En esta entrada se transcribe la nota aparecida en estos días en Caras y Caretas que incluye referencias a un diálogo mantenido con el autor de la nota durante el mes de julio.
Para los lectores interesados se agrega a continuación el audio de aquella entrevista realizada por Carlos Boyadjian para incluir mis comentarios en su nota en la edición de Agosto de 2012 de la Revista .
El interés inicial del diálogo se vinculaba con los signos de estancamiento o declinación del ritmo de crecimiento del empleo en los tiempos recientes, sus raíces y las perspectivas inmediatas y mediatas.
Para ello se realizó un amplio recorrido sobre aspectos diversos de la política económica nacional.
Si quiere leer la transcripción completa del reportaje haga click aquì
Caras y Caretas
HAY QUE CUIDAR EL EMPLEO
La desocupación en el país ronda el 7 por ciento, pero con una economía que marcha a menor ritmo, el temor es un impacto en el mercado laboral. El gobierno tiene instrumentos para actuar pero hay menos margen que en el pasado.
Al mundo le falta un tornillo, que venga un mecánico, pa’ ver si lo puede arreglar”, cantaba Carlos Gardel en 1932, en épocas de vacas flacas y creciente desocupación, tras la crisis económica mundial que siguió al crack de la Bolsa neoyorquina en octubre de 1929.
Hoy, los mecánicos a los que apelaba El Zorzal son tecnócratas que viven en las principales capitales del mundo y ven cómo se multiplica la marginalidad a su alredaedor. El mundo desarrollado no logra aún acertar con las políticas y herramientas más adecuadas para ajustar las piezas de una economía mundial que cayó en profunda recesión, y que en su desplome destruyó millones de empleos.
A contramano de lo que pasa en Europa y EE.UU., los países emergentes, y por cierto también la Argentina, han comprendido hace rato que el eje de las políticas públicas debe ser el resguardo del mercado de trabajo. En los últimos años la generación y conservación de fuentes de trabajo ocupa un lugar prioritario en la agenda política y económica.
Mientras en los países más industrializados el empleo se ha convertido en una variable de ajuste para equilibrar el rojo subido de las cuentas públicas y los desbalances en numerosas empresas privadas, la Argentina exhibe una de las tasas de desocupación más bajas de su historia reciente. El último dato relevado por el Indec señala que al primer trimestre de 2012 el desempleo abierto era de 7,1 por ciento. También desciende el trabajo no registrado, aunque todavía se ubica en niveles muy elevados, en torno al 32 por ciento.
El contraste con lo que ocurre en Europa o EE.UU. es notorio. España tiene el mayor desempleo en el mundo desarrollado (24,4 por ciento), mientras que en Grecia no está ocupado el 22,5 por ciento de la fuerza laboral y en Italia, uno de cada diez trabajadores. Cruzando el Atlántico, EE.UU. registra un 8,2 por ciento de desempleo.
En la Argentina no estamos tan mal, pero tampoco tan bien, y es importante que el árbol no impida ver el bosque. Según el Indec, la tasa de desempleo en el período enero-marzo de este año supera en unas décimas el registro del último trimestre de 2011 (6,7 por ciento). Además, en las últimas semanas se conocieron empresas que adelantan vacaciones, recortan horas extras o están suspendiendo personal (cobran el 75 por ciento del salario). La caída del nivel de actividad (-0,5 por ciento en mayo según el Estimador Mensual de la Actividad Económica), con algunas bajas pronunciadas en sectores industriales, explica en parte (también influyen la desaceleración de Brasil y China y la crisis de Europa) un escenario laboral que, si bien no está en crisis, empieza a exhibir ciertos problemas.
“Hay inconvenientes en la actividad económica en estos meses del año y esto más temprano que tarde tiene un impacto en el mercado de trabajo”, sostiene Javier Lindenboim, investigador del Conicet y director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (Ceped) de la UBA. En su opinión, el país está “en un escenario laboral más inquietante” que en años anteriores.
“Algunos indicios parecen apuntar a que hemos tenido un estancamiento en la generación de empleo en los últimos cuatro o cinco años”, destaca Lindenboim. Mientras hasta 2007 el mercado de trabajo creció cerca de un cinco por ciento anual, a partir de entonces el ritmo bajó al dos por ciento. Sin medias tintas, Lindenboim afirma: “Tenemos que acostumbrarnos a tener un mercado laboral complejo y con problemas”.
Un reciente informe de la Universidad Torcuato Di Tella señala que en junio la demanda laboral en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano cayó un 36,4 por ciento comparada con igual mes de 2011. El documento subraya que la contracción es la tercera baja interanual de mayor magnitud en los últimos tres años.
Ernesto Kritz, director de SEL Consultores, considera que “ha habido una caída muy importante de la demanda laboral en los últimos meses, si bien por ahora no hay caída del empleo”. Kritz señala que “las empresas no tienen planes de expansión de sus planteles, hay disminución de horas extra y las vacantes, cuando se producen, quedan congeladas”.
