viernes, 5 de enero de 2018

Dinámica del empleo en Argentina al inicio de 2018

Entrevista de Diego Genoud para su nota a publicar en el portal Letra P (3-1-2018)



Texto de la nota publicada en Letra P

 Por  04/01/2018 16:04
Con la reforma laboral como próxima estación del reformismo permanente, la administración Cambiemos apunta a un triple objetivo: disciplinar al sindicalismo argentino, aumentar la productividad y flexibilizar los mecanismos para convertir al empleo en motor del crecimiento, el anhelo repetido del que la Argentina se alejó hace tiempo.
El mercado laboral ilustra las transformaciones que Mauricio Macri llevó adelante desde que entró a la Casa Rosada. El informe de octubre de 2017 del Ministerio de Trabajo, en base al Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA), lo muestra con claridad. Según los últimos datos oficiales, en todo el país hay 12,3 millones de trabajadores, 248 mil más que en octubre de 2016, una suba del 2,1%. De acuerdo a esas cifras, se perfilan 21 meses de crecimiento consecutivo del total de trabajadores registrados.
Hoy el empleo asalariado en el sector privado representa el 51% del total, el empleo estatal el 26% y los monotributistas el 13%, justamente el universo que más viene creciendo. Para el criterio de medición oficial, el sector privado -8,7 millones- incluye a los asalariados del ámbito privado -6,2 millones-, a los monotributistas -casi 1,6 millón-, a los autónomos y a los trabajadores de casas particulares -en total, unos 900 mil-. El sector público abarca a todos los empleados dependientes de organismos públicos -casi 3,2 millones-. 
Primera diferencia. Mientras para la gestión Cambiemos el monotributo no es precariedad sino formalización, para la CTA implica un claro nivel de precarización frente al trabajo registrado, el sálvese quien pueda de época. Algo propio de sociedades con niveles de protección social más precarios, más parecidos a los de buena parte de América latina que a los de Europa.




EL SABOR DE LO ARTESANAL. “Hay que ayudar a los bonaerenses a generar proyectos propios. Ahora en La Matanza y en otros lugares del Conurbano, los emprendimientos de las cervecerías artesanales están creciendo muchísimo”. La frase de Esteban Bullrich en la campaña electoral que le ganó a Cristina Kirchnerfue incluida en el extravío del ex ministro devenido candidato en la provincia de Buenos Aires. Sin embargo, expresa una de las ideas nodales de Cambiemos: el emprendedurismo como bandera en la creación.


De acuerdo al informe del Observatorio de Derecho Social de la CTA Autónoma, con base a los datos oficiales del tercer trimestre de 2017, el mayor crecimiento de los ocupados registrados se da a través del monotributo y del monotributo social, que muestran variaciones positivas interanuales del 5,1% y 15,6%, respectivamente. “Estas dos categorías explican casi el 70% del aumento de la ocupación registrada entre el tercer trimestre de 2015 y la actualidad”, dice el trabajo de la central que conduce Pablo Micheli.
“No deberíamos tomarnos livianamente esta insistencia en el emprendedurismo, porque coincide con el incremento de la ocupación por cuenta propia. Incluso en el primer borrador de la reforma laboral también se incentivaba ese tipo de inserciones ocupacionales: el trabajador autónomo dependiente, los colaboradores de estos emprendedores que no son reconocidos como trabajadores asalariados, algo que salió del proyecto pero quedó para ser discutido por una comisión en el futuro. Son señales de un mercado de trabajo motorizado por los monotributistas y no por los asalariados registrados”, le dijo a Letra P Luis Campos, el coordinador del Observatorio de la CTA.
Para el especialista, después de un año muy malo como fue 2016, el empleo asalariado privado y público empiezan a acompañar el crecimiento de la población. Pero lo notable es el crecimiento de la participación de los monotributistas en el total de los ocupados y su contracara: la caída en términos relativos de los asalariados registrados del sector privado, una tendencia exacerbada de lo que se advierte ya desde 2012, cuando empieza esta serie de datos.
El último informe del Ministerio de Trabajo que conduce Jorge Triaca lo confirma. Entre enero de 2012 y octubre de 2017, el empleo público asalariado creció un 24% con la incorporación de 607 mil trabajadores y el sector privado un 6,2% con la incorporación en este ámbito de 505 mil trabajadores, de los cuales 261 mil -el 52%- son monotributistas; 175 mil ingresaron al sector privado registrado -35%- y 80 mil fueron empleados en casas particulares -16%-.
La escasa creación de empleo en el sector privado registrado lleva por lo menos seis años. “Lo que hasta el 2015 venía siendo compensado por el aumento de los trabajadores del sector público, se compensó en los últimos dos años por el incremento de los monotributistas. Los asalariados públicos y privados siguen siendo la amplia mayoría, pero la evolución es efectivamente un canto al emprendedurismo monotributista”, afirma Campos.


