martes, 27 de octubre de 2015

Uno de los legados de estos doce años

Hace casi dos años, a mediados de la gestión presidencial iniciada a fines de 2011, la situación económica y social ya era muy delicada.
Ofreci´a una Revista escribir un artículo con mi perspectiva sobre la situación aclarando que no iba a ser por cierto benévola con la mirada oficial. Entregué el texto hacia fin de año. Un mes después pregunté si había novedades y me dijeron que la evaluación estaba llevando más tiempo, Finalmente fui informado que la Revista "no lo iba a publicar por razones editoriales".

El texto era extenso. Pero había un párrafo que viene muy a cuento en este momento:

Más recientemente, el cada vez más complicado panorama en materia energética quiso afrontarse con una acción que (aunque argumentalmente débil) fue acompañada en el Parlamento por la mayor parte de las fuerzas políticas: la “nacionalización” de YPF. Los casi dos años transcurridos mostraron a la empresa YPF (que produce sólo un tercio de los hidrocarburos aunque atiende una alta proporción del mercado doméstico) necesitando auxilio tecnológico y financiero. Si primero se “nacionaliza” y luego se convoca a empresas internacionales (imputadas, además, de pésimo manejo ambiental) y adicionalmente se dispone la indemnización, aparentemente holgada, de los titulares anteriores, no resulta para nada entendible ni el motivo, ni la oportunidad ni la forma en que se actuó en abril de 2012. Por lo menos se trataría de incapacidad para gestionar aspectos esenciales de la responsabilidad estatal.
Los desatinos en esta materia tornaron un superávit energético en divisas de varios miles de millones de dólares en un déficit de cuantía superior, lo cual generó una brecha en pocos años del orden de los trece mil millones de dólares, entre aquel superávit y el actual déficit. Esto es parte de las erogaciones que componen la enorme cuantía de los subsidios económicos.

La derivación de todo esto podría ser muy perniciosa. El panorama que se presenta ante la sociedad incluye argumentos socializadores trastrocados en sus opuestos sin otro soporte que el cambio de la decisión misma, actuación estatal carente de la eficiencia y eficacia necesarias, así como alto grado de sospecha de que los motivos de la gestión se encuentran más cerca de los mezquinos intereses personales que de los loables intereses colectivos. No es insensato pensar que el resultado en la conciencia y en el humor de la ciudadanía sea el de rechazar cualquier acción futura de control estatal efectivo. Ese sería una de los legados más perversos que dejaría la actual gestión gubernamental.

