martes, 27 de diciembre de 2011

Evolución del salario real en la última década


Mucho se ha hablado y se sigue mencionando lo ocurrido con la capacidad de compra de los ingresos provenientes del trabajo. 
Habida cuenta de la diferencia en nivel absoluto y evolución de las remuneraciones con protección legal respecto de las de carácter precario carece de sentido el considerar un único valor "promedio"" el cual, por lo demás, no está disponible en las estadísticas públicas. 

Hasta 2006 se podía al menos considerar tanto las remuneraciones protegidas como las precarias en simultáneo a partir de la información proveniente de la Encuesta Permanente de Hogares. Luego de ello, hasta los propios ministerios sólo utilizan los datos provenientes del sistema de seguridad social -es decir- lo que en la jerga cotidiana se denomina "el trabajo en blanco". Esto es, por ejemplo, la serie registrada por el Ministerio de Economía en base a la cual se construyó la información que aquí se proporciona.

A diferencia de lo que podía tomarse desde la EPH, en donde el cómputo refiere al neto percibido por el trabajador, en la serie ministerial puede registrarse el salario "bruto", es decir, antes de los descuentos legales. 
En base a dicha serie de salarios nominales, deflactados por el promedio de los índices provinciales disponibles, se construye el gráfico adjunto. 

Se aclara, a la vez, que la manera en que se dispone en la actualidad de la información incluye en el segundo y en el cuarto trimestre el pago del sueldo anual complementario. Esa es la razón por la cual la gráfica tiene una forma de serrucho.

En resumen, el gráfico muestra la evolución del salario real (de las remuneraciones protegidas) haciendo pivote en el cuarto trimestre de 2001. El índice utilizado para deflactar los salarios nominales, es el resultante del promedio de los datos de los institutos provinciales disponibles.

En una próxima entrada comentaremos los resultados. Sólo puede anticiparse que luego de diez años de sostenido crecimiento, el salario real (de los puestos de trabajo protegidos) sólo mejoró en aproximadamente el 10% respecto del valor inmediato anterior a la crisis del verano de 2002.

En la preparación de la información que aquí se proporciona tuvimos la inestimable colaboración del Licenciado Augstín Arakaki.


lunes, 19 de diciembre de 2011

En recuerdo del 2001

La Asociación de Estudios del Trabajo - ASET- evocó la década transcurrida desde los dramáticos episodios de diciembre de 2001 con una mesa redonda. La misma tuvo lugar el 15 de diciembre de 2011 en las instalaciones del IDES.  En la ocasión presenté el texto y la información que se transcribe a continuación






