Entrevista de Alejandra Farías radio Misiones Cuatro, Posadas, 30-9-2020
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miércoles, 30 de septiembre de 2020
¿Hay segundo semestre para el empleo? Clarin 30-9-2020
Columna aparecida en Clarín, 30-9-2020
Promediando el segundo semestre 2020 ya no hay esperanzas de pronta recuperación más allá de las imaginativas expresiones de deseos de ciertos funcionarios y algunos analistas.
Las perspectivas de que el empleo en la última parte del año difiera significativamente del primer semestre son exiguas. En materia de empleo registrado los primeros seis meses de 2020 contrastan con la media semestral tanto del segundo mandato de CFK como del gobierno de Cambiemos.
Entre 2012 y 2015 (computando sólo el primer semestre) la creación fue de 150.000 puestos, más de la mitad de esa cifra fueron estatales y apenas un sexto privados.
En la gestión de Cambiemos la creación media anual del primer semestre fue sólo un cuarto de aquella magnitud. La diferencia principal radicó en la escasa cuantía de la creación de puestos públicos (apenas un 40% del total) que compensó la caída de asalariados privados. El resto de las categorías de empleo registrado no mostró modificaciones significativas.
Este año, no sólo no se crearon sino que se destruyeron más de 300.000 puestos registrados en todas las categorías especialmente los privados (casi un 60% del total). Un tercio de la pérdida correspondió a los monotributistas y autónomos.
La creación de empleo depende del nivel de actividad. Los diez años precedentes de estancamiento económico (en la mitad de ellos hubo caída absoluta del PIB) prolongan así su tendencia, agudizando el shock propio de la cuarentena, más intenso cuanto más se extiende en el tiempo.
Promediando el segundo semestre ya no hay esperanzas de pronta recuperación más allá de las imaginativas expresiones de deseos de ciertos funcionarios y algunos analistas.
La expectativa creada con la firma del acuerdo con los acreedores privados externos (ahora carentes del apelativo de buitres) se esfumó rápidamente debido a las contradicciones oficiales en materia de medidas económicas sumadas a los desafortunados e inquietantes resultados de la gestión que contradicen las equilibradas propuestas iniciales del presidente Fernández.
El tiempo es oro. Cuando deberíamos estar concluyendo los acuerdos con el FMI y procesando activamente las medidas de reactivación económica, seguimos empantanados en conflictos estimulados o -al menos- facilitados por sectores del oficialismo llámense tomas de tierras en el conurbano o en el Lago Mascardi, o la “solución” del conflicto policial bonaerense con plata ajena a la provincia o la norma acerca del sector tecnológico. Sin mencionar el “super cepo”.
Si hace un par de años se avizoraba un cambio en el vínculo entre sectores empresarios proclives a negociar debajo de la mesa con funcionarios corruptos, la actual movida judicial parece indicar que la orientación oficial es exactamente la contraria es decir, reponer ese “estilo” de vinculación empresario-estatal, en cuyo marco no hay riesgo empresario a través de inversiones sino apenas prebendas.
Es notable que las voces (generalmente hoy oficialistas) que clamaban por la ausencia de medidas del macrismo en favor del estímulo a la actividad productiva hoy no estén haciendo similares reclamos a su propio gobierno más allá de las circunstancias sanitarias que afectan a todo el planeta.
No hay dudas que la parálisis en la materia debe encontrarse en las disputas internas del oficialismo pero que afectan a la sociedad como un todo.
Cuando el PIB per cápita ha vuelto a los niveles de una década atrás no hay otra forma de crecer y generar empleo que volver a crear riqueza. Y eso requiere inversión. En lo inmediato, al menos utilizar la enorme capacidad ociosa en la que estamos.
Reforma fiscal o más parches. Una cosa es apelar al espíritu solidario del pueblo argentino con el propósito de “balancear las cargas” Otra muy distinta es imaginar que en ausencia de creación de riqueza se puede sólo con emisión monetaria y frases de circunstancia resolver los graves problemas de la economía y de la sociedad argentina.
El así llamado impuesto a la riqueza (que finalmente sería un impuesto a la producción pues incluye a los patrimonios productivos) será apenas una fina lluvia en el desierto. La pregunta es si la reforma impositiva no encarada durante el kirchnerismo es ese nuevo impuesto. La respuesta es clara: no lo es.