domingo, 25 de octubre de 2015

El empleo está estancado y aumenta el desaliento Columna en Clarin 25-10-2015



    El empleo está estancado y aumenta el desaliento

Debate.Javier Lindenboim

El empeoramiento de las condiciones laborales durante los años noventa (aumento del desempleo y de la precarización de los asalariados) se justificaba porque los afectados no supieron adaptarse a los nuevos requerimientos del mercado de trabajo. Es decir no sólo estaban sin empleo sino con la culpa por sus propios pesares. Por contraste, al salir de la crisis de 2002 se multiplicaban las referencias sobre el inicio de una supuesta etapa sin fin de expansión económica y ocupacional. Esa halagüeña percepción se atribuía, casi por completo, a la acción del nuevo gobierno.
Aquí resulta de aplicación forzosa la expresión “ni tanto ni tan poco”. Rara vez hay una causa excluyente de algún fenómeno relevante. A comienzos de los noventa, la sociedad tomó por cierto el diagnóstico que esgrimía que el déficit fiscal, la inflación, la ineficaz prestación de gran parte de los servicios estatales, etc. derivaban de una perniciosa conjunción: fuerte presencia estatal y un gobierno que, por no responder al peronismo, no podía encontrar soluciones atinadas. Allí surgió en Argentina el “menemismo”, en un mundo que se sorprendió con la implosión del “socialismo real” y se deslumbró con el neoliberalismo.
En ese contexto el mercado de trabajo local sufrió tanto por el cierre de empresas no competitivas que eran también las más demandantes de trabajo como por el impedimento de sustentar el funcionamiento de la economía en base a los préstamos externos que alimentaron el consumo pero no la inversión productiva.
El auge inicial pareció convencer a la población que premió al gobierno de Menem con su reelección. Luego, la sucesión de episodios negativos (Rusia, Brasil, Extremo Oriente) hacia finales de la década, abrió un quinquenio de descenso del producto bruto argentino (1998-2002).
La clausura de ese experimento coincidió con un profundo cambio global. Se agotó el predominio del neoliberalismo y apareció un nuevo e importante jugador: China. Mientras Argentina ardía, ese país fue admitido en la Organización Mundial de Comercio en diciembre de 2001, elevando volumen y precios de las exportaciones latinoamericanas (petróleo, soja, cobre, etc.).
La crisis económica local inició un rápido modo de superación ya a mediados de 2002 de manera que al asumir Néstor Kirchner con el anterior equipo económico encontró el camino demarcado. El énfasis en el mercado interno encontró viabilidad en este nuevo contexto. La demanda laboral dinamizada enmarcó la reapertura de las negociaciones colectivas para la fijación de salarios. El empleo se elevó a ritmos tales que no se tenía recuerdo, llevando de 4% a 40% el aumento decenal de asalariados
Pero esa vorágine no duró demasiado, quizás cuatro años. Las ramas que más perdieron empleo en los noventa (industria y construcción) fueron las de mayor alza en esos años iniciales. Pero luego de 2007 casi no crecieron. Esto es: la bonanza duró lo que permitieron el aprovechamiento de la capacidad instalada y la inyección presupuestaria originada en la apropiación de una parte de la renta agraria, vía retenciones.
Ni en los noventa ni en los dos mil hubo cambios sustanciales de nuestra estructura productiva. Allí se encuentra una razón central por la cual hoy, más allá de las maniobras estadísticas oficiales, el empleo está estancado y hay fuertes indicios de reaparición de lo que en los noventa llamamos el desaliento: ante la percepción de la enorme dificultad por ingresar (o retornar) al mercado laboral, hay porciones de la población que se “retiran” de la oferta laboral, no salen a buscar trabajo, no se ofrecen. De manera que aunque no se vean cifras de mayor desempleo las tensiones existen.
En la actualidad existen múltiples mecanismos de ayuda para paliar la situación de carencia de la población que no logra un empleo. Sin embargo el reclamo, sea expresado a viva voz o en un susurro, es: no quiero un Plan, quiero un empleo.
Javier Lindenboim, Director del CEPED / UBA

viernes, 23 de octubre de 2015

LAS CONSECUENCIAS DE DOCE AÑOS DE GOBIERNO KIRCHNERISTA EN EL MERCADO DE EMPLEO Y LOS DESAFÍOS PARA EL PRÓXIMO PRESIDENTE