Una década en la sociedad argentina: el empleo y otras cuestiones
Javier Lindenboim
John Reed fue un periodista y escritor norteamericano que hace un siglo tomó parte de la rebelión en México. Esa experiencia fue plasmada en México insurgente. Luego, en su rol de corresponsal de guerra vivió la efervescencia en Rusia y estuvo presente en los sucesos de octubre-noviembre de 1917 que llevaron a los bolcheviques al poder. Ese breve e intenso período caló tan hondo en el joven que escribió Diez días que conmovieron al mundo. Parodiando aquello hay quienes consideran que esta primera década transcurrida en Argentina tiene tanta profundidad y tanto impacto como aquélla decena de días del otoño boreal. Seguramente la respuesta es “ni tanto ni tan poco”
o0o0o0o
Los estudios sobre la situación socioocupacional en la década final del siglo XX fueron abundantes y, en gran medida, coincidentes. En no pocas ocasiones podían ser convocados exponentes de miradas bien diferentes a reflexionar sobre la realidad y sobre las perspectivas. En el caso del CEPED, por ejemplo, el Centro realizó uno de sus seminarios a comienzos de 2001. Momento álgido si los hubo.
En esa circunstancia reunimos a Luis Beccaria (UNGS), Juan L. Bour (FIEL), José L. Coraggio (UNGS), Daniel Heymann (CEPAL Bs As), Ricardo Infante (OIT Chile), Daniel Kotzer (Ministerio de Trabajo), Rubén Lo Vuolo (CIEPP), Horacio Martínez (UIA), Alfredo Monza (FLACSO), Julio C. Neffa (CEIL-PIETTE), Héctor Recalde (Letrado de la CGT de H. Moyano), Emilia Roca (Ministerio de Trabajo) en el marco de un proyecto que coordinábamos Agustín Salvia y quien les habla. Los moderadores de las distintas mesas fueron Adriana Marshall, Víctor Beker, Maximiliano Montenegro, Carlos A. Degrossi y Fortunato Mallimaci. Todavía era una época en que era habitual proponer un debate entre personas que sostenían miradas tan dispares. De hecho los intercambios y debates inmediatos a cada panel dieron cuenta de ello. La gran mayoría de las ponencias y de los debates quedaron registrados en el Cuaderno 7 aparecido a comienzos de 2002, es decir en el medio de la tormenta.
De manera muy esquemática, se registraba allí la bajísima absorción media de fuerza laboral en el decenio, el concomitante deterioro de la calidad de los puestos de trabajo subsistentes, la insuficiencia o ausencia de cobertura de las contingencias asociadas con el trabajo, el estancamiento o deterioro de la capacidad de compra del salario medio. Todo ello en simultáneo con modificaciones en la legislación que aumentaban las  desventuras sea cuando los trabajadores permanecían ocupados como cuando temporaria o definitivamente entraban en el desempleo o se retiraban de la actividad (ley de empleo, disminución de aportes patronales, reforma previsional, etc.). El conjunto de la política económica tendía a ampliar las diferencias dentro de la conformación productiva de modo que la heterogeneidad se terminaba expresando como mayor segmentación en el mercado laboral.
Las propuestas eran amplias en sus matices. Revisando el material encontré –por ejemplo- que el funcionario del Ministerio de Trabajo (que reemplazó en el panel –sucesivamente- a la Ministra y al Secretario de Empleo) entre sus propuestas incluía la universalización del salario familiar desprendiéndolo de la condición laboral de los padres de los niños, con lo que se asemejaba a la propuesta de Lo Vuolo y Carrió y a lo planteado por el FreNaPo. En todo caso la continuidad de la caída del producto (ya llevaba dos años y empeorando), el brete de la convertibilidad que sólo permitía avanzar con más endeudamiento, la inmodificada política aperturista del gobierno que reemplazó en 1999 al peronismo neoliberal llamado menemismo, todo en conjunto no hacía más que acelerar el momento del impacto final, lo que ocurriría menos de una año después del evento.

Lo llamativo fue la rapidez con que se llegó a lo más profundo de la crisis en los primeros meses de 2002 y, también, cómo ese mismo invierno se inició la secuencia de recuperación económica y ocupacional. Al comienzo con el acompañamiento del Plan Jefas y Jefes y en seguida con los mínimos aumentos no remunerativos de 50, 100, 150 pesos. De manera que cuando en mayo de 2003 asume el nuevo gobierno lo más duro ya había pasado. Recordemos que en los finales de 2002 con escasa buena intención se hablaba de la primavera o el veranito en alusión a un comportamiento previsiblemente transitorio. Tal transitoriedad –sin embargo- una década después todavía nos acompaña.