Una reforma impositiva progresiva tiene que modificar la configuración del sistema pero sobre la base de afianzar la creación de riqueza. También debe incluir una redefinición de la composición y características del gasto público.
Ese gasto, cuando se lo quiso amoldar años atrás resultó una tarea imposible políticamente. Hoy se lo está haciendo a galope tendido (por ejemplo con el sistema previsional) aunque se lo trata de mostrar de otra manera. Sin embargo, el Congreso ha sancionado medidas como la llamada reforma judicial que agranda las erogaciones de manera más que significativa aunque infundada.
En este marco, la carencia de divisas se ha tornado, una vez más, en punto crítico lo que llevó a una parte del gobierno a desmentir al ministro de economía con medidas que eran negadas hasta unas horas antes.
Es difícil, obviamente, poder responder con optimismo a la pregunta inicial sobre el futuro inmediato del empleo. Peor aún, la perspectiva en materia de ingreso y sus efectos sociales es mucho menos atractiva. ¿Reaccionará a tiempo el Presidente?
La pobreza se disparó y parece difícil bajarla al 30%. N. Donato - Infobae - 30-9-2020
La pobreza se disparó en la pandemia y los analistas creen que será difícil volver a bajar a niveles del 30%
El Indec informará este miércoles el índice del primer semestre, que se ubicaría en torno al 40%, es decir,
18 millones de personas. En el segundo trimestre, la cantidad de pobreza alcanzó al 46%, según analistas privadosLos períodos de crisis económicas en la Argentina se caracterizaron por un fuerte salto en los niveles de pobreza e indigencia. Y la situación actual, con la pandemia que agravó el contexto ya complejo de los últimos años de gestión de Mauricio Macri, no es la excepción.
El Indec informará hoy que la pobreza rondó el 40% en el segundo semestre, poco más de 5 puntos porcentuales más que los últimos seis meses del 2019, cuando había trepado al 35,5 por ciento. Pero los analistas que hacen la medición trimestral con los datos de la base de ingresos del propio organismo estadístico aseguran que entre abril y junio de este año el flagelo trepó al 46% y la indigencia, a poco más del 10%. Ello implica que en ese trimestre 21 millones de personas eran pobres, de las cuales 4,5 millones no cubrían las necesidades básicas alimentarias (indigentes).
La situación entre julio y la actualidad no varió demasiado, ya que más allá de que hay muchas actividades que volvieron a funcionar, tras el estricto confinamiento del segundo trimestre, se perdió una gran cantidad de puestos de trabajo, los ingresos cayeron en términos reales y la demanda se desplomó. El último dato del Estimador Mensual Económico (EMAE) de julio mostró una caída interanual del 13,2% y apenas un aumento mensual de 1,1% en la medición desestacionalizada.
Cabe recordar que en agosto la canasta básica total (que define el nivel de pobreza) subió 2,1% respecto de julio y el 41,7% en 12 meses, mientras que la canasta básica alimentaria (que define la línea de indigencia) subió el 2,6% y el 37,8%, respectivamente.
“El dato que va a dar el primer semestre va a ser muy duro y no hay ningún elemento para pensar una mejora en la segunda parte del año, ya que entre enero y marzo no había pandemia. Veo difícil una recuperación en materia del salario real. Creo que es más fácil imaginarse que vuelva a haber una demanda ocupacional a costa de un nivel de salarios depreciados que una recuperación importante de los niveles de pobreza”, afirmó a Infobae el director del Centro del Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (Ceped) de la UBA, Javier Lindenboim.
Hubo una caída importante de los ingresos que no se recupera de manera inmediata. Es una barbaridad que en lugar de estar discutiendo cómo mejorar el IFE, estén viendo cómo sacarlo. La situación social que deja la pandemia es sumamente delicada (Claudio Lozano).
Para el experto en temáticas sociales, la recuperación de los niveles de ingreso para la sociedad será muy lenta, ya que “la Argentina viene de una década en la que se generó una pequeña suba en el ingreso per cápita y hoy regresó a los niveles de comienzos de la década”. Lindemboim remarcó: “Todos somos más pobres”. Sostuvo que no tiene elementos para ser optimista respecto del futuro en materia de pobreza, además, porque cree que los abultados niveles de emisión monetaria generados en los últimos meses -y que seguirán en 2021, según el Presupuesto- generará indefectiblemente mayor inflación.