Cable de Noticias Argentinas con un texto propio solicitado por la agencia

Economia y Negocios/Nota
   Empleo-Opinión
 LAS CONSECUENCIAS DE DOCE AÑOS DE GOBIERNO KIRCHNERISTA EN EL
MERCADO DE EMPLEO Y LOS DESAFÍOS PARA EL PRÓXIMO PRESIDENTE
   Buenos Aires, 23 octubre (especial para NA por Javier Lindenboim*) –
Un análisis de los doce años del kirchnerismo en materia de empleo como de ingresos de asalariados no es tarea sencilla, ya que choca con la decisión oficial de haber introducido en el principal organismo a cargo de las estadísticas públicas, el INDEC, distorsiones que producen más brumas que nitidez.
   Con los recaudos necesarios, puede mencionarse que el ritmo de creación de empleo entre mediados de 2002 y mediados de 2007 tuvo un dinamismo que no sólo contrasta con el magro desempeño de los años noventa, sino que tiene pocos antecedentes.
   Durante el último cuarto de siglo, el empleo asalariado urbano elevó su número de ocho a nueve millones entre 1991 y 2000 pero la crisis de 2001 retrajo su volumen al punto de partida. Ya en 2007 se había alcanzado un total de 11,2 millones que se elevó a doce millones en 2013. Si comparamos este último dato con el del  2000 el aumento fue del orden de un tercio, pero contra 2002 el alza es del 50%.
   A fin de evitar el enredo coyuntural, vale hacer esta comparación histórica: el empleo asalariado de la industria en argentina se incrementó en un 50% entre 1935 y 1941, llegando a su duplicación antes de que termine la guerra. Al asumir Juan D Perón su gobierno en 1946, el empleo industrial era el 120% más voluminoso que a mediados de los años treinta con un millón de asalariados en el sector fabril. Luego de esa fecha el empleo industrial no creció demasiado al punto de que en la actualidad se ubica en torno del millón y medio.
   Entre 2002 y 2007 los asalariados se incrementaron a un ritmo del 6% anual aproximadamente. Desde entonces el aumento no alcanza al cinco por ciento acumulado, no anual sino por trienio (eso vale tanto para 2007-2010 como para 2010-2013). El contraste no puede ser más evidente para mostrar el estancamiento registrado recientemente en el empleo. Dicho cambio deriva, sin dudas, de la interrupción del crecimiento económico que habíamos logrado a la salida de la crisis conjugando la devaluación de nuestra moneda,uso de la capacidad instalada, recuperación de la mediana y pequeña empresa y un fuerte estímulo proveniente del sector externo de la economía.
   En el último cuatrienio, por contraste con el primer gobierno del kirchnerismo, la nota característica es el estancamiento económico y, por tanto, la disminución (sino la ausencia) de demanda ocupacional. Además, en aquellos primeros años de bonanza, lo dominante era la creación de empleo protegido mientras que desde hace un quinquenio no se logra disminuir la proporción de asalariados precarios.
   Los datos de ingresos del sector del trabajo después de la crisis indicaron una recuperación significativa pero rezagada respecto del aumento del empleo. Esto significa que recién a partir de 2004 se hace visible la recuperación del salario real.
   Sin embargo desde 2007 la reaparición del proceso inflacionario (el que quiso ser disimulado con el falseamiento de las estadísticas de precios) generó tensiones y mayores heterogeneidades entre distintos núcleos de asalariados. Además también aquí hay incertidumbre sobre la verosimilitud de los datos correspondientes originados en la EPH.
   En tiempos recientes se divulgaron datos según los cuales, en medio de las dificultades visibles en el mercado de trabajo, el INDEC informaba que en un año el empleo precario había mejorado sus ingresos significativamente más que los empleados "en blanco". Difícil de admitir pero son los datos disponibles.
   Debe anotarse, también, que a lo largo de este decenio extendido hubo desde el punto de vista normativo esfuerzos importantes por mejorar el escenario en que se desempeñan los asalariados, junto con la recomposición de la propia institucionalidad de la cartera. Las normas tendientes a la regularización del empleo precario, con ser valiosas, no lograron  perforar el porcentaje de un tercio de asalariados sin protección. Una hipótesis plausible sería que ese fenómeno no se circunscribe al accionar del mercado laboral y a su normativa sino que se conecta con la dinámica económica general y con la política fiscal global.
   En este marco, la tarea por delante seguramente dependerá menos de la acción que pueda emprenderse desde el Ministerio de Trabajo cuanto de la orientación de la política económica para la cual el panorama que se presenta es harto complicado.
   El dinamismo perdido deriva tanto de notables errores de política (o directamente de la ausencia de una estrategia orientadora de las medidas de corto plazo) como de un empeoramiento de las condiciones que nos vinieron asistiendo en gran parte del lapso reciente. La fuerte demanda de productos primarios que impulsó fuertemente a toda América Latina está flaqueando y los precios se han debilitado de manera notable.   
   Esto se puede ver en el petróleo que había alcanzado los 150 dólares el barril y desde hace un año está en 50. Aunque con menos intensidad también afecta a nuestras exportaciones de soja. En nuestro país se agrega la crítica situación de un importante socio y comprador como es Brasil.
   De modo que –sin llorar sobre la leche derramada- no podemos evitar lamentar que en los años más propicios no hayamos podido reconstruir las bases productivas y la forma en que se distribuye el ingreso generado por la economía. Sobre esto último tampoco se cuenta con información fehaciente más allá de los imprecisos anuncios acerca de la eventual superación del famoso "fifty-fifty". Las manipulaciones estadísticas llegaron también a lo que se denomina las Cuentas Nacionales. Hay fuertes cuestionamientos sobre la verdadera dimensión la producción anual y sobre el ritmo de su evolución al menos en el último quinquenio.
   De esto deriva la necesidad de sugerir al nuevo gobierno que la preocupación por la recuperación macroeconómica no deje de lado los esfuerzos por proteger y mejorar el empleo asalariado.  
   Esa protección debe abarcar a la totalidad del sector laboral no sólo a los cubiertos por las normas legales vigentes para lo cual entre otras medidas de alcance general está la de conocer verdaderamente el volumen, características y dinámica del empleo en Argentina lo que requiere recuperar las estadísticas públicas.