De allí en adelante lo tenemos más presente pues es lo que se nos recuerda con mayor asiduidad. Crecimiento impensado del producto y del empleo, caída concomitante de la desocupación, lenta pero continua recuperación del salario real, confluencia de los mayores niveles de empleo con algo de recuperación salarial que determinaron la reversión de una parte de la caída catastrófica que había sufrido la participación salarial en el producto, un predominio del empleo protegido dentro de los nuevos puestos de trabajo. Más tarde otras medidas dictadas al tiempo que se desafectaban los planes jefas y jefes (moratoria previsional, facilidades para salir del pilar privado y retornar al régimen de reparto, movilidad previsional). Ya en 2009 desaparecido el sistema privado de retiro, un decreto extendió significativamente el salario familiar por hijo, del cual se presume un gran efecto redistributivo aunque no se conocen evaluaciones apropiadas sino estimaciones.
Volviendo al estallido de la crisis. Indudablemente a diferencia de la apertura económica fomentada durante el 1 a 1, la devaluación de no menos del 200% (no trasladada a precios precisamente por las extremas condiciones socioeconómicas) dinamizó a buena parte de la pequeña y mediana producción que sin la competencia externa volvió a nutrir al mercado y a demandar mayor volumen de empleo. A ello se sumó una política explícita de transformar los aumentos no remunerativos en remunerativos y estimular el regreso de las discusiones en paritarias. También el bajísimo aumento de precios (luego del fuerte impacto del primer semestre de 2002) facilitó que se retomara el funcionamiento del Consejo del Salario.
Pero no sólo Argentina había tenido cambios importantes. Toda América Latina se sacudía gran parte de las ideas predominantes a fines del siglo XX. A su turno, esto era viabilizado por un cambio sorprendente a nivel mundial: nuevos y voluminosos demandantes con solvencia para efectuar sus compras, como China e India, impulsaron cambios que terminaron beneficiando a toda la región latinoamericana. La soja, el petróleo, el cobre, etc. pasaron a ser los factores que permitieron muchos de los cambios económicos y se articularon con cambios sociales y políticos.
En el caso propio, la imposición de retenciones sobre las ventas de petróleo y derivados, a comienzos de 2002 (rechazadas por los gobernadores patagónicos, en especial de Santa Cruz y de Neuquén) fueron seguidas de inmediato por otras sobre la producción agraria. Sucesivamente los aranceles fueron subiendo a grandes trancos hasta comienzos de 2008 cuando se desata el conflicto conocido. Todo esto apoyado en un tipo de cambio “competitivo” y en un nivel de términos de intercambio sin precedentes.


Luego de los flirteos iniciales con la CTA, en oposición a los grupos cegetistas que se encolumnaron tras Rodriguez Saa, como Hugo Moyano, los papeles cambiaron. El transversalismo fue reemplazado por el retorno al aparato histórico del peronismo. Y a medida que aparecieron dificultades se enarbolaron banderas no identificadas de antemano como metas centrales o imprescindibles y/o se asumieron demandas que no les eran propias al gobierno, como la Asignación Universal. De modo que el análisis se transformó en relato y el devenir de un país y de un gobierno se tornó en epopeya.
En cualquier caso queda como saldo del período un aumento muy grande de la fuerza de trabajo, una imprecisa y heterogénea mejoría en la capacidad de compra del salario, una importante modificación de los mínimos salariales y jubilatorios, una gran intriga acerca de la posibilidad del sistema (nuevamente sólo de reparto) de hacer frente a las actuales y a las futuras demandas de cobertura efectiva por parte de la sociedad (persistiendo un tercio de precariedad entre los asalariados y un moderado e irregular aporte de los no asalariados). También al final del decenio queda el fuerte descenso del superávit comercial, la virtual desaparición del superávit fiscal y un tipo de cambio escasamente competitivo. La tasa de inversión que se duplicó respecto de los valores casi inexistentes de 2002 no arribaron a los niveles necesarios para garantizar la continuidad de los altos ritmos de crecimiento de este decenio y no son significativamente superiores en promedio a los vigentes en la última década del siglo pasado. Desafortunadamente carecemos de la información confiable, completa, homogénea, comparable para analizar todo el período.
o0o0o
En medio del pandemónium de 2002 el INDEC inicia las pruebas de la demorada nueva EPH (contìnua). Más allá de las razones, lo cierto es que el momento clave (2002-2003) tiene enormes dificultades para su análisis. Se repite así lo que ya había ocurrido con Cavallo-Menem en 1993. Al carecerse de una serie homogénea a través de esos años, no suele haber más remedio que empezar de cero, es decir hacer borrón y cuenta nueva.
Eso nos lleva a considerar la información de la Encuesta continua a partir de mediados de 2003. Para colmo, el cataclismo impuesto por el Gobierno en enero de 2007, como no podía ser de otra manera, trascendió en mucho al IPC, con lo grave que eso es de por sí. En el caso de la EPH, tuvimos abstinencia durante casi tres años y luego nos encontramos con una “nueva EPH nueva”. Nueva por ser contínua y nueva por ser diferente a la de los primeros años de la poscrisis.
Más allá de todas esas dificultades (que han llevado al Ministerio a trabajar casi exclusivamente con datos del sistema de seguridad social es decir perdiendo toda posibilidad de integrar la totalidad del mercado de trabajo, lo cual se repite incluso en algunos grupos de análisis) pueden hacerse algunas consideraciones respecto de donde estamos parados. Lo esencial puede resumirse luego de la explosión socioeconómica y política de 2001, en un primer lapso (2002-2006) de grandes y favorables cambios en materia socio-laboral. Un segundo interregno de, por lo menos, estancamiento: 2007-2010 y una incógnita a partir de 2011.




