martes, 29 de septiembre de 2020

La distribución del ingreso en caida libre Columna INFOBAE 29-9-2020

 Columna publicada en INFOBAE, 29-9-2020


A junio de 2019 la pérdida de ingreso real respecto de diciembre de 2015 era del 11%. Un año después la pérdida fue entre uno y dos puntos más grande

Cuando hace algo más de un semestre se estableció el cese de la mayor parte de las actividades como medida destinada a proteger la salud pública era previsible imaginar que el impacto económico y social habría de ser intenso. Pero se pensaba que era posible aguantar el cimbronazo porque se trataría de un lapso acotado.

La extensión de las medidas restrictivas hizo que a cada paso se hicieran más visibles tanto los efectos resultantes de las mismas como los serios problemas económicos preexistentes.

Los recientes datos del INDEC muestran comportamientos peculiares según el indicador que se utilice, si bien todos expresan el deterioro de 2019 y 2020.

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La oscilación del ciclo económico en el segundo decenio del siglo actual se visualizó en las caídas de los años pares y sus recuperaciones dentro de un entorno 30 a 40% superior al año de referencia (2004).

Tanto para los ingresos de las personas cualquiera sea su origen (II) como los provenientes de la principal fuente laboral (IOP) los valores de 2009 y 2018 son suficientemente próximos.

En cambio los ingresos familiares promedio (IpcF) continuaron creciendo hasta llegar a valores récord en 2017 o 2018.

Sin embargo esos números encierran algunas diferencias de interés cuando se desagregan por deciles.

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Si bien todos los deciles experimentaron pronunciadas caídas en 2019 y 2020, los hogares de más bajos ingresos habían multiplicado casi por cinco su ingreso per cápita en el año 2018 respecto de 2004. El índice cae a 400 en 2019 y a 300 en 2020. Todos los demás deciles de ingreso muestran un formato similar pero una intensidad mucho más modesta ya que caen menos por no haber tenido tan significativa mejoría.

Peculiar comportamiento de los ingresos individuales por decil

Distinto es el panorama al observar los ingresos individuales. Aquí los cuatro deciles de ingresos menores son los únicos que muestran una leve recuperación en 2020 respecto de 2019.

Una posible explicación derivaría del comportamiento del mercado laboral. Es sabido que hubo una enorme caída del número total de personas ocupadas. Esa disminución no fue similar entre los distintos componentes de ese mercado.

Dentro de los asalariados casi no afectó a los que están protegidos (sea porque se prohibieron los despidos o se mantuvieron las remuneraciones –sector público-o el ajuste a la baja afectó a algunas actividades). En cambio los trabajadores precarios o perdieron por completo su fuente laboral o vieron disminuidos sus ingresos en grado sumo.

Los trabajadores precarios o perdieron por completo su fuente laboral o vieron disminuidos sus ingresos en grado sumo

Por su parte, entre los no asalariados (un cuarto de los ocupados) el impacto fue comparativamente más intenso. Los pequeños o medianos comercios o industrias y la gran masa de cuentapropistas alimentaron el número de personas que pasaron de estar ocupadas a registrarse como inactivas. Consecuentemente explican en buena medida la disminución de los ingresos provenientes de fuente laboral.

De tal manera, en todos los deciles hubo caída de ese tipo de ingresos. Es probable que los ingresos individuales (que registran lo que las personas reciben de cualquier origen, incluidas transferencias) sufrieron un impacto combinado. De un lado hay menos personas que registran ingresos de fuente laboral. Por otro lado, las transferencias sancionadas por el gobierno nacional habrían compensado una parte de aquella caída al menos en los cuatro primeros deciles.

De todos modos, este efecto no alcanzó para preservar el ingreso per cápita de los hogares ya que en todos los deciles se registran caídas.

Los ingresos laborales

¿Cómo se explica entonces que en todos los deciles los ingresos de la ocupación principal arrojen mejoras respecto de 2019?

Es aquí donde se combinan los distintos elementos descriptos. La impresionante caída de personas ocupadas (casi cuatro millones de personas cuando se extrapolan los resultados de la Encuesta de Hogares al total del país) al haber afectado diferencialmente a la fuerza laboral redundó en que hayan desaparecido trabajos peor pagos. De ese modo el promedio muestra una mejoría representativa de los que pudieron preservar sus puestos de trabajo.

Dicho de otra manera, para la totalidad de la fuerza laboral el proceso mencionado incluyó tanto a asalariados precarios (desprotegidos o “en negro”) como a no asalariados.

De todos modos, al interior de los asalariados privados registrados (es decir los que están protegidos) la situación no ha mejorado. En efecto, a junio de 2019 la pérdida de ingreso real respecto de diciembre de 2015 era del 11%. Un año después la pérdida era entre uno y dos puntos más grande, siempre según los datos proporcionados por el Ministerio de Trabajo

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Esto significa que al interior de los trabajadores –registrados– en relación de dependencia del sector privado si bien han podido preservar mayoritariamente su fuente laboral sus ingresos han continuado perdiendo la carrera respecto de los precios.

Los meses venideros

Es de prever que estos resultados sobre los ingresos de las personas y las familias se vean reflejados al darse a conocer los indicadores oficiales sobre pobreza (mañana). Por ahora sabemos que aumentó la desigualdad. El índice de Gini pasó de 43,4 a 45,1 en el último año. La brecha entre los deciles extremos del ingreso per cápita familiar, por su parte, pasó de 20 a 25, la relación más alta de los últimos cinco años.

Es evidente que las medidas de protección social puestas en marcha atemperaron el impacto negativo de la cuarentena. Sin embargo, un país con un PIB per cápita estancado o en retroceso, con un Estado sin fondos sólo puede concretar esa ayuda con emisión. Lo cual requiere prontas y eficientes medidas que impidan que esa emisión se transforme en mayor inflación. Como se ha visto, aun en los meses recientes el ritmo de aumento de precios ha vuelto a tomar impulso.

La ausencia de buenas perspectivas en materia económica no permite ser muy optimistas. Las declaraciones contrarias a la formulación de planes por parte del gobierno nacional, la adopción de medidas contradictorias entre sí o bien que desdicen las afirmaciones del ministro de economía, sumadas a las medidas claramente contrarias al estímulo a las inversiones, como las relacionadas con el sector tecnológico y de las comunicaciones, configuran un panorama más vale desalentador.

Una vez más la expectativa vuelve a las formulaciones iniciales del actual Presidente quien afirmaba la necesidad de formular un horizonte (Consejo Económico y Social aún en deuda) y la vocación de la búsqueda de consensos (no sólo en deuda sino con acciones totalmente contrarias a tal objetivo). Se trata sencillamente de poner en marcha lo anunciado.


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