jueves, 23 de agosto de 2012

El empleo -y el desempleo- vuelven a ser temas de interés

Esta nota fue escrita hace más de diez días y, por tanto, no habìa noticia de la información producida por el INDEC hace un par de días en el sentido de que si bien la tasa de desempleo bajó 0,1 puntos porcentuales, la oferta laboral mostró otro descenso inquietante. En los años noventa ante situaciones similares se señalaba la existencia de un fenómeno de "desaliento" en materia de participación econóica de la población.
Habrá que seguir analizando los datos del primer semestre cuando estos estén dsponibles más allá del escueto informe de prensa de ayer.


Señales de alerta sobre el nivel de empleo

POR JAVIER LINDENBOIM DIRECTOR DEL CEPED/UBA E INVESTIGADOR DEL CONICET

Los principales indicadores ponen luces amarillas sobre las condiciones socioeconómicas y los propios datos del INDEC muestran una disminución de la dotación ocupacional. Es un error atribuir las razones a factores externos o estacionales: faltaron reformas estructurales.
Señales de alerta sobre el nivel de empleo

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23/08/12
Una de las principales evidencias de la bonanza lograda en el país luego de la crisis de 2001 fueel inusitado ritmo de creación de empleo , que en algunos momentos mostró un crecimiento casi al mismo ritmo que la economía en su conjunto.
Esa alta elasticidad empleo-producto no podía mantenerse.
El alto ritmo de absorción de empleo en aquellos años ha estado muy ligado al hecho de que la abrupta modificación del tipo de cambio (vía caída de importaciones y reaparición de oportunidades de colocaciones externas) y la ampliación de la capacidad de compra en el mercado interno revitalizaron al sector empresario de mediano o pequeño porte .
Ese es el sector, precisamente, que más demanda mano de obra, relativamente. Todo esto en el marco de condiciones macroeconómicas favorables, entre las que destacan la mayor demanda y el aumento de los precios de nuestras exportaciones primarias.
Pero era previsible que no se eternizara el aprovechamiento de tales condiciones macroeconómicas favorables, a menos que se produjeran cambios sustantivos (podríamos llamarlos estructurales) y siempre que no aparecieran otros elementos perturbadores. Desafortunadamente no se produjeron tales cambios estructurales. Además de eso reapareció un viejo conocido, el fenómeno inflacionario.
Ambas cuestiones conspiraron para que la fuerte absorción de fuerza de trabajo se debilitara.
A diferencia de los centenares de miles de puestos creados cada año hasta 2006 inclusive, en el año 2007 (antes de cualquier perturbación externa o de conflictos internos) el ritmo de la absorción ocupacional se desploma a un tercio o menos de lo que venía ocurriendo . Algo similar ocurre en 2008 y ya en 2009, con la primera caída del PBI en la posconvertibilidad, el empleo se estanca casi por completo. Los dos años siguientes (2010-2011) parecen retomar impulso pero, en promedio, no llegan a la mitad de la creación de empleo de los años iniciales.
Esta rápida semblanza muestra dos cosas importantes: este decenio no ha sido uniforme en la materia (de cada tres nuevos puestos creados, dos lo fueron antes de 2007) y, en la actualidad, los indicios económicos ponen luces de alerta sobre las condiciones socioeconómicas.
De este modo la persistencia del excepcional período favorable en materia de términos de intercambio (que luego de caer permanentemente en la segunda mitad del siglo XX no dejaron de crecer en lo que va del presente siglo) se articula con la explosión de técnicas y formas de organización de la producción agraria que potencian la cuantía exportable.
Así, se reproducen situaciones del pasado en las que los sectores más concentrados preservan su predominio, las empresas pequeñas y medianas tratan de protegerse (subiendo precios hasta donde pueden y bajando relativamente costos salariales) generando un peligroso retorno a viejas encrucijadas socioeconómicas. Todo esto con el lastre representado por el aumento de los precios internos (y en dólares, lo que dificulta exportaciones y estimula la entrada de productos del exterior), aunque esto sea negado enfáticamente por las autoridades.
En ese contexto ya no sólo aparecen luces alarmantes en diferentes ámbitos de la actividad sino los propios datos del INDEC en materia ocupacional parecen mostrar –inclusive- una novedosa disminución de la dotación ocupacional.
La pretensión de que nuestras dificultades presentes se explican sólo por los serios problemas registrados en el hemisferio norte se manifiesta como insuficiente o poco válida a la luz de cualquier ejercicio retrospectivo en la materia, el que debe incluir –por ejemplo- una adecuada explicación de las razones por las que en este decenio no se ha podido introducir una reforma impositiva progresiva (luego de la reimplantación de las retenciones en 2002).
Parece haber llegado el momento de reconocer que los conflictos en una economía de mercado requieren algo más que expresiones de voluntad. Batallas que se libran fuera de cualquier plan o estrategia general (llámense sintonía fina o soberanía energética) pierden eficacia y legitimidad. Además de capacidad, debe haber disposición a escuchar opiniones diferentes que no por serlo sirven a intereses antipopulares. ¿Sabremos interpretar el desafío?







http://www.clarin.com/opinion/Senales-alerta-nivel-empleo_0_760723996.html

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