En el marco, insisto, del tembladeral informativo, distintos trabajos han venido mostrando que al mismo tiempo que los indicadores habituales muestran claras mejoras, las cuestiones estructurales están lejos de haberse removido:
La heterogeneidad no se ha modificado (Salvia y equipo) y la precariedad todavía es mayor que a comienzos de los noventa,
la concentración económica no sólo no se detuvo sino que se acrecentó (Claudio Lozano; Pablo Manzanelli en nueva revista electrónica),
la estructura impositiva luego de diez años de promesas electorales (en 1999 y en 2003) sigue siendo tan regresiva como entonces,
la pobreza y la indigencia descendieron mucho del pico de la crisis pero aún son altas en términos históricos (claro que no es así si miramos los datos del jardín del Edén),
el salario real se estancó en los últimos años, en el marco de los niveles históricamente bajos y con tendencia descendente (R. Maurizio/L Beccaria; Graña/Kennedy).
.
Fuente: Elaboración del CEPED

Todo esto se verificó dentro del proceso de crecimiento económico y ausencia de restricción externa, agregados al incomprensible mantenimiento de la emergencia económica, los poderes extraordinarios y el completo manejo parlamentario (sólo apenas afectado en el último bienio). En tal sentido, las probables consecuencias negativas provenientes del mundo globalizado en crisis (que seguramente serán esgrimidas como exclusivas causantes de nuestras penurias próximas) hacen pensar que aún las buenas nuevas de la primera década del siglo XXI pueden estar en riesgo. Ojalá que no sea así. 

martes, 29 de noviembre de 2011

Una síntesis de mis ideas sobre los anuncios oficiales en materia de subsidios

http://www.clarin.com/opinion/ideas-detras-decisiones_0_599940061.html


Las ideas detrás de las decisiones

29/11/11 La eliminación progresiva de los subsidios generalizados a los servicios públicos supone un cambio de estrategia. Se vuelve a plantear el debate sobre la focalización de las políticas sociales, que tantas críticas motivó en la década del ‘90.

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Dentro de un marco de escaso debate, antes y después del acto electoral, el gobierno logró imponer un importante punto en la agenda : hay que hacer algo con los subsidios. Vale entonces desmenuzar un poco el argumento.
En primer lugar no carece de valor reconocer que es un análisis que

domingo, 27 de noviembre de 2011

Reportaje para LA NACION 27-11-2011

Ver página en pdf

Estatización sin el debate de los 80 y 90

Las empresas públicas fueron protagonistas principales de dos décadas de la vida argentina: los 80 y los 90. En ambos momentos, por motivos diferentes. En el primer caso, caracterizadas por el fuerte déficit que arrastraban y por el deficiente servicio que prestaban; en el segundo, por el debate sobre la privatización de la mayoría de ellas.
En 2000, el Estado creció en ese sector y el gasto público para solventarlas se disparó. Sin embargo, la sociedad siguió al margen del debate sobre la conveniencia o no de mantener las cosas en este estado. Ahora el Gobierno parece querer deshacerse de lastres y mira a algunos usuarios como posibles aportantes a financiar el déficit.
Javier Lindenboim es economista de la Universidad de Buenos Aires e investigador del Consejo de Investigaciones (Conicet). Dice que actualmente hay un proceso en marcha, la quita de subsidios a

De la preocupación sobre la mejor manera de seleccionar beneficiarios de los subsidios hacia la reflexión sobre la orientación de las políticas fiscales

Entrevista de Damián Glanz y Damian Nabot, Domingos de ideas, FM 106.7 Millenium

sábado, 26 de noviembre de 2011

jueves, 24 de noviembre de 2011

Creación de empleo, desempleo y subsidios, tienen relación?