“Nosotros estimamos que el segundo trimestre la pobreza pudo haber superado el 46%, pero el dato del semestre estará atenuado por el primer trimestre. Hubo mucha pérdida de empleo, más de lo esperado, y la población dejó de buscar trabajo, por eso no subió tanto la tasa de desocupación”, sostuvo el investigador del Observatorio de la Deuda Social (OSDA) de la UCA, Eduardo Donza.
El analista coincidió en que para el segundo semestre las expectativas no son más alentadoras, aunque trimestre a trimestre el dato vaya mejorando producto de la recuperación. Consultado sobre el panorama que avizora hacia adelante, cuando la pandemia cese, Donza sugirió que “lamentablemente, la Argentina tendrá niveles de pobreza por arriba de los de la prepandemia”. “Son escalones que vamos bajando. Si uno analiza las diferentes crisis en la Argentina, ve que la capacidad de recuperación cada vez es más limitada y de cada crisis el país sale de un escalón más abajo. No creo que ahora pase otra cosa”, planteó el investigador.
El economista y actual director del Banco Nación, Claudio Lozano, remarcó que entre abril y junio la pobreza creció en 12 puntos respecto del primer trimestre, cuando ascendió al 35,5%, lo que equivale a 5 millones más de personas pobres en la Argentina y casi 2 millones más de indigentes.
El analista planteó que es esperable que en el momento en que comience a aflojar la pandemia haya una mejora relativa de los indicadores sociales, pero al mismo tiempo señaló que no necesariamente todas las actividades que se paralizaron volverán a funcionar. Para Lozano, “hubo una caída importante de los ingresos que no se recupera de manera inmediata. Es una barbaridad que en lugar de estar discutiendo cómo mejorar el IFE, estén viendo cómo sacarlo. La situación social que deja la pandemia es sumamente delicada”.
El economista agregó que no es una posibilidad cierta que pueda volverse a los niveles previos a la pandemia y sugirió avanzar con la idea de salario universal para todos los trabajadores informales y desocupados. De esa manera, planteó, se levantaría el piso de ingresos e impulsaría la demanda en el mercado interno.
Lozano repaso cómo en cada crisis económica en la Argentina suben fuertemente la pobreza y la indigencia y luego esos indicadores se estabilizan en un escalón más alto. Y lo adjudicó a una situación estructural que tiene la Argentina de “reprimarización productiva que genera cada vez menos empleo formal e impulsa la precariedad, con su impacto en el aumento de la pobreza”.
Pobreza, empleo e ingresos P. Novillo, Confirmado, Radio Cultura, 30-9-2020
Entrevista de Pablo Novillo en su programa Confirmado, Radio Cultura, 30-9-2020
martes, 29 de septiembre de 2020
Empleo, distribución del ingreso y perspectivas. C Campolongo en el aire 29-9-20
Entrevista de CArlos Campolongo, Carlos Campolongo en el aire, Radio Colonia, 29-9-2020
La distribución del ingreso en caida libre Columna INFOBAE 29-9-2020
Columna publicada en INFOBAE, 29-9-2020
Cuando hace algo más de un semestre se estableció el cese de la mayor parte de las actividades como medida destinada a proteger la salud pública era previsible imaginar que el impacto económico y social habría de ser intenso. Pero se pensaba que era posible aguantar el cimbronazo porque se trataría de un lapso acotado.
La extensión de las medidas restrictivas hizo que a cada paso se hicieran más visibles tanto los efectos resultantes de las mismas como los serios problemas económicos preexistentes.
Los recientes datos del INDEC muestran comportamientos peculiares según el indicador que se utilice, si bien todos expresan el deterioro de 2019 y 2020.
La oscilación del ciclo económico en el segundo decenio del siglo actual se visualizó en las caídas de los años pares y sus recuperaciones dentro de un entorno 30 a 40% superior al año de referencia (2004).
