Cómo enfrentar el deterioro sociolaboral
En el transcurso del
próximo mes (entre el 18 de diciembre y el 17 de enero) se conocerán diversos
datos del INDEC relacionados con el mercado de trabajo y la distribución del
ingreso, provenientes de la EPH y de la Cuenta de Generación de Ingresos,
Todos ellos no harán
más que corroborar la angustia y la desazón que se acumularon en el último
semestre durante los cuales el tipo de cambio duplicó su precio y el IPC
acrecentó su velocidad en una alocada carrera. Con ello la economía familiar de
vastos sectores de la sociedad sufrió un deterioro difícilmente comparable con
otros momentos de los que se tenga memoria.
Apenas dos meses atrás,
la información sobre distribución funcional o factorial de los ingresos
correspondiente al segundo trimestre de este año ya anticipó este proceso de
deterioro al mostrar una caída de tres puntos porcentuales de la participación
de los salarios en el Valor Agregado Bruto a precios básicos con relación al
mismo trimestre de 2017.
Debe recordarse que esa
misma fuente indicaba que en ese período se había incrementado el número de
puestos de trabajo significativamente: más de 400 mil nuevos puestos de los
cuales algo más de la mitad eran asalariados. Sin embargo, sea porque la mayor
proporción de estos últimos eran puestos precarios o sea porque el nivel de los
salarios medios crecieron más lentamente el peso de la masa salarial en el VAB
disminuyó en tres puntos. Es sabido que el tercer trimestre, julio a setiembre,
absorbió la mayor parte del impacto económico negativo por lo que es de
imaginar que los datos a publicarse en enero mostrarían un deterioro aún mayor.
Un indicador diferente
pero de contenido próximo, el índice de pobreza anunciado por la UCA, referido
a ese tercer trimestre muestra, precisamente, el efecto de tal deterioro pues
alude a un alza de cinco puntos porcentuales de personas por debajo de la línea
de pobreza.
Este simple contraste
entre el crecimiento ocupacional que se dio a lo largo de 2017 hasta la primera
mitad de 2018 y las primeras muestras de la pérdida relativa de ingresos
salariales sugiere que la situación coyuntural y el balance del trienio de
Cambiemos no puede hacerse linealmente.
Entre mediados de 2016
(cuando cesa la caida inicial) y mediados de 2017 el aumento fue de 180 mil empleos
registrados. Y desde ese momento hasta junio de 2018 la variación fue positiva
aunque algo menor: 120 mil. En otras palabras entre diciembre de 2015 y
setiembre de 2018, se crearon un cuarto de millón de empleos registrados que es
un número para nada despreciable aunque esa cuantía resulta deficitaria en al
menos dos sentidos. Por un lado porque está por debajo del incremento de la
población (si bien para dicho contraste hay que agregar la creación de empleo
no registrado). Y, por el otro, porque tal incremento pasó de sostenerse en
empleo estatal -como ocurría hasta 2015- a hacerlo en base al empleo no
asalariado Además, el empleo privado asalariado sigue ausente de ese proceso.
Luego de junio la
situación se agudiza. Se perdieron en un trimestre 80 empleos registrados de
los cuales 30 mil asalariados privados. El otro componente de la enorme caída
es el de los monotributistas sociales. De modo que es previsible que la EPH
muestre la situación problemática de los hogares en los que dejan de percibir
ingresos de empleos registrados (y, seguramente, también precarios) con el
agravante de que los que conservan sus puestos lo hacen con ingresos
fuertemente disminuidos en términos reales.
O sea que continúa la
“maldición de los años pares” dado que en 2014 se perdió empleo y se
deterioraron los ingresos lo que se repitió en 2016; también se puede decir que
las sinuosidades y vaivenes de la gestión oficial en este último trienio tuvo
también mejoras y deterioros aunque a los efectos prácticos el balance sea,
hasta aquí, francamente negativo.
Si consideramos que la
política económica es relevante pero no es el único elemento que interviene
podemos prestar atención al comportamiento empresarial. En ese sentido el
balance también es deficitario. El primer bienio de Cambiemos mostró una tasa
de inversión todavía algo inferior a la ya baja existente durante el segundo
mandato de Cristina Kirchner. En aquel período previo más allá de la cercanía
de muchos de los grandes grupos económicos con el poder, estos recibían el reto
(se la llevan en pala) y no invertían. Con el cambio de gobierno, el que
supuestamente los representa más directamente, invierten menos aún. Las
profundizaciones de las denuncias y de la acción judicial por hechos de
corrupción son ahora consideradas como factores de freno para los empresarios
envueltos en tales situaciones pero no pueden explicar el deterioro inversor
previo a 2015 ni el de la primera mitad del gobierno de Macri.
Más allá de las
pertinentes acciones estatales para atender las necesidades mediante acciones
redistributivas es imprescindible discutir los aspectos vinculados con el mundo
de la producción y la distribución asociada con él. De otro modo el tobogán
puede ser más pronunciado
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