Reportaje de Omar López, Mate Amargo, Radio Provincia

Más sobre subsidios, ideología y futuro

Reflexiones a partir de mi participación en un programa de televisión (Plan M, Canal 26, 23-11-11)

Cuando llegué al estudio estaba en el aire el bloque en el que el conductor entrevistaba a Claudio Casparrino (un joven economista de Carta Abierta) y al Dr. Ricardo López Murphy.
Las ideas que aparecían y, más aún, las que subyacían eran muchas y muy ricas.
Por eso cuando nos tocó el turno al economista de GESTAR y a mí que íbamos en el último bloque y ante la pregunta hacia el futuro de la nueva gestión presidencial, no pude evitar retomar de algún modo los temas precedentes.

En efecto, necesité exponer el asombro que tengo ante los innumerables comentarios, sólo a veces fundados, en torno de lo equitativo o no equitativo del esquema vigente hasta ahora y sobre el cual los anuncios oficiales parecen indicar un cambio de rumbo.

Lo cierto es, de todos modos, que aún con el segundo anuncio según el cual luego de algunos barrios de la Capital y zonas del conurbano, a la totalidad de los usuarios se nos aplicará la respectiva tarifa sin subsidio. Sólo aquellos que "acrediten" la condición de merecedores del apoyo se les mantendría sin saberse tampoco la manera en base a la cual se realizará tal certificación.
Pero aún con todo eso, según los anuncios ministeriales, se alcanzaría un ahorro del orden de los cuatro mil millones de pesos es decir poco más del 5% del monto global de subsidios estatales.
Pero lo que más me asombra es que no se ponga sobre el tapete un aspecto conceptual que me parece crucial: si hubo una característica de la política social de los noventa fue lo que en la jerga de los especialistas se conoce como focalización. La primera tarea es identificar a los "necesitados" y a ellos otorgarles ayudas o ventajas que se definan. En cambio, en los años dos mil, la orientación predominante y de la que se ha hecho gala en todos estos años fue la opuesta: cada vez más el predominio de un criterio universalista.
Desde tal punto de vista el problema no es que "todo el mundo" pague un precio más bajo por cierto bien o determinado servicio. Lo equitativo debería aparecer en la instancia de la gestión impositiva.
Pero allí es donde es muy clara la demora. Tanto en 1999 como en 2003 los candidatos triunfantes habían prometido profundas reformas fiscales de carácter progresista. Obviando al gobierno de la Alianza en cuya corta duración no hubo nada en tal sentido podemos concentrarnos del 2003 para aquí. No hubo siquiera algún proyecto de ley ni el intento de atajo de un DNU aun en los primeros años en que el oficialismo contaba con las mayorías para imponer sus proyectos. Al menos para encarar su debate.

De modo que el facilismo del subsidio, obviamente generador de injusticias, no pudo ser complementado con una política fiscal efectivamente progresiva.

Entonces la sociedad espera las explicaciones de por qué lo que se nos explicaba como virtuoso y sostenedor del consumo y del crecimiento ahora debe ser reemplazado por su opuesto. Pero sin explicación racional que lo sustente.

Sin tal desarrollo argumental, muchas de las noticias de estos días parecen poco más que fuegos de artificio, incluyendo las apresuradas listas de solidarios ciudadanos que se jactan de aparecer por internet.

Después deberíamos entrar en otras cuestiones claves como los verdaderos costos de los servicios prestados, la acreditación de los destinos por parte de las empresas que los reciben, la existencia o no de mecanismos de control por parte del Estado, etc. O, si se quiere, este tema debería preceder al de la forma que los subsidios deben adquirir. De no reunirse ambas partes quedaremos sin duda a mitad de camino.

martes, 22 de noviembre de 2011

sábado, 5 de noviembre de 2011

viernes, 4 de noviembre de 2011

Subsidios, universalidad y focalización. ¿La biblia y el calefón?

