista-. La dirigencia sindical histórica tiene muñeca como para manejar situaciones complejas como éstas en el sentido que lo decía Tomada: si hay que protegerlo, protegeremos el trabajo, lo cual, en criollo básico, significa: nos tendremos que tragar algunos sapos. En 2020 se habrán perdido otra vez algunos puntos de participación salarial en el Producto Bruto Interno y en 2021 no veo que esa situación se modifique”.