Columna en EL ECONOMISTA - 24-5-2016
EL ÁRBOL Y EL BOSQUE EN LAS ESTADÍSTICAS PÚBLICAS
Por Javier Lindenboim (*)
En ocasiones el apuro (a veces en compañía de cierta inexperiencia) nos puede llevar a cometer errores. Si éstos son sólo propios, es delicado, pero puede superarse con facilidad. En cambio, cuando nuestra labor trasciende (por caso en el medio periodístico), puede ponernos en situación incómoda. En días recientes hubo algunas interpretaciones periodísticas que equivocaron la lectura de los datos informados por la Dirección de Estadísticas de la Ciudad de Buenos Aires.
El último informe sobre empleo en la ciudad indica que el desempleo en el primer trimestre de 2016 se ubica en 8,4% frente al 6,8% que se registró el último trimestre de 2015. Esta comparación parecía estar en sintonía con la preocupación difundida acerca de la dinámica ocupacional en los meses recientes.
Sin embargo, el mismo informe de la CABA proporciona los datos correspondientes a un año atrás. De esa forma se ve que la variación ha sido mínima (0,2 puntos porcentuales) en el desempleo, mostrando que hay en el registro un leve incremento de las dificultades para conseguir ocupación. Pero el mismo informe señala que aumentó en 1,7 puntos la tasa de actividad. Más importante aún: la tasa de empleo también aumentó 1,5 puntos porcentuales. Si los datos de la Ciudad reflejan adecuadamente la situación de sus residentes, estos números muestran que el empleo de sus habitantes se incrementó algo por encima del aumento poblacional, si bien tal alza no evitó que parte de la mayor oferta no encontrara ubicación.
Si extendemos la mirada sobre la década precedente (en este caso utilizando los datos por aglomerado de los informes de prensa de la Encuesta Permanente de Hogares) se aprecia que en los once casos previos (comparando el primer trimestre de un año con el cuarto del año previo) hay evidencias de mayor desempleo en el primer trimestre.Esto es así porque en este caso actúan cuestiones estacionales que hacen que la población (especialmente la más joven) que inicia la búsqueda al comenzar el año o bien encuentra empleo en su transcurso o, eventualmente, desiste de la búsqueda. La misma serie, entre comienzos de 2004 y principios de 2014 da cuenta de un aumento de la tasa de empleo en los primeros años y luego un estancamiento a lo largo de la serie.
Lo dicho se corrobora con los datos de la treintena de aglomerados en los que se realiza la EPH. En ese agregado urbano en (casi) todos los años el dato de desempleo del primer trimestre es mayor que el valor del último del año previo. De manera acorde, las tasas de empleo varían negativamente en similar comparación. Esto significa que hay estacionalidad en la totalidad de los centros urbanos de modo similar al indicado para la ciudad de Buenos Aires.
Lo expuesto tiene un carácter de orden general y es independiente de los avatares coyunturales del mercado laboral. En la actualidad, por caso, es más probable que el impacto negativo para los trabajadores sea más fuerte en otros aspectos. Por ejemplo, en materia de suspensiones, habida cuenta de la retracción del nivel de actividad en amplios sectores. Y seguramente –en mayor medida– en relación con la pérdida de capacidad adquisitiva de los ingresos salariales del conjunto de los trabajadores. En particular aquellos cuyos gremios no han firmado aún los nuevos convenios colectivos.
Si el Indec cumple lo comprometido en materia de recuperación de las estadísticas sociolaborales podremos volver a analizar la dinámica temporal de las variables principales del mercado de trabajo. Por ahora sólo podemos hacer aproximaciones incompletas. A esa dificultad no debemos agregar errores propios pues, en tal caso, quizás veamos algún árbol y nos perderemos el bosque
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