A raíz de los modestos anuncios de los ministros de Economía y Planificación de hace un par de días se sucedieron muchos comentarios. La mayor parte han saludado, con diverso grado de entusiasmo, tales anuncios. Es sabido que la necesidad de actuar en la línea de bajar el nivel y la incidencia de los subsidios viene siendo puesta en evidencia desde diversos ámbitos.
En la campaña electoral de 2007 (parece la prehistoria, verdad?) aparecieron algunas propuestas que rápidamente fueron catalogadas desde el gobierno como rémoras del pasado o lo que era lo mismo intentos de "volver a los noventa". Más calladamente dentro del propio gobierno, en especial al asumir la Presidenta Cristina Fernández de Kirchner se planteó la importancia de actuar en tal dirección, tal como reiteradamente lo manifestó luego el entonces ministro Lousteau al punto que habrìa sido el desencadenante de la resolución 125.
A un lado y a otro del espectro ideológico o político en todos estos años aumentaron las voces en el mismo sentido siendo, hasta ahora, rechazado el planteo por las autoridades nacionales.
Sin embargo, ante el anuncio, sea desde el oficialismo para sostener la postura favorable al camino que parece inicarse presumiblemente tendiente a disminuir la envergadura de los subsidios o sea desde posturas no oficiales se han escuchado múltiples argumentaciones que pueden sintetizarse en una afirmación: parece lógico que el esfuerzo fiscal no vaya a beneficiar a quienes no necesitarían tal tipo de ayuda.
En una instancia inicial el impacto lo sentirían algunas empresas de un reducido número de actividades que como clientes de diversas prestadoras se beneficiaban de determinadas disminuciones en las correspondientes facturaciones.
Pero dado que el argumento esgrimido alude a una vocación gubernamental por desandar parte del camino de estos casi diez años últimos, es de suponer que el uno por ciento estimado en este caso como ahorro del total de las erogaciones por subsidios diversos habrá de cobrar mayor dimensión haciendo que otros beneficiarios (sólo empresas?) dejen de serlo. Esto significa, sin lugar a dudas, orientar la acción estatal en dirección de las intervenciones acotadas o circunscriptas a subconjuntos de la población que de una manera u otra sean identificados como justos y necesarios destinatarios de la intervención estatal.
En palabras concretas, es entrar al terreno de la focalización abandonando el de la universalidad.
Nos guste menos o más, parece representar un cambio significativo.
El desafío es encontrar la manera en que buena parte de las argumentaciones discursivas del presente sean compatibles con las intervenciones gubernamentales prácticas.
De lo contrario nos pasará como en el Cambalache "Igual que en la vidriera irrespetuosa de los cambalaches se ha mezclao la vida, y herida por un sable sin remaches ves llorar la Biblia junto a un calefón...".

viernes, 28 de octubre de 2011

Cuàles son las perspectivas del empleo en el futuro inmediato?

Reportaje originado en la nota publicada el sàbado 22 de octubre en Clarin sobre la caída en el ritmo de creaciòn de empleos
Reportaje de Daniel Muchnik, Radio El Mundo 28-10-11

Desde cuando está creciendo el empleo? Revisando datos

...El cotejo con el peor momento de la crisis, comienzos de 2002, también es interesante. En primerísimo lugar, en ese año previo a la asunción de Néstor Kirchner EL EMPLEO CRECIO 5%, aproximadamente el mismo ritmo que mantuvo durante los tres años posteriores. ......