Tanto para los ingresos de las personas cualquiera sea su origen (II) como los provenientes de la principal fuente laboral (IOP) los valores de 2009 y 2018 son suficientemente próximos.
En cambio los ingresos familiares promedio (IpcF) continuaron creciendo hasta llegar a valores récord en 2017 o 2018.
Sin embargo esos números encierran algunas diferencias de interés cuando se desagregan por deciles.
Si bien todos los deciles experimentaron pronunciadas caídas en 2019 y 2020, los hogares de más bajos ingresos habían multiplicado casi por cinco su ingreso per cápita en el año 2018 respecto de 2004. El índice cae a 400 en 2019 y a 300 en 2020. Todos los demás deciles de ingreso muestran un formato similar pero una intensidad mucho más modesta ya que caen menos por no haber tenido tan significativa mejoría.
Peculiar comportamiento de los ingresos individuales por decil
Distinto es el panorama al observar los ingresos individuales. Aquí los cuatro deciles de ingresos menores son los únicos que muestran una leve recuperación en 2020 respecto de 2019.
Una posible explicación derivaría del comportamiento del mercado laboral. Es sabido que hubo una enorme caída del número total de personas ocupadas. Esa disminución no fue similar entre los distintos componentes de ese mercado.
Dentro de los asalariados casi no afectó a los que están protegidos (sea porque se prohibieron los despidos o se mantuvieron las remuneraciones –sector público-o el ajuste a la baja afectó a algunas actividades). En cambio los trabajadores precarios o perdieron por completo su fuente laboral o vieron disminuidos sus ingresos en grado sumo.
Los trabajadores precarios o perdieron por completo su fuente laboral o vieron disminuidos sus ingresos en grado sumo
Por su parte, entre los no asalariados (un cuarto de los ocupados) el impacto fue comparativamente más intenso. Los pequeños o medianos comercios o industrias y la gran masa de cuentapropistas alimentaron el número de personas que pasaron de estar ocupadas a registrarse como inactivas. Consecuentemente explican en buena medida la disminución de los ingresos provenientes de fuente laboral.
De tal manera, en todos los deciles hubo caída de ese tipo de ingresos. Es probable que los ingresos individuales (que registran lo que las personas reciben de cualquier origen, incluidas transferencias) sufrieron un impacto combinado. De un lado hay menos personas que registran ingresos de fuente laboral. Por otro lado, las transferencias sancionadas por el gobierno nacional habrían compensado una parte de aquella caída al menos en los cuatro primeros deciles.
De todos modos, este efecto no alcanzó para preservar el ingreso per cápita de los hogares ya que en todos los deciles se registran caídas.
Los ingresos laborales
¿Cómo se explica entonces que en todos los deciles los ingresos de la ocupación principal arrojen mejoras respecto de 2019?
Es aquí donde se combinan los distintos elementos descriptos. La impresionante caída de personas ocupadas (casi cuatro millones de personas cuando se extrapolan los resultados de la Encuesta de Hogares al total del país) al haber afectado diferencialmente a la fuerza laboral redundó en que hayan desaparecido trabajos peor pagos. De ese modo el promedio muestra una mejoría representativa de los que pudieron preservar sus puestos de trabajo.
Dicho de otra manera, para la totalidad de la fuerza laboral el proceso mencionado incluyó tanto a asalariados precarios (desprotegidos o “en negro”) como a no asalariados.
De todos modos, al interior de los asalariados privados registrados (es decir los que están protegidos) la situación no ha mejorado. En efecto, a junio de 2019 la pérdida de ingreso real respecto de diciembre de 2015 era del 11%. Un año después la pérdida era entre uno y dos puntos más grande, siempre según los datos proporcionados por el Ministerio de Trabajo
Esto significa que al interior de los trabajadores –registrados– en relación de dependencia del sector privado si bien han podido preservar mayoritariamente su fuente laboral sus ingresos han continuado perdiendo la carrera respecto de los precios.
Los meses venideros
Es de prever que estos resultados sobre los ingresos de las personas y las familias se vean reflejados al darse a conocer los indicadores oficiales sobre pobreza (mañana). Por ahora sabemos que aumentó la desigualdad. El índice de Gini pasó de 43,4 a 45,1 en el último año. La brecha entre los deciles extremos del ingreso per cápita familiar, por su parte, pasó de 20 a 25, la relación más alta de los últimos cinco años.
