Domingo, 1 de marzo de 2015
Edición impresa
Javier Lindenboim: “La pérdida del sector industrial de los años 90 no fue recuperada”
El investigador del Conicet afirma que es difícil detallar
la realidad del empleo y el salario por la destrucción de estadísticas. Cree
que no será sencillo volver a crecer.
Gastón Bustelo - gbustelo@losandes.com.ar
Javier Lindenboim es uno de los estudiosos del empleo y el salario más serios que tiene Argentina. En la entrevista cuenta qué piensa que sucederá con el empleo este año, cuáles serán los desafíos que tendrá el próximo gobierno en cuanto a desocupación e ingresos y también analiza la política “industrializadora” del kirchnerismo.
-¿La tasa de desocupación actual, es la que dice el Indec del 6,4%?
-Hay que entender el efecto destructivo sobre las estadísticas públicas en Argentina. Hay varios elementos que sugieren que las EPH -con datos sobre participación económica de la población e ingresos- hace tiempo que entraron a un terreno de escasa solidez.
Hecha esta aclaración, debe agregarse que no existe forma de reemplazar esta fuente de información dada la envergadura y los costos asociados con un relevamiento equivalente.
Es cierto que algunas inferencias pueden intentarse. Por ejemplo, la baja de la tasa de actividad (que, para simplificar, podemos llamar el “desaliento” a buscar trabajo) puede aludir a un probable nivel de desempleo que queda oculto al no manifestarse como oferta laboral (fenómeno observado en los 90 al endurecerse las condiciones sociolaborales).
En resumen, es probable que el número oficial esté subestimando al menos por dos vías: por este aparente desaliento y, quizás, por un manejo no riguroso de la EPH.
-En este contexto, la perspectiva de 2015 es inquietante. Por un lado, por la continuidad (y, quizás, agudización) del estancamiento económico en que venimos desde la asunción del segundo mandato de Cristina Kirchner.
La decisión de fijar el tipo de cambio (muy por debajo de la variación media de los precios internos) sólo puede terminar expresándose en un mayor parate económico. Por lo tanto, la demanda laboral no podrá recuperar el dinamismo que tuvo a la salida de la crisis de 2002.
Al tiempo y por factores parecidos, no hay perspectivas de dinamización por el lado de la inversión ni por el del comercio exterior. El intento oficial de favorecer un mayor consumo en estas condiciones, por supuesto, sólo puede agudizar los problemas pues sólo termina empujando la espiral inflacionaria.
-¿Cuáles serán los sectores más castigados y cuáles los beneficiados?
-En el contexto de insuficiencia estadística es difícil aludir a sectores específicamente perjudicados. Se sabe que desde fines de 2011 la construcción ha sido fuertemente afectada.
También que las manipulaciones con las divisas han perjudicado a no pocas ramas industriales (cuya dinámica hace un bienio que está fuertemente afectada). A eso habría que agregar los impactos directos e indirectos sobre distintas producciones regionales de exportación que ven dificultada la colocación de sus productos.
-Algunos economistas dicen que el próximo gobierno va a tener que lidiar con una tasa de desempleo cercana al 9 ó 10%.
-Más allá del número, es previsible que se agudice la falta de trabajo y esto se traduzca en una mayor tasa de desocupación. También se puede agudizar el retraimiento de la oferta y, pese a la delicada situación, no impactar en el índice de desempleo.
-¿Qué pasó con la industrialización en los últimos años?
-Debe quedar claro que tanto en materia de producción y de valor agregado como de empleo, la pérdida relativa del sector industrial observada durante los noventa no fue recuperada. Hubo sí mayor nivel de actividad industrial y de empleo en el sector, pero a ritmos similares a los del conjunto de la economía.
Por lo tanto, no hay mayor participación en el producto ni en el empleo. Es más, los nuevos cálculos anunciados el año pasado por el Ministerio de Economía muestran una participación industrial levemente contenida.
-¿Cuáles son los desafíos que tendrá el próximo gobierno?
-Por un lado, la recuperación del crecimiento económico, en virtud de que la demanda de trabajadores es una variable dependiente del nivel de actividad. Asimismo, y no siendo una tarea sencilla, debe encararse una estrategia que conjugue las metas macroeconómicas y las sociales a través de un diseño que contribuya al necesario incremento de la productividad media de la economía. Se ha hablado muchas veces de acuerdos o pactos sociales.
De hacerse así, habrá más chances de construir un escenario en el que pueda facilitarse la recuperación.
El salario indirecto
-¿Cuál es el impacto del salario indirecto en Argentina?
-Esa es también una medición complicada. Si aludimos a los servicios que el Estado brinda, puede decirse que si bien hubo variaciones importantes en las erogaciones en distintos rubros (educación, por ejemplo) los impactos en el mejoramiento de la calidad de vida de la población no son fácilmente percibidos. La salud está cuestionada en general, como la seguridad y la justicia.
Ahora si lo del salario indirecto refiere a otra cosa (por ejemplo, el porcentaje de aportes y contribuciones sobre la nómina salarial) la cuestión es otra. Uno de cada tres asalariados no está registrado y, por tanto, no es objeto de deducciones ni aportes. Esto es parte de una necesaria mirada integral de la política fiscal.
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