Tanto se habla del pasado, de la historia, del relato y tan "creativas" pueden ser las referencias a lo acontecido en Argentina que parece una contribución útil, aportar algunos datos.
Para esto transcribo una parcela de los valiosos resultados obtenidos por Juan M. Graña y Alejandro Lavopa, ambos doctorandos del CONICET al momento de realizar la reconstrucción estadística condensada en el Documento de Trabajo 11 del CEPED, agosto de 2008.
No hay lugar aquí para entrar en detalles de dicha labor. Sólo recordemos que desde comienzos de 2003 se dispone de una "nueva Encuesta Permanente de Hogares-EPH" razón por la cual los datos deben ser ensamblados de modo de resultar coherentes y, por tanto, comparables, con la serie previa de dicha Encuesta. Eso es lo que se hizo en el citado documento.
Aquí transcribo apenas los datos de tres años cuya elección parece no necesitar justificativos. El final de una época, la explosión de la crisis y su inmediata recuperación.
Comparando octubre de 2001 con el inicio del gobierno del Presidente Kirchner se pueden anotar algunos datos de interés. La ocupación total en mayo de 2003 era casi idéntica a la del momento en que buena parte de la población descreía de las elecciones y se promovía el "club de los 500 Km" para no votar y evitar sanciones. Eran las vísperas del corralito y de los dramáticos episodios que terminaron con el gobierno de De la Rua. Era el tiempo del plebiscito del Frente Nacional de Lucha contra la Pobreza (FRENAPO). Si bien la ocupación total era similar en uno y otro momento, entre los patrones de cada cinco que había en 2001 quedaban cuatro en el inicio del nuevo gobierno. Había más cuentapropistas y muchos más "trabajadores familiares sin salario". Pero había menos asalariados en particular los protegidos. 
El cotejo con el peor momento de la crisis, comienzos de 2002, también es interesante.
En primerísimo lugar, en ese año previo a la asunción de Néstor Kirchner EL EMPLEO CRECIO 5%, aproximadamente el mismo ritmo que mantuvo durante los tres años posteriores. Poco más o menos aumentó el empleo en todas las categorías incluida la de los asalariados. Entre estos, la dinámica estuvo del lado de los dependientes precarios. Por eso fueron importantes los aumentos otorgados en ese año 2002 por suma fija, magros como el subsidio para Jefas y Jefes de Hogar Desocupados pero imprescindibles para paliar en algo el alza del costo de vida. A ese período algunos lo etiquetaron -despectivamente- como el "veranito".
Luego vinieron los años de consolidación del crecimiento económico, de expansión del comercio exterior y el consiguiente aumento de los derechos de exportación y el fortalecimiento de las dos llaves maestras de la primera década del siglo XXI: superávit comercial externo y superávit fiscal.  Pero esa es la parte de la historia más conocida,  en cuyo marco se recuperaron las negociaciones colectivas, se incrementó sucesivamente el salario mínimo y vital, al tiempo que se mantuvo el congelamiento de tarifas decretado en 2002. Luego se agregaron los cambios en el sistema previsional (moratoria primero, posibilidad de retorno al sistema de reparto, opción para abandonar el sistema de capitalización hasta llegar a la estatización de los fondos totales) y la adopción -llamativamente tardía y cuando las estadísticas oficiales anunciaban la "desaparición de la indigencia"- de lo que dio en llamarse la Asignación Universal por Hijo cuya obtención habìa sido bandera, por ejemplo, del plebiscito del Frente de Lucha contra la Pobreza de fines de 2001.
Parece que seguir revisando el pasado, pero con ambos ojos, puede ser algo más que interesante: puede ser imprescindible para desechar imágenes mágicas o superficiales
     
ocupados
patrón
tcp
asal
tra s/sal
prot
prec
may-01
8203440
371985
1667847
6065865
97743
3541566
2524298
oct-01
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73094
3361710
2394052
may-02
7472568
279483
1678288
5423258
91539
3240679
2182578
oct-02
7675015
337787
1733041
5525184
79003
3192698
2322486
1º sem 03
7835294
291119
1812485
5594238
137452
3208794
2385444
2º sem 03
8299525
337455
1853952
5960627
147491
3326300
2634327








var may 02 -1º sem 03
5%
4%
8%
3%
50%
-1%
9%
Variac oct 01 - 1º sem 03
-1%
-19%
7%
-3%
88%
-5%
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