Es evidente que las medidas de protección social puestas en marcha atemperaron el impacto negativo de la cuarentena. Sin embargo, un país con un PIB per cápita estancado o en retroceso, con un Estado sin fondos sólo puede concretar esa ayuda con emisión. Lo cual requiere prontas y eficientes medidas que impidan que esa emisión se transforme en mayor inflación. Como se ha visto, aun en los meses recientes el ritmo de aumento de precios ha vuelto a tomar impulso.
La ausencia de buenas perspectivas en materia económica no permite ser muy optimistas. Las declaraciones contrarias a la formulación de planes por parte del gobierno nacional, la adopción de medidas contradictorias entre sí o bien que desdicen las afirmaciones del ministro de economía, sumadas a las medidas claramente contrarias al estímulo a las inversiones, como las relacionadas con el sector tecnológico y de las comunicaciones, configuran un panorama más vale desalentador.
Una vez más la expectativa vuelve a las formulaciones iniciales del actual Presidente quien afirmaba la necesidad de formular un horizonte (Consejo Económico y Social aún en deuda) y la vocación de la búsqueda de consensos (no sólo en deuda sino con acciones totalmente contrarias a tal objetivo). Se trata sencillamente de poner en marcha lo anunciado.
domingo, 27 de septiembre de 2020
La cuarentena sacó del mercado laboral a cuatro millones Nota de S Serrichio INFOBAE 27-9-20
Nota de Sergio Serrichio, INFOBAE, 27-9-2020
La cuarentena ya sacó del mercado laboral a 4 millones de argentinos y los economistas prevén más suba del desempleo
“Los datos son dramáticos” dice Juan Luis Bour, economista de FIEL experto en el mercado de
trabajo, para referirse a la caída de cerca de 4 millones en el número de personas que tienen o
buscan trabajo y a los 3,8 millones de empleos perdidos en el segundo trimestre, principalmente
en el sector informal, cifras que en muchos casos podrían superponer miles de casos de personas
que no sólo perdieron su empleo sino que tampoco están buscando reinsertarse en el sistema.
Los datos reflejan la crisis económica derivada de la pandemia y las medidas de aislamiento
preventivo que quitó posibilidad a muchas personas de buscar trabajo –por restricciones a la
movilidad y otras medidas del “Aislamiento Social, Preventivo y Obligatorio” dispuesto por el
gobierno- o la decisión de dejar de buscarlo a sabiendas de la casi imposibilidad de encontrarlo en
un contexto que no solo frenó la actividad informal sino también el ánimo empresario para
ofrecer empleo en plena recesión y con medidas como la doble indemnización y la
prohibición de despidos .
La caída más “singular” fue la de la tasa de actividad, que explica que el desempleo haya
aumentado “sólo” al 13,1%, dijo el experto laboralista Javier Lindemboin, quien espera la
publicación de la “base usuaria” de la Encuesta Permanente de Hogares (EPH) para hacer un
análisis más fino de lo que está ocurriendo.
La tasa de desempleo medida por el Indec es la más alta desde
2004, pero aun así subestima el cuadro de destrucción laboral
ocurrido durante la fase más dura de la cuarentena
La tasa de desempleo medida por el Indec es la más alta desde 2004, pero aun así subestima el
cuadro de destrucción laboral ocurrido durante la fase más dura de la cuarentena. Si los cuatro
millones de personas que dejaron por el momento de integrar la Población
Económicamente Activa (PEA: personas que tienen trabajo o que, estando desocupadas, lo
buscan; entre marzo y junio se redujo de 21,9 millones a 17,9 millones) siguieran buscando
trabajo, la tasa de desocupación resultante sería del 28,9% de la oferta laboral.
En rojo, el número de empleos perdidos por provincia y en naranja la reducción la caída de la
población laboral "activa", por provincia. El cuadro del costado muestra las tasas de
desempleo "técnica" y "corregida" por distrito.