La consultora releva todos los meses las expectativas del mercado laboral en firmas líderes. El último dato, correspondiente a junio, muestra una clara diferencia con lo que ocurría doce meses atrás. “En junio pasado sólo un dos por ciento de las empresas consultadas respondió que tenía previsto aumentar su personal, mientras que un año atrás el 35 por ciento de las empresas pensaban hacerlo”, subraya Kritz.
Por su parte, Rubén Lo Vuolo, investigador del Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas (Ciepp), considera que “hay un freno importante o caída en el primer trimestre del año en la generación de empleo”. Esto es así porque “muchos sectores que dinamizaron el empleo en 2011 (construcción, automotriz) muestran signos evidentes de desaceleración”.
Consultado sobre la oferta crediticia que impulsa el Gobierno para mover la economía, Lo Vuolo sostiene que “todo ayuda”, pero descree de su eficacia. “La Argentina posconvertibilidad no está acostumbrada a tomar crédito y, en especial, no es el modo de financiarse de las pymes”, las grandes generadoras de puestos de trabajo, dice. Entre todo, el economista rescata como positivo el elevado precio de las commodities, pero lo relativiza. Los granos y oleaginosas “no generan empleo, las que crean trabajo son las empresas industriales, y estas están en problemas”, resume.
Hoy, los mecánicos a los que apelaba El Zorzal son tecnócratas que viven en las principales capitales del mundo y ven cómo se multiplica la marginalidad a su alredaedor. El mundo desarrollado no logra aún acertar con las políticas y herramientas más adecuadas para ajustar las piezas de una economía mundial que cayó en profunda recesión, y que en su desplome destruyó millones de empleos.
A contramano de lo que pasa en Europa y EE.UU., los países emergentes, y por cierto también la Argentina, han comprendido hace rato que el eje de las políticas públicas debe ser el resguardo del mercado de trabajo. En los últimos años la generación y conservación de fuentes de trabajo ocupa un lugar prioritario en la agenda política y económica.
Mientras en los países más industrializados el empleo se ha convertido en una variable de ajuste para equilibrar el rojo subido de las cuentas públicas y los desbalances en numerosas empresas privadas, la Argentina exhibe una de las tasas de desocupación más bajas de su historia reciente. El último dato relevado por el Indec señala que al primer trimestre de 2012 el desempleo abierto era de 7,1 por ciento. También desciende el trabajo no registrado, aunque todavía se ubica en niveles muy elevados, en torno al 32 por ciento.
El contraste con lo que ocurre en Europa o EE.UU. es notorio. España tiene el mayor desempleo en el mundo desarrollado (24,4 por ciento), mientras que en Grecia no está ocupado el 22,5 por ciento de la fuerza laboral y en Italia, uno de cada diez trabajadores. Cruzando el Atlántico, EE.UU. registra un 8,2 por ciento de desempleo.
En la Argentina no estamos tan mal, pero tampoco tan bien, y es importante que el árbol no impida ver el bosque. Según el Indec, la tasa de desempleo en el período enero-marzo de este año supera en unas décimas el registro del último trimestre de 2011 (6,7 por ciento). Además, en las últimas semanas se conocieron empresas que adelantan vacaciones, recortan horas extras o están suspendiendo personal (cobran el 75 por ciento del salario). La caída del nivel de actividad (-0,5 por ciento en mayo según el Estimador Mensual de la Actividad Económica), con algunas bajas pronunciadas en sectores industriales, explica en parte (también influyen la desaceleración de Brasil y China y la crisis de Europa) un escenario laboral que, si bien no está en crisis, empieza a exhibir ciertos problemas.
“Hay inconvenientes en la actividad económica en estos meses del año y esto más temprano que tarde tiene un impacto en el mercado de trabajo”, sostiene Javier Lindenboim, investigador del Conicet y director del Centro de Estudios sobre Población, Empleo y Desarrollo (Ceped) de la UBA. En su opinión, el país está “en un escenario laboral más inquietante” que en años anteriores.
“Algunos indicios parecen apuntar a que hemos tenido un estancamiento en la generación de empleo en los últimos cuatro o cinco años”, destaca Lindenboim. Mientras hasta 2007 el mercado de trabajo creció cerca de un cinco por ciento anual, a partir de entonces el ritmo bajó al dos por ciento. Sin medias tintas, Lindenboim afirma: “Tenemos que acostumbrarnos a tener un mercado laboral complejo y con problemas”.
Un reciente informe de la Universidad Torcuato Di Tella señala que en junio la demanda laboral en la ciudad de Buenos Aires y el conurbano cayó un 36,4 por ciento comparada con igual mes de 2011. El documento subraya que la contracción es la tercera baja interanual de mayor magnitud en los últimos tres años.
Ernesto Kritz, director de SEL Consultores, considera que “ha habido una caída muy importante de la demanda laboral en los últimos meses, si bien por ahora no hay caída del empleo”. Kritz señala que “las empresas no tienen planes de expansión de sus planteles, hay disminución de horas extra y las vacantes, cuando se producen, quedan congeladas”.
