domingo, 9 de septiembre de 2012

Los desocupados ocultos de la Argentina

En la nota del día de hoy se incluyen varios comentarios de investigadores y analistas.
Entre tales referencias están las siguientes

"El fenómeno del desaliento se define como las circunstancias por las cuales algunos componentes potenciales de la fuerza laboral no se incorporan a ella o directamente salen de la misma como consecuencia de la convicción de no poder encontrar un puesto de trabajo que satisfaga sus expectativas", dice Javier Lindenboim, director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.
Este último grupo, que no forma parte del índice de desocupación, ayuda con su respuesta, no busco trabajo, a la baja del porcentaje.
"En los 90 este concepto se acuñó fuertemente para el mercado de trabajo en la Argentina. Se afirmaba que [la desocupación oculta] era consecuencia de la frustración dadas las crecientes dificultades para participar del mercado laboral y porque se evidenciaban signos crecientes de precarización de los vínculos salariales", dice Lindenboim, también investigador del Conicet.



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Empleos / Sin incentivos

Los desocupados ocultos de la Argentina

Los desalentados son aquellos que dejaron de buscar trabajo por diversas razones y que no se cuentan como personas sin empleo; las estadísticas los pasan por alto, pero si los incluyeran, el índice de desempleo sería mayor
Por   | LA NACION
 los llama los desalentados y son aquellos que están en edad de trabajar, pero que no buscan trabajo y no figuran como desocupados, según el Indec. Este mes, el índice de desocupación se mantiene en 7,2% y corresponde a 1,12 millones de personas.

La gran pregunta es, entonces, a qué se debe este desaliento de los inactivos. Las razones son muchas: porque cuentan con algún plan social o seguro de desempleo; porque perdieron las esperanzas y dejaron de buscar; porque están en una segunda o tercera generación de desocupados, y buscar trabajo no está en sus planes; porque creen que la edad no acompaña (más de 40 años); porque cuentan con un subsidio antidespido (Repro); porque no terminaron la primaria o la secundaria y notan que sus posibilidades son escasas, etcétera. Ellos, los inactivos, son 7,12 millones de personas.
También, dentro de esta cifra, pero imposible de discriminar en números, están quienes no quieren trabajar porque cuidan a sus hijos (en un hogar con un jefe), y quienes estudian, entre otros casos. Para Jorge Colina, economista e investigador del Instituto para el Desarrollo Social de Argentina (Idesa), la desocupación oculta es gente inactiva que no sale a buscar trabajo por tener baja formación o no encuentra oportunidades. "En general se trata de los jóvenes y, por otro lado, también las amas de casa", explica.
"El fenómeno del desaliento se define como las circunstancias por las cuales algunos componentes potenciales de la fuerza laboral no se incorporan a ella o directamente salen de la misma como consecuencia de la convicción de no poder encontrar un puesto de trabajo que satisfaga sus expectativas", dice Javier Lindenboim, director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA.
Este último grupo, que no forma parte del índice de desocupación, ayuda con su respuesta, no busco trabajo, a la baja del porcentaje.
"En los 90 este concepto se acuñó fuertemente para el mercado de trabajo en la Argentina. Se afirmaba que [la desocupación oculta] era consecuencia de la frustración dadas las crecientes dificultades para participar del mercado laboral y porque se evidenciaban signos crecientes de precarización de los vínculos salariales", dice Lindenboim, también investigador del Conicet.
Además, en el último tiempo hubo una ayuda extra. "Encontré en los últimos trimestres algo un poco extraño -dice Juan Luis Bour, economista jefe de FIEL-. Cuando cae el empleo, también cae la población activa [aquella en edad de trabajar que tiene un empleo o que lo busca]. De esta manera la tasa de empleo se mantiene constante (ver gráfico). El comportamiento que se nota es extraordinariamente excesivo. Lo sospechoso es que cuando crece menos el empleo, cae en la misma proporción la población activa. La PEA se mueve demasiado, según el Indec."
Para Bour hay que tener en cuenta la calidad del empleo. "En Europa del Este, antes de la caída del Muro, todos estaban ocupados, pero la productividad era bajísima. Después, mucha gente salió del mercado porque en realidad no trabajaban. Hoy, el índice de desocupación puede mantenerse en parte por los empleados públicos [3,3 millones de personas], pero hay una alta ineficiencia." Además -agrega Bour- no hay que olvidarse de que un tercio de los asalariados son informales y un 2% son cuentapropistas de baja productividad.
Para el Indec, en cuanto a los subocupados, la población ocupada es "el conjunto de personas que tiene por lo menos una ocupación, es decir, que en la semana de referencia ha trabajado como mínimo una hora en una actividad económica". Estas personas no figuran entonces como desocupadas. "En la Argentina se considera subocupado a aquel que trabajó menos de 35 horas en la semana. El punto es que cambió el piso, es decir, el umbral de horas mínimas semanales. Con la última modificación del Indec se bajó demasiado, hasta una hora semanal", agrega Lindemboim.
El otro gran grupo está relacionado con los que cobran subsidios. Según el abogado Julián de Diego, a la Argentina le falta escalar a la etapa siguiente, que consiste en dar educación obligatoria con salida laboral a los que reciben el beneficio para que vuelvan a la cultura del trabajo. "En San Luis, por caso, si no estudian o colaboran con tareas comunitarias, los beneficiarios pueden perder los subsidios. Estos deben ser temporarios o decrecientes y deben formar parte de un puente que pueda relacionar y volver a enganchar al excluido con el mercado laboral."
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