Un análisis de Empiria, la consultora del ex-ministro Hernán Lacunza, apunta en la misma
dirección. Así lo dice: “el contexto particular de pandemia evidenció una caída semejante en la
PEA, que atenuó el incremento del desempleo técnico e hizo que se ubicara en 13,1%. Si la tasa
de actividad se hubiese mantenido en niveles pre-cuarentena, la tasa de desempleo habría
alcanzado un valor cercano al 30%”, una cifra que podría ser más significativa que el dato oficial".
Si la tasa de actividad se hubiese mantenido en niveles precuarentena,
la tasa de desempleo habría alcanzado un valor
cercano al 30% de la PEA
Bour coincide. Si al dato del 13,1% de desempleo se suman los “activos marginales” (gente
que estaba disponible para trabajar pero que no salió porque no la dejaron) –dice- el
desempleo ya es del 17% , y se compara con la cantidad de gente que buscaba trabajo antes de
la pandemia “el desempleo supera largamente el 20 por ciento”.
No sólo las pérdidas de empleo y de búsqueda son “dramáticas”, como dice Bour; también lo son
las brechas entre las tasas de desempleo oficial y “corregida” en las diferentes provincias. En
CABA, por ejemplo, mientras la tasa oficial o “técnica” de desempleo es de 11,1%, la tasa
“corregida” a la que irán tendiendo las mediciones oficiales es del 27,1%. En los “24
partidos del Gran Buenos Aires” que rodean a la Capital Federal, las tasas son
respectivamente de 13,8 y 34,5%. En San Luis, una provincia de bajo desempleo, las tasas
son de 2,8 y 16,4%, en Chaco, la tasa “corregida” (21,7%) casi cuadruplica a la oficial, de
5,9% y así sucede en mayor o menor grado en las demás provincias , con excepción de Río
Negro, donde por un aumento estacional del empleo la tasa “corregida” es inferior a la técnica u
oficial.
La pérdida de trabajo fue más pronunciada en sectores como la construcción y el servicio
doméstico (EFE)
Golpe a los más vulnerables
“La caída del empleo fue de 21% interanual, concentrado en los trabajadores informales y no
asalariados (principalmente cuentapropistas), evidenciando un duro golpe a los más vulnerables y
aquellos de menor educación. En tanto, los asalariados formales mostraron una leve baja,
atenuado por las prohibiciones a despidos, entre otras cosas”, dice Empiria. “De este modo la
tasa de empleo se ubicó en 33,4%, valor mínimo histórico con excepción del valor de mayo
de 2002 (32,8%). A nivel regional, la CABA y la provincia de Buenos Aires, más afectadas por la
cuarentena, representaron casi el 55% de la caída de los ocupados del país”.
La CABA y la provincia de Buenos Aires, más afectadas por la
cuarentena, representaron casi el 55% de la caída de los ocupados
del país (Empiria Consultores)
Las referencias a los años 2004 (tasa de desempleo) y 2002 (tasa de empleo) son reveladoras.
Entre los 40 millones de población urbana del país, explicó Bour, se perdieron 4 millones de
empleos. “No hay registros históricos de semejante caída. La pérdida del empleo formal,
cercana a 300.000, es la parte más chica, pero es igualmente dramática . Lo que más cayeron
fueron los empleos de autónomos, monotributistas, monotributistas sociales e informales”.
El experto de FIEL lo pone todavía de otro modo: “el empleo se cayó 25% en un trimestre, lo
que habla de la fragilidad del trabajo; se nota mucho, por ejemplo, en la caída de los
trabajos en la construcción y en el servicio doméstico”.
La pérdida exhibe la “fragilidad” del mercado laboral y fue toda en el sector privado, enfatizó Bour.
El empleo público incluso aumentó. Cálculos de Empiria, a partir de datos del Indec, muestran otra
cara del fenómeno : la caída del empleo es mucho mayor en los segmentos de bajo nivel de
instrucción y se atenúa a medida que se asciende en la escala educativa, asociada al nivel
de ingresos.
Porcentaje de pérdidas de empleo, por nivel educativo, según un análisis de Empiria en base
a datos del Indec
Futuro imperfecto
Mirando hacia adelante, Juan Luis Bour no es optimista sobre una futura recomposición del
empleo formal, debido a medidas como la doble indemnización o la prohibición de despidos. Y en
cuanto al trabajo informal, el más afectado, dependerá del nivel de actividad económica. La caída
del nivel de ingresos familiares, agregó, impulsará el “efecto del trabajador adicional”, uno
o más miembros de la familia que salen en procura de ingresos, lo que elevará la tasa de
actividad y hará que aun con la economía creciendo al 5% la tasa de desempleo en 2021 se
acerque al 20 por ciento.