   JL/GCH/LDC
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NA 2015-10-23 12:02:51

lunes, 19 de octubre de 2015

Viviendas, empleo y la campaña electoral

En un reportaje del periodista Mariano Obarrio a José Pepe Scioli, el pasado sábado 17 de octubre (http://unascuantasverdades.com/category/programas-emitidos/) el entrevistado afirmó que la estatización de los fondos de pensiones habían permitido construir más de un millón de viviendas y crear más de cinco millones de puestos de trabajo.
¿Cuanto empleo se creó desde 2003?
Sobre la creación de puestos puede decirse que los datos de la  Dirección General de Estudios y Estadísticas Laborales (MTEySS) indican que en los aglomerados cubiertos por la EPH entre el tercer trimestre de 2003 y el segundo de 2014 la variación fue de dos millones personas ocupadas. Si extrapolamos esa cifra a la población total del pais se alcanzaría apenas a 3,2 millones es decir, muy lejos de los "más de cinco millones" indicados por el funcionario en la entrevista aludida. Con los datos disponibles en el CEPED_UBA computando valores anuales promedio el cambio entre 2003 y 2014 puede llegar a cuatro millones, es decir, que la cifra reiterada en discursos y documentos oficiales de cinco o aún de seis millones no parece tener sustento cierto.
Recordemos, además, la creación importante de empleo se dio en el primer quinquenio y no a lo largo de todo el período, lo cual vamos a retomar más adelante.
Pero la otra afirmación del hermano del candidato no tiene menos inconvenientes en materia de verosimilitud.
Un millón de nuevas viviendas
La cifra de viviendas construidas también ha sido objeto de malos entendidos.
El dato disponible en estos días en la página del Ministerio de Planificación es el que se ofrece a continuación
RESUMEN DEL ESTADO DE AVANCE AL 30/06/15 [descargar archivo]
CantidadBeneficiarios
Soluciones Habitacionales Terminadas900.3514.051.580
Soluciones Habitacionales En Ejecución282.4901.271.205
Soluciones Habitacionales A Iniciar21.73997.826
TOTAL1.204.5805.420.610

Como ya había sido indicado en este blog a mediados de 2011, el MINPLAN dejo de proporcionar la información correspondiente distinguiendo entre viviendas nuevas y soluciones habitacionales. Estas últimas correspondía a mejoras de diverso tipo en viviendas existentes que se realizaban en planes especiales o en otros que combinaban la construcción de unidades nuevas con el mejoramiento de unidades existentes.

En nuestra entrada del 12 de junio de 2011 escribimos (ver entrada):
Desde hace bastante tiempo se trata ambiguamente el tema. A veces son verdaderamente viviendas, a veces son refacciones y en ambos casos se los llama "soluciones habitacionales".
Veamos què dice la Subsecretaría del ramo. De las 830.000 no se iniciaron aùn 30mil. De lo que queda, más de 370 mil son dichas "soluciones habitacionales". De las 430 mil restantes 115 mil estàn en ejecución.
Por lo tanto la frase debería haber sido " en ocho años levantamos 315 mil nuevas viviendas, reparamos otro tanto y estàn en curso en ambos casos otros 200 mil màs". O sea en lugar de 100 mil por año se agregaron 40 mil anualmente. Que es un poco màs que el promedio de los noventa.

La identificación cuantitativa entonces se pudo hacer con los datos a marzo de 2011 que por entonces publicaba la SSDUV. Pocas semanas después en el sitio web dejó de registrarse la información desagregada y en adelante se proporcionaba y se lo sigue haciendo el total indiferenciado de viviendas construidas y "soluciones habitacionales".
Lo que se mantiene es la distinción entre terminadas, en ejecución y a iniciar. La denominación es clara y se supone que en cualquier momento hay unidades de los tres tipos lo cual, seguramente, también acontecía en 2003. De manera que lo que parece más equitativo es computar para cada período que se quiere analizar las efectivamente concluidas.