DE PÚBLICO A MONOTRIBUTISTA. Para el economista Javier Lindenboim, el contraste de Cambiemos con el último período de la era kirchnerista es claro. Si entre 2012 y 2015 el empleo público aportaba más de la mitad del crecimiento total de puestos de trabajo, ahora lo que sobresale es el monotributo, que representa más de un tercio de los nuevos empleos -35,3%- y antes apenas un octavo.
Según el trabajo que el director del Centro de Estudios de Población, Empleo y Desarrollo (Ceped) de la UBA hizo en base a los datos oficiales, el enroque es claro. Entre 2012 y 2015, el crecimiento del empleo público representaba casi el 51% de los nuevos empleos y entre 2015 y 2017 representó 30 puntos menos, el 21,3%. La contracara exacta es la proyección de la patria monotributista, que se expandió de 12,33% entre 2012 y 2015 a 42,28% de los nuevos empleos entre 2015 y 2017. El peso del empleo privado, mientras tanto, se redujo del 14% al 7%, pese a que viene repuntando.
“Contra los pronósticos más pesimistas, el empleo privado está creciendo desde el segundo semestre de 2016. El estancamiento de la economía y del empleo no se modificó de manera sustancial, pero la bomba dejó de estar en el empleo estatal. El agujero negro sigue en el empleo asalariado industrial y lo que más se destaca es el monotributo. La pregunta es si existen componentes del mercado de trabajo con dinamismo para dar ocupación hacia adelante. Soy escasamente optimista porque Argentina busca mejorar la productividad y provocar un ahorro relativo de fuerza laboral”, le dijo Lindenboim a Letra P.
Para Campos, de la CTA, el sector más dinámico empieza a ser el cuentapropismo. “El Ministerio dice que es una formalización de trabajadores que antes hacían tareas por cuenta propia pero en situación informal. Hay dos contraargumentos. Si es así, el proceso de ocupación no es tal porque están formalizando lo que ya existía. Segundo, está creciendo también el trabajo no registrado, algo que se ve bastante claro por lo menos el último año: 1,1%, que es mucho en un año. Aumento la precarización por los dos lados”, afirma Campos.


EL MOSAICO AMARILLO. A la fragmentación del mundo laboral, que se consolidó durante el kirchnerismo con el divorcio entre la llamada aristocracia obrera y el continente de los trabajadores informales, se suma ahora la transformación que opera la alianza gobernante.
El análisis de la CTA en bases a los datos del tercer trimestre muestra otras dos características salientes, en la comparación con el tercer trimestre de 2016. Una caída del 18,6% en el nivel de conflictividad laboral, que subsiste en su mayoria -61% en el sector privado- y es originada por situaciones de crisis con despidos. Se trata de conflictos casi siempre defensivos más que reivindicativos. La caída puede atribuirse a dos factores: la comparación con un año muy conflictivo -2016- y el miedo al desempleo que empieza a tener efectos disciplinadores.
La otra es que mientras los trabajadores sindicalizados lograron empatar o superar por poco al índice de inflación, los del sector público perdieron un 0,6% con respecto a 2016 y un 6,4% con relación a 2015.
Cambiemos parece ir logrando uno de sus objetivos: bajar las expectativas de mejora entre los asalariados, convencerlos por las buenas o por las malas de que ya tienen demasiado y deben más bien resignar una parte en el año del sacrificio. Se va moldeando un mercado de trabajo en la dirección deseada, más emprendedurismo monotributista, menos conflictos laborales y aumentos por encima de la inflación en alguna ramas más dinámicas que ganan sin recuperar lo de 2016.
“Aunque un sector de la población se concentre en el emprendedurismo, es difícil que eso sea el soporte del crecimiento y el desarrollo. La actividad industrial -no sólo en Argentina- ya no garantiza la creación de los puestos de trabajo que se perdieron. Falta que los sectores económicos de mayor poderío se decidan a una senda que casi nunca tomaron, que es la de la inversión productiva”, afirma Lindenboim. 
Pese a los números positivos que trajo octubre, las dudas para el año que comienza no son pocas. El oficialismo llegó a las elecciones con el mercado de trabajo en un buen momento relativo. Crecimiento en el empleo privado, salarios por encima de la inflación -3,3% arriba de 2016-, aunque sin llegar a los niveles de 2015, y mucho envión de la obra pública. Sin embargo, con el respaldo en las urnas coincidió el freno de mano en la obra pública. Según datos oficiales, los desembolsos bajaron 52% en octubre y 28,2% en noviembre. La meta oficial es darle impulso a la obra pública, una vez más, en el próximo año electoral. ¿Cómo va a impactar en el empleo esa desaceleración de la construcción, el gran motor del empleo en el sector privado en 2017 -creció 11,2% y está en niveles de 2015- y la responsable de gran parte del retroceso en 2016?
Hacia adelante, la pregunta vuelve a ser la misma: cuáles van a ser los sectores que van a crear empleo. Descartados por razones distintas la industria manufacturera -con 24 meses de caída, 5,5% en 2017-, el sector público, el campo y la producción de tecnología, que no mueve el amperímetro en el mercado de trabajo, el sector más visible entre los que generan oportunidades es el del emprendedurismo militante. Una forma más de admitir que la lluvia de inversiones no va a llegar y será, con suerte, un chaparrón aislado.

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