La consultora releva todos los meses las expectativas del mercado laboral en firmas líderes. El último dato, correspondiente a junio, muestra una clara diferencia con lo que ocurría doce meses atrás. “En junio pasado sólo un dos por ciento de las empresas consultadas respondió que tenía previsto aumentar su personal, mientras que un año atrás el 35 por ciento de las empresas pensaban hacerlo”, subraya Kritz.
Por su parte, Rubén Lo Vuolo, investigador del Centro Interdisciplinario para el Estudio de Políticas Públicas (Ciepp), considera que “hay un freno importante o caída en el primer trimestre del año en la generación de empleo”. Esto es así porque “muchos sectores que dinamizaron el empleo en 2011 (construcción, automotriz) muestran signos evidentes de desaceleración”.
Consultado sobre la oferta crediticia que impulsa el Gobierno para mover la economía, Lo Vuolo sostiene que “todo ayuda”, pero descree de su eficacia. “La Argentina posconvertibilidad no está acostumbrada a tomar crédito y, en especial, no es el modo de financiarse de las pymes”, las grandes generadoras de puestos de trabajo, dice. Entre todo, el economista rescata como positivo el elevado precio de las commodities, pero lo relativiza. Los granos y oleaginosas “no generan empleo, las que crean trabajo son las empresas industriales, y estas están en problemas”, resume.
VASO MEDIO LLENO
Durante la crisis de 2009 el Gobierno redujo las contribuciones patronales para las nuevas contrataciones e implementó el Programa de Recuperación Productiva (Repro), para ayudar a empresas en dificultades. Por cada Repro –previo inicio de un procedimiento preventivo de crisis– el Estado se hacía cargo de una parte del salario de los trabajadores (600 pesos mensuales), bajo condición de no despedir personal.
Junto a la aplicación de licencias no automáticas de importación, estas medidas sirvieron en su momento para proteger el empleo local en la industria. En las provincias también se incrementó el empleo público. Pero ahora habría una situación fiscal más compleja, tanto a nivel federal como provincial, para medidas de este tipo.
El Repro se extendió hasta diciembre de 2012, con un pago de 800 pesos por mes en el primer semestre del año, que se elevó a 1.000 por cada empleado entre julio y diciembre. Según indicó la propia Presidenta de la Nación, hoy hay más de 30 mil trabajadores asistidos por el Estado nacional.
Otras medidas impulsadas por el Gobierno traen algo de calma, al menos en ciertas industrias, como la textil. “Los controles cambiarios, el refuerzo de los controles aduaneros para combatir el contrabando y la administración del comercio (Djai) tienen un efecto positivo en la conservación del empleo”, asegura Mariano Kestelboim, director Ejecutivo de la Fundación Pro Tejer.
El joven economista considera también que los créditos para vivienda (Pro.Cre.Ar) y para el sector productivo (a tres años, con tasas fijas del 15 por ciento en pesos) contribuyen a sostener el nivel de actividad y resguardar el empleo. “Veo una muy buena recuperación en el segundo semestre del año en la economía argentina”, pronostica. A esto se sumará, en su opinión, un crecimiento de la demanda brasileña.
Durante la crisis de 2009 el Gobierno redujo las contribuciones patronales para las nuevas contrataciones e implementó el Programa de Recuperación Productiva (Repro), para ayudar a empresas en dificultades. Por cada Repro –previo inicio de un procedimiento preventivo de crisis– el Estado se hacía cargo de una parte del salario de los trabajadores (600 pesos mensuales), bajo condición de no despedir personal.
Junto a la aplicación de licencias no automáticas de importación, estas medidas sirvieron en su momento para proteger el empleo local en la industria. En las provincias también se incrementó el empleo público. Pero ahora habría una situación fiscal más compleja, tanto a nivel federal como provincial, para medidas de este tipo.
El Repro se extendió hasta diciembre de 2012, con un pago de 800 pesos por mes en el primer semestre del año, que se elevó a 1.000 por cada empleado entre julio y diciembre. Según indicó la propia Presidenta de la Nación, hoy hay más de 30 mil trabajadores asistidos por el Estado nacional.
Otras medidas impulsadas por el Gobierno traen algo de calma, al menos en ciertas industrias, como la textil. “Los controles cambiarios, el refuerzo de los controles aduaneros para combatir el contrabando y la administración del comercio (Djai) tienen un efecto positivo en la conservación del empleo”, asegura Mariano Kestelboim, director Ejecutivo de la Fundación Pro Tejer.
El joven economista considera también que los créditos para vivienda (Pro.Cre.Ar) y para el sector productivo (a tres años, con tasas fijas del 15 por ciento en pesos) contribuyen a sostener el nivel de actividad y resguardar el empleo. “Veo una muy buena recuperación en el segundo semestre del año en la economía argentina”, pronostica. A esto se sumará, en su opinión, un crecimiento de la demanda brasileña.
Por Carlos Boyadjián
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