Las ideas detrás de las decisiones
29/11/11 La eliminación progresiva de los subsidios generalizados a los servicios públicos supone un cambio de estrategia. Se vuelve a plantear el debate sobre la focalización de las políticas sociales, que tantas críticas motivó en la década del ‘90.
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Dentro de un marco de escaso debate, antes y después del acto electoral, el gobierno logró imponer un importante punto en la agenda : hay que hacer algo con los subsidios. Vale entonces desmenuzar un poco el argumento.
En primer lugar no carece de valor reconocer que es un análisis que
anteriores ministros de economía de esta misma gestión gubernamental al sostenerlo quedaron sin el apoyo presidencial . También puede recordarse que las más variadas menciones desde otras posturas políticas en la misma dirección fueron descalificadas por su pretendida vocación de “enfriar la economía”. Por último, durante la campaña electoral no hubo mención alguna desde el gobierno que alimentara la idea de un cambio de rumbo en la materia.
Por lo tanto, sería bueno saber si el camino que parece haberse iniciado con el recorte de las ventajas a algunos rubros empresarios y se lo muestra como otro sendero, lo es efectivamente. De hecho mientras se redactaba este texto hubo anuncios de un nuevo ahorro del 5% del total de subsidios y una extensión potencial a la casi totalidad de los usuarios.
Ello deberá obligar a las autoridades a ilustrar a la ciudadanía acerca de las razones de por qué (y cómo) deben desarmarse acciones que eran buenas hasta ahora. Esa tarea seguramente involucrará la necesaria distinción de acciones que promueven la contención de precios de bienes y servicios (a través de la entrega de fondos a las empresas) de aquéllas que son directas transferencias a las personas y familias. En cada uno de ambos tipos, a su vez, seguramente será necesario diferenciar (y justificar) tanto lo que se ha venido haciendo como lo que se habrá de encarar.
Lo que parece de escasa utilidad es negar que se refiere a un cambio de estrategia.
Y si de eso se trata, la sociedad merece tener las explicaciones que las autoridades tengan para tal reorientación. Incluyendo en ello los ajustes en el presupuesto, pendiente de aprobación parlamentaria, derivados de la puesta en marcha de las nuevas medidas.
Parece adecuado recordar que por no haber querido encarar este camino de supresión o contención de los subsidios – al inicio de la gestión presidencial de la Dra. Cristina Fernández de Kirchner- se terminó en la elaboración de la propuesta de incremento de las retenciones a las exportaciones (según relato del ministro del área) que significó una profunda conmoción en el campo político y social.
Una de las cuestiones conceptuales que sería deseable se esclarezca gira en tornode los fundamentos mismos de la política de subsidios estatales.
¿Deben éstos privilegiar una generalizada contención de los precios? ¿O, por el contrario, los esfuerzos fiscales deben ser dirigidos a atender las necesidades más perentorias de los sectores sociales en los que, pese al crecimiento económico y a los logros en materia ocupacional, esas carencias siguen siendo agobiantes? En formulación más condensada, ¿deben los subsidios ser parte de políticas universales o en cambio de tipo focalizadas? De la respuesta que la sociedad y las autoridades den a tales interrogantes saldrán intervenciones diferentes.
Claro que pueden imaginarse diagonales o atajos cuya efectividad debe ser valorada. Por razones que no es del caso analizar aquí, el gobierno decidió impulsar – hace dos años- una acción de vocación universalista en el entorno definido por una política focalizada : la Asignación Universal por Hijo se la diseñó dentro del marco de las prestaciones por Salario Familiar para el personal en relación de dependencia.
¿Son deseables o beneficiosas tales mixturas en las políticas públicas?Pero volviendo al tema general de los contenidos. En los años ‘90 se cuestionaba que las políticas y programas puestos en marcha se caracterizaban por la necesidad de identificar a los beneficiarios para luego estructurar la mecánica de su atención. En ese sentido, una estrategia de subsidios que no requiera la justificación del merecimiento parecía sortear esa crítica.
Simplificando en exceso se podría decir que en buena medida las diferencias en materia de políticas económico-sociales entre ambos decenios pasaban por allí.
Pues bien, ¿en base a qué criterios conceptuales serán planteados los cambios que parecen avecinarse? ¿A un cambio de paradigma conceptual? ¿A un regreso a la focalización? ¿Cuáles son las razones que explican tal modificación? No es improbable que se sostenga que haya habido un cambio en las prioridades económicas. El único inconveniente es que dicha modificación está fuera del alcance del ciudadano común como para entenderlo primero y, eventualmente, apoyarlo luego. Desde hace años se han hecho reclamos (no siempre con la mejor intención) en dirección al cese del impresionante incremento de los subsidios registrado en el último período y a retraer su peso en el conjunto del gasto público. El cambio de estrategia, por tanto, parece dar razón de aquellas demandas.
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