Como en otros órdenes de la vida social el tratamiento del tema del empleo requiere mirar más allá de la coyuntura y considerar diversas variables intervinientes. Es muy probable que un registro“fotográfico” sea insuficiente para tener una adecuada caracterización.
¿En qué datos basarnos? En esta materia, además, es importante nutrirse de la información adecuada que debe abarcar un escenario más amplio que el de la observación inmediata a nuestro alrededor. La Encuesta Permanente de Hogares ha sido por un largo tiempo la fuente esencial en la materia y por ello ha sido tan duro –no sólo para losanalistas sociales- observar los efectos devastadores de la acción llevada acabo en el organismo central de las estadísticas públicas argentinas: el Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC).
Debido a esta situación hubo organismos como el Ministerio de Trabajo que dejaron de utilizar la EPH durante el gobierno anterior concentrando sus energías en la utilización de la información proveniente de los registros de aportes al sistema jubilatorio. Los datos del Sistema Integrado Previsional Argentino (SIPA) ofrecen desde enero de 2009 una serie para el personal asalariado del sector privado y desde enero de 2012 de todos los trabajadores (asalariados o no, privados o públicos).
Un tercer elemento que alude ya no a la cuantía de la fuerza laboral sino a su capacidad de captar parte de la riqueza generada anualmente corresponde a la estimación de la distribución del ingreso entre trabajo y capital (no sólo eso, pero principalmente eso).
Dicha tarea también está a cargo del INDEC pero el área respectiva (Cuenta Generación de Ingreso delas Cuentas Nacionales) dejó la tarea desde 2007-2008. En 2016 la nueva gestión del INDEC instaló al equipo que en parte tuvo actuación previamente en esa tarea y proveyó un nuevo dato de participación salarial referido al año base(2004) y anunció otro guarismo para 2016. Sorprendentemente este último número resultó bastante concordante con estimaciones que venían realizando diversos equipos de investigación.
Las carencias y desafíos no son nuevos. De manera que hablar de carencias en el mercado laboral de Argentina actual no puede hacerse al margen de estos antecedentes. Habida cuenta de lo acotado del espacio, diremos aquí que con una perspectiva de largo aliento puede apreciarse que la participación salarial inició los noventa con un fuerte aumento,favorecido por el éxito de la política antiinflacionaria operada a través de la convertibilidad pero que de inmediato inició su deterioro hasta mediados de esa década (junto con el alza del desempleo). Sin embargo la segunda mitad de esa década mostró una recuperación tal que en 1999 y 2001 volvió valores cercanos al 40%. En 2002 y 2003 la caída fue abrupta aun cuando ya se había iniciado la recuperación económica (incluyendo la fuerte absorción de empleo). Ese proceso–según los datos brindados por el CEPED- continuó favorablemente hasta 2009(aunque en ese año, más por la caída del producto que por mejora del salarioreal) con caída en 2010 y una irregular evolución en el período correspondiente al segundo mandato de la Dra Kirchner.
Si miramos los ingresos de los hogares captados por la EPH se observa que tanto los ingresos laborales (ingresos de laocupación principal) como los restantes ingresos, incluyendo a los familiares per cápita, tienen una dinámica muy favorable hasta 2011 evidenciando un fuerte deterioro hasta 2014 y, llamativamente, una recuperación modesta en los ingresos laborales y muy significativa en los ingresos familiares.
Si nos atenemos al empleo registrado se observa que en 2017 se creó un número similar al promedio observado en el segundo mandato de la Dra. Cristina Kirchner, claro que después de atravesar un pésimo año 2016 no sólo en materia de empleo. Es interesante, sin embargo, observar la diferente composición de similar aumento total del empleo registrado. El empleo asalariado privado dentro de su modestia, duplicó la media anual. En cambio hubo una sensible caída en el aporte del componente estatal (de 139000 a 39000 al año). El tercer componente que incluye a los autónomos, monotributistas y el personal de casas particulares acrecentó su presencia en cantidad tanto como los asalariados privados pero en proporción mucho menor.
¿Qué hace falta? Este rápido recorrido debe rematar con la estimación de cuál es el incremento anual necesario según el comportamiento poblacional. Para ello debemos recordar que la Población Económicamente Activa es del orden de 20 millones aproximadamente y que el incremento poblacional anual es del uno por ciento. De allí se deduce que de mantener el ritmo de aumento del empleo registrado de 2017 (al que debe adicionarse el componente no registrado sea de asalariados o no) estaríamos en condiciones de preservar la tasa de empleo y eventualmente seguir mejorándola.Por cierto, hay otros elementos por ser considerados: la calidad del vínculo laboral, la preparación para las tareas requeridas en procesos de cambio tecnológico,la estructura sectorial de la demanda cada vez menos orientada a las actividades de transformación (desde hace casi dos décadas la participación del empleo industrial está debajo del 20%), etc.
De manera que la situación coyuntural siendo delicada está lejos de ser dramática.
El complemento indispensable es el de estimar el desempeño de los ingresos provenientes del trabajo. Para eso es necesario dirigir la mirada a dos componentes relevantes del debate pendiente en la sociedad argentina: la productividad media de la economía debe crecer con mayor intensidad (lo que abre una instancia de disputa acerca del eventual “sobrante”de mano de obra) y, ligado a lo anterior pero con autonomía, la discusión necesaria acerca de la manera en que la pretendida mayor productividad sea utilizada.
Por una parte, debe orientarse la (mayor)ganancia empresaria a transformarse en inversión productiva (lo que no fue logrado en los últimos quince años por lo menos) y por la otra la esencial discusión económica, social y política acerca de un reparto de la torta en el que los trabajadores también sean beneficiarios. Si se controla la inflación,por este sendero podríamos imaginar un mejoramiento significativo de la situación de los trabajadores y de la sociedad toda. Tarea para nada sencilla que requiere consensos como el postulado, con el nombre de Pacto Social, hace una década por la entonces candidata presidencial. 
*Director delCEPED/UBA e Investigador del CONICET. Twitter: @lindenboim_uba