Nota aparecida en LA NACIÓN que incluye partes de una
entrevista con Silvia Stang.
Índices insólitos que esconden la realidad social y laboral
Por Silvia Stang | LA
NACION
El Gobierno admitió una suba del desempleo durante 2014
Hace ya tres años que
la ciudad de Resistencia muestra en los datos oficiales una tasa de
desocupación tan pero tan baja que en algunos trimestres ni siquiera se la
consigna. Esto último ocurrió, por caso, en el informe difundido ayer por el
Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) con los datos del cuarto
trimestre de 2014. Una lectura rápida -y si no existieran tantas dudas y
reparos respecto de lo difundido por el desprestigiado instituto- podría llevar
a concluir que hay una situación de pleno empleo en la capital de la provincia
del jefe de Gabinete, Jorge Capitanich.
Pero, aun cuando se diera crédito al informe oficial, lo que
se esconde detrás de esa cifra de desempleo -y de las de otras ciudades, sobre
todo del Norte- demuestra que la población está lejos de verse liberada de
problemas laborales y, además, cuestiona la solidez de los índices que se dan
para el promedio del país, construidos a partir de las estadísticas de los 31
centros urbanos que incluye la encuesta.
Es que otros datos del mismo informe del Indec pueden
explicar las muy bajas tasas de desempleo que se registran en provincias como
Chaco, Formosa o Misiones. En esos lugares, muy pocas personas trabajan y,
entre quienes no tienen ocupación, muy pocos la buscan.
Resistencia no solamente tiene la menor desocupación del
país. La ciudad del "pleno empleo" es -aunque parezca paradójico- la
que también muestra la más baja tasa de empleo: trabaja el 29,4% de la
población total y ese índice cayó más de dos puntos porcentuales en relación
con fines de 2013, reflejo de una pérdida de 9000 puestos.
Esa tasa de empleo es muy baja en comparación con la del
promedio del país, que fue de 42,1% en el cuarto trimestre de 2014, tras una
caída interanual de 0,6 puntos porcentuales. El índice más alto (50,3%) es el
de la ciudad de Buenos Aires.
En ese contexto de caída de puestos en la provincia, el
Indec no encontró a ningún chaqueño desocupado. La tasa de desempleo se define
como un porcentaje de la población activa (conformada por las personas que
trabajan o buscan trabajo). Resistencia tiene una tasa de actividad equivalente
a 29,4% de la población, lo que implica decir que sólo los que trabajan se
declararon activos (coinciden las tasas de empleo y de actividad). Entonces, el
desempleo da cero. En el total de centros urbanos, los activos son el 43,9% de
los habitantes -en la ciudad de Buenos Aires, el índice llega a 53 por ciento-.
En un informe elaborado por la consultora Idesa un par de
años atrás, cuando el Indec ya mostraba pleno empleo en Chaco, se hizo el
ejercicio de equiparar la tasa de actividad a la del promedio del país (en este
caso considerando no la población total, sino sólo a las personas de entre 20 y
60 años, lo cual hace más acertadas las conclusiones). ¿El resultado? Una
desocupación de alrededor de 20 por ciento.
El tema es saber por qué tantas personas no buscan trabajo
en algunos lugares del país. El estudio de Idesa advierte que, en la mayoría de
los casos, eso es expresión de un problema laboral peor que el desempleo. Puede
responder a la falta de opciones para buscar un puesto, al desaliento por la
situación económica, y a problemas en la oferta (falta de capacitación,
problemas de vivienda y transporte, etcétera).
La situación de bajo desempleo en convivencia con una escasa
proporción de personas laboralmente activas se repite en otras localidades.
Curiosamente, son en varios casos las que tienen mayor porcentaje de población
pobre (por lo menos, según los índices que daba el propio Indec y que dejó de
publicar desde hace casi un año y medio). Tal cosa se da, por ejemplo, en
Santiago del Estero, Formosa, Posadas y Corrientes.
En los índices difundidos para el total del país, la caída
de la tasa de población activa es un dato mirado con atención por los
analistas, ya que al bajar este índice se suaviza (o se anula) una posible suba
del desempleo. En períodos en que la destrucción de puestos se conjuga con alta
inflación, no resulta muy lógico que cada vez más personas elijan no trabajar,
salvo por desaliento.
Un dato cierto es que crece la sensación de que, para
analizar la realidad laboral, se camina cada vez más a ciegas. Así lo considera
Javier Lindenboim, director del centro de estudios Ceped, de la UBA: "La
impresión es que la calidad de la fuente ha caído en picada; en los organismos
oficiales, han decidido que ya no tienen dónde sostener la lectura de la
realidad", lamenta.
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