Con este último criterio el millón doscientos mil se reduce a 900 mil. Ahora bien. Dentro de esas 900 mil unidades hay unidades nuevas y otras refaccionadas.
Ajustando los números
A los efectos de tener una estimación actualizada, aplicamos la composición que había en el momento en el que se publicó por última vez el dato desagregado (mediados de 2011) y se lo aplicó a los datos disponibles hoy en el sitio web del Ministerio de Planificación. De esta forma la cifra de viviendas nuevas terminadas resulta del orden de las 492 mil. Es decir menos de la mitad de las indicadas.
Pero eso no es todo. El argumento expuesto en el reportaje decía que la estatización de los fondos de las AFJP sirvió para construir un millón de viviendas. Entonces, el ajuste de las cifras reduce la magnitud a algo menos de la mitad. Pero no toda esa cantidad se generó con posterioridad a aquel cambio de patrimonio sancionado a fines de 2008-

MAYO 03-MAYO 09
MAYO 09-MAYO 11
MAYO 11- MAYO 15
236141
78714
177322


Con los datos disponibles hasta 2011 se hizo una distribución por subperíodos en función del promedio anual resultante. Así de las poco más de 300 mil viviendas terminadas entre 2003 y 2011, ya había más de dos tercios que estaban concluidas antes de la estatización mencionada. Y suponiendo que de inmediato aquellos fondos se dirigieron a tal financiamiento en los seis años siguientes se habrían construido unas 250 mil es decir prácticamente la misma dinámica que antes de aquella sanción de modo que aquella medida, si tuvo influencia en materia habitacional, no fue en el sentido de modificar en nada significativo, lo hecho hasta entonces. Seguimos estando en un promedio en torno de las 40000 unidades anuales un poco más que el promedio de los años noventa.

Volviendo a los datos del empleo

 A la inversa de lo que muestran los datos construcción de viviendas nuevas terminadas, en el sentido de no haberse producido modificaciones sustantivas en la dinámica de dicha actividad, en materia de creación de empleo la situación a lo largo de los doce años ha sido por demás desigual.
Hace unos meses decíamos en este blog (ver entrada) que el contraste entre la creación de empleo en los primeros años que siguieron a la crisis de 2001 y en los años recientes es muy fuerte. Entre 2003 y 2007 el empleo crecía alrededor de 6% por año mientras que entre 2010 y 2014 no alcanzaba siquiera al 1% anual. De modo que lo afirmado en la entrevista indicada al inicio de esta entrada no sólo es erróneo por la magnitud sino que oculta otra cuestión significativa: que la virtuosidad que efectivamente tuvo la salida de la crisis en materia de generación de empleo llegó prácticamente hasta el momento en que se estatizan los fondos de pensión. De allí en más la creación de empleo ha sido verdaderamente escasa y por momentos nula. De modo que conectar aquella decisión política con la creación de puestos de trabajo resulta desacertado por no corresponderse con los datos de la realidad.

¿Saldrá el presidente de la Fundación DAR, José Scioli, a disculparse por sus equivocaciones?


domingo, 18 de octubre de 2015

Empleo, pobreza, distribución del ingreso: ¡qué poco sabemos!

Empleo, pobreza, distribución del ingreso: ¡qué poco sabemos!

Apareció el N° 26 de LAVBORATORIO, Revista de Estudios sobre Cambio Estructural y Desigualdad Social

Incluye artículo Empleo, pobreza, distribución del ingreso: ¡qué poco sabemos!
Resumen El presente artículo analiza las dinámicas macroeconómicas y del mercado de trabajo en la Argentina con particular énfasis en la delicada situación en 2014 y con vistas a la situación de 2015. Mediante una descripción sectorial y de los efectos estructurales generados por la crisis de 2001, el autor pone de manifiesto las limitaciones de los diagnósticos oficiales, especialmente en lo referente al empleo y los ingresos.
Palabras claves: Desequilibrios macroeconómicos, Empleo, Ingresos.

jueves, 15 de octubre de 2015

martes, 6 de octubre de 2015

TE ACORDAS HERMANO


Hace no demasiado tiempo existía un grupo de estudios (CENDA) que había sido fundado por el joven economista Axel Kicillof. Entre otros nuevos graduados de talento, lo acompañaba la actual embajadora en Estados Unidos. Por entonces escribían cosas como esta
• “La inocultable falta de confiabilidad del índice de precios al consumidor (IPC) calculado por el INDEC ha privado a la sociedad de una herramienta fundamental para conocer la verdadera situación económica del país. …..”
• “Para paliar transitoria e imperfectamente esta situación que se hace insostenible, desde el CENDA decidimos construir un índice de precios al consumidor …..”
– CENDA (marzo 2011)
¿Cómo se compadece esa mirada con el informe oficial de hoy elevado a la justicia de que el Ministerio de Economía, a través del INDEC "ha dejado de calcular el índice reclamado" por la Diputada Victoria Donda?