“Cuanto más se demore en abrir la cuarentena, más va a demorarse el sinceramiento de la
situación en que estamos”, dice Bour. “La pobreza por ahora se contiene con transferencias, pero
eso no es eterno. Hay que medir lo que pasa en el borde. Cuando se empuja al desempleo,
también se empuja un aumento de la pobreza y un empeoramiento en la distribución del
ingreso”.
Cuanto más se demore en abrir la cuarentena, más va a demorarse
el sinceramiento de la situación en que estamos. La pobr eza por
ahora se contiene con transferencias, pero eso no es eterno (Juan
Luis Bour)
Empiria prevé algo similar, sin esperar al año que viene. “En los próximos datos se reflejará una
mejora gradual de la ocupación al tiempo que mayor gente buscando trabajo por las menores
restricciones, lo que podría reflejar un incremento del desempleo si la creación de nuevos
trabajos no supera a las nuevas búsquedas laborales ”, concluye en su análisis.
jueves, 24 de septiembre de 2020
Empleo y desempleo en el segundo trimestre Damián Glanz- Radio Ciudad 24-9-20
Entrevista de Damián Glanz, Buenos Aires Despierta, Radio Ciudad AM 1110
lunes, 14 de septiembre de 2020
El sinuoso sendero del empleo y la política Columna - El cronista 14-9-2020
Columna aparecida en EL CRONISTA, 14-9-2020 (aquí se transcribe la versión completa)
Sabemos que el empleo tiene una fuerte dependencia del comportamiento de la economía. También entendemos la importancia de los acontecimientos en la región que enmarcan el desempeño económico y laboral. Ambas cosas son corroboradas por el reciente Panorama Laboral de OIT sobre América Latina
En efecto, hay
paralelismos que son concluyentes. Por ejemplo, el “boom” de creación de empleo
caracterizó a la primera década del siglo XXI tanto en el país como en América
Latina. Así como la disminución relativa del componente asalariado en la fuerza
laboral no pasó sólo en Argentina o sólo en el gobierno de Macri.
En materia de
crecimiento económico, la región tuvo peor desempeño que la media mundial tanto
en los noventa como después del decenio apuntalado por la fuerte demanda
internacional de productos exportables de la región. La estrepitosa caída de
América Latina luego de 2013 es similar a lo acontecido localmente (Panorama
Laboral 2019, OIT, Gráfico 1.13). Aquí desde 2012, en los años pares la “torta”
se achicó con la particularidad de que en 2019 siguió el descenso.
En materia salarial
también el desempeño resultó bastante similar: muy buena perfomance en la primera
década seguida de estancamiento y declinación de la capacidad de compra del
salario tanto en la región como en Argentina.
Naturalmente esta
información no puede tranquilizar nuestras inquietudes (por aquello de que el
mal compartido minimiza el propio) pero una vez más sirve para procurar una
interpretación realista y abarcadora de las dificultades que aquejan a nuestra
sociedad.
Qué sencillo sería todo
si sólo se tratara de la mala gestión de un gobierno. En primer término, si
hasta 2015 hubiésemos tenido una estructura productiva equilibrada, con
superávit fiscal y externo, sin inflación, con fuerte demanda de empleo, en
especial en el sector privado y productivo, con alta inversión, etc. la gestión
de Cambiemos por más errónea o perversa que haya sido no pudo haber producido
un cataclismo.
En segundo lugar, si
nos ubicamos en el escenario inmediatamente previo a la pandemia el deterioro
sociolaboral observable corresponde sustancialmente al último bienio pues hasta
comienzos de 2018, aunque algo enfermizo,
hubo crecimiento del empleo y una vuelta a los niveles de fines de 2015
en materia de salario real. La falta de dinamismo del empleo asalariado privado
no se detuvo, agravando el cuadro general. Y el mercado de trabajo creció en
volumen apoyado más en el empleo no asalariado o en base al empleo precario.
Una síntesis en materia
de puestos de trabajo se puede apreciar sobre la base de los promedios anuales
brindados por la Cuenta de Generación de Ingresos del INDEC pese a la
disparidad con que estos datos fueron presentados por el organismo estadístico.
El fuerte crecimiento
tanto del total como de los asalariados registrados se extendió hasta 2013 pero
con la particularidad de que en su etapa inicial fue mucho más intensa,
seguramente en relación con la circunstancia de corresponder con la etapa
inmediata a la salida de la convertibilidad con los cambios de precios
relativos, incluyendo la casi dilución del déficit fiscal y con el impulso al
sector externo proveniente de la recreación de la demanda externa dirigida a
nuestros productos.
En promedios anuales,
la creación de puestos hasta 2008 promedió más de 600.000 pero de allí a 2013
bajó a menos de la mitad (299000). El trienio siguiente volvió a bajar a la
mitad el total pero -a diferencia de los lapsos previos- también disminuyó el
peso de los asalariados registrados. Por último el promedio anual de 2016 a
2019 fue levemente superior en el total pero sostenido principalmente en el
componente no asalariado y en parte en los dependientes no registrados Los
asalariados registrados (que en los primeros años de esta serie nutrían casi el
90% de los nuevos puestos) apenas expresaron el 10% del total.
Esto corrobora varios
elementos que merecen resaltarse:
1.
Los puestos totales crecieron cada vez
más lentamente, con un leve repunte en el último trienio
2.
Los puestos asalariados registrados
declinaron más aún su ritmo de crecimiento aunque manteniendo el signo positivo
3.
Hasta 2013 había declinación de los
puestos precarios. De allí en más (de 2013 a 2019) hubo aumento de este
componente de forma pareja en torno de los 60000 anuales.
4.
El gran peso de los no asalariados en el
último trienio no sería malo en si mismo sólo que frente a la caída del
Producto se agotó la demanda de empleo asalariado.
5.
Todos estos cambios en la cuantía y
composición de la fuerza laboral han incidido notablemente en la dinámica de
los ingresos medios del sector del trabajo. De hecho la participación salarial
en el producto tuvo su mejor lapso entre 2013 y 2017 perdiendo varios puntos
porcentuales en el bienio último
Total de puestos de trabajo (miles) |
||||
|
2004-08 |
2008-13 |
2013-16 |
2016-19 |
Total |
628 |
299 |
166 |
225 |
Asalariados regist |
604 |
261 |
103 |
21 |
Asalariados no reg |
-62 |
-12 |
56 |
63 |
No asalariados |
86 |
50 |
6 |
142 |
Fuente:
Cuenta de Generación de Ingresos, INDEC. |
La industria
manufacturera quizás refleja con mucha intensidad todo este espasmódico
proceso. Entre 2004 y 2008 aumentó su dotación total en algo más de 300000 pero
de allí hasta 2013 solo creció un diez por ciento de esa magnitud (36000).
Posteriormente se estancó hasta 2016 y cayó en cien mil puestos en el período
2016-2019. Como en el agregado total, el componente de asalariados registrados fue el que soportó
con mayor crudeza la continua declinación
Sobre este panorama se
plantea en 2020, con toda su intensidad y dramatismo, la pandemia que se ha
venido cobrando tantas vidas en casi todo el mundo y que ha implicado un
inédito shock de oferta a escala planetaria.
En nuestro país, las
medidas sanitarias, relativamente precoces, no han evitado un desplome intenso
de la actividad económica con el correspondiente cierre de empresas, pérdida de
puestos y abrupta caída de los ingresos, sin que se haya detenido el proceso
inflacionario.
En este panorama, la
apropiada adopción de una política económica que interprete el proceso a través
del cual llegamos hasta aquí es condición indispensable para atisbar un
horizonte prometedor y esperanzado. No hay dudas que la opción salud y economía
–así planteada- es parcial e incompleta. Estamos a tiempo de enderezar el
rumbo, tirar por la borda los planteos mezquinos o sectoriales, sean de la
índole que sean, y proponer a la sociedad un horizonte y las medios para
alcanzarlos. En eso la responsabilidad central está en las autoridades. Ojalá
estén a la altura